21 Agosto 2018
del
Sitio Web
RT
Una multitud en la Plaza del Parlamento de Teherán
después de que el primer ministro Mohammad Mossadegh
anunciara que el golpe de Estado a favor del shah
había sido aplastado, el 16 de agosto de 1953.
AP
En agosto
de 1953 la CIA y el MI6
derrocaron el
Gobierno democrático de Irán,
lo que sentó las
bases para entender
las actuales
relaciones bilaterales entre
Washington y
Teherán...
Hace 65 años, el 19 de agosto de 1953, el pueblo de Irán "recibió
una dura lección sobre las reglas del juego" que iban a marcar su
relación con EE.UU. y Reino Unido,
escribe el columnista John Wight.
Ese día el primer ministro
Mohammad Mossadegh,
democráticamente elegido, fue derrocado en la marco de la
Operación Ajax, planeada,
organizada y desatada por la CIA y el MI6 en respuesta a su decisión
de nacionalizar el petróleo de Irán y redirigir los ingresos hacia
el desarrollo del país.
El autor recuerda que el mayor beneficiario de la explotación
petrolera de Irán había sido hasta ese momento la Anglo-Iranian
Oil Company (AIOC),
la compañía estatal británica establecida en 1908.
"Durante años de
control británico del petróleo iraní, Teherán recibió un
porcentaje irrisorio" en el marco de "un acuerdo unilateral de
descarada arrogancia colonial", recalca Wight.
Quema del equipo de oficina de un periódico comunista
en una calle de Teherán, durante los disturbios a favor
del shah en la capital de Irán, 19 de agosto de 1953.
AP
Esa relación injusta provocó el despertar de la conciencia nacional
del pueblo iraní, lo que hizo que Mohammad Mossadegh fuera
nominado como primer ministro por Majlis, el parlamento del
país, y aprobado en ese puesto por el shah, si bien con renuencia.
Al llegar al poder, Mossadegh embargó los activos británicos y llevó
a cabo su plan de nacionalización de las reservas petroleras.
"Largos años de
negociaciones con los países extranjeros no han dado
resultados...
Con los ingresos
petroleros, podríamos cumplir con todo nuestro presupuesto y
combatir la pobreza, la enfermedad y el atraso de nuestro
pueblo", declaró Mossadegh.
"Mossadegh y la
corriente nacionalista que representaba eran un anatema para las
ambiciones del shah de poder absoluto", que eran "alentadas por
los británicos con la protección de sus intereses petroleros en
mente, lo que provocó crecientes tensiones a medida que el país
se acercaba a una encrucijada de su historia", explica el
escritor.
La respuesta
occidental
Lo primero que hicieron los británicos fue imposibilitar que Irán
vendiera su crudo recién nacionalizado en el mercado mundial.
Sin embargo, la potencia
colonial carecía de la fuerza y de la capacidad necesarias para
saldar cuentas por sí misma, por lo que Londres recurrió a
Washington, que se había establecido como "el primero entre iguales
de las potencias imperiales occidentales", usando como acicate el
peligro comunista y, en concreto, la creciente popularidad e
influencia en el país del partido
Tudeh (de espectro comunista),
escribe Wight.
"Con Washington en la
agonía de la fiebre antisoviética y anticomunista, tuvo éxito y
el plan para derrocar a Mossadegh - la Operación Ajax - se puso
en marcha con la CIA asumiendo el papel principal" destaca
Wight.
Derribo de
la
estatua ecuestre de Reza Shah,
el
padre del shah de la época,
17 de
agosto de 1953.
AP
El momento clave del golpe fue el soborno de altos oficiales del
Ejército y de la Policía, junto con periodistas, clérigos religiosos
y miembros del Parlamento iraní que, por su parte, emprendieron una
campaña de difamación contra Mossadegh diseñada para inflamar la
religiosidad radical.
Según se desprende de documentos desclasificados de la CIA, en un
primer momento, el 15 de agosto, el golpe parecía haber fracasado.
"Las fuerzas de
seguridad de Mossadegh practicaron decenas de detenciones y
obligaron al shah, que también participó en la conspiración, a
huir del país", recuerda el autor.
"El legado de
desafío"
Sin embargo, las manifestaciones masivas organizadas con dinero
extranjero acabaron el 19 de agosto de 1953 con el arresto de
Mossadegh junto con miles de sus partidarios, regresando el shah del
exilio para convertirse en omnipotente dictador y cercano aliado de
Washington.
Su gobierno violento y
corrupto duraría hasta 1979, cuando una nueva revolución lo expulsó
del país, a dónde ya no pudo volver.
En opinión de periodista, el golpe orquestado por
la CIA para derrocar al gobierno
democrático puso de relieve el sufrimiento padecido por Oriente
Medio ante la hegemonía de EE.UU. y refuerza el lugar de Mossadegh
en la historia por su coraje a la hora de desafiar a los países
inmensamente más fuertes por el bien de su gente.
"Es un orgulloso
legado de desafío que pervive en el rechazo del pueblo iraní a
someterse al dictado de Washington hasta hoy en día", concluye
Wight.
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