por Álvaro Vargas Llosa del Sitio Web LaTercera
simbolizado en la visita del primero al Vaticano, representa la culminación de una operación política
cuidadosamente diseñada. No es un secreto que el castrismo pretende hacer de Cuba una versión caribeña de China o Vietnam, un régimen de partido único con capitalismo.
Para eso, Cuba pretende dos cosas:
A medida que el descenso de Venezuela hacía peligrar el subsidio de Caracas, Raúl Castro entendió la urgencia de aprovechar la conjunción de dos factores: La Revolución Cubana persiguió a los católicos durante décadas y expulsó a los miembros extranjeros de la Iglesia.
La relación pasó por enfrentamientos desde el inicio (uno de ellos cuando la Iglesia participó en la operación "Peter Pan"). Años más tarde, por ejemplo, la carta pastoral "El amor todo lo puede" fue recibida por Fidel Castro con especial agresividad.
Nunca perdió el castrismo de vista el
rol poco menos que sedicioso jugado por el catolicismo en la Polonia
comunista.
La propia institución ha vivido
tensiones internas porque, a medida que Ortega fue mejorando sus
relaciones con el régimen, muchos miembros de su Iglesia se
acercaban por propia iniciativa a los disidentes y víctimas de la
dictadura.
Un conservador tan severo
como Ratzinger
también visitó, ya siendo Papa, la isla.
Castro, por su parte, ha conseguido, sin hacer una sola concesión política y moral,
Al ritmo al que van las reformas económicas, no está claro si Castro, que ha dicho que se retirará en 2018, logrará perpetuar el régimen (el Banco Popular de Ahorro, por ejemplo, sólo tuvo unas 600 solicitudes de créditos fuera de La Habana por parte de emprendedores autónomos en 2014).
Tampoco es seguro que este clima internacional que hace la vista gorda ante la dictadura baste, una vez que Castro salga del escenario, para mantener el sistema en pie.
Pero de lo que no hay duda es de que al castrismo, por ahora, se le han alineado todos lo astros...
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