por Ariel Noyola Rodríguez
28 Junio 2016
del Sitio Web
GlobalResearch
Versión en italiano
Ariel Noyola
Rodríguez es un Economista egresado de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) |
Después del triunfo del
'Brexit' en el referéndum realizado el pasado jueves
23 de junio, la economía mundial entró en un
episodio de gran turbulencia: miles de millones de
dólares dólares se esfumaron de las principales
bolsas de valores en cuestión de horas, con lo cual,
se incrementaron los riesgos de que estalle una
nueva crisis bancaria en Europa.
De acuerdo con Ariel
Noyola, el desmoronamiento rápido del proyecto de
integración europeo parece bastante improbable, pues
aunque en varios países ya se ha convocado a
celebrar referéndums para salir de la Unión Europea,
la mayoría de naciones de Europa continental forma
parte además de la Eurozona, y hasta el momento, a
excepción de los partidos políticos de extrema
derecha, no existen fuerzas políticas que estén
dispuestas a abandonar la moneda común.
Aunque las principales encuestadoras publicitaron durante varias
semanas que los británicos estaban convencidos de su permanencia en
la Unión Europea, la postura a favor de la salida del Reino Unido
(el
llamado 'Brexit')
se impuso finalmente en el referéndum celebrado el pasado jueves 23
de junio por un margen de diferencia de casi cuatro puntos:
51,9 por ciento votó a favor frente
a 48,1 por ciento en contra.
Sorpresivamente, el primer ministro,
David Cameron, anunció su dimisión momentos después; la libra
esterlina registró su peor cotización desde 1985; y las principales
plazas bursátiles se desplomaron.
Tanto en la región de Asia-Pacífico como
en el Continente europeo, los mercados de valores retrocedieron
entre 6 y 10 por ciento.
En definitiva, la salida inminente del
Reino Unido de la Unión Europea abrió un nuevo escenario de gran
incertidumbre en un momento de extrema vulnerabilidad para la
economía mundial.
Turbulencia
financiera en escala mundial
A principios de junio,
-
el Banco Mundial redujo de
nueva cuenta su previsión de crecimiento para la economía
global para el año 2015, de 2,9 a 2,4 por ciento
-
el Fondo Monetario
Internacional (FMI)
por su parte, advirtió recientemente que el nacionalismo
económico puede socavar la libre movilidad de los flujos de
comercio e inversión entre países
-
en tanto que el Banco de
Pagos Internacionales (BIS,
por sus siglas en inglés) vigila con lupa los riesgos
subyacentes a una nueva 'guerra de divisas'
Es que la cooperación monetaria
internacional atraviesa actualmente uno de sus mayores desafíos, y
por eso, ante el peligro de que los mercados de crédito se
contraigan de un momento a otro, el Banco Central Europeo
(BCE) a cargo de Mario Draghi, y el Banco de Inglaterra,
a cargo de Mark Carney, salieron a la palestra para dejar en
claro que no escatimarían recursos para garantizar la estabilidad
financiera.
A lo largo de la jornada, pero sobre todo tras las primeras señales
de que el 'Brexit' había triunfado en las urnas, el BCE intervino
violentamente en el mercado de deuda soberana para evitar una
escalada de las primas de riesgo ('risk
premiums') de los bonos de las economías de la periferia:
-
Grecia
-
España
-
Italia
-
Portugal, etc.
Mientras, el Banco de Inglaterra ya
tenía preparada una poderosa batería de 250 mil millones de libras
esterlinas para defender el tipo de cambio frente de los ataques de
los especuladores.
El Sistema de la Reserva Federal (FED)
por su parte, bajo el mando de Janet Yellen, puso en marcha
una serie de líneas de crédito ('swap')
para proveer liquidez adicional junto con otros bancos centrales del
Grupo de los 7 (G-7, conformado por Alemania, Canadá, Estados
Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) en caso de que la
volatilidad en los mercados financieros se saliera de control.
Pero los planes de contingencia de las autoridades monetarias fueron
insuficientes. Las bolsas de valores mundiales registraron pérdidas
por más de 2 billones de dólares en menos de 24 horas.
Cabe destacar además que la debacle de
la libra esterlina precipitó la fuga masiva de capitales de cartera
de la bolsa de valores de Londres, que de inmediato se refugiaron en
Wall Street.
De cara a la turbulencia financiera, los
inversionistas bursátiles buscan protección en títulos financieros
más seguros, básicamente en el dólar y metales preciosos que sirven
como reserva de valor, el oro y la plata, por ejemplo.
No obstante, la compra masiva de dólares no hizo sino profundizar la
debacle de los precios del resto de las materias primas ('commodities'),
ya de por sí muy bajos en comparación con los años previos a 2009.
Por ejemplo, los precios de referencia
internacional del petróleo, el West Texas Intermediate (WTI)
y el Brent, que habían registrado una buena racha durante los meses
de abril y mayo, cayeron de nuevo.
Los precios de los hidrocarburos están ahora por debajo de los 50
dólares por barril, situación que agudiza la deflación (caída de
precios) y que, combinada con las tendencias de bajo crecimiento del
Producto Interno Bruto (PIB)
y el desplome de los beneficios del sector financiero, incrementa
exponencialmente los riesgos de que estalle una nueva crisis
bancaria en Europa.
El 'Brexit' no
implica forzosamente el fin de la integración europea
El voto a favor del 'Brexit' puso de manifiesto el enorme rechazo de
la integración europea.
La política económica aplicada en el
Reino Unido ha seguido básicamente, la misma pauta que el resto de
los países de Europa continental:
-
liberalización indiscriminada
del comercio de bienes y servicios
-
desregulación del sector
financiero
-
una política en materia laboral
que mantiene estancado el incremento de las remuneraciones
salariales, y que pretende suprimir las prestaciones
sociales de los trabajadores
Está claro que el sueño de una Europa
democrática, social y solidaria es solamente eso,
una fantasía.
El 'Estado de Bienestar', ése que se
construyó tras la segunda posguerra, hoy prácticamente está
desmantelado. La calidad de una democracia no puede evaluarse
únicamente por la celebración de un referéndum y por el respeto de
sus resultados de parte del Gobierno.
La democracia significa, sobre todo, la
participación directa en las principales decisiones que atañen a una
sociedad, tanto en el ámbito de la economía como en el campo de la
vida política.
Y es aquí donde la construcción de la Unión Europea tiene sus
principales fallas:
el diseño del proyecto de
integración se ha convertido en un asunto reservado
para las élites empresariales.
Las grandes corporaciones han sido las
principales beneficiarias de la puesta en marcha de un 'mercado
común'.
Son ellas las que insisten en aprobar
cuanto antes el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones
(TTIP,
por sus siglas en inglés) promovido por el Gobierno de Estados
Unidos, son ellas las que promueven la ofensiva de la
Organización del Tratado del Atlántico de Norte (OTAN).
Es cierto que Europa necesita de forma urgente un rediseño
institucional, sin lugar a dudas.
De hecho, luego del triunfo del 'Brexit',
en varios países se ha propuesto llevar a cabo referéndums para
abandonar la Unión Europa.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que
la mayoría de los países de Europa continental forman parte también
de la Eurozona, no es este el caso del Reino Unido, que siempre se
resistió a adoptar la moneda común.
Y hasta el momento las fuerzas progresistas en Europa no se han
propuesto precisamente abandonar el euro.
Recordemos por ejemplo
el caso de Grecia en 2015:
Con un Gobierno de izquierda, la
troika (integrada por el Banco Central Europeo, la Comisión
Europea y el Fondo Monetario Internacional) rechazó todas las
propuestas del programa económico de Syriza.
Y aunque el Gobierno griego convocó
a un referéndum para rechazar las condiciones leoninas del
tercer programa de rescate, finalmente la austeridad fiscal
volvió a imponerse.
El primer ministro, Alexis Tsipras,
siempre se mostró reacio a que Grecia abandonara la Eurozona (el
llamado 'Grexit'), con todo y que hasta la fecha se ha revelado
imposible poner en marcha una política económica alternativa y, al
mismo tiempo, cumplir con las exigencias de la troika.
A mi juicio, el gran drama que vive
Europa en estos momentos es que quienes proponen la salida del Euro
y, luego entonces, de la Unión Europea, son dirigentes de
partidos políticos de extrema derecha, aquellos que utilizan la
retórica xenofóbica para desviar la atención de las verdaderas
causas de la crisis y que, digámoslo con claridad, no tienen ninguna
intención de conseguir el renacimiento de Europa…
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