por Jomo Kwame
Sundaram
13 Diciembre
2022
del Sitio Web
IPSNews
traducción de
Teodulo López Meléndez
19 Diciembre 2022
del Sitio Web
TeoduloLopezMelendez
Versión original en ingles
Nuevamente se evitan las indispensables
reformas financieras mundiales.
Imagen:
EPN
Este es
un artículo de opinión
de Jomo Kwame
Sundaram,
antiguo profesor
de economía
y ex-secretario
general adjunto
de la ONU
para el
Desarrollo Económico.
KUALA LUMPUR
(IPS)
Los llamamientos a una
mayor regulación e intervención gubernamental son habituales durante
las crisis.
Pero una vez que las
crisis remiten, las presiones para cambiar se evaporan
rápidamente y se dice a los gobiernos que se retiren.
Entonces se promocionan
nuevas modas y oportunidades financieras, en lugar de reformas
necesarias desde hace tiempo.
Crisis
financiera mundial
La crisis financiera global (CFG),
que tuvo entre 2007 y 2009 su
periodo álgido, comenzó en el mercado inmobiliario estadounidense.
Las obligaciones
garantizadas de la deuda, los swaps de incumplimiento
crediticio y otros contratos relacionados, muchos de ellos bastante
novedosos, extendieron el riesgo por todo el mundo, mucho más allá
de los mercados hipotecarios estadounidenses.
Las redes financieras transnacionales de tipo neuronal garantizaron
que la vulnerabilidad se extendiera rápidamente a otras economías y
sectores, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos por limitar el
contagio.
Como estos solo tuvieron éxito parcial, el desapalancamiento, que
redujo el nivel de deuda mediante la venta apresurada de activos, se
hizo inevitable, con todas sus nefastas consecuencias.
La CFG también puso de manifiesto la masiva mala asignación de
recursos debida a la liberalización financiera con una regulación
mínima de unos mercados supuestamente eficientes.
El arbitraje creciente de
los diferenciales de las tasas de interés ha vuelto imposible
alcanzar un equilibrio, excepto en los modelos económicos
dominantes.
La financiarización ha supuesto una exposición mucho mayor al
endeudamiento y al riesgo, así como una mayor vulnerabilidad para
muchos hogares y empresas, por ejemplo, debido a los desajustes de
plazos (duración) y divisas, lo que ha provocado una mayor
fragilidad general del sistema financiero.
Esto ha agravado los desequilibrios mundiales, reflejados en,
mayores déficits y
superávits comerciales y por cuenta corriente...
En circunstancias
desfavorables, la exposición de empresas y hogares a activos y
pasivos de riesgo es suficiente para desencadenar impagos.
Los audaces esfuerzos fiscales lograron inducir modestas
recuperaciones económicas antes de ser cortados de raíz poco después
de que aparecieran los llamados brotes verdes de la recuperación.
En su lugar, la
Reserva Federal de Estados Unidos
comenzó a aplicar políticas monetarias no convencionales, ofreciendo
crédito fácil y flexible.
Divisas en
movimiento
La subida aparentemente coordinada de varios precios de activos,
aparentemente inconexos, no puede explicarse con la economía
convencional.
Así, se ha reconocido a
regañadientes que la especulación en los mercados de materias
primas, divisas y acciones agravó la CFG.
Los tipos de cambio de muchas divisas también se han visto sometidos
a una mayor presión a medida que los residentes se endeudaban en
monedas con tipos de interés bajos, como el yen japonés.
En paralelo,
habitualmente han comprado activos financieros que prometían mayores
rendimientos.
Así pues, unas tasas de interés más elevadas atraen las entradas de
capital, elevando los precios de la mayoría de los activos
nacionales.
Se supone que los
movimientos de los tipos de cambio reflejan las ventajas
comparativas de las economías nacionales, pero rara vez lo hacen.
En cambio, las
respuestas monetarias convencionales empeoran, en lugar de
reducir, las tendencias contractivas.
La globalización del
comercio y las finanzas ha generado presiones contradictorias.
Todos los países se ven
presionados para generar superávits comerciales o por cuenta
corriente.
Pero esto, por supuesto,
es imposible, ya que no todas las economías pueden tener superávit
simultáneamente. Muchos intentan hacerlo devaluando sus monedas o
recortando costes por otros medios.
Pero la realidad es que
solo Estados Unidos puede utilizar su exorbitante privilegio para
mantener tanto el déficit presupuestario como el de la balanza de
cuenta corriente con la simple emisión de bonos del Tesoro.
Los mercados de
divisas también pueden socavar tales esfuerzos al permitir el
arbitraje de los diferenciales de tipos de interés.
Los desequilibrios
internacionales han empeorado, como se observa en los mayores
déficits y superávits por cuenta corriente.
En contra de la corriente
económica dominante, la especulación monetaria no
equilibra los mercados nacionales, y mucho menos los
internacionales.
No refleja los
fundamentos económicos, garantizando la volatilidad de los tipos de
cambio, con efectos perjudiciales.
Especulación
con materias primas
Gracias a los desajustes monetarios, muchas empresas y hogares se
enfrentan a mayores riesgos.
Las fluctuaciones de los
tipos de cambio, a su vez, exacerban la volatilidad de los precios y
sus consecuencias perjudiciales, que varían según las
circunstancias.
Los cambios en las variables fundamentales ya no explican la
volatilidad de los precios de las materias primas.
Mientras tanto, una mayor
especulación con los productos básicos ha dado lugar a una mayor
volatilidad de los precios y a una subida de los precios de los
alimentos, el petróleo, los metales y otras materias primas.
Estos precios se han visto impulsados por una especulación mucho
mayor, a menudo con fondos indexados que operan con activos reales.
La volatilidad de precios
resultante afecta especialmente a todos, como consumidores de
alimentos, y a los productores agrícolas de los países en
desarrollo.
Las fuertes subidas de los precios de las materias primas desde
mediados de 2007 se debieron en gran medida a la especulación,
principalmente con fondos indexados.
Con la Gran Recesión
que siguió a la CFG, la mayoría de los productores de productos
básicos de los países en desarrollo se enfrentaron a dificultades.
Como consecuencia, casi todos los precios de las materias primas
cayeron desde mediados de la década de 2010, ya que la
desaceleración económica mundial no daba señales de remitir, hasta
que las sanciones económicas de 2022 hicieron subir de nuevo los
precios de los alimentos, la energía, los fertilizantes y otros
productos.
Además de perjudicar a los ingresos de exportación, los precios más
bajos de las materias primas y su volatilidad aún mayor han
acelerado la depreciación de las inversiones anteriores en equipos e
infraestructuras tras los picos de precios de las materias primas.
Se necesitan
soluciones integradas
El hundimiento desigual del sistema financiero que siguió a la CFG
creó la expectativa de que las finanzas nunca volverían a ser como
antes.
Pero las soluciones
duraderas a amenazas como la especulación con divisas y materias
primas requieren cooperación y regulación internacionales.
En tanto, los mercados financieros y de bienes están cada vez más
interconectados.
Por ello, hay que
encontrar un enfoque verdaderamente multilateral y cooperativo en
las complejas interconexiones que implican el comercio y las
finanzas internacionales.
En este mundo asimétricamente interdependiente, urgen reformas
políticas.
Todos los países deben poder aplicar políticas macroeconómicas
anticíclicas adecuadas. Además, las economías pequeñas deben poder
lograr la estabilidad de los tipos de cambio a un coste asequible.
Si bien se tomaron medidas rápidas en respuesta a la CFG, la
economía mundial experimentó una desaceleración prolongada, la
llamada Gran Recesión de lo que va de siglo.
Los responsables políticos de la mayoría de las economías del
Norte industrial se comportan como miopes y se
centran en los riesgos nacionales que perciben, ignorando los
internacionales, especialmente los que afectan a los países del Sur
en desarrollo.
Contrariamente a la extendida creencia popular, los acuerdos
monetarios y financieros multilaterales de
Bretton Woods no incluían un
régimen regulador.
Tampoco ha surgido tal
régimen desde entonces, ni siquiera después de que el presidente
estadounidense Richard Nixon pusiera fin unilateralmente al
sistema de Bretton Woods en 1971.
Con la mordaza impuesta en la voz de los países del Sur en las
instituciones y los mercados financieros internacionales,
las Naciones Unidas deben liderar,
como lo hicieron a mediados de la década de 1940.
Es la 'única' institución mundial que podría desarrollar
legítimamente una alternativa mejor.
Afortunadamente
(sic), la Carta de la ONU le asigna la responsabilidad de liderar
los esfuerzos para hacerlo.
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