por Juan Francisco
Alonso
17 Diciembre
2023
del Sitio Web
BBCNewsMundo
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JHGP
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italiano
Los Hassassins eran una secta musulmana,
cuyos miembros recibían una esmerada
instrucción militar, académica y religiosa
para poder golpear certeramente
a
sus objetivos.
Quiénes eran los
Hassassins,
la secta que
aterrorizó a cristianos y musulmanes
en la Edad Media
y de la que proviene
la palabra
asesino...
"Cuando
el Viejo
quiere matar a
un gran señor,
escoge a los
mozos que sean más aguerridos
(…) los manda
diciéndoles
(…) que si éste
desaparecía
les estaba
reservado el cielo".
Con estas palabras, el
explorador veneciano Marco Polo describió en su "Libro
de las Maravillas del Mundo" a un grupo de musulmanes que
décadas antes sembró el terror en Medio Oriente tanto entre los
cristianos como entre los seguidores del profeta Mahoma:
los hassassins,
hashshashin o assassins...
Del primer término
proviene la palabra asesino, la cual usamos para referirnos a
alguien que mata a otra persona.
Uno de los grandes golpes atribuidos a esta orden ocurrió en el 28
de abril de 1192 en la ciudad de Tiro (actual Líbano). Ese día, el
noble italiano Conrado de Monferrato, quien era uno de los
líderes de la tercera cruzada, se disponía a celebrar su reciente
elección como rey de Jerusalén.
Sin embargo, el festejo no llegó a celebrarse.
De acuerdo con crónicas
de la época, dos mensajeros lograron llegar hasta el noble con una
carta y mientras éste la leía los sujetos sacaron unas dagas y lo
acuchillaron.
Y aunque nunca se aclaró quién envió a los atacantes, sí quedó
asentado que eran miembros de la Secta de los Asesinos, la
cual con el paso del tiempo ha inspirado a novelistas, directores de
cine y de televisión, y más recientemente a los creadores de la saga
de video juegos Assassin's Creed.
Los Hasssassins
son un producto de las divisiones
que sufrió el Islam a lo largo de los siglos
tanto
por interpretaciones religiosas
como por el liderazgo.
Un producto de
los cismas islámicos
Los orígenes de este
grupo se remontan al cisma que sufrió el Islam en el año 632 d.C.,
tras la muerte del profeta Mahoma, donde las diferencias
respecto a quién debía sucederlo como imán (líder) resultaron en
la división de lo que hoy conocemos como los chiitas
y los sunitas,
...explicó a BBC Mundo
el profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad
Autónoma de Madrid, Ignacio Gutiérrez de Terán.
Hacia el siglo IX los chiitas se habían expandido, pero se produjo
un nuevo desencuentro por el liderazgo y allí surgió una rama
llamada los ismailistas, en honor del imán Ismail ibn
Yafar.
Este último grupo también sufrió su propia escisión por disputas
sobre quién debía dirigirlo y una parte se aglutinó alrededor de un
príncipe llamado Nizar, quien tras tomar el poder en
Alejandría (Egipto) fue asesinado al poco tiempo por los seguidores
de su hermano menor, el cual gobernaba en El Cairo.
Sin embargo, los seguidores del asesinado Nizar, en lugar de aceptar
el nuevo orden, se trasladaron hacia el este, hacia Persia, y allí
propagaron sus creencias, las cuales no eran bien vistas por los
sunitas ni por los chiitas.
La secta fue creada en el siglo XI
por un
misionero intelectual llamado Hasan-i Sabbah,
quien
se convirtió a la ismailismo nizarí.
Los nizaríes incorporaron a su práctica del Islam elementos de la
filosofía griega y del esoterismo.
Para escapar de la persecución el grupo desarrolló una red de
misioneros.
Uno de estos predicadores
captó en el siglo XI a un joven persa llamado Hasan-i Sabbah,
el cual se convirtió y además conformó una sociedad secreta:
los Hassassins....
"Los nizaríes son
una reacción a ese intento de colonización de parte de los
árabes, es un autoctonismo persa frente a otras corrientes
más árabes", explicó a BBC Mundo el profesor de Estudios
Islámicos de la Universidad de Sevilla (España), Emilio
González Ferrín.
"Los Hassassins, por su parte, son una radicalización (de
los nizaríes), es una corriente social y que tenía una
excusa religiosa.
Y antes de ser
exterminados no se les ocurre más que convertirse en un
grupo terrorista", afirmó el experto.
Las ruinas de lo que una vez fue
la
fortaleza de los asesinos, Alamut,
aún se
pueden ver las montañas del actual Irán.
En las
montañas
Los nizaríes intentaron crear un Estado propio pero no
lo lograron.
Entonces, Hasan-i Sabbah
optó por replegarse en las montañas de Irán y se apoderó del
inexpugnable castillo de Alamut, ubicado en la cordillera de Elburz
(a unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Teherán).
Esta fortaleza fue la cabeza de una red de fortificaciones que los
nizaríes tuvieron y que se extendió hasta las actuales Siria y
Líbano.
Desde allí el fundador de
la secta, al que luego se conocerá como "el viejo de la montaña",
buscó,
"influir de forma
determinante en el curso de la política en los estados
islámicos", explicó Gutiérrez de Terán.
Para alcanzar sus metas
Hasan-i Sabbah formó una milicia altamente entrenada, a la que usaba
para atacar objetivos concretos en los estados y dinastías
musulmanas y también en los territorios cruzados.
"Como no se les
permite hacerse con el poder ni tienen la fuerza para tomarlo ni
controlarlo, entonces buscarán golpearlo, a través de
operaciones quirúrgicas; es decir van y matan a alguien, sin
importar si pueden escapar o no", agregó González Ferrín.
El historiador explicó
que el movimiento liderado por Hasan-i Sabbah no era popular ni de
masas, sino que era,
"extremadamente
intelectual, con una inclinación religiosa que generó un
fundamentalismo".
La daga era una de las armas preferidas
de los
miembros de la secta de los
hassassins.
Sobre la milicia hay muchas versiones y mitos.
Fuentes musulmanas se
referían despectivamente a sus miembros, cuyo nombre real era
fedayines (los que se sacrifican por otros), como los
hashshashin, una palabra árabe con la que se identificaba a las
personas que consumían hachís.
¿Por qué se les comenzó a conocer así?
"Se dice que Hasan-i
Sabbah durante los entrenamientos a sus milicianos les hablaba
del paraíso y luego los embriagaba con hojas narcóticas, que
bien bebían, masticaban o ingerían del modo que fuese; y a
partir de ahí les encargaba los asesinatos que debían cometer",
apuntó Gutiérrez de Terán.
Sin embargo, González
Ferrín cree que esta versión es incorrecta y que se propagó por
la incomprensión a las tácticas empleadas por el grupo y a los
intentos por desprestigiarlo.
"Cualquiera que haya
probado un porro sabe que lo menos que te apetece después de
fumarlo es ir a matar a nadie", dijo.
"Se cree que iban drogados, porque eran kamizakes, pero si eso
era así seguramente sería otra sustancia distinta al hachís",
agregó el historiador.
González Ferrín también
indicó que hay otras etimologías posibles para el término
hassassin y una de ellas es "fundamentalista".
Las historias de las audaces acciones de los asesinos
llegaron
a los oídos del explorador veneciano Marco Polo,
quien
las registró en su
"Libro
de las Maravillas".
Un cuerpo élite
La compra o secuestro de niños campesinos eran algunas de las formas
con las que Hasan-i Sabbah y sus sucesores nutrían las filas
de la milicia.
Una vez reclutados, los nuevos integrantes eran instruidos no sólo
en el combate cuerpo a cuerpo, sino también en el lenguaje, cultura
y costumbres de aquellos pueblos o ciudades a donde iban a ejecutar
sus golpes.
"Eran una especie de
ninjas, unos combatientes que sabían colarse entre el
pueblo", afirmó González Ferrín.
En similares términos se
pronunció Gutiérrez de Terán, quien lo describió como,
"unas gentes muy
versadas y cultas, que conocían las tradiciones e incluso la
forma de hablar y de comportarse de los habitantes de aquellos
lugares donde iban a perpetrar sus ataques".
Precisamente la capacidad
de infiltración de los asesinos, junto a su precisión y frialdad,
los hizo famosos y temidos.
El rey inglés Eduardo I de Inglaterra
se
salvó por poco de ser asesinado
por uno
de los miembros de la secta
fundada
por Hasan-i Sabbah.
"Los asesinos deben
ser maldecidos y de ellos hay que huir.
Se venden, tienen sed
de sangre humana, matan a inocentes por un precio y no se
preocupan por nada, ni por la salvación", escribió el
historiador anglo-americano Bernard Lewis, en su libro
'Los Asesinos - Una secta radical del Islam /
The Assassins - A Radical Sect in Islam',
donde cita el relato de un sacerdote alemán en el siglo XIV.
"Como el diablo, ellos se transfiguran en ángeles de luz,
imitando los gestos, vestimentas, lenguas, costumbres y actos de
varias naciones y pueblos.
Así, escondidos en
ropajes de ovejas sufren la muerte tan pronto como son
reconocidos", los describió el religioso, llamado Brocardus,
según Lewis.
El catedrático de la
Universidad de Sevilla, por su parte, no dudó en calificar a los
miembros de esta orden como,
"los primeros
terroristas de la historia"...
¿Por qué?
Porque muchas de sus
acciones eran realizadas a plena luz del día y en público con el
propósito de infundir miedo...
"Si un gobernador iba
con su escolta por un mercado, pues de la nada aparecía un
asesino, sacaba un cuchillo y le cortaba el cuello, sin importar
si salía con vida o no", dijo.
La muerte del asesino era
incluso deseable, porque así permanecía en secreto su base de
operaciones, agregó Gutiérrez de Terán.
Por su sigilo y capacidad de infiltrarse en territorio enemigo
los
asesinos son comparados con los ninjas japoneses.
Sangre, el
precio del cielo
Para conseguir que sus fedayines estuvieran dispuestos a
inmolarse, Hasan-i Sabbah los sometía a un adoctrinamiento
religioso en Alamut.
El castillo había sido acondicionado para facilitar esa instrucción,
según cuenta Marco Polo en su libro.
"(Hasan-i Sabbah)
había hecho construir entre dos montañas, en un valle, el más
bello jardín que jamás se vio. En él había los mejores frutos de
la tierra (…)
Había en el centro
del jardín una fuente, por cuyas cañerías pasaba el vino, por
otra la leche, por otra la miel y por otra el agua", escribió el
explorador veneciano.
"Había llevado a (el jardín) a las doncellas más bellas del
mundo, que sabían tañer todos los instrumentos y cantaban como
los ángeles, y el Viejo (de la montaña) hacía creer a sus
súbditos que aquello era el Paraíso", se lee en el 'Libro
de las Maravillas'.
Alamut se mantuvo bajo control de los nizaríes
hasta
que fue arrasado por las hordas de los mongoles.
Según la versión del
aventurero europeo,
"en el jardín no
entraba hombre alguno, más que aquellos que habían de
convertirse en asesinos".
Hasan-i Sabbah, de
acuerdo con Marco Polo, recluía a los combatientes entrenados en el
vergel para que disfrutaran de los placeres que en él había.
Sin embargo, cuando el líder tenía una misión para alguno lo drogaba
y lo sacaba; y cuando el escogido despertaba le decía que si quería
volver al "Paraíso", el cual estaba inspirado en las predicas de
Mahoma, tenía que cumplir con la tarea asignada.
Y los escogidos realizaban la encomienda porque,
"por su voluntad
ninguno se alejaría del Paraíso en donde se hallaban", remató
Polo.
La saga de video-juegos Assasin's Creed
está
inspirada en la milicia que formó Hasan-i Sabbah.
Casi dos
siglos de golpes celebres
La orden nizarí logró sobrevivir por 166 años, hasta
que un enemigo del norte los liquidó:
los mongoles...
"Los mongoles
constituían una amenaza enorme, mucho mayor todavía que las
cruzadas, pues eran más salvajes y procedían de un lugar más
cercano que Occidente.
Y, por ello, los
nizaríes intentaron llegar a algún tipo de acuerdo con
ellos, pero no lo lograron", explicó Gutiérrez de Terán.
El formidable ejército de
Hulagu Khan, nieto del temido Gengis Khan, se abalanzó sobre
la hasta ahora inexpugnable fortaleza y la arrasó.
Algunas versiones
sostienen que Hulagu Khan creía que los asesinos habían
liquidado a un tío suyo.
Pero antes de que esto
ocurriera, muchos líderes y nobles musulmanes y cristianos
perecieron a manos de sus combatientes.
Uno de los que estuvo en la mira de los asesinos, pero logró salvar
su vida fue el sultán Saladino, una de las figuras más
importantes del Islam, por ser quien recuperó Jerusalén para los
musulmanes en el siglo XII.
Saladino, el conquistador de Jerusalén,
fue
otro de los objetivos de los fedayines nizaríes.
"Saladino llevó a
cabo una serie de campañas para expulsar a los cruzados, pero se
dio cuenta de que para conseguir esto debía acabar también con
algunos estadillos y reinos musulmanes, los cuales muchas veces
colaboraban con los cruzados.
Durante esa campaña
apuntó a Masyaf, una fortaleza nizarí (ubicada en la actual
Siria)", relató Gutiérrez de Terán.
La respuesta de los
nizaríes no se hizo esperar y en 1185 enviaron unos asesinos para
terminar con su vida.
"Los asesinos se
infiltraron en el campamento de Saladino vestidos como sus
soldados (…) e intentaron matarlo en su tienda, pero no lo
consiguieron porque llevaba una malla y debajo de su gorro tenía
una especie de casco de acero", agregó el profesor de la
Universidad Autónoma de Madrid.
El rey Eduardo I
de Inglaterra, quien participó en la IX cruzada, también se salvó
por poco de morir bajo el filo de la espada de uno de estos
fedayines en 1272.
Este tipo de operaciones y el hecho de que con el paso del tiempo
ofrecieran sus servicios tanto a musulmanes como cristianos, a
cambio de cuantiosas sumas de dinero, terminó de forjar la imagen de
sicarios que ha perdurado a lo largo de los siglos.
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