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			por Ignacio Ramonet 
 
 
 
 
 
			 
 ¿Qué tiene de particular este comentario? 
 Pues que se publicó en la revista parisina L'Illustration... el 10 de septiembre de 1853. O sea, hace ciento sesenta y tres años la crisis de Oriente Medio ya era calificada de "permanente". Y es probable que lo siga siendo... 
 Aunque un parámetro importante cambia a partir de este 20 de enero: 
 ¿Puede esto modificar las cosas en esta turbulenta región? 
 Sin ninguna duda, porque, desde finales de los años 1950, Estados Unidos es la potencia exterior que mayor influencia ejerce en esta área y porque, desde entonces, todos los presidentes estadounidenses, sin excepción, han intervenido en ella. 
 Recordemos que el caos actual en esta zona es, en gran parte, la consecuencia de las intervenciones militares norteamericanas decididas, a partir de 1990, por los presidentes, 
			...y por el (más reciente) azorado apoyo 
			a las "primaveras árabes" estimuladas por 
			
			Barack Obama (y su secretaria de Estado 
			
			Hillary 
			Clinton). 
 Para alcanzar ese objetivo, Trump está dispuesto a establecer una alianza táctica con Rusia, potencia militarmente presente en la región desde 2015 como aliada principal del Gobierno de Bachar el Asad. 
 Esta decisión de Donald Trump, si se confirma, representaría un espectacular cambio de alianzas que desconcierta a los propios aliados tradicionales de Washington. 
 
			En particular a Francia, por ejemplo, 
			cuyo Gobierno socialista - por extrañas razones de amistad y 
			negocios con Estados teocráticos ultrarreaccionarios como Arabia 
			Saudí y Qatar - ha hecho del derrocamiento de Bachar el Asad, y por 
			consiguiente de la hostilidad hacia el presidente ruso Vladimir 
			Putin, el alfa y el omega de su política exterior. (1) 
 Una alianza militar con Rusia es, sin duda, una buena opción. 
 
			Pero Moscú tiene aliados importantes en 
			esa guerra. El principal de ellos es Irán, que participa 
			directamente en el conflicto con hombres y armamento. E 
			indirectamente pertrechando a las milicias de voluntarios libaneses 
			chiíes del Hezbolá. 
 
			Y anunció que otra de sus prioridades al 
			llegar a la Casa Banca sería desmantelar ese pacto que garantiza la 
			puesta bajo control del programa nuclear iraní durante más de diez 
			años, a la vez que levanta la mayoría de las sanciones económicas 
			impuestas por la ONU contra Teherán. 
 Pero es que, además, como se ha dicho, el aporte de Irán en la batalla contra el ISIS, tanto en Irak como en Siria, resulta fundamental. 
 
			No es el momento de enemistarse de nuevo 
			con Teherán. Moscú, que ve con buenos ojos el acercamiento de 
			Washington, no aceptará que esto se haga a costa de su alianza 
			estratégica con Teherán. 
 Como cuando escribió en su cuenta de Twitter: 
 Flynn participó en las campañas para desmantelar las redes insurgentes en Afganistán y en Irak. Asegura que la militancia islamista es una "amenaza existencial a escala global". 
 Igual que Trump, sostiene que la Organización del Estado Islámico es la "mayor amenaza" a la que se enfrenta EE.UU. 
 Cuando fue director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa (AID), de 2012 a 2014, dirigió la investigación sobre el asalto al consulado estadounidense de Bengasi, en Libia, el 11 de septiembre de 2012, en el que murieron varios "marines" y el embajador norteamericano Christopher Stevens. 
 En aquella ocasión, Michael Flynn insistió en que el objetivo de su agencia, como el de la CIA, era, 
 Aunque jamás haya habido evidencia de que Teherán tuviera cualquier participación en ese ataque. Curiosamente, a pesar de su hostilidad hacia Irán, Michael Flynn está a favor de trabajar de manera más estrecha con Rusia. 
 Incluso, en 2015, el general viajó a Moscú, donde fue fotografiado sentado al lado de Vladimir Putin en una cena de gala para el canal estatal de televisión Russia Today (RT), en el que ha aparecido regularmente como analista. 
 Posteriormente, Flynn admitió que se le pagó por hacer ese viaje y defendió al canal ruso diciendo que no veía, 
 Otro anti-iraní convencido es Mike Pompeo, el nuevo director de la CIA, un ex militar graduado de la Academia de West Point y miembro del ultraconservador Tea Party. 
 Tras su formación militar fue destinado a un lugar de extrema tensión durante la Guerra Fría: patrulló el "Telón de Acero" hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. 
 En su carrera como político, Mike Pompeo formó parte del Comité de Inteligencia del Congreso y se destacó en una investigación que puso contra las cuerdas a la candidata demócrata Hillary Clinton por su pretendido papel durante el asalto de Bengasi. 
 
			Ultraconservador, Pompeo es hostil al 
			cierre de la base de Guantánamo (Cuba) y ha criticado a los líderes 
			musulmanes de Estados Unidos. Es un partidario decidido de dar 
			marcha atrás con respecto al tratado nuclear firmado con Irán, al 
			que califica de "Estado promotor del terrorismo". 
 Este general retirado de 66 años, 
 Hombre culto y lector de los clásicos griegos, es también apodado el "Monje Guerrero", alusión a que jamás se casó ni tuvo hijos. 
 James Mattis ha repetido infinitas veces que Irán es la "principal amenaza" para la estabilidad de Oriente Medio, por encima de organizaciones terroristas como el ISIS o Al Qaeda: 
 En materia de geopolítica, como se ve, Donald Trump va a tener que salir pronto de esa contradicción. 
 En el teatro de operaciones de Oriente Próximo, Washington no puede estar - a la vez - a favor de Moscú y contra Teherán. Habrá que clarificar las cosas. Con la esperanza de que se consiga un acuerdo. 
 De lo contrario, hay que temer la entrada en escena del nuevo amo del Pentágono, James Mattis "Perro Loco", de quien no debemos olvidar su amenaza más famosa, pronunciada durante la invasión de Irak: 
 
			 
 
 
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