por Facundo Martín Quiroga
En total, suma un 40% su reducción, lo que nos lleva en estas breves líneas a realizarnos una serie de preguntas y cruzar el fenómeno con otras variables, con el fin de refutar, lo más categórica y gráficamente posible, las explicaciones facilistas y escapistas de este proceso.
...a las que agregaremos lo que llamo causas
tecno-biopolíticas.
...entre otros factores de este tipo que hacen
difícil cuando no imposible la proyección de formar una familia.
Ahora bien, como lo señalamos al principio, se trata de razones necesarias para explicar el fenómeno, pero no suficientes.
Esto se comprueba al analizar distintos períodos de caída abrupta del poder adquisitivo durante un período sostenido en relación a la variable natalidad, como el que va de 1999 a 2003:
Las razones económicas no alcanzan para explicar
la abrupta caída de los últimos diez años (podríamos decir
estrepitosa, estamos hablando de un descomunal 40%).
Cuestionamos de plano que esta caída de natalidad sea producto de dichos fenómenos.
¿Por qué...?
Porque, en primer término, históricamente las mujeres en la Argentina, ocuparon un lugar político y social significativamente distinto respecto al resto del continente:
También, en términos sociológicos, las clases medias argentinas se poblaron, desde varias décadas atrás, de mujeres no sólo en el ámbito laboral sino también profesional, al punto de lograr que hoy la mayoría de los egresados universitarios sean mujeres, llegando a un 60% de los mismos.
Es una mentira absoluta que, en la Argentina, la
mujer, como acostumbra decir el feminismo, haya estado
relegada políticamente (subordinación que se termina desde la
segunda mitad del siglo XX) y que la igualdad sea una
conquista de las luchas del presente, totalmente vinculadas a
aspectos que más bien destruyen la condición femenina.
Es decir, el aborto ya estaba legalizado en los hechos, y lo que ocurrió aquella noche de la sanción fue una maniobra de manipulación de masas finamente orquestada desde los agentes interesados en que se legalizase por completo.
Así que no valen estas supuestas épicas
para explicar este fenómeno que está dejando a nuestro país vacío,
si sumamos la cifra de niños que debían haber nacido y poblado
nuestra Patria para su futuro.
Es decir, se pone el acento sobre el sentido
subjetivo de las acciones, supuestamente mentado y autónomo,
desechando toda posibilidad de que exista un modelo social impuesto
desde determinadas usinas de pensamiento.
Aún peor:
Se trata de un intento de autojustificar la construcción de un sujeto absolutamente insolidario con su entorno humano, lo que lo conduce a pensar que formar una familia no sólo sería un proyecto ante el cual el sujeto se siente "incapaz", sino que también tales proyectos le "robarían" tiempo para dedicarse a sus aspiraciones que, constantemente, considera "personales", repetimos, emergentes de sus propias convicciones y deseos, por caso,
También se recurre a la estratagema de inventar un hombre de paja:
Nos seguimos preguntando a qué sociedad la habla el feminismo, siendo que ese modelo no solamente duró muy poco en la Argentina, sino que también, por las características de sus clases medias, siempre fue muy matizado respecto de los roles sexuales funcionales o como que les gusta decir constantemente a los intermediarios culturales, los "estereotipos de género".
Por detrás de los elementos económicos, políticos
y culturales, proponemos otra dimensión, y es el complejo de
factores que implican el control demográfico orquestado desde una
geopolítica determinada, que es adoptado por el dispositivo estatal
(que será el gran aplicativo de estas técnicas), y que está
destinado a que la dimensión reproductiva de las sociedades quede
completamente a merced de la técnica.
La gran ventaja de esto es el consecuente control de uno de los factores del Estado y la sociedad política: la población.
El globalismo oficial, el complejo de instituciones tanto estatales como transnacionales que proponen este modelo de sociedad controlada desde el individualismo y la atomización, posa sus tentáculos sobre los componentes del Estado:
Finalmente, sobre el componente poblacional se han propuesto múltiples estrategias que insertaban más o menos explícitamente el control demográfico pretendido para la periferia, acciones que implicaban el desarrollo de políticas en campos tan diversos como la salud o el medioambiente.
El instrumento, es decir la aplicación de la estrategia, la maniobra operativa, llegó hace una década a su más insigne perfeccionamiento.
No decimos que esta sea la causa única del
fenómeno, pero sí fue un detonante fundamental: el implante
subdérmico como método anticonceptivo de largo plazo, que termina
con la toma diaria de pastillas o el uso de otros métodos de
barrera, masivamente aplicado en hospitales públicos, es la máxima
evolución de la tecnología de control demográfico desde que en los
‘60 se inventó y popularizó la píldora.
Por caso, en Bolivia, la esterilización masiva sobre mujeres quechuas se realizó en secreto a través de agencias de salud ficticias que operaban en el terreno, tal como cuenta la película "Sangre de cóndor".
Hoy la esterilización es diferente:
Es de notar cómo las instituciones que desarrollan y analizan los estudios poblacionales como el CIPPEC, se centran en las supuestas virtudes de este fenómeno difundiendo que esto es una buena noticia porque los argentinos contamos con un "bono demográfico".
No necesitamos señalar a qué intereses obedecen y
bajo qué paraguas ideológico funcionan.
Quien suscribe esta nota hace once años que se desempeña en formación docente, y esta problemática no es abordada ni un minuto; los alcances del problema son directos: si no se tienen hijos, nuestros maestros no tendrán trabajo.
Seguidamente, queremos hacer hincapié en la distribución de la población respecto del territorio:
Dos observaciones antes de finalizar.
Como somos seres con una carga biológica que repercute inexorablemente en la psicología individual, que es y será siempre sexuada por mal que les pese a lEs divulgadores de la ideología de género, se registran miles de casos (y en aumento) de mujeres de más de cuarenta años, profesionales, que huyendo de la depresión (bio)lógica por no haber podido formar una familia, es decir, mujeres a las que les cayó la ficha respecto de que la biología y la familia están íntimamente vinculadas, buscan tratamientos para poder fertilizar sus vientres tan vacíos como sus almas.
Ahí reaparece lo que realmente nunca se fue:
Por otra parte, no dejamos de señalar que, en contraste con el desplome de la natalidad, existe otro fenómeno que acarrea la anticoncepción compulsiva:
¿Por qué pasa esto casi de forma exacta con el fenómeno desarrollado?
Porque, con la anticoncepción permanente a través del implante, es decir con la certeza plena de que la relación sexual no tendrá como consecuencia un embarazo, los adolescentes se sienten menos obligados a utilizar profilácticos.
En términos criollos:
¿Acaso creen que las mentes progresistas que tenemos en la tan aplaudida ESI "con perspectiva de género" se han hecho eco de este desastre?
Podríamos extendernos páginas y páginas sobre
cómo operan en el campo, pero debemos continuar centrándonos en el
fenómeno de marras.
Al final, todos los viajes que hiciste, todas las increíbles experiencias que tuviste, las drogas que consumiste, los cuerpos que poseíste y que te poseyeron sin culpa, todo eso, cuando dejamos esta osamenta, no se va con vos a la tumba.
Lo que queda, lo que nos vincula con la Eternidad, son, antes que cualquier otra cosa, los hijos.
Con la eternidad de los tuyos y con la Patria, que en definitiva es la Tierra de los Padres, esa tierra que, de seguir con esta tragedia de la despoblación, se quedará sin sus fundamentos, porque no habrá ni Padres, ni Madres que la conduzcan a la Eternidad.
Y será de otros, de los que quieren hacerla
desaparecer...
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