por Thierry Meyssan
02 Octubre 2018
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Una vista de la audiencia
del 73º Periodo de Sesiones de
la Asamblea
General de la ONU.
La administración de la ONU esperaba ver en la Asamblea General un
duro enfrentamiento entre los partidarios de Trump y sus opositores.
Pero sucedió otra cosa.
A pesar de que varios países, como Francia,
denunciaron los métodos del inquilino de la Casa Blanca, Rusia
procedió más bien a un análisis de la alianza occidental.
Para
Moscú, la gran mayoría de los problemas actuales se debe a la
voluntad de las antiguas potencias coloniales de mantener a toda
costa su dominación sobre el resto del mundo.
Pero una poderosa
coalición se ha formado para enfrentarlas.
A pesar de las apariencias, no es inútil el desfile de jefes de
Estado y/o de Gobierno o de ministros de Relaciones Exteriores por
la tribuna de la Asamblea General de la ONU.
No deja de ser cierto
que, muchos de ellos, al no tener realmente nada que decir, optaron
por utilizar esa tribuna internacional para dirigirse a la opinión
pública de sus propios países, criticando el despilfarro
de la ONU y
haciendo llamados formales a respetar el derecho.
Pero hubo varias
intervenciones que sí abordaron el verdadero problema a debatir:
¿Cómo resolver los litigios entre Estados y garantizar la paz?
Los tres primeros días de discursos estuvieron marcados por la
intervención del presidente estadounidense
Donald Trump y las
respuestas del presidente francés Emmanuel Macron y del presidente
de Irán Hassan Rohani.
Pero el cuarto día, esa problemática voló en
pedazos con la intervención del ministro de Exteriores de
la
Federación Rusa, Serguei Lavrov, quien presentó a la Asamblea
General el mapa del mundo post-occidental...
El cambio mundial según Donald Trump
El presidente Trump, cuyos discursos son de costumbre extremadamente
confusos y desordenados, había preparado esta vez un texto muy
estructurado. [1]
Distanciándose de sus predecesores, Trump dijo
optar por,
"la independencia y la cooperación" antes que "la gobernanza, el control y la dominación globales".
Para decirlo en
otros términos:
los intereses nacionales están por encima de los
intereses del "Imperio estadounidense".
Seguidamente, Trump enumeró
los reajustes que él mismo ha realizado en el sistema.
-
Estados Unidos no ha declarado una guerra comercial contra China
sino que está tratando de reequilibrar su balanza de pagos.
Simultáneamente está tratando de restaurar un mercado internacional
basado en la libre competencia, así lo demuestra su posición en el
plano energético.
Estados Unidos se ha convertido en un gran
exportador de hidrocarburos y, por consiguiente, le conviene que los
precios sean elevados, pero cuestiona la existencia de un cártel intergubernamental
- la OPEP (Organización de Países Exportadores de
Petróleo) - y se pronuncia por precios más bajos.
-
Estados Unidos se opone a las estructuras y tratados de la
globalización (o sea, desde el punto de vista de la Casa Blanca, a
las estructuras y tratados del imperialismo financiero
internacional), sobre todo,
-
al Consejo de los Derechos Humanos
-
a la
Corte Penal Internacional
-
a la Agencia de Naciones Unidas para los
Refugiados de Palestina en el Oriente Próximo (UNRWA, siglas en
inglés)
No se trata, por supuesto, de predicar la tortura
(legitimada en tiempos de la
administración de Bush hijo) o el
crimen, ni de hambrear a los palestinos sino de echar abajo
organizaciones que se sirven de sus objetivos supuestos para
alcanzar otros fines.
-
En cuanto a las migraciones de Latinoamérica hacia Estados Unidos
y dentro del propio continente sudamericano, la administración Trump
tiene intenciones de erradicar el mal atacando sus raíces.
Para la
Casa Blanca, ese problema es fruto de las reglas impuestas por los
tratados de la globalización, principalmente por el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN). [2]
El presidente Trump ya
negoció con México un nuevo acuerdo que vincula las exportaciones al
respeto de los derechos sociales de los trabajadores mexicanos.
Su
objetivo es volver al sentido original de la
Doctrina Monroe:
las
transnacionales ya no podrán interferir en la gobernanza del
continente.
La referencia de Trump a la
Doctrina Monroe merece una explicación
aparte ya que esa expresión se vincula generalmente al colonialismo
estadounidense de principios del siglo XX.
Donald Trump es un
admirador de la política exterior de dos personalidades
estadounidenses muy controvertidas:
los presidentes Andrew Jackson
(1829-1837) y Richard Nixon (1969-74).
La Doctrina Monroe - que data de 1823
- se elaboró durante la
intervención del entonces general Andrew Jackson en la colonia
española de La Florida.
En aquella época, James Monroe aspiraba a
proteger el continente americano del imperialismo europeo.
Se vivía
en aquellos tiempos la,
"era de las buenas intenciones".
Monroe se
comprometió entonces a que Estados Unidos no intervendría en Europa…
si los europeos dejaban de intervenir en las Américas.
No fue hasta
tres cuartos de siglos después, principalmente bajo Theodore
Roosevelt (1901-1909), que la Doctrina Monroe fue utilizada para
justificar la dominación del imperialismo estadounidense sobre
Latinoamérica.
Los presidentes Macron y Rohani defienden el "mundo de antes"
En una extraña inversión de los papeles, el presidente de Francia,
Emmanuel Macron, se presentó en la ONU como el Barack Obama europeo
frente al Charles De Gaulle estadounidense - Donald Trump.
Macron
declaró simbólicamente la guerra al jefe de la Casa Blanca al
exclamar:
"No firmemos más acuerdos comerciales con las potencias
que no respetan el Acuerdo de París", o sea con Estados Unidos.
¡Extraña manera de defender el multilateralismo!
El presidente francés inició su intervención aludiendo a lo que ya
había señalado Donald Trump:
la crisis del "orden liberal
westfaliano" actual. [3]
O sea, la crisis de los Estados-naciones,
provocada en realidad por la globalización económica. Pero el
objetivo de su alusión era cuestionar la solución de la Casa Blanca,
que calificó de "ley del más fuerte".
Macron promovió entonces la
solución "francesa",
"alrededor de tres principios:
-
el primero es el
respeto de las soberanías, que forma parte de la base misma de
nuestra Carta
-
el segundo es el fortalecimiento de nuestras
cooperaciones regionales
-
el tercero es la aportación de garantías
internacionales más robustas"
Luego, el discurso de Macron cayó en picada y el orador trató al
final de recuperar altura recurriendo al lirismo, en lo que en
realidad fue más bien un claro ejemplo de hipocresía infantil,
rayada en la esquizofrenia.
-
Como ejemplo del "respeto de las soberanías", Macron llamó a no
"suplantar al pueblo sirio" para decidir quién debe dirigirlo… pero
excluye que el presidente Assad pueda someterse - nuevamente - al
veredicto de las urnas.
-
Sobre el "fortalecimiento de las cooperaciones regionales", Macron
citó el apoyo de la Unión Africana a la operación antiterrorista de
Francia en el Sahel.
El problema es que esa operación sólo es en
realidad la parte terrestre de un plan más amplio, dirigido por el AfriCom estadounidense, cuya fase aérea está en manos de Estados
Unidos.
La Unión Africana, que carece de un ejército propiamente
dicho, participa únicamente para legalizar lo que de hecho es una
operación colonial.
Asimismo, las sumas invertidas en el desarrollo
del Sahel - sumas que el presidente francés no citó en euros sino en
dólares estadounidenses - mezclan verdaderos proyectos africanos y
una ayuda exterior al desarrollo cuya ineficacia está más que
demostrada para todo el mundo.
-
Sobre "la aportación de garantías internacionales más robustas", Macron anunció el trabajo de lucha contra las desigualdades al que
supuestamente se dedicará el G7 en la ciudad francesa de Biarritz.
Lo que en realidad pretendía Macron era resaltar el liderazgo
occidental sobre el resto del mundo.
Para ello aseguró que,
"la época
en que un club de países ricos podía definir solo los equilibrios
del mundo ha quedado atrás",
...y se comprometió a… informar a la
Asamblea General las decisiones tomadas por las potencias
occidentales. También proclamó que el "G7 tendrá que ser el motor"
de la lucha contra las desigualdades que prevé la ONU.
Por su parte, el presidente-jeque iraní
Hassan Rohani
describió como la Casa Blanca destruye uno a uno los principios del
derecho internacional. [4]
Rohani recordó que el Consejo de Seguridad de la ONU había avalado
el acuerdo 5+1 (JCPOA), además de haber llamado - en la Resolución
2231 - numerosas instituciones a respaldarlo, y que la administración Trump sacó después a Estados Unidos de ese acuerdo, contradiciendo
así la firma de la
administración
Obama y el principio de
continuidad de los compromisos de Estados Unidos como Estado.
Rohani
subrayó que, como lo demuestran 12 informes consecutivos de la
Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Irán estaba
respetando las obligaciones que ese acuerdo le imponía y expresó su
indignación ante el llamado del presidente Trump a no respetar la
resolución de la ONU y ante la amenaza del propio Trump contra
quienes la apliquen.
El presidente Rohani terminó su discurso recordando que Irán
combatió contra Saddam Hussein, contra los talibanes y contra el
Emirato Islámico (Daesh) cuando Estados Unidos aún los respaldaba,
con lo cual estaba subrayando que hace mucho que los cambios de
posición de Estados Unidos no responden a la lógica del Derecho sino
a la lógica de sus intereses ocultos.
Serguei Lavrov presenta el mundo post-occidental
Este debate, que no fue a favor o en contra de Estados Unidos y sus
políticas sino a favor o en contra de Trump, se desarrollaba
alrededor de dos argumentos principales:
-
La Casa Blanca está destruyendo el sistema que tanto ha
beneficiado a
las élites financieras internacionales (argumento de Macron).
-
La Casa Blanca ya ni siquiera finge respetar el Derecho
Internacional (argumento de Rohani).
Para el ministro de Exteriores de la Federación Rusa,
Serguei Lavrov,
ese debate oculta un problema mucho más profundo:
"Por una parte, vemos el fortalecimiento de los principios
policéntricos del orden mundial, (…) la aspiración de los pueblos a
preservar la soberanía y modelos de desarrollo compatibles con sus
identidades nacionales, culturales y religiosas.
Por otra parte, vemos el deseo de varios Estados occidentales de
conservar sus estatus de autoproclamados "líderes mundiales" y de
frenar el proceso objetivo irreversible de establecimiento de la
multipolaridad". [5]
A partir de ahí, el blanco de Moscú no era el presidente Trump
- ni
siquiera Estados Unidos en sí - sino las potencias occidentales en
general.
Lavrov estableció incluso un paralelo con los
Acuerdos de
Munich de 1938. En aquella época, el Reino Unido y Francia se
aliaron con Alemania e Italia. Claro, ese hecho es presentado hoy en
Europa occidental como una cobardía franco-británica ante las
exigencias de los nazis.
Pero se mantiene grabado en la memoria rusa
como el paso decisivo que abrió la puerta a la Segunda Guerra
Mundial.
Mientras los historiadores de Europa occidental siguen
empeñados en diferenciar quién tomó aquella decisión y quién se
limitó a "seguir la corriente", los historiadores rusos sólo ven un
hecho:
no hubo ni un país de Europa occidental que fuese capaz de
asumir sus responsabilidades.
Extendiendo el alcance de su crítica, Serguei Lavrov no se limitó a
denunciar las violaciones del Derecho sino las violaciones de las
estructuras internacionales.
Observó que las potencias occidentales
pretenden obligar los pueblos a integrar - en contra de su voluntad
- alianzas militares y que amenazan a los Estados que se atreven a
escoger sus socios por sí mismos.
En alusión al caso del estadounidense Jeffrey Feltman,
[6] Lavrov
denunció los intentos de controlar la administración de la ONU, de
hacerle desempeñar el papel que pertenece a los Estados miembros y,
en definitiva, de utilizar la secretaría general para manipular a
los miembros de la organización internacional.
Lavrov ejemplificó la desesperación que caracteriza esas
manipulaciones recordando la ineficacia de los ya más de 50 años de
bloqueo económico y financiero estadounidense contra Cuba.
También
criticó la pretensión británica de juzgar y condenar sin pruebas en
base a lo que Londres pueda considerar "altamente probable".
El ministro ruso de Exteriores concluyó subrayando que todos los
desórdenes occidentales no pueden impedir que los demás países del
mundo cooperen entre sí y que se desarrollen.
Recordó la "Asociación
de la Eurasia ampliada -
Greater Eurasian Partnership", mencionada por el presidente ruso Vladimir
Putin en el
Foro de Valdai - en 2016 - como elemento que debe
completar la "Iniciativa del Cinturón y la Ruta" (la "Nueva Ruta de
la Seda" o, en inglés, "One Belt, One Road") del presidente chino
Xi
Jinping.
Inicialmente acogida con poco entusiasmo por la parte
china, esa asociación cuenta ahora con el respaldo,
-
de la
Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC)
-
de la Unión
Económica Euroasiática (UEE)
-
de la Comunidad de Estados Independientes
(CEI)
-
de los países del grupo
BRICS
-
de la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCS)
Las contraproposiciones de Australia, Japón
y la Unión Europea murieron antes de nacer.
Los responsables occidentales acostumbran a anunciar sus proyectos
mucho antes de comenzar siquiera a ponerse de acuerdo, pero los
diplomáticos rusos los mencionan sólo cuando ya están en marcha y
existen garantías de su realización.
En resumen, la estrategia de "contención", concebida contra Rusia y
China por el diputado británico Halford J. Mackinder [7] y expuesta
por el consejero de seguridad nacional estadounidense
Zbigniew
Brzezinski, [8] ha fracasado.
El centro de gravedad del
mundo se desplaza hacia el este, pero no en contra de los
occidentales sino por culpa de ellos mismos. [9]
Sacando las primeras conclusiones de esos análisis, el viceprimer
ministro de la República Árabe Siria, Walid al-Moallem,
exigía al día siguiente, desde la tribuna de la Asamblea General de
la ONU, la retirada inmediata de las fuerzas militares de Estados
Unidos, Francia y Turquía presentes ilegalmente en suelo sirio.
[10]
Referencias
-
"Discurso
de Donald Trump en el 73º Periodo de Sesiones de la Asamblea
General de la ONU", por Donald Trump, Red Voltaire, 25
de septiembre de 2018.
-
El TLCAN
también es a menudo designado por sus siglas en inglés
(NAFTA) o en francés (ALENA). Nota de la Red Voltaire.
-
"Discours
d’Emmanuel Macron devant la 73e séance de l’Assemblée
générale des Nations unies", por Emmanuel Macron, Réseau
Voltaire, 25 de septiembre de 2018.
-
"Remarks
by Hassan Rohani to the 73rd Session of the United Nations
General Assembly", por Hassan Rohani, Voltaire Network,
25 de septiembre de 2018.
-
"Remarks
by Sergey Lavrov to the 73rd Session of the United Nations
General Assembly", por Serguei Lavrov, Voltaire Network,
28 de septiembre de 2018.
-
"Alemania
y la ONU contra Siria" y "De qué manera
la Administración de la ONU organiza la Guerra en
Siria", por
Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de enero de 2016 y 4 de
septiembre de 2018.
-
"The
geographical pivot of history", Halford J. Mackinder, The
Geographical Journal, 1904, 23, pp. 421–37.
-
The Grand Chessboard - American
Primacy and its Geostrategic Imperatives, Zbigniew Brzezinski, Basic Books. 1997.
-
"The
Geopolitics of American Global Decline", por Alfred
McCoy, Tom Dispatch (Estados Unidos), Voltaire Network, 22
de junio de 2015.
-
"Remarks
by Walid Al-Moualem to the 73rd Session of the United Nations
General Assembly", por Walid Al-Moualem, Voltaire
Network, 29 de septiembre de 2018.
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