por Niall Ferguson Información enviada por JHGP
ha sustituido la ambigüedad deliberada de la Casa Blanca en torno a Taiwán por una estrategia que parece incierta.
¿Es una exhibición de fuerza o una retirada?
En la campaña electoral del año pasado, Donald Trump amenazó con imponer un arancel general del 60% a las importaciones chinas.
Sin embargo, desde su victoria el 5 de noviembre
- incluso tras ajustar brutalmente cuentas con sus adversarios
nacionales y escandalizar a sus aliados europeos con su
política sobre Ucrania - Trump se
ha mostrado sorprendentemente suave con la superpotencia del otro
lado del mundo.
Pero no tardó en detectar el giro del presidente, que pasó de vapulear a China a codearse con ella.
Ahí acabó el recorrido de la predicción de enero de Ian Bremmer sobre una,
O quizá no...
Pese a toda la dulce charla de Trump, su Administración sigue planteando políticas agresivas hacia China, con incrementos de aranceles y otras medidas económicas punitivas.
Entonces,
Una semana en Asia me ha convencido de que en el
otro lado del Pacífico del que está Trump (y
el
grupo de chat de Signal que al parecer ha reemplazado al
Consejo de Seguridad Nacional...) nadie tiene la menor idea.
Trump, cuyos aranceles de 2018-2019 sobre China no fueron eliminados por Joe Biden, ha añadido más desde su regreso a la Casa Blanca, elevando el arancel efectivo actual sobre los productos chinos del 10,6% al 34%.
El Gobierno también está dispuesto a imponer una tasa de hasta 1,5 millones de dólares por cada visita a puerto de los buques portacontenedores construidos en China.
Ha emitido un memorando pidiendo al Comité de Inversiones Extranjeras (CFIUS) del Departamento del Tesoro de EE.UU. que reduzca el gasto chino en tecnología, energía y otros sectores estratégicos de EE.UU.
También existen planes para restringir el acceso chino a los semiconductores más avanzados de Nvidia.
Sin embargo, desde su reelección, Trump ha mantenido una estrategia contraria.
Ha anulado la decisión del Congreso y del Tribunal Supremo de suspender el funcionamiento de TikTok.
Ha afirmado que Xi,
Según,
Incluso en el tema más delicado de todos, la isla de Taiwán, Trump ha buscado rebajar la tensión, que se intensificó notablemente durante el mandato de su predecesor.
Elbridge Colby, nominado por Trump para el tercer puesto en el Pentágono, evidentemente, recibió el mensaje.
Antaño partidario de priorizar a Taiwán sobre Ucrania e Israel, el autor de The Strategy of Denial (La estrategia de negación) sorprendió a varios asistentes a su audiencia de confirmación al negar que la autonomía de Taiwán fuera un "interés existencial" para EE.UU.
Darren Beattie, actual subsecretario de Estado interino para Diplomacia Pública, fue aún más lejos en julio pasado.
Hay una explicación sencilla para todo esto: el miedo.
Aparentemente imperialista - reivindicando descaradamente Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá - esta Administración es consciente, en silencio, de la vulnerabilidad de Estados Unidos en el escenario indopacífico.
La historia sugiere que las grandes potencias buscan el desarme cuando ya no pueden permitirse carreras armamentísticas.
El problema es que, hasta ahora, China ha mostrado poco interés en una distensión con Trump.
Ha respondido a los aranceles estadounidenses y otras medidas económicas con sus propios aranceles y restricciones a la exportación.
A diferencia de Canadá y México, no ha hecho concesiones a Trump.
Y los recientes esfuerzos chinos por hackear y comprometer las redes de telecomunicaciones e infraestructuras críticas estadounidenses sugieren un estado de ánimo en Pekín que dista mucho de ser conciliador.
Tres días después, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, afirmó que Pekín tomaría,
Como si quisieran reafirmar su postura, China, Rusia e Irán han realizado ejercicios navales conjuntos en el océano Índico, después de que dos buques de guerra chinos realizaran ejercicios con fuego real frente a las costas de Australia, llegando en un momento a navegar a 150 millas náuticas al este de Sidney.
Se han realizado ejercicios similares en el Golfo de Tonkín, frente a Vietnam.
El almirante Samuel Paparo, comandante del Comando Indo-Pacífico de EE.UU., advirtió en el Foro de Defensa de Honolulu el mes pasado de que las,
He planteado esta pregunta más de una vez en los últimos años:
Un sorprendente número de estadounidenses está dispuesto a contemplar una guerra con China.
Según una encuesta realizada el año pasado por el Consejo de Asuntos Globales de Chicago, el 37 % de los estadounidenses - y el 42 % de los republicanos- afirmaron estar a favor de,
La mala noticia:
Con la defensa comprometida de Taiwán y el apoyo japonés, Paparo aún podría ganar una guerra así, pero solo a un coste alarmantemente alto.
En la mayoría de los escenarios,
La guerra del futuro siempre es en parte la guerra del pasado.
Si la "invasión" rusa de Ucrania resultó una mezcla entre Sin novedad en el frente y Blade Runner, en palabras de Max Boot, cualquier guerra chino-estadounidense, probablemente, será en parte Midway y en parte Matrix.
La parte familiar será la contienda entre armadas y fuerzas aéreas rivales por el control de las dos cadenas de islas que salpican la desconcertante inmensidad del Océano Pacífico:
Jugarán un papel de nuevo,
Pero la guerra del futuro también contará con misiles de un alcance y una precisión inimaginables en 1945:
La exploración siempre es crucial en los
conflictos aeronavales, pero la exploración espacial de 2025 habría
parecido ciencia ficción a los hombres de 1945.
Freymann y Halem también muestran el lamentable estado de los sistemas estadounidenses de logística naval, producción industrial de defensa y adquisiciones.
Es cierto que EE.UU. supera a China en número y calidad de sus submarinos y portaaviones. Y el arsenal nuclear chino, aunque crece rápidamente, sigue siendo inferior (actualmente cuenta con más de 600 ojivas en total, en comparación con las 1.700 ojivas estadounidenses desplegadas).
El problema es que todas estas ventajas podrían verse completamente anuladas si las armas antisatélite chinas (y rusas) lograran desmantelar las redes de las que depende el Ejército estadounidense.
Ese era el escenario que más preocupaba a los
funcionarios de la Oficina de Evaluación de Redes del Pentágono,
hasta que Trump la clausuró.
A pesar de las poses imperialistas que adopta, en realidad la política exterior de Trump se asemeja mucho más a la de Richard Nixon que a la de William McKinley o James Polk.
Enfrentado a un imponente eje autoritario formado
por Rusia, China, Irán y Corea del Norte - en muchos sentidos,
producto de la inepta política exterior de Joe Biden - Trump
está aplicando una política de distensión.
Pero existe el peligro de que, mientras el emisario de Trump, Steve Witkoff - un novato en el maquiavélico mundo del arte de gobernar - se centra en cerrar acuerdos con Moscú y Teherán, el presidente y sus asesores más cercanos subestimen la amenaza de China.
A pesar de su gran plan para una táctica de "reversión de Nixon", que alejaría a Vladimir Putin de Xi, EE.UU. hoy sigue estando mucho más lejos de Moscú y Pekín que ambos entre sí.
Además, en sus esfuerzos por conciliar a Putin a
expensas de Ucrania, Trump podría haber dañado profundamente las
relaciones entre Washington y sus aliados europeos.
La CIA concluyó hace dos años que había ordenado a sus jefes de Defensa que estuvieran listos para la guerra para 2027.
Esos preparativos son claramente visibles.
Enfrentado a la disyuntiva entre un enfrentamiento y una retirada respecto a Cuba en 1962, Kruschev cedió (para ser precisos, llegó a un acuerdo con los hermanos Kennedy que implicaba la retirada de los misiles soviéticos de Cuba y los estadounidenses de Turquía, pero nadie lo sabía en aquel momento).
Taiwán es 100 veces más importante económicamente que Cuba, porque es donde se fabrican casi todos los semiconductores más avanzados del mundo.
Pero,
Un amigo de Hong Kong ha sugerido, medio en serio, que,
La ambigüedad estratégica ha sido clave en la política estadounidense sobre Taiwán desde la década los 70:
La Administración Trump ahora tiene una estrategia ambigua hacia China en su conjunto:
"¿Qué va ocurrir?", es la pregunta que me hicieron con más frecuencia durante mi viaje a Asia la semana pasada.
Hasta que me inviten al grupo de chat de
Mike Waltz en
Signal,
solo puedo hacer conjeturas...
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