Los
super-ricos colombianos son principalmente banqueros,
señores feudales, narco-paramilitares y empresarios sin
escrúpulos.
La
mayoría son varias cosas a la vez.
Y
están aprovechando la impunidad que les da
la pandemia
en Colombia, para seguir desmantelando el estado, para
reforzar su poder y aumentar sus riquezas, sin ayudar a
los mas pobres a sobrevivir.
Simultáneamente han lanzado una inteligente campaña,
basada en que hay que acabar con la polarización.
Lo
que en realidad quieren es que la guerra entre el bien y
el mal quede en empate, intentan poner héroes y
genocidas al mismo nivel, para que el héroe desaparezca
y el genocida siga reinando en la sombra, a través de
títeres y tibios.
En
otras palabras, para que los justos ya no sean una
molestia, por eso continúan asesinando líderes sociales,
periodistas y políticos independientes.
Lo
que quieren es que solo haya soldados y esclavos y lo
mas patético: soldados-esclavos, dispuestos a
arremeter contra su propia gente.
Por
eso necesitan tanto ejercito y policía, para seguir
cometiendo la mayor cobardía:
reprimir a los que no tienen nada, a los que han
robado.
Lo
que quieren es que acabe la esperanza de los pobres o de
las víctimas, que gane el terror, la codicia y la
fuerza, pero disfrazada de normalidad, de
entretenimiento.
Lo que más asusta a los super-ricos y a quienes les
sirven, es perder sus privilegios y saben que puede
pasar, porque la lucha entre el bien y el mal es el
eterno drama del ser humano:
la polarización entre la
vida y la muerte.
Por
eso los imperios mas sangrientos de la historia o las
oligarquías genocidas como
la colombiana, lo primero que
asesinan es la verdad, cuentan la historia a su manera,
y tienen un discurso de la paz en el que la defensa de
las injusticias es odio, y la resistencia es crimen y
los héroes son enemigos de la "paz", una paz mezquina y
mentirosa que en realidad es su impunidad.
Varios siglos de desigualdad han terminado con la
paciencia de los colombianos, ya no hay margen de
espera, ya no se creen que desde dentro se pueda cambiar
un sistema diseñado para robar y para falsificar una
democracia.
Si
los Colombianos no se polarizan hacia el bien y resisten
unidos, habrá ganado el mal, continuará el saqueo del
país y millones seguirán viendo a sus hijos morir.
Hay
que dejar de hablar tanto o de volver todo comedia.
Si
queremos sobrevivir hay que ponerse con tres tareas
iniciales:
-
Primera: dejar de pensar en lucha de partidos
políticos y empezar a hablar de lo que si es real:
la guerra que han orquestado unos pocos ricos por
controlar a millones de pobres.
-
Segunda: desenmascarar y neutralizar a los tibios.
-
Tercera: desobediencia civil pacifica masiva e
incontestable, para no seguir alimentando el
monstruo que devora el territorio y la vida de los
colombianos, no obedecerlo, arrinconarlo aunque se
esconda detrás d una pandemia.
Un
monstruo que al fin y al cabo es solo un puñado de
hombres y mujeres codiciosos pero cobardes, e incapaces
de detener a millones que tienen un mismo sueño.