por John Kozy
Junio 18, 2010
del Sitio Web GlobalResearch

traducción de Adela Kaufmann
versión original

 

John Kozy es un profesor retirado de filosofía y lógica que escribe en un blog sobre temas sociales, políticos y cuestiones económicas.
Después de servir en el Ejército de Los Estados Unidos durante la Guerra de Corea, pasó 20 años como profesor universitario y otros 20 años trabajando como escritor.
Ha publicado un libro de texto sobre lógica formal comercialmente, en revistas académicas y en un pequeño número de revistas comerciales, y ha escrito una serie de opiniones de lectores de periódicos.
Sus piezas en línea se pueden encontrar en http://www.jkozy.com / y puede ser enviado por correo electrónico desde la página principal de ese sitio.



La Era de la Iluminación nació en algún momento a comienzos del siglo XVIII.

Apenas tres cuartos de siglo más tarde, la industrialización marcó el comienzo de la Era del Oscurantismo, y la vida humana se ha vuelto más y más peligrosa desde entonces. La edad de oro del capitalismo no puede ser recreada por el mero hecho de aplicar la mezcla correcta de gastos, subsidios, re-regulación, y acuerdos internacionales. Debido a que las ventajas económicas de la industrialización dependen de la sobreproducción y el beneficio, el comercio equilibrado es imposible si la ventaja es que sea conservado, no conlleva ningún beneficio económico.

El industrialismo es una síntesis hegeliana que encarna las fuerzas de su propia destrucción. La mayor amenaza para el modo de vida occidental es la manera misma de la Vida Occidental.

Que los seres humanos parecen incapaces de resolver sus problemas más apremiantes es demasiado obvio y bien conocido para merecer mucho que se mencione; que la mayor parte de los problemas que los seres humanos parecen incapaces de resolver son causados por mismos seres humanos, merece ser mencionada, pero rara vez lo es.

Mencionar que los seres humanos actúan como si tuvieran que lidiar con problemas cuyas causas son ajenas a la voluntad humana, no es suficiente. Ciclones, terremotos, erupciones volcánicas, sequías, inundaciones, aparentemente no son lo suficientemente graves como para llamar la atención humana. Estos problemas, al parecer, tienen que ser complementados por catástrofes auto-infringidas para mantener comprometidas nuestras mentes.

Pero la mayoría de los problemas provocados por el hombre podrían evitarse mediante un análisis cuidadoso y completo de las ideas que, de aplicarse, tendrían enormes resultados.

Formas eficaces y probadas con el tiempo de analizar los problemas han sido conocidas desde hace siglos. René Descartes publicó su Reglas para la Dirección de la Mente alrededor de 1627 y el Discurso del Método en 1637.

John Stuart Mill publicó sus Métodos en su Sistema de Lógica en 1843. El método matemático conocido como reductio ad absurdum ha sido empleado a través de toda la historia de las matemáticas y la filosofía desde la antigüedad clásica, así como el método conocido como contraejemplo. Y el análisis de causa raíz es un método altamente desarrollado, de uso frecuente en las ciencias de la información y otros lugares.

Por extraño que parezca, sin embargo, aun la mayoría de los norteamericanos educados parecen no darse cuenta de ninguna de estas técnicas de análisis, y cuando se intenta analizar las ideas, estos intentos escasas ocasiones son llevados a cabo lógicamente, o hasta sus últimos fines. Los estadounidenses rara vez "siguen el argumento hasta sus últimas consecuencias," incluso los que son buenos para el análisis a menudo se detienen cuando se encuentran con algo que parece atractivo.

John B. Judis publicó recientemente un artículo en The New Republic en el que resumió algunas afirmaciones hechas por Robert Brenner, un historiador de economía de la UCLA.

Judis escribe:

"El análisis de Brenner de los oficiales administrativos de la actual recesión puede reducirse a un punto bastante simple: que la causa subyacente de la crisis actual radica en la “verdadera” economía de los bienes privados y la producción de servicios en vez de en el sector financiero, y que los recursos actuales - desde el gasto público hasta recortes de impuestos para la regulación financiera - no conducirá a la clase de crecimiento robusto y empleos de los se disfrutó en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y fugazmente a finales de 1990.

Estos remedios no tendrán éxito porque no llegarán hasta lo que ha provocado la ralentización de la verdadera economía: el exceso global de capacidad transable de la producción de bienes. El exceso de capacidad global significa que las industrias del mundo, son capaces de producir mucho más de acero, zapatos, teléfonos celulares, chips de computadoras y automóviles (entre otras cosas) que los consumidores el mundo puedan y estén dispuestos a consumir."

La razón por la cual vale la pena mencionarlo es difícil de comprender.

La sobreproducción siempre ha sido asociada con picos económicos y tales picos han sucedido con tal regularidad que los economistas, incluso, loshan incorporado en la teoría, llamándolos eufemísticamente subidas y bajadas del “ciclo económico ".

La pregunta que debe plantearse es,

"¿Qué causa el exceso de producción?"

Y la respuesta es la industrialización.

La Revolución Industrial comenzó en Inglaterra alrededor de 1780. Transformó a Inglaterra del trabajo manual y de la economía-de bosquejo animal en una economía basada en máquinas. Pero este cambio en el modo primario de la actividad económica no era sólo económico, sino que cambió toda la cultura, claro que no para mejorar. Casi cada aspecto de la vida cambió de alguna manera.

Muchos mencionan el incrementado aumento PIB (producto interno en bruto) per cápita como evidencia de los beneficios de la revolución, pero el PIB es una medida deficiente de las prestaciones. Se limita a las medidas de la suma total de las transacciones económicas, en términos de dinero de la cultura, pasando por alto los efectos de la actividad económica en la calidad de la vida humana.

La Revolución Industrial es, en gran parte, la responsable del surgimiento de las ciudades modernas, al emigrar a ellas un gran número de personas en busca de trabajo. Estas personas se alojan principalmente en barrios marginales, donde las enfermedades, especialmente el cólera, la fiebre tifoidea, la tuberculosis y la viruela, se transmite por agua contaminada y otros medios. Las enfermedades respiratorias contraídas por los mineros se hicieron comunes.

Los accidentes en las fábricas eran regulares. En 1788, dos tercios de los trabajadores de las fábricas de algodón fueron niños, también fueron empleados en minas de carbón. Henry Phelps Brown y Sheila V. Hopkins argumentan que el grueso de la población sufrió severas reducciones en sus niveles de vida. Aunque la vida en la Inglaterra pre-industrial no fue fácil, para muchos fue mejor que trabajando en fábricas y minas de carbón.

Otras consecuencias de la revolución son peores - los artesanos perdieron sus puestos de trabajo. La Revolución Industrial concentra el trabajo en molinos, fábricas y minas, pero los trabajadores industriales no podían experimentar la sensación de satisfacción y orgullo que derivaban los artesanos, procedentes de sus creaciones. Trabajar en una artesanía es una actividad estimulante de la mente y una actividad creadora; operar una máquina no lo es.

Los mejores artesanos fueron reconocidos como artistas. Algunos todavía son hoy en día reconocidos: Thomas Chippendale y Hepplewhite George, por ejemplo.

La fuerza integrante de las sillas Windsor nunca ha sido duplicada en una fábrica. Los textiles hechos a mano, alfombras persas, incluso juguetes hechos a mano son reconocidos por su arte. Hoy que el orgullo y la satisfacción es percibido únicamente por los aficionados, como los coleccionistas, pero nunca a los trabajadores industriales. La revolución industrial degradó la vida humana a la condición de carbón.

La gente comenzó a conseguir combustible para las máquinas. Comprada barata, la gente es usada hasta que ya no son necesarios y luego son descartados como escoria. La individualidad, el talento, la imaginación, la originalidad - los mejores atributos de los seres humanos - son suprimidos hasta el punto de extinción. La Revolución Industrial succionó la humanidad fuera de la raza humana, la gente se convirtió en cosas.

Pero la revolución le dio a Inglaterra una ventaja económica temporal que fue medida por los economistas. El exceso de producción, es decir, la producción no consumida en el país, podría ser exportada, y la riqueza de Inglaterra pudo ser incrementada mediante la compra (importación) barata y la venta (exportación). Esto funcionó - por un tiempo, pero nunca sin problemas.

La Revolución Industrial se extendió rápidamente a Bélgica, Francia, Estados Unidos, Japón, los países alpinos, Italia y otros lugares.

Al difundirse, el importe de los productos excedentes que debían ser exportados creció y creció, y se redujo el número de potenciales consumidores extranjeros se contrajo cada vez más. Debido a que hay muy poco beneficio económico (como lo miden los economistas) comerciando con las exportaciones para la importación de igual valor, la economía internacional necesariamente se dividió en las naciones exportadoras netas que se enriquecen y los países importadores netos que se han empobrecido y cada vez son menos capaces de pagar las importaciones.

El sistema tiene que ser parcheado o las máquinas tendrían que ser detenidas. La mayoría del trabajo de los economistas, desde mediados del siglo XIX, consiste en desarrollar parches para este sistema colapsante. La ventaja comparativa, la destrucción creativa, el libre comercio, los estímulos keynesianos, e incluso los programas sociales (que serían innecesarios si la economía se prestara a las necesidades de las personas) no son más que intentos de parchear el sistema, para mantener las máquinas en funcionamiento.

Los industriales de pronto se dieron cuenta que si reducen la calidad de sus productos, sus ciclos de vida serían acortados, lo que requiere de personas para reemplazarlas con mayor frecuencia, y por ello aumentando el consumo.

Los fabricantes han ido reduciendo la calidad de los productos desde entonces. Una parte esencial en un dispositivo está hecha de un material inferior, por lo que el dispositivo se rompe mucho antes de tiempo y se convierte en basura, las baterías en los dispositivos se sueldan a sus tablas de circuitos, de modo que cuando las baterías se agotan, los productos se convierten en basura, una aceituna menos en cada jarra significa que se venden más frascos y los tarros se convierten en basura. Los economistas gustan de afirmar que el sistema produce los mejores productos al precio más bajo, pero en realidad producen exactamente lo contrario.

Al irse desechando más y más productos e irlos sustituyendo, la basura descartada es transportada a los vertederos o tirados a los océanos. Pero a medida que los vertederos se hacen cada vez más y más grandes, se requiere otro parche - el reciclado. Pero también es ineficaz. Las pilas soldadas a las placas de los circuitos no se pueden reciclar, cada jarra medio-llena de pintura no puede ser llevada a un centro de reciclaje, separar los elementos útiles de los inútiles suele ser una tarea peligrosa.

¡El sistema produce basura!

Los seres humanos se originaron hace algunos 200.000 años. La Unión Soviética lanzó el Sputnik al espacio por vez primera en 1957. En menos de 60 años, menos de meras tres décimas del uno por ciento de las veces que la gente ha habitado la Tierra, las naciones industrializadas han puesto tanta basura en el espacio exterior que ahora la basura pone en peligro la funcionalidad de los satélites operativos.

Los sitios industriales abandonados son a menudo altamente tóxicos, lo que hace que a menudo requieran de limpieza - otro parche. A menudo, unaa limpieza completa es imposible. Los residuos tóxicos son una especie de basura. Mantener las máquinas operando requiere la producción de las mismas.

El capitalismo industrial global continuará en el descenso gradual hasta el colapso. La edad de oro del capitalismo industrial, que duró desde 1945 hasta 1970 no se puede recrear simplemente con la aplicación de la mezcla correcta del gasto, los subsidios, la re-regulación, y los acuerdos internacionales. Debido a que las ventajas económicas de la industrialización dependen de los dos ingredientes antes mencionados, la sobreproducción y el beneficio, el comercio equilibrado es imposible si la ventaja habrá de ser conservada; no conlleva ningún beneficio económico.

En definitiva, demasiadas naciones serán demasiado pobres para ser importadores, y las máquinas en los países exportadores dejarán de funcionar.

El industrialismo es una síntesis hegeliana que encarna las fuerzas de su propia destrucción. La mayor amenaza para el modo de vida occidental es la manera occidental misma de la Vida.

Los parches pueden prorrogarla, pero no puede eliminar sus contradicciones.

Chandran Nair escribe,

El triunfo del siglo 20, del capitalismo basado-en-el-consumo ha creado la crisis del siglo 21: se avecina un catastrófico cambio climático, masivo daño ambiental y el agotamiento significativo de los recursos naturales ... El modelo económico occidental, que define el éxito como crecimiento impulsado por el consumo, debe ser puesto a prueba ... Los defensores del modelo occidental tienden a restar importancia a sus efectos dramáticos sobre los recursos naturales y el medio ambiente.

Se niegan a reconocer que su consejo es contrario al consenso científico sobre los límites y la necesidad de normas rigurosas en materia de manejo de recursos. En su lugar, argumentan que el ingenio humano, con la ayuda de las innovaciones en los mercados, encontrará soluciones.

Esto se basa en una creencia irracional de que podemos tenerlo todo: riqueza material cada vez mayor y un medio ambiente sano y natural. La cruda evidencia y realidad ... debería ser suficiente prueba de que esto no es posible.

No, no es posible, pero la imposibilidad radica en la lógica del sistema, no en sus efectos.

Para utilizar la dicción preferida de los economistas, el sistema es insostenible. Puesto que el colapso del sistema industrial es inevitable, la única alternativa. Sería un replanteamiento fundamental de la forma en que funciona la economía. Siempre ha sido la única alternativa.

Pero incluso eso deja a la humanidad empapada en la salmuera. Cuando las ventajas económicas de la industrialización se hayan disipado, la humanidad seguirá atrapada en un mundo lleno de basura no-biodegradable, sitios peligrosos, entornos violados entornos, infinidad de consecuencias de la importación, a menudo accidental, de especies exóticas, contaminación del aire y del agua, y numerosas otras consecuencias, que los costos de los economistas nunca han tomado en consideración.

Y la progenie de los ricos y los pobres por igual tienen que vivir con ello.

Los bolsillos llenos de dinero que tienen los no impedirán que sus hijos y nietos respiren aire contaminado o beban agua en mal estado o tengan que lidiar con la degradación del medio ambiente. Estos hijos y nietos algún día pudieran maldecir los días en que nacieron sus padres y abuelos. El capitalismo, tal como lo conocemos, está llegando a su juego final.

Los mansos que hereden la tierra la encontrarán sin ningún valor.

El cerebro humano ha permitido a la humanidad descubrir y crear cosas maravillosas; también ha sido utilizada para infligir terribles sufrimientos y destrucción. De hecho, sería difícil diseñar un sistema económico más destructivo, derrochador, y deshumanizador que la industria, y gran parte de la destrucción que ha causado puede ser irreparable.

La industrialización no asigna recursos de manera eficiente, sino que los desperdicia.

Así pues, ¿la humanidad es inteligente? Por supuesto, pero esa no es la cuestión.

La pregunta final es,

¿Es la humanidad lo suficientemente inteligente como para no pasarse de inteligente dañándose a sí misma?

¡La respuesta parece ser que no!

La Era de la Iluminación nació en algún momento a comienzos del siglo XVIII. Apenas tres cuartos de siglo más tarde, la industrialización marcó el comienzo de la Era del Oscurantismo, y la vida humana se ha vuelto más y más peligrosa desde entonces.

Los desastres naturales pueden ser catastróficos, pero su poder destructivo es, por lo general, limitado y los que son verdaderamente horrendas son raros. Los desastres hechos por el hombre son ubicuos, muy extensos y difíciles, quizá imposibles, de reparar. Si la humanidad hubiera sido más prudente y no sólo inteligente, las mayor parte de las calamidades provocadas por el hombre podrían haberse evitado.

¡Lo que Será, Será! Cualquiera que sea lo que será, será.

El futuro está a la vista, y no es bonito
 

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