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			por Roberto Savio 
			19 Junio 
			2018 
			
			del Sitio Web
			
			IPSNoticias 
			 
  
			
				
					
						| 
						 
						
						Periodista italo-argentino, Roberto Savio fue cofundador 
						y director general de Inter Press Service (IPS), de la 
						que ahora es presidente emérito. En los últimos años 
						también fundó Other News,  
						
						un 
						servicio que proporciona  
						
						
						"información que los mercados eliminan".  | 
					 
				 
			 
			
			 
			 
			 
			 
			
			  
			
			 
			 
			 
			ROMA (IPS) 
			
			 
			
			Donald John Trump, el 45 y 
			actual presidente de Estados Unidos, ha sido considerado en muchos 
			círculos ilustres como una anomalía que no puede durar.  
			
			  
			
			Pero es hora de mirar la 
			realidad. Visto a través del lente de quienes sufrieron mermas en 
			sus ingresos y temen al futuro, Trump está aquí para quedarse y es 
			un resultado, no una causa. 
			 
			En su año y medio de gobierno, Trump no perdió ni una de sus 
			batallas. Ha cambiado el discurso político en todo el mundo, ha 
			establecido nuevos estándares de la ética en la política, ha dado un 
			nuevo significado a la democracia y su base electoral no ha 
			disminuido en absoluto. 
			 
			Sus críticos son los medios de comunicación (que una gran mayoría de 
			los estadounidenses ven con desagrado), la élite (que es odiada) y 
			los profesionales (que se considera que se benefician a expensas del 
			segmento inferior de la clase media). 
			 
			En la actualidad, es marcada la brecha que existe con el mundo 
			rural, con las zonas des-industrializadas de Estados Unidos, con los 
			mineros con sus minas cerradas, etc.  
			
			  
			
			Además, los 
			estadounidenses blancos se sienten cada vez más amenazados por los 
			inmigrantes, las minorías, las corporaciones y las industrias, que 
			han venido usando a los gobiernos en su beneficio. En cada elección, 
			su número se reduce un dos por ciento. 
			 
			No olvidemos que a Trump lo eligió el voto de la mayoría de mujeres 
			blancas, en un país que es la piedra angular del feminismo. 
			 
			Reconozco que esto podría generar algunas reacciones airadas. En 
			Estados Unidos se encuentran las mejores universidades del mundo, 
			los investigadores más brillantes, como lo demuestra el número de 
			premios Nobel obtenidos, muy buenas orquestas, bibliotecas, museos, 
			una sociedad civil vibrante, etc.  
			
			  
			
			Pero la triste realidad 
			es que esas élites ya no son más que 20 por ciento de la población, 
			en el mejor de los casos. 
			 
			Y en cuanto a los asuntos internacionales, sin dudas está por debajo 
			de 10 por ciento. Las noticias por televisión son la única fuente de 
			información sobre asuntos internacionales en casi 80 por ciento de 
			los casos.  
			
			  
			
			Los periódicos 
			generalmente son solo locales, con excepción de unos pocos (The Wall 
			Street Journal, The New York Times, Washington Post, Los Angeles 
			Times, en total menos de 10), y suman como lectores a 35 por ciento 
			de la población. 
			 
			Solo hay que viajar al interior de Estados Unidos para descubrir dos 
			hechos sorprendentes: es muy raro encontrar a alguien que sepa 
			mínimamente de geografía e historia y todos están convencidos de que 
			Estados Unidos ha estado ayudando a todo el mundo y que nadie lo 
			agradece. 
			 
			Una investigación de The New York Times determinó que los 
			estadounidenses están convencidos de que su país ha asignado al 
			menos 15 por ciento de su presupuesto a acciones de asistencia y 
			filantropía.  
			
			  
			
			En los hechos, en las 
			últimas décadas este monto ha estado por debajo de 0,75 por ciento. 
			 
			Mientras tanto, cuenta con numerosos institutos de estudios 
			internacionales del más alto nivel, brillantes analistas y un gran 
			número de organizaciones no gubernamentales internacionales, pero 
			solo 34 por ciento de los miembros del Senado y 38 por ciento de la 
			Cámara de Representantes tienen pasaporte. 
			 
			El país está dividido en dos mundos. Algo similar ocurre en todos 
			los países. Por supuesto, en África o en Asia, esta división entre 
			la élite y la población de clase baja es aún más extrema.  
			
			  
			
			Pero Estados Unidos es un 
			país próspero, donde durante más de dos siglos se realizaron 
			esfuerzos por la educación y la integración, en un país al que 
			también se ha llamado "el crisol" y donde la gente está convencida 
			de que son la mejor democracia del mundo, si no la única. 
			 
			Por lo tanto, Trump tiene un electorado fácil y cautivo compuesto 
			por firmes creyentes. Y no podremos entender por qué es así a menos 
			que repasemos la historia de la política estadounidense, que de 
			hecho es paralela a la historia política de Europa. 
			 
			Entonces, lo siento, pero tendremos que entrar en un largo análisis, 
			y esto es algo que falta en la actualidad en los medios de 
			comunicación, en el que podemos dividir la reciente política 
			estadounidense, de un modo aproximado, en tres ciclos históricos: 
  
			
				
					- 
					
					En el primero 
					(1945-1981), desde el final de la segunda guerra, la clase 
					política estaba convencida de que la prioridad era evitar 
					una nueva guerra mundial.  
					  
					
					Para ello, se 
					debían construir instituciones para la paz y la cooperación 
					y las personas debían contentarse con su estado y su 
					destino. 
					 
					A nivel internacional, estaba el multilateralismo como una 
					forma de negociar con participación y consenso y la 
					cooperación internacional como un modo de ayudar a los 
					países pobres a desarrollarse y reducir las desigualdades. 
					Internamente, esto se hizo dando prioridad al trabajo sobre 
					el capital. 
					 
					Surgieron sindicatos fuertes y, en 1979, los ingresos del 
					trabajo representaban 70 por ciento del ingreso total.
					 
					  
					
					Esa misma 
					tendencia se vio en Europa, que tuvo una historia política 
					paralela. 
					 
   
					- 
					
					El segundo ciclo 
					va de 1981 a 2009, cuando comenzó la presidencia de 
					
					Barack Obama 
					(2009-2017).  
					  
					
					El republicano 
					Ronald Reagan (1981-1989), en nombre del mundo 
					corporativo, comenzó la ola neoliberal. Empezó por cerrar el 
					sindicato de los controladores de tráfico aéreo y siguió con 
					el desmantelamiento de gran parte de la red social y de 
					bienestar construida en las cuatro décadas precedentes, 
					eliminando regulaciones, permitiendo la libre circulación de 
					capitales, creando el libre comercio irrestricto, etc. 
					 
					Eso condujo a la deslocalización de las fábricas, la 
					declinación de los sindicatos y su capacidad de negociación 
					y una reducción muy dolorosa de la participación de la 
					fuerza laboral en la riqueza.  
					  
					
					Pasó de 70 por 
					ciento en 1979 a 63 por ciento en 2014 y desde entonces 
					sigue bajando. Desigualdades sin precedentes se han tornado 
					normales y son aceptadas.  
					  
					
					Hoy, en Live 
					Nation Entertainment, una empresa de venta de boletos, 
					un empleado que gana el salario medio de 24.000 dólares 
					necesitaría 2.893 años para ganar los 70,6 millones de 
					dólares que el año pasado ganó su presidente y director 
					ejecutivo, Michael Rapino. 
					 
					Reagan tenía su contraparte en Europa, la primera ministra 
					británica Margaret Thatcher (1979-1990), quien 
					desarmó sindicatos, ridiculizó el concepto de comunidad y 
					bienes y objetivos comunes (no hay sociedad, solo hay 
					individuos), seguida parcialmente por el canciller Gerard 
					Schröeder (1998-2005) en Alemania. 
					 
					
					La globalización se 
					transformó en la nueva e indiscutible visión política, lejos 
					de las rígidas ideologías que crearon el comunismo y el 
					fascismo y que fueron responsables de la Segunda Guerra 
					Mundial (1939-1945).  
					  
					
					El mercado 
					beneficiaría a todos, resolvería todos los problemas. Los 
					gobiernos debían mantenerse alejados y permitir que el 
					mercado hiciera todo el trabajo. 
					 
					A Reagan le siguió Bush padre, 
					
					George H.W. Bush 
					(1989-1993), quien de alguna manera moderó las políticas de 
					Reagan. Si bien él inició la guerra con Iraq, no invadió 
					todo el país.  
					  
					
					Y le sucedió un 
					presidente demócrata, 
					
					Bill Clinton 
					(1993-2001), que no cuestionó toda la globalización 
					neoliberal, sino que intentó manejarla, demostrando que la 
					izquierda (en términos estadounidenses) podía ser incluso 
					más eficiente que la derecha. 
					 
					Para dar solo un ejemplo, fue Clinton quien completó la 
					desregulación del sistema bancario, derogando la
					
					Ley Glass-Steagall, que 
					establecía una separación entre las cajas de ahorros y los 
					bancos de inversión. Esto hizo que miles de millones de 
					dólares pasaran del ahorro a las inversiones, o la 
					especulación. 
					 
					Como resultado, actualmente los bancos consideran que la 
					actividad de los clientes es menos lucrativa que las 
					inversiones y las finanzas se han convertido en un sector 
					totalmente separado de la producción de bienes y servicios. 
					 
					En un día, hay 40 veces más transacciones financieras que 
					productos de la industria y los servicios y las finanzas es 
					el único sector de la actividad humana que no tiene ningún 
					órgano de control internacional. 
					  
					
					Los mercados son 
					más importantes, en muchos casos, que el voto de los 
					ciudadanos, por cuanto ellos deciden la viabilidad de un 
					gobierno. 
					 
					Además, se ha convertido en un sector sin ninguna ética. 
					Desde la crisis financiera de 2008, los bancos han pagado la 
					agónica cantidad de 321.000 millones de dólares en sanciones 
					por actividades ilegales. 
					 
					La convicción de Clinton de que la izquierda podía tener 
					éxito también tuvo su contraparte en Europa, como Thatcher 
					con Reagan.  
					  
					
					Fue el británico
					Tony Blair (1997-2007), quien fue capaz de construir 
					un diseño teórico para explicar la sumisión de la izquierda 
					a la globalización neoliberal.  
					  
					  
					 
					- 
					
					Se llamaba la
					
					Tercera Vía y, en los 
					hechos, era una posición centrista que trató de conciliar la 
					economía de centro derecha con las políticas sociales de 
					centro izquierda. 
					 
					Pero quedó claro que la globalización neoliberal estaba de 
					hecho 
					
					beneficiando solo a unos pocos 
					y que el capital sin regulaciones se estaba convirtiendo en 
					una amenaza.  
					  
					
					Las injusticias 
					sociales iban en aumento y legiones de personas en las zonas 
					rurales sentían que las ciudades se estaban apropiando de 
					todos los ingresos, pensaban que la élite las ignoraba y los 
					trabajadores desempleados, la clase media empobrecida, ya no 
					sentían las viejas lealtades en la izquierda, que ahora era 
					considerada como representativa de la élite y los 
					profesionales. 
					 
					En Estados Unidos, el Partido Demócrata, que ahora estaba 
					también en la visión neoliberal con Clinton, comenzó a 
					cambiar su agenda de la economía a los derechos humanos, 
					defendiendo a las minorías, los afroamericanos, los 
					inmigrantes y abogando por su inclusión en el sistema.
					 
					  
					
					La pelea ya no 
					era entre las corporaciones y los sindicatos. 
					 
					Y Obama fue el resultado de esa pelea, y él fue el campeón 
					de los derechos humanos también como herramientas en los 
					asuntos internacionales. De hecho, aunque tuvo una agenda 
					brillante sobre los derechos humanos, hizo muy poco en el 
					frente social y económico, más allá de la ley nacional sobre 
					la salud. 
					 
					Pero su alianza con las minorías y los blancos progresistas 
					era su bagaje personal, que no pudo pasar a una figura 
					emblemática del establishment como Hillary Clinton. 
					 
					Esto condujo a una nueva situación en la política 
					estadounidense.  
					  
					
					Los que quedaron 
					fuera vieron la defensa de su identidad (y su pasado) como 
					la nueva pelea, ahora que la división tradicional entre 
					izquierda y derecha había menguado.  
					  
					
					La identidad 
					religiosa, la identidad nacional, la lucha contra el sistema 
					y los que son diferentes se convirtió en acción política. 
					 
					Se debe señalar que el mismo proceso ha tenido lugar en 
					Europa, en una situación cultural y social totalmente 
					diferente.  
					  
					
					Los que quedaron 
					fuera abandonaron el sistema político tradicional, para 
					votar por aquellos que estaban en contra del sistema y 
					prometían cambios radicales para restaurar las glorias del 
					pasado.  
				 
			 
			
			  
			
			Su mensaje era 
			necesariamente nacionalista, porque denunciaban que todos los 
			sistemas internacionales solo respaldaban a las élites, que eran los 
			beneficiarios. También era necesario encontrar un chivo expiatorio, 
			como los judíos en los años treinta.  
			
			  
			
			Los inmigrantes eran 
			perfectos, porque traían miedo, pérdida de la identidad tradicional, 
			una amenaza en un período de gran desempleo. 
			 
			El nuevo mensaje político de los recién llegados era para elevar a 
			los que quedaron fuera, a los que sentían miedo, a los que habían 
			perdido toda confianza en la clase política, y prometía devolverles 
			su soberanía, rechazar a los intrusos y sacar del poder a las viejas 
			élites, los profesionales de la política, para conseguir personas 
			reales. 
			 
			Desde el final de la
			
			crisis global surgida en 2008 (que 
			generó una situación social y económica aún más deteriorada), esos 
			partidos, llamados populistas, comenzaron a crecer y ahora casi 
			dominan el panorama político. 
			 
			En Estados Unidos, los republicanos del Tea Party, 
			legisladores radicales de derecha, pudieron cambiar el Partido 
			Republicano desplazando a los conservadores llamados compasivos, 
			porque tenían una preocupación social. 
			 
			En Europa, los medios se sorprendieron al ver a los trabajadores 
			votar por Marine Le Pen en Francia. Pero la izquierda había 
			perdido toda legitimidad como representante de los grupos de menores 
			ingresos; el cambio tecnológico hizo desaparecer las identidades 
			sociales, como los trabajadores. 
			 
			Y en tiempos de crisis, no había capacidad de redistribución. La 
			izquierda está en medio de una crisis de identidad, de la cual no 
			saldrá pronto. 
			 
			Volvamos ahora a nuestros tiempos... 
			
			  
			
			En noviembre de 2016, 
			para el asombro universal (y el suyo propio), Trump fue electo 
			presidente. Y solo cuatro meses después, en marzo de 2017,
			
			el Brexit fue un rudo despertar 
			para Europa. 
			 
			Los resentidos y los temerosos acudieron a las urnas para sacar a 
			Gran Bretaña de Europa. El hecho de que la campaña estuvo plagada de 
			falsedades, algo reconocido por los ganadores después del 
			referéndum, fue irrelevante.  
			
			  
			
			¿Quién estuvo en contra 
			del Brexit?: 
			
				
					- 
					
					el sistema 
					financiero  
					- 
					
					las corporaciones 
					internacionales  
					- 
					
					las grandes 
					ciudades como Londres  
					- 
					
					los profesores 
					universitarios,  
				 
			 
			
			...en otras palabras, el 
			sistema. Más que suficiente... 
			 
			Hemos agrupado deliberadamente a
			
			Estados Unidos y
			
			la Unión Europea (UE) para mostrar 
			que la globalización tuvo un impacto global. Y Estados Unidos, que 
			fue creador y garante del sistema internacional, comenzó a retirarse 
			de él con Reagan, cuando sintió que se estaba convirtiendo en una 
			camisa de fuerza. 
			 
			Ahí comenzó el declive de la
			
			Organización de las Naciones Unidas 
			(ONU):  
			
				
				por iniciativa 
				estadounidense, se quitó el comercio de la ONU y se creó la 
				Organización Mundial del Comercio (OMC).  
			 
			
			La globalización tiene 
			dos motores, 
			
				
					- 
					
					el comercio 
					 
					- 
					
					las finanzas, 
					 
				 
			 
			
			...y ambos están fuera de 
			la ONU, que se ha convertido en una institución para la salud, la 
			educación, la infancia, la mujer y otros sectores no productivos, de 
			acuerdo con el mercado. 
			 
			No es coincidencia que ahora Trump esté luchando contra
			
			la globalización que Estados Unidos 
			inventó, y uno de sus principales enemigos es la OMC. 
			 
			Una antigua máxima es que las personas tienen el gobierno que 
			merecen. Pero también debemos ser conscientes de que son empujadas 
			por una nueva alianza:  
			
				
				la alianza de la 
				derecha alternativa. 
			 
			
			Ella tiene el mismo 
			objetivo en todos los países:  
			
				
				"destruyamos lo que 
				existe".  
			 
			
			Esta red la alimentan al 
			mismo tiempo Rusia y Estados Unidos.  
			
			  
			
			Los ideólogos de la 
			derecha alternativa, como Steve Bannon, se dirigen al público 
			europeo para fomentar el fin de la UE, con el claro apoyo de la Casa 
			Blanca. 
			 
			Los populistas en el poder, como Viktor Orbán en Hungría o 
			Matteo Salvini en Italia (así como los que no están en el poder, 
			como Le Pen), consideran todos a Trump y Putin como sus puntos de 
			referencia.  
			
			  
			
			Salvini cerró su campaña 
			electoral con la frase, 
			
				
				"Bien hecho, Putin, 
				bien hecho, Trump". 
			 
			
			Estas alianzas son nuevas 
			y se tornarán muy peligrosas. 
			 
			Y ahora pasemos a Trump... 
			
			  
			
			Con todas las 
			consideraciones anteriores, ahora puede entenderse porqué se lo 
			debería considerar un síntoma y no una causa. Pero su personalidad 
			juega un papel significativo.  
			
			  
			
			Tengamos en cuenta que no 
			ha perdido ninguna batalla importante desde que asumió el poder. Ha 
			podido asumir el control total del Partido Republicano, que ahora 
			es, de hecho, el Partido de Trump. 
			 
			En las primarias para las elecciones de noviembre de 2017 - en las 
			que se cambiaron todos los escaños de la Cámara y la mitad del 
			Senado - Trump intervino para apoyar a los candidatos que le 
			gustaban, y sus oponentes perdieron en todos los casos. 
			 
			En Carolina del Sur, Katie Arrington, una legisladora 
			conservadora del estado, le ganó a un oponente mucho más fuerte, 
			Mark Sanford, después de un tuit de Trump.  
			
			  
			
			Ella declaró en su 
			discurso de aceptación:  
			
				
				Nuestro partido es el 
				partido Trump. 
			 
			
			El presidente sabe 
			perfectamente lo que piensan sus votantes y siempre actúa de manera 
			de fortalecer su apoyo, más allá de lo que haga.  
			
				
					- 
					
					Se conoce su 
					sexismo, ¿y ahora está involucrado en un escándalo con una 
					estrella porno?  
					  
					 
					- 
					
					Traslada la 
					embajada en Israel a Jerusalén y ahora cuenta con el apoyo 
					de los evangélicos, un grupo protestante muy numeroso y 
					puritano, que son una fuente importante de votos. 
					  
				 
			 
			
			(Curiosamente, Guatemala 
			y Paraguay, que decidieron trasladar sus embajadas a Jerusalén, 
			también son países dirigidos por evangélicos.) 
			 
			Según una encuesta
			
			de Pew de 2004,  
			
				
					- 
					
					los evangélicos 
					representaban 26,3 por ciento de la población 
					 
					- 
					
					los católicos 
					sumaban 22 por ciento   
					- 
					
					los protestantes 
					tradicionales, 16 por ciento  
				 
			 
			
			Los evangélicos creen que 
			las Escrituras deben seguirse literalmente y Jerusalén 
			es la capital de Israel. 
			 
			Trump se ha negado a dar a conocer sus ingresos e impuestos, y no se 
			ha separado de sus compañías de manera formal. En Estados Unidos, 
			esto generalmente es suficiente para presentar la renuncia. 
			 
			Ha sacado de su gabinete a todos los representantes de las finanzas 
			y la industria que puso a su llegada (para ser aceptado por el 
			establishment), y los que puso en su lugar son todos halcones de 
			derecha, muy eficientes, y ninguno de ellos es un tonto, desde 
			John Bolton hasta Michael Pompeo. 
			 
			Ha logrado poner como directora de la CIA (la Agencia Central de 
			Inteligencia) a una mujer, Gina Hastel, notoria torturadora, 
			con los votos de los demócratas.  
			  
			
			Se retiró de un tratado 
			muy estructurado
			
			con Irán (y otros cuatro países 
			principales), para llegar a un acuerdo totalmente incierto con Corea 
			del Norte, lo que genera problemas con Japón, aliado estadounidense 
			por definición. 
			 
			Ha decidido ponerse del lado de Israel y Arabia Saudita contra Irán, 
			porque esta medida cuenta con el apoyo de un gran sector de Estados 
			Unidos. 
			 
			Una de las principales razones por las que no se entienden sus 
			medidas es porque (además del narcicismo) lo que lo mueve no son los 
			valores, sino el dinero.  
			  
			
			Se ha peleado con todos 
			los aliados históricos de Estados Unidos y ahora está planteando una 
			guerra arancelaria con ellos, al mismo tiempo que comienza otra con 
			China, simplemente por dinero. 
			 
			Pero, aunque es errático, no es impredecible.  
			  
			
			Todo lo que ha hecho fue 
			anunciado durante su campaña electoral. Y no cree que deba rendirle 
			cuentas a nadie. Ha creado una relación directa con sus electores, 
			pasando por alto a los medios. 
			 
			Según el programa Fact Checker del Washington Post, desde que 
			asumió el cargo ha dicho 3.000 mentiras. A nadie le importa. 
			Muy pocos son capaces de juzgarlo. 
			 
			Cuando un presidente de Estados Unidos anuncia que se retira del 
			tratado con Irán "porque son el principal financiador del Estado 
			Islámico y Al Qaeda" y no hay ninguna reacción pública, esa es una 
			buena medida de la total ignorancia del pueblo 
			estadounidense. 
			
				
				Los estadounidenses 
				no tienen idea de que el islam está dividido en sunitas y 
				chiitas, ni que los terroristas son sunitas y se basan en una 
				interpretación extrema del islam, el
				
				wahabismo o salafismo. 
				 
				  
				
				Los iraníes, que no 
				son árabes, son chiitas, y son considerados apóstatas por los 
				extremistas sunitas, y han perdido miles de hombres en la lucha 
				contra el Estado Islámico. 
			 
			
			Esta ignorancia le ayuda 
			a Trump a tener a los votantes republicanos, bajo cualquier 
			condición.  
			  
			
			Pasó de un 37 por ciento 
			de aprobación al actual 44 por ciento; en el mismo momento de su 
			presidencia, Obama bajó de 46 por ciento a 44 por ciento. En el 
			Partido Republicano, su aprobación es de 82 por ciento. 
			 
			Trump sabe perfectamente lo que sus votantes sienten y piensan. Esto 
			alimenta su narcicismo.  
			  
			
			Después de la reunión con 
			el norcoreano Kim Jong-un, en la conferencia de prensa, dijo:
			 
			
				
				"No pienso que los 
				presidentes anteriores hubieran tenido la misma capacidad". 
			 
			
			No tolera ninguna crítica 
			o desacuerdo, como bien sabe su equipo.  
			  
			
			Como resultado, está 
			rodeado de personas que dicen a todo que sí, más que cualquier 
			presidente anterior. Su asistente para el comercio, Peter Navarro, 
			declaró que debería haber un lugar especial en el infierno para los 
			líderes extranjeros que no están de acuerdo con Trump, refiriéndose 
			al primer ministro Justin Trudeau de Canadá. 
			 
			Al comienzo de su presidencia, los rasgos de su personalidad fueron 
			descritos por 1.500 psiquiatras estadounidenses como 
			patológicos... 
			  
			
			La guerra de aranceles 
			que acaba de iniciar con sus aliados más China, según la gran 
			mayoría de los economistas, producirá una baja del crecimiento en 
			todo el mundo. 
			 
			Pero en Estados Unidos nadie reacciona. Todo esto es irrelevante 
			para sus votantes. Ahora tiene una tasa de fidelidad de 92 por 
			ciento, la más alta desde que Estados Unidos existe. 
			 
			Al considerar todo lo que ha hecho en menos de dos años en 
			contra del 'orden' existente, nos hace pensar que el peligro 
			real es que gobierne un segundo mandato y se vaya recién en 2024. 
			 
			Para entonces, los cambios en la ética y el estilo serán realmente 
			irreversibles.  
			  
			
			Hay muchos candidatos en 
			varios países que lo consideran un ejemplo político. Sin dudas, 
			podrá cambiar el mundo en el que hemos crecido y que, con muchas 
			fallas, ha sido capaz de traer el crecimiento y la paz. 
			 
			Es verdad que el sistema político tradicional necesita una 
			actualización radical y que no parece poder hacerlo. Tenemos que 
			volver a la división histórica e inevitable entre los que quieren 
			cambio y justicia y los que no lo quieren. 
			 
			Si bien es difícil prever cómo un mundo basado en el nacionalismo y 
			la xenofobia podrá vivir sin conflictos, ahora con la fuerte suba 
			del costo de los armamentos en todo el mundo, y con muchos otros 
			problemas mundiales, desde el cambio climático hasta la ausencia de 
			políticas para la migración, mientras que la deuda mundial se ha 
			convertido en 10 años en 225 por ciento del producto interno bruto 
			(PIB)... 
			  
			
			Lo que sí sabemos es que 
			el mundo que salió de la Segunda Guerra Mundial, basado en la idea 
			de paz y desarrollo, el mundo que está en nuestras 
			constituciones, ese mundo desaparecerá. 
			 
			Y la democracia puede ser una herramienta perfecta para legitimar a 
			un dictador.  
			  
			
			Es lo que está sucediendo 
			en, 
			
				
					- 
					
					Rusia 
					 
					- 
					
					Turquía 
					 
					- 
					
					Hungría 
					 
					- 
					
					Polonia, 
					 
				 
			 
			
			...que un autócrata gana 
			las elecciones.  
			  
			
			Luego comienza a hacer 
			cambios en la constitución, para tener más poder.  
			  
			
			Un tercer paso es ubicar 
			a todos sus compinches en las instituciones, reducir la 
			independencia de la justicia, controlar los medios de comunicación, 
			y así sucesivamente.  
			  
			
			El cuarto paso es actuar 
			en nombre de la mayoría, contra las minorías. Esto no es nuevo en la 
			historia... 
			
				
				Adolf Hitler y Benito 
				Mussolini al principio fueron elegidos.  
			 
			
			Son muchos los "hombres 
			de la providencia" que cierran filas… 
  
			
			  
			
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