por Marcelo Ramírez
28 Diciembre 2024
del Sitio Web
KontraInfo
Versión en ingles
La construcción de una realidad global está dirigida, manipulada y
sostenida a través de procesos meticulosos de ingeniería social.
Este mecanismo no surge espontáneamente de la
nada, sino que es cuidadosamente orquestado por fuerzas armadas,
organismos de inteligencia y medios de comunicación que nos venden
una narrativa conveniente como si fuese la evolución natural de las
sociedades.
Un ejemplo reciente de esta manipulación es el "Proyecto Alquimia",
una operación secreta llevada a cabo por el Reino Unido para
prolongar la guerra en Ucrania y contrarrestar las narrativas
alternativas que desafían la versión oficial de los hechos.
Según lo publicado por el medio
The Grayzone,
esta operación es supervisada por el teniente general Charlie
Stickland y cuenta con el apoyo del Ministerio de Defensa
británico.
Su objetivo principal es mantener viva la guerra
a cualquier costo, utilizando ciber-ataques, operaciones encubiertas
y campañas de desinformación para asegurar que la moral pública y
política no decaiga.
El desgaste de Rusia es el objetivo final, utilizando Ucrania como
herramienta inicial y, eventualmente, arrastrando a Europa al
colapso.
La hipocresía en torno a la 'defensa de los
valores democráticos' y los 'derechos humanos' solo sirve para encubrir
estas acciones.
Resulta alarmante que quienes justifican estas
tesis sean los mismos que toman decisiones clave en los gobiernos,
demostrando una ignorancia peligrosa que raya en lo criminal.
Uno de los aspectos más agresivos del Proyecto Alquimia es la desacreditación de medios independientes a través de acoso legal y
estrategias de guerra informativa.
Este proyecto, denunciado por el periodista
británico Kit Klarenberg, expone cómo
los servicios de
inteligencia moldean la percepción pública para consolidar sus
intereses.
Klarenberg, detenido por la policía
antiterrorista británica por sus investigaciones, ha revelado
detalles impactantes sobre estas operaciones, incluyendo su
participación en iniciativas encubiertas que buscan manipular
narrativas mediáticas y desacreditar voces opositoras.
El Proyecto Alquimia también involucra a figuras clave como
Amil
Khan, un veterano agente de guerra psicológica, que ha liderado
campañas encubiertas tanto en Siria como en Etiopía.
Khan es conocido por sus esfuerzos para silenciar
medios independientes como The Grayzone a través de una
combinación de ataques legales y financieros, buscando literalmente
ahogar a estas plataformas.
Las estrategias incluyen presionar a plataformas
de redes sociales para eliminar cuentas críticas bajo argumentos
falsos, lo que demuestra la magnitud del control ejercido por estas
organizaciones sobre el discurso público.
Estas operaciones no se limitan a la esfera informativa.
La conexión
entre los medios, las fuerzas armadas y las agencias de inteligencia
también se refleja en su intervención directa en conflictos armados.
El Proyecto Alquimia ha promovido operaciones
clandestinas similares a la "Operación Gladio", una estrategia de
terrorismo encubierto dirigida por la CIA y el MI6 durante la Guerra
Fría para desacreditar a la izquierda europea.
En este caso,
el objetivo es mantener la guerra
en Ucrania activa a través de sabotajes y ataques dirigidos contra
Rusia.
El papel de Reino Unido en este conflicto no es menor:
-
desde el viaje de Boris Johnson a
Ucrania para garantizar el apoyo de la OTAN y bloquear
cualquier posibilidad de negociación con Rusia
-
hasta las estrategias de propaganda para
mantener a la opinión pública occidental alineada con la
guerra,
...todo está calculado.
Cada paso busca evitar que las poblaciones
occidentales cuestionen los costos humanos y económicos de esta
guerra, distrayéndolas con campañas que manipulan sus emociones y
percepciones.
Entre las estrategias más preocupantes del Proyecto Alquimia se
encuentra,
la utilización de temas como los derechos humanos y el
cambio climático para construir
enemigos imaginarios que desvían la
atención de los verdaderos problemas.
Estas narrativas, promovidas por sectores
progresistas pero respaldadas por agencias de inteligencia,
sirven
para dividir, desenfocar y desmovilizar a la población, mientras se
perpetúa el
control de las élites...
Por otro lado,
el impacto económico de la guerra también es una
herramienta de control.
Las sanciones contra Rusia han tenido un
efecto boomerang en Occidente, con aumentos en los costos de energía
y bienes de consumo que golpean directamente a los votantes.
Sin embargo, estas consecuencias no son
imprevistas, sino parte de un plan calculado para generar caos y
justificar medidas autoritarias que mantengan a las élites en el
poder.
Mientras tanto, los medios independientes que denuncian estas
operaciones enfrentan una persecución constante.
Ejemplos como,
-
el cierre de cuentas en redes
sociales
-
el bloqueo de contenidos
-
las campañas de difamación
contra plataformas como
RT y
Sputnik,
...ilustran cómo las narrativas
oficiales buscan silenciar cualquier voz disidente.
Estas acciones no solo reflejan un desprecio por
la libertad de expresión, sino que también exponen la debilidad de
un sistema que depende de la censura para mantenerse.
El
caso de Ucrania es emblemático.
Las fuerzas occidentales han utilizado el
país como peón en un juego geopolítico que busca debilitar a
Rusia y consolidar su dominio global.
Sin embargo, este enfoque también ha revelado las
contradicciones y limitaciones de Occidente.
La incapacidad de sostener una narrativa
coherente, combinada con el creciente descontento de las poblaciones
afectadas por las consecuencias de la guerra, plantea dudas sobre la
viabilidad de esta estrategia a largo plazo.
La manipulación de la realidad también incluye la creación de
divisiones internas en Rusia, aprovechando su diversidad étnica y
religiosa.
La promoción de conflictos entre cristianos y
musulmanes, así como los intentos de fracturar al país en pequeños
estados, forman parte de un plan más amplio para desestabilizar a
Moscú desde dentro.
Estas estrategias, disfrazadas de iniciativas
democráticas o humanitarias, solo sirven para reforzar los intereses
de las potencias occidentales.
En definitiva,
lo que estamos presenciando no es una teoría de la
conspiración, sino una realidad comprobable en la que las élites
utilizan todos los medios a su disposición para mantener su poder.
Desde la manipulación informativa hasta las
operaciones encubiertas y la construcción de narrativas ficticias,
todo está diseñado para perpetuar un sistema que favorece a unos
pocos a expensas de las mayorías.
La hipocresía de Occidente queda al descubierto cuando habla de
democracia y derechos humanos mientras viola estos principios en
nombre de sus intereses.
La verdadera pregunta es,
cómo podemos romper este
ciclo y construir un sistema que responda a las necesidades de las
mayorías, en lugar de ser una fachada para el control de las
minorías.
La respuesta no está en 'más de lo mismo', sino
en la búsqueda de 'alternativas que desafíen las estructuras
de poder establecidas' y nos permitan imaginar un futuro diferente.
Fuente
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