por José Negrón Valera
04 Julio 2024
del Sitio Web
SputnikMundo
José Negrón Valera
Antropólogo y escritor venezolano, investigador en guerra no
convencional, contraterrorismo y operaciones de información.
Autor de los libros 'Un loft para
Cleopatra', 'Reyes y dinosaurios' y 'Saber y poder: el proceso de
renovación académica en la UCV (1967-1970)'. Premio Nacional de
Literatura "Stefanía Mosca" 2018. |
Soldados de las Fuerzas Armadas
estadounidenses
instalan la
bandera nacional estadounidense
en un vehículo
militar antes de una rueda de prensa,
Polonia, el 7
de julio de 2022
© AFP 2023 / Wojtek Radwanski
La Cumbre Social de la
CELAC se ha convertido en un foro
crucial para discutir los desafíos que enfrenta
América Latina en un mundo cada vez
más multipolar.
Este año, la expansión militar de EE.UU. fue un
tema central, con activistas y líderes denunciando la creciente
presencia de bases militares estadounidenses en países como
Ecuador y
Argentina.
La preocupación sobre este tema, advierten, no solo gira en torno a
la soberanía y seguridad regional, sino también en los efectos
económicos y políticos de esta presencia militar.
En entrevista con Sputnik, el analista geopolítico y
filósofo,
Martín Pulgar, describe este
fenómeno como un "imperialismo de bases militares" y profundiza en
aspectos claves que permiten entender cuál es la naturaleza de
la relación entre Estados Unidos y la región.
Una forma de mantener el control
Según Pulgar, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados
Unidos ha mantenido y expandido su red de bases militares en todo el
mundo, desde Europa y Asia hasta el Medio Oriente y América Latina.
Esta estrategia, sostiene, es una forma de
mantener el control sobre regiones
estratégicas y recursos vitales.
"Estados Unidos genera de alguna manera un
imperialismo de bases militares, una geopolítica de bases
militares, más que la conquista de territorios, de colonias como
fueron los imperios decimonónicos, los imperios tradicionales
del siglo XIX.
De esta manera, Estados Unidos a partir de
1945, después de la Segunda Guerra Mundial, con la ocupación de
Alemania, con la ocupación de Japón, y la ocupación de Italia, y
la ocupación de toda Europa, a pesar de que han sido países
aliados, mantuvo sus bases militares en el teatro operacional de
la Segunda Guerra Mundial".
Pulgar detalla que la presencia de bases
militares estadounidenses se extiende por toda Asia y el Pacífico,
con una consolidación significativa en Filipinas y otras islas.
En América Latina, aunque la presencia ha sido
más discreta debido a la proximidad geográfica, la estrategia ha
sido la misma:
mantener bases que pueden ser reactivadas
rápidamente en caso de crisis regionales.
"Estados Unidos en América Latina ha
planteado, a partir de los retos planteados por los nuevos
países emergentes y esta nueva configuración geopolítica
mundial,
una presencia mucho más activa en el
continente, muy especialmente por la presencia de
esta 'influencia maligna' como ellos le llaman a China y
Rusia.
Son estas naciones su principal objetivo
a contener", abunda.
El analista geopolítico subraya que la estrategia
de Estados Unidos en la región es negar el acceso a potencias
rivales como
China y
Rusia, que han incrementado su
influencia económica y política en América Latina.
Esta política de contención también se relaciona con el
control de materias primas y mercados, así como con la
relocalización de industrias que originalmente se trasladaron a Asia
durante las décadas de 1980 y 1990.
¿Qué deben hacer las naciones
progresistas en América Latina?
Pulgar argumenta que esta estrategia también busca evitar que surja
alguna potencia regional que pueda rivalizar con Estados Unidos
dentro del hemisferio occidental.
Cualquier intento de integración suramericana y
latinoamericana que pueda fortalecer las capacidades tecnológicas e
industriales de la región es visto como una amenaza...
"La respuesta de nuestros países debe ser
fortalecer en primer lugar la unidad latinoamericana.
Creo que la única forma de poder sostener una
política de autonomía y de desarrollo autónomo por parte de
América Latina es a través de una gran alianza entre nuestros
países que permita no solamente defenderse de los intentos
desestabilizadores de los Estados Unidos, sino de aprovechar
todos nuestros potenciales a través de elementos colectivos",
sentencia.
Para Pulgar, la clave está en continuar
fortaleciendo los mecanismos de integración regional como el
ALBA, la CELAC y además, las
alianzas estratégicas con otros
bloques emergentes como
los BRICS.
Esta integración no solo fortalecería la posición
de América Latina en el escenario global, sino que también ofrecería
mejores perspectivas de negociación y acuerdos más favorables.
"La relación América Latina-BRICS fortalece
nuestro papel y nuestro peso en el escenario económico global,
así como mejores perspectivas de negociaciones y de acuerdos más
favorables a nosotros.
Sin olvidar que permitiría defendernos de
este
esfuerzo sistemático de control,
de dominio y de desestabilización que hacen los
Estados Unidos contra América Latina", pondera.
Sin embargo, para que la relación tenga un
impacto real en las economías regionales, el experto enfatiza que,
resulta prioritario desarrollar una nueva
institucionalidad económica y financiera que rompa con la
dependencia del dólar estadounidense...
Esto implicaría la creación de mecanismos
alternativos de comercio y financiamiento que permitan a los países
de la región operar de manera más autónoma.
"La arquitectura económica y financiera que
se construyó en la región nos obliga a comerciar con la moneda
del gran hegemón y el gran actor que pretende dominarnos.
La desdolarización que plantea
bloques como el BRICS cambia el escenario y nos permitiría crear
barreras defensivas para así alcanzar nuestro propio
desarrollo", considera.
Por último, el analista geopolítico también llama
a una comprensión y reforma del estamento militar en América Latina.
Considera esencial que las fuerzas armadas de la
región desarrollen una doctrina propia que refleje la realidad y las
necesidades de sus países, alejándose de las influencias doctrinales
de la
OTAN y otros actores externos.
"La izquierda, el mundo progresista, está
obligado a abordar con inteligencia y eliminando prejuicios
heredados de los 60 y de los 70, todo el estamento militar.
Es necesario entenderlo, comprenderlo
doctrinalmente, abordarse, acercarse a ello y entender que es un
factor esencial en nuestras sociedades, que no puede seguir
siendo un elemento que no comprendamos y que está alejado de las
decisiones que se tienen y crear doctrinas que rompan con las
doctrinas de la OTAN, que rompan con las doctrinas de esos
soldados postmodernos que nos quieren imponer en nuestras
Fuerzas Armadas", concluye.
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