por Roberto Savio
19 Junio
2018
del Sitio Web
IPSNoticias
Periodista italo-argentino, Roberto Savio fue cofundador
y director general de Inter Press Service (IPS), de la
que ahora es presidente emérito. En los últimos años
también fundó Other News,
un
servicio que proporciona
"información que los mercados eliminan". |
ROMA (IPS)
Donald John Trump, el 45 y
actual presidente de Estados Unidos, ha sido considerado en muchos
círculos ilustres como una anomalía que no puede durar.
Pero es hora de mirar la
realidad. Visto a través del lente de quienes sufrieron mermas en
sus ingresos y temen al futuro, Trump está aquí para quedarse y es
un resultado, no una causa.
En su año y medio de gobierno, Trump no perdió ni una de sus
batallas. Ha cambiado el discurso político en todo el mundo, ha
establecido nuevos estándares de la ética en la política, ha dado un
nuevo significado a la democracia y su base electoral no ha
disminuido en absoluto.
Sus críticos son los medios de comunicación (que una gran mayoría de
los estadounidenses ven con desagrado), la élite (que es odiada) y
los profesionales (que se considera que se benefician a expensas del
segmento inferior de la clase media).
En la actualidad, es marcada la brecha que existe con el mundo
rural, con las zonas des-industrializadas de Estados Unidos, con los
mineros con sus minas cerradas, etc.
Además, los
estadounidenses blancos se sienten cada vez más amenazados por los
inmigrantes, las minorías, las corporaciones y las industrias, que
han venido usando a los gobiernos en su beneficio. En cada elección,
su número se reduce un dos por ciento.
No olvidemos que a Trump lo eligió el voto de la mayoría de mujeres
blancas, en un país que es la piedra angular del feminismo.
Reconozco que esto podría generar algunas reacciones airadas. En
Estados Unidos se encuentran las mejores universidades del mundo,
los investigadores más brillantes, como lo demuestra el número de
premios Nobel obtenidos, muy buenas orquestas, bibliotecas, museos,
una sociedad civil vibrante, etc.
Pero la triste realidad
es que esas élites ya no son más que 20 por ciento de la población,
en el mejor de los casos.
Y en cuanto a los asuntos internacionales, sin dudas está por debajo
de 10 por ciento. Las noticias por televisión son la única fuente de
información sobre asuntos internacionales en casi 80 por ciento de
los casos.
Los periódicos
generalmente son solo locales, con excepción de unos pocos (The Wall
Street Journal, The New York Times, Washington Post, Los Angeles
Times, en total menos de 10), y suman como lectores a 35 por ciento
de la población.
Solo hay que viajar al interior de Estados Unidos para descubrir dos
hechos sorprendentes: es muy raro encontrar a alguien que sepa
mínimamente de geografía e historia y todos están convencidos de que
Estados Unidos ha estado ayudando a todo el mundo y que nadie lo
agradece.
Una investigación de The New York Times determinó que los
estadounidenses están convencidos de que su país ha asignado al
menos 15 por ciento de su presupuesto a acciones de asistencia y
filantropía.
En los hechos, en las
últimas décadas este monto ha estado por debajo de 0,75 por ciento.
Mientras tanto, cuenta con numerosos institutos de estudios
internacionales del más alto nivel, brillantes analistas y un gran
número de organizaciones no gubernamentales internacionales, pero
solo 34 por ciento de los miembros del Senado y 38 por ciento de la
Cámara de Representantes tienen pasaporte.
El país está dividido en dos mundos. Algo similar ocurre en todos
los países. Por supuesto, en África o en Asia, esta división entre
la élite y la población de clase baja es aún más extrema.
Pero Estados Unidos es un
país próspero, donde durante más de dos siglos se realizaron
esfuerzos por la educación y la integración, en un país al que
también se ha llamado "el crisol" y donde la gente está convencida
de que son la mejor democracia del mundo, si no la única.
Por lo tanto, Trump tiene un electorado fácil y cautivo compuesto
por firmes creyentes. Y no podremos entender por qué es así a menos
que repasemos la historia de la política estadounidense, que de
hecho es paralela a la historia política de Europa.
Entonces, lo siento, pero tendremos que entrar en un largo análisis,
y esto es algo que falta en la actualidad en los medios de
comunicación, en el que podemos dividir la reciente política
estadounidense, de un modo aproximado, en tres ciclos históricos:
-
En el primero
(1945-1981), desde el final de la segunda guerra, la clase
política estaba convencida de que la prioridad era evitar
una nueva guerra mundial.
Para ello, se
debían construir instituciones para la paz y la cooperación
y las personas debían contentarse con su estado y su
destino.
A nivel internacional, estaba el multilateralismo como una
forma de negociar con participación y consenso y la
cooperación internacional como un modo de ayudar a los
países pobres a desarrollarse y reducir las desigualdades.
Internamente, esto se hizo dando prioridad al trabajo sobre
el capital.
Surgieron sindicatos fuertes y, en 1979, los ingresos del
trabajo representaban 70 por ciento del ingreso total.
Esa misma
tendencia se vio en Europa, que tuvo una historia política
paralela.
-
El segundo ciclo
va de 1981 a 2009, cuando comenzó la presidencia de
Barack Obama
(2009-2017).
El republicano
Ronald Reagan (1981-1989), en nombre del mundo
corporativo, comenzó la ola neoliberal. Empezó por cerrar el
sindicato de los controladores de tráfico aéreo y siguió con
el desmantelamiento de gran parte de la red social y de
bienestar construida en las cuatro décadas precedentes,
eliminando regulaciones, permitiendo la libre circulación de
capitales, creando el libre comercio irrestricto, etc.
Eso condujo a la deslocalización de las fábricas, la
declinación de los sindicatos y su capacidad de negociación
y una reducción muy dolorosa de la participación de la
fuerza laboral en la riqueza.
Pasó de 70 por
ciento en 1979 a 63 por ciento en 2014 y desde entonces
sigue bajando. Desigualdades sin precedentes se han tornado
normales y son aceptadas.
Hoy, en Live
Nation Entertainment, una empresa de venta de boletos,
un empleado que gana el salario medio de 24.000 dólares
necesitaría 2.893 años para ganar los 70,6 millones de
dólares que el año pasado ganó su presidente y director
ejecutivo, Michael Rapino.
Reagan tenía su contraparte en Europa, la primera ministra
británica Margaret Thatcher (1979-1990), quien
desarmó sindicatos, ridiculizó el concepto de comunidad y
bienes y objetivos comunes (no hay sociedad, solo hay
individuos), seguida parcialmente por el canciller Gerard
Schröeder (1998-2005) en Alemania.
La globalización se
transformó en la nueva e indiscutible visión política, lejos
de las rígidas ideologías que crearon el comunismo y el
fascismo y que fueron responsables de la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945).
El mercado
beneficiaría a todos, resolvería todos los problemas. Los
gobiernos debían mantenerse alejados y permitir que el
mercado hiciera todo el trabajo.
A Reagan le siguió Bush padre,
George H.W. Bush
(1989-1993), quien de alguna manera moderó las políticas de
Reagan. Si bien él inició la guerra con Iraq, no invadió
todo el país.
Y le sucedió un
presidente demócrata,
Bill Clinton
(1993-2001), que no cuestionó toda la globalización
neoliberal, sino que intentó manejarla, demostrando que la
izquierda (en términos estadounidenses) podía ser incluso
más eficiente que la derecha.
Para dar solo un ejemplo, fue Clinton quien completó la
desregulación del sistema bancario, derogando la
Ley Glass-Steagall, que
establecía una separación entre las cajas de ahorros y los
bancos de inversión. Esto hizo que miles de millones de
dólares pasaran del ahorro a las inversiones, o la
especulación.
Como resultado, actualmente los bancos consideran que la
actividad de los clientes es menos lucrativa que las
inversiones y las finanzas se han convertido en un sector
totalmente separado de la producción de bienes y servicios.
En un día, hay 40 veces más transacciones financieras que
productos de la industria y los servicios y las finanzas es
el único sector de la actividad humana que no tiene ningún
órgano de control internacional.
Los mercados son
más importantes, en muchos casos, que el voto de los
ciudadanos, por cuanto ellos deciden la viabilidad de un
gobierno.
Además, se ha convertido en un sector sin ninguna ética.
Desde la crisis financiera de 2008, los bancos han pagado la
agónica cantidad de 321.000 millones de dólares en sanciones
por actividades ilegales.
La convicción de Clinton de que la izquierda podía tener
éxito también tuvo su contraparte en Europa, como Thatcher
con Reagan.
Fue el británico
Tony Blair (1997-2007), quien fue capaz de construir
un diseño teórico para explicar la sumisión de la izquierda
a la globalización neoliberal.
-
Se llamaba la
Tercera Vía y, en los
hechos, era una posición centrista que trató de conciliar la
economía de centro derecha con las políticas sociales de
centro izquierda.
Pero quedó claro que la globalización neoliberal estaba de
hecho
beneficiando solo a unos pocos
y que el capital sin regulaciones se estaba convirtiendo en
una amenaza.
Las injusticias
sociales iban en aumento y legiones de personas en las zonas
rurales sentían que las ciudades se estaban apropiando de
todos los ingresos, pensaban que la élite las ignoraba y los
trabajadores desempleados, la clase media empobrecida, ya no
sentían las viejas lealtades en la izquierda, que ahora era
considerada como representativa de la élite y los
profesionales.
En Estados Unidos, el Partido Demócrata, que ahora estaba
también en la visión neoliberal con Clinton, comenzó a
cambiar su agenda de la economía a los derechos humanos,
defendiendo a las minorías, los afroamericanos, los
inmigrantes y abogando por su inclusión en el sistema.
La pelea ya no
era entre las corporaciones y los sindicatos.
Y Obama fue el resultado de esa pelea, y él fue el campeón
de los derechos humanos también como herramientas en los
asuntos internacionales. De hecho, aunque tuvo una agenda
brillante sobre los derechos humanos, hizo muy poco en el
frente social y económico, más allá de la ley nacional sobre
la salud.
Pero su alianza con las minorías y los blancos progresistas
era su bagaje personal, que no pudo pasar a una figura
emblemática del establishment como Hillary Clinton.
Esto condujo a una nueva situación en la política
estadounidense.
Los que quedaron
fuera vieron la defensa de su identidad (y su pasado) como
la nueva pelea, ahora que la división tradicional entre
izquierda y derecha había menguado.
La identidad
religiosa, la identidad nacional, la lucha contra el sistema
y los que son diferentes se convirtió en acción política.
Se debe señalar que el mismo proceso ha tenido lugar en
Europa, en una situación cultural y social totalmente
diferente.
Los que quedaron
fuera abandonaron el sistema político tradicional, para
votar por aquellos que estaban en contra del sistema y
prometían cambios radicales para restaurar las glorias del
pasado.
Su mensaje era
necesariamente nacionalista, porque denunciaban que todos los
sistemas internacionales solo respaldaban a las élites, que eran los
beneficiarios. También era necesario encontrar un chivo expiatorio,
como los judíos en los años treinta.
Los inmigrantes eran
perfectos, porque traían miedo, pérdida de la identidad tradicional,
una amenaza en un período de gran desempleo.
El nuevo mensaje político de los recién llegados era para elevar a
los que quedaron fuera, a los que sentían miedo, a los que habían
perdido toda confianza en la clase política, y prometía devolverles
su soberanía, rechazar a los intrusos y sacar del poder a las viejas
élites, los profesionales de la política, para conseguir personas
reales.
Desde el final de la
crisis global surgida en 2008 (que
generó una situación social y económica aún más deteriorada), esos
partidos, llamados populistas, comenzaron a crecer y ahora casi
dominan el panorama político.
En Estados Unidos, los republicanos del Tea Party,
legisladores radicales de derecha, pudieron cambiar el Partido
Republicano desplazando a los conservadores llamados compasivos,
porque tenían una preocupación social.
En Europa, los medios se sorprendieron al ver a los trabajadores
votar por Marine Le Pen en Francia. Pero la izquierda había
perdido toda legitimidad como representante de los grupos de menores
ingresos; el cambio tecnológico hizo desaparecer las identidades
sociales, como los trabajadores.
Y en tiempos de crisis, no había capacidad de redistribución. La
izquierda está en medio de una crisis de identidad, de la cual no
saldrá pronto.
Volvamos ahora a nuestros tiempos...
En noviembre de 2016,
para el asombro universal (y el suyo propio), Trump fue electo
presidente. Y solo cuatro meses después, en marzo de 2017,
el Brexit fue un rudo despertar
para Europa.
Los resentidos y los temerosos acudieron a las urnas para sacar a
Gran Bretaña de Europa. El hecho de que la campaña estuvo plagada de
falsedades, algo reconocido por los ganadores después del
referéndum, fue irrelevante.
¿Quién estuvo en contra
del Brexit?:
-
el sistema
financiero
-
las corporaciones
internacionales
-
las grandes
ciudades como Londres
-
los profesores
universitarios,
...en otras palabras, el
sistema. Más que suficiente...
Hemos agrupado deliberadamente a
Estados Unidos y
la Unión Europea (UE) para mostrar
que la globalización tuvo un impacto global. Y Estados Unidos, que
fue creador y garante del sistema internacional, comenzó a retirarse
de él con Reagan, cuando sintió que se estaba convirtiendo en una
camisa de fuerza.
Ahí comenzó el declive de la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU):
por iniciativa
estadounidense, se quitó el comercio de la ONU y se creó la
Organización Mundial del Comercio (OMC).
La globalización tiene
dos motores,
-
el comercio
-
las finanzas,
...y ambos están fuera de
la ONU, que se ha convertido en una institución para la salud, la
educación, la infancia, la mujer y otros sectores no productivos, de
acuerdo con el mercado.
No es coincidencia que ahora Trump esté luchando contra
la globalización que Estados Unidos
inventó, y uno de sus principales enemigos es la OMC.
Una antigua máxima es que las personas tienen el gobierno que
merecen. Pero también debemos ser conscientes de que son empujadas
por una nueva alianza:
la alianza de la
derecha alternativa.
Ella tiene el mismo
objetivo en todos los países:
"destruyamos lo que
existe".
Esta red la alimentan al
mismo tiempo Rusia y Estados Unidos.
Los ideólogos de la
derecha alternativa, como Steve Bannon, se dirigen al público
europeo para fomentar el fin de la UE, con el claro apoyo de la Casa
Blanca.
Los populistas en el poder, como Viktor Orbán en Hungría o
Matteo Salvini en Italia (así como los que no están en el poder,
como Le Pen), consideran todos a Trump y Putin como sus puntos de
referencia.
Salvini cerró su campaña
electoral con la frase,
"Bien hecho, Putin,
bien hecho, Trump".
Estas alianzas son nuevas
y se tornarán muy peligrosas.
Y ahora pasemos a Trump...
Con todas las
consideraciones anteriores, ahora puede entenderse porqué se lo
debería considerar un síntoma y no una causa. Pero su personalidad
juega un papel significativo.
Tengamos en cuenta que no
ha perdido ninguna batalla importante desde que asumió el poder. Ha
podido asumir el control total del Partido Republicano, que ahora
es, de hecho, el Partido de Trump.
En las primarias para las elecciones de noviembre de 2017 - en las
que se cambiaron todos los escaños de la Cámara y la mitad del
Senado - Trump intervino para apoyar a los candidatos que le
gustaban, y sus oponentes perdieron en todos los casos.
En Carolina del Sur, Katie Arrington, una legisladora
conservadora del estado, le ganó a un oponente mucho más fuerte,
Mark Sanford, después de un tuit de Trump.
Ella declaró en su
discurso de aceptación:
Nuestro partido es el
partido Trump.
El presidente sabe
perfectamente lo que piensan sus votantes y siempre actúa de manera
de fortalecer su apoyo, más allá de lo que haga.
-
Se conoce su
sexismo, ¿y ahora está involucrado en un escándalo con una
estrella porno?
-
Traslada la
embajada en Israel a Jerusalén y ahora cuenta con el apoyo
de los evangélicos, un grupo protestante muy numeroso y
puritano, que son una fuente importante de votos.
(Curiosamente, Guatemala
y Paraguay, que decidieron trasladar sus embajadas a Jerusalén,
también son países dirigidos por evangélicos.)
Según una encuesta
de Pew de 2004,
-
los evangélicos
representaban 26,3 por ciento de la población
-
los católicos
sumaban 22 por ciento
-
los protestantes
tradicionales, 16 por ciento
Los evangélicos creen que
las Escrituras deben seguirse literalmente y Jerusalén
es la capital de Israel.
Trump se ha negado a dar a conocer sus ingresos e impuestos, y no se
ha separado de sus compañías de manera formal. En Estados Unidos,
esto generalmente es suficiente para presentar la renuncia.
Ha sacado de su gabinete a todos los representantes de las finanzas
y la industria que puso a su llegada (para ser aceptado por el
establishment), y los que puso en su lugar son todos halcones de
derecha, muy eficientes, y ninguno de ellos es un tonto, desde
John Bolton hasta Michael Pompeo.
Ha logrado poner como directora de la CIA (la Agencia Central de
Inteligencia) a una mujer, Gina Hastel, notoria torturadora,
con los votos de los demócratas.
Se retiró de un tratado
muy estructurado
con Irán (y otros cuatro países
principales), para llegar a un acuerdo totalmente incierto con Corea
del Norte, lo que genera problemas con Japón, aliado estadounidense
por definición.
Ha decidido ponerse del lado de Israel y Arabia Saudita contra Irán,
porque esta medida cuenta con el apoyo de un gran sector de Estados
Unidos.
Una de las principales razones por las que no se entienden sus
medidas es porque (además del narcicismo) lo que lo mueve no son los
valores, sino el dinero.
Se ha peleado con todos
los aliados históricos de Estados Unidos y ahora está planteando una
guerra arancelaria con ellos, al mismo tiempo que comienza otra con
China, simplemente por dinero.
Pero, aunque es errático, no es impredecible.
Todo lo que ha hecho fue
anunciado durante su campaña electoral. Y no cree que deba rendirle
cuentas a nadie. Ha creado una relación directa con sus electores,
pasando por alto a los medios.
Según el programa Fact Checker del Washington Post, desde que
asumió el cargo ha dicho 3.000 mentiras. A nadie le importa.
Muy pocos son capaces de juzgarlo.
Cuando un presidente de Estados Unidos anuncia que se retira del
tratado con Irán "porque son el principal financiador del Estado
Islámico y Al Qaeda" y no hay ninguna reacción pública, esa es una
buena medida de la total ignorancia del pueblo
estadounidense.
Los estadounidenses
no tienen idea de que el islam está dividido en sunitas y
chiitas, ni que los terroristas son sunitas y se basan en una
interpretación extrema del islam, el
wahabismo o salafismo.
Los iraníes, que no
son árabes, son chiitas, y son considerados apóstatas por los
extremistas sunitas, y han perdido miles de hombres en la lucha
contra el Estado Islámico.
Esta ignorancia le ayuda
a Trump a tener a los votantes republicanos, bajo cualquier
condición.
Pasó de un 37 por ciento
de aprobación al actual 44 por ciento; en el mismo momento de su
presidencia, Obama bajó de 46 por ciento a 44 por ciento. En el
Partido Republicano, su aprobación es de 82 por ciento.
Trump sabe perfectamente lo que sus votantes sienten y piensan. Esto
alimenta su narcicismo.
Después de la reunión con
el norcoreano Kim Jong-un, en la conferencia de prensa, dijo:
"No pienso que los
presidentes anteriores hubieran tenido la misma capacidad".
No tolera ninguna crítica
o desacuerdo, como bien sabe su equipo.
Como resultado, está
rodeado de personas que dicen a todo que sí, más que cualquier
presidente anterior. Su asistente para el comercio, Peter Navarro,
declaró que debería haber un lugar especial en el infierno para los
líderes extranjeros que no están de acuerdo con Trump, refiriéndose
al primer ministro Justin Trudeau de Canadá.
Al comienzo de su presidencia, los rasgos de su personalidad fueron
descritos por 1.500 psiquiatras estadounidenses como
patológicos...
La guerra de aranceles
que acaba de iniciar con sus aliados más China, según la gran
mayoría de los economistas, producirá una baja del crecimiento en
todo el mundo.
Pero en Estados Unidos nadie reacciona. Todo esto es irrelevante
para sus votantes. Ahora tiene una tasa de fidelidad de 92 por
ciento, la más alta desde que Estados Unidos existe.
Al considerar todo lo que ha hecho en menos de dos años en
contra del 'orden' existente, nos hace pensar que el peligro
real es que gobierne un segundo mandato y se vaya recién en 2024.
Para entonces, los cambios en la ética y el estilo serán realmente
irreversibles.
Hay muchos candidatos en
varios países que lo consideran un ejemplo político. Sin dudas,
podrá cambiar el mundo en el que hemos crecido y que, con muchas
fallas, ha sido capaz de traer el crecimiento y la paz.
Es verdad que el sistema político tradicional necesita una
actualización radical y que no parece poder hacerlo. Tenemos que
volver a la división histórica e inevitable entre los que quieren
cambio y justicia y los que no lo quieren.
Si bien es difícil prever cómo un mundo basado en el nacionalismo y
la xenofobia podrá vivir sin conflictos, ahora con la fuerte suba
del costo de los armamentos en todo el mundo, y con muchos otros
problemas mundiales, desde el cambio climático hasta la ausencia de
políticas para la migración, mientras que la deuda mundial se ha
convertido en 10 años en 225 por ciento del producto interno bruto
(PIB)...
Lo que sí sabemos es que
el mundo que salió de la Segunda Guerra Mundial, basado en la idea
de paz y desarrollo, el mundo que está en nuestras
constituciones, ese mundo desaparecerá.
Y la democracia puede ser una herramienta perfecta para legitimar a
un dictador.
Es lo que está sucediendo
en,
-
Rusia
-
Turquía
-
Hungría
-
Polonia,
...que un autócrata gana
las elecciones.
Luego comienza a hacer
cambios en la constitución, para tener más poder.
Un tercer paso es ubicar
a todos sus compinches en las instituciones, reducir la
independencia de la justicia, controlar los medios de comunicación,
y así sucesivamente.
El cuarto paso es actuar
en nombre de la mayoría, contra las minorías. Esto no es nuevo en la
historia...
Adolf Hitler y Benito
Mussolini al principio fueron elegidos.
Son muchos los "hombres
de la providencia" que cierran filas…
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