por Adrian Salbuchi
15 Marzo 2013
del Sitio Web
RT
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italiano
Luego de un breve cónclave en el Vaticano, el miércoles 13, los 115
cardenales reunidos en la Capilla Sixtina dejaron ver la fumata
blanca al mundo, anunciando 'habemus papam': tenemos nuevo papa.
Así,
el arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio se transformó en el
nuevo jefe de la Iglesia Católica sucediendo a
Benedicto XVI tras su
histórica renuncia el mes pasado.
Esta elección revela ciertos
indicios significativos, si bien sutiles.
Ni bien Monseñor Bergoglio fue elegido, en la privacidad del
Vaticano la primera pregunta que le hizo el cardenal Giovanni
Battista fue,
"¿con qué nombre deseas ser conocido?", a lo que
respondió "Me llamaré Francisco".
Momentos después, al ser presentado ante el mundo desde la Basílica
de San Pedro, el papa Francisco anunció a su grey,
"ustedes saben que el deber del
cónclave es darle un obispo a Roma. Parece que mis hermanos
cardenales han ido hasta el fin del mundo para traerlo. Y aquí
estamos…"
Es esta una frase cargada de premoniciones en estos tiempos tan
desajustados que vive el mundo, y que muchos perciben como de
desorden apocalíptico.
Especialmente quienes creen en
las profecías
del santo irlandés Malaquías, obispo de Armagh, que en el siglo XII
mientras visitaba Roma tuvo una Visión profética acerca de 112
futuros papas que tendría la Iglesia a partir de aquellos tiempos.
Malaquías anotó una breve divisa emblemática para cada uno de esos
futuros papas, que con el tiempo resultaron insólitamente precisas.
Según esa Visión, Benedicto XVI fue el 111º papa a quien como
penúltimo de la lista, le diera la divisa de "La Gloria del Olivo".
En verdad, Malaquías bien podría haberle errado por siglos enteros,
si se tiene en cuenta que ha habido papas como Pío IX que en el
siglo XIX reinó 34 años mientras que otro como Juan Pablo I en el
siglo XX apenas reinó 33 días.
Y, sin embargo, llegamos a este año
2013 - apenas meses después del 2012 con su aura fatídica del "fin
de los tiempos" - y repentinamente nos encontramos con un nuevo (¿último?)
papa.
Muchas "primicias"
Y si Francisco terminara no siendo el último papa, de todos modos
reúne una lista interesante de primicias dentro de la Iglesia
católica:
¿Pero, por qué tantas expectativas en torno a su figura?
Porque en la nómina de San Malaquías, para el 112º papa, que sería
el actual, anotó estas palabras ominosas:
"Durante la persecución
final de la Santa Iglesia de Roma reinará Pedro el Romano, quien
alimentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la
ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Terrible
juzgará al pueblo. Fin."
Si la visión de Malaquías se cumple hasta
el final, entonces Francisco será el último papa de la Iglesia
Romana.
El mismo día en que Benedicto XVI sorprendió al mundo anunciando su
inesperada renuncia un rayo golpeó la cúpula de la Basílica de San
Pedro, en una imagen que dio la vuelta al mundo.
"La mano de Dios"
pensaron algunos, solo que esta vez no en alusión a ningún jugador
de fútbol estrella argentino, sino como signo de los tiempos
venideros para el Vaticano: la llegada de un papa argentino.
Se dice que los monseñores toman esta y otras profecías - notablemente
las visiones de Fátima - con la debida seriedad, lo que puede ayudar
a explicar por qué otros candidatos papales que se llaman Pedro o
que son oriundos de Roma, fueron discretamente dejados de lado;
quizás para no tentar el Destino.
Sea como fuere, Francisco es, como él mismo se describiera, un "papa
del fin del mundo", viniendo como es su caso de la lejana República
Argentina.
Cardenal
opositor en la Argentina
Como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio ha trabajado intensamente
a favor de los pobres y lo ha hecho de una manera muy concreta y
práctica, lo que le trajo serios conflictos con el régimen
crecientemente izquierdizante de Néstor y Cristina Kirchner.
Dado que Monseñor Bergoglio fue muy directo en sus críticas a los
Kirchner en los Te Deum solemnes que marcan el aniversario de la
Revolución del 25 de mayo 1810 celebrado en la Catedral
Metropolitana de Buenos Aires, que tradicionalmente cuenta con la
presencia del presidente, su gabinete y familia, para evitar sus
reprimendas a partir del 2005 los Kirchner se las arreglaron para
celebrar esta fecha patria argentina en otras ciudades del país.
En
verdad, hace ya casi tres años que la presidente Kirchner ni
siquiera se reúne con el Cardenal Bergoglio.
Aunque el nuevo papa es un moderado en muchos temas - especialmente
en sus esfuerzos a favor del ecumenismo y las relaciones con otros
cultos (acaba de ser invitado a visitar Israel) y ha abrazado las
reformas del Concilio Vaticano II con pasión - sin embargo, se ha
opuesto sistemáticamente al matrimonio gay transformado en ley en
2011 por el gobierno Kirchner, y se opone terminantemente a toda
legislación pro-aborto promovida desde el gobierno y por la
oposición, tanto de izquierda como de derecha.
Bergoglio es un ardiente devoto de la Virgen María cuya protección
invocó en su primer mensaje urbi et orbi como papa y el primer lugar
al que fue a orar fue la Capilla de la Virgen de
Santa Maria
Maggiore.
¿Limpiará el
Vaticano?
Como un signo de los tiempos por venir, Francisco es también el
primer papa de la historia que eligió un nombre que honra a uno de
los santos más importantes de la cristiandad:
San Francisco de Asís,
un reformador del siglo XIII que predicó a través del ejemplo.
Aunque provenía de una familia rica Francisco eligió vivir en la
pobreza y la austeridad, indicándole a sus seguidores que todo
cristiano tiene la obligación de "predicar el evangelio siempre; de
ser necesario, utilizando palabras", significando con ello que los
mejores predicadores son los que dan los mejores ejemplos, algo que
viene estando notoriamente ausente en la Iglesia en tiempos modernos.
San Francisco fundó la Orden Franciscana y su contraparte femenina
encomendada a su hermana espiritual Santa Clara de Asís; ambas
órdenes hacen votos de pobreza.
Su prédica le trajo muchos problemas
con las autoridades seculares y eclesiásticos de su era, costándole
incluso el encarcelamiento.
Al igual que hoy, la Iglesia en tiempos de San Francisco estaba muy
necesitada de una gran limpieza interior. Francisco llegó a
reprocharle al papa ante de sus cardenales su excesivo lujo,
banalidad y estilo de vida mundano. Finalmente, el papa Inocencio
III aprobaría su prédica y la fundación de la Orden de los
Franciscanos.
La pregunta entonces es si hoy el papa Francisco hará lo mismo que
su antecesor espiritual y librará una batalla a favor de una mayor
austeridad dentro de la Iglesia, exigiendo a sus máximas autoridades
que den los mejores ejemplos, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
Por ejemplo,
-
¿Tomará Francisco medidas contundentes contra los
prelados culpables de mala conducta sexual, separándolos de manera
total y definitiva de la Iglesia, en lugar de limitarse a
transferirlos a otros lugares más discretos esperando que sus
inmoralidades y perversiones desaparezcan como por arte de magia?
-
¿Hará una limpieza completa y profunda del Banco Vaticano (el
Instituto por la Obra Religiosa) obligándolo a cancelar operaciones
financieras oscuras, rechazar ingresos financieros provenientes de
la usura, y poner esas riquezas financieras al servicio de los
pobres?
-
¿Podrá identificar y arrancar de cuajo a los verdaderos responsables
de tales crímenes y perversiones, separándolos - insisto - de manera
total y contundente del seno de la Iglesia?
-
En pocas palabras, ¿hará Francisco lo que ninguno de sus predecesores
en los últimos cincuenta años ha osado hacer, que es no barrer toda
la suciedad interna debajo de la alfombra, sino impulsar una sana y
saludable limpieza a fondo?
Todo esto está por ver.
Cientos de millones de católicos honestos en todo el mundo,
incluidos los de su propia patria natal, esperan que así sea.
Otros, sin embargo, mucho más cercanos ahora al flamante papa y que
residen dentro del Vaticano, tiemblan y temen que Francisco
realmente pueda llegar a hacer todo esto.
Esto representa un claro peligro para Francisco, especialmente
cuando se recuerda cómo otro papa - Juan Pablo I - se comprometió a
limpiar el Banco Vaticano luego de los escándalos del Banco
Ambrosiano y la Masonería.
Pero tristemente, Juan Pablo I - que en la
Lista de San Malaquías figura como el 109º papa bajo la divisa "De Medietate Lunae"
("de la Media Luna") - cuando fue elegido en agosto
1978 había una media luna en el cielo, pero a la siguiente media-luna
ya había muerto…
¿Cuál
Francisco?
Pero tampoco estamos totalmente seguros de que Monseñor Bergoglio
eligiera su nombre papal para, efectivamente, honrar al santo de
Asís. Puede que lo haya hecho pensando en otros Franciscos de la
Iglesia, como,
...ambos
jesuitas como él.
Los Jesuitas
- la Compañía de Jesús - son una orden del siglo XVI
fundada por el español San Ignacio de Loyola para operar como una
milicia en defensa de la Iglesia contra las fuerzas reformistas y
otras amenazas a la Fe.
La voluntariosa y fuerte militancia jesuítica hizo que en las
colonias americanas y también en Europa se la expulsara en distintos
momentos en los últimos siglos. Incluso dentro de la misma Iglesia
han sido castigados en diversas ocasiones. Los Jesuitas, sin
embargo, tienen un liderazgo autónomo bajo un Superior General al
que muchos llaman el "papa negro", no sólo por el color de sus
sotanas sino por la gran y discreta influencia que detentan en el
seno de la Iglesia.
Los Jesuitas tienen fama de ser intelectuales agudos y astutos, con
un fuerte sentido de lo estratégico en lo político y social, y una
gran voluntad para promover y dinamizar sus metas y objetivos
Posiblemente, el papa Bergoglio haya querido honrar a todos estos
Franciscos. Pero es San Francisco de Asís el que más parece haber
captado la imaginación de los católicos en todo el mundo, en cuyo
caso mucho se espera del nuevo papa.
Ningún papa hasta ahora ha elegido portar el nombre Francisco, que
muchos perciben como emblemático de un gran enemigo de ciertas
fuerzas mundanas y destructivas enquistadas desde hace siglos dentro
de la propia Iglesia.
Claramente, se inicia un nuevo capítulo dentro de la Iglesia. El
papa Francisco tendrá que lidiar con enormes fuerzas tanto dentro
como fuera del Vaticano; algunas buenas, otras malas.
Felizmente, muchas de esas fuerzas parecieran ser de naturaleza más
espiritual, lo que trae cierta esperanza de que el Todopoderoso
derrame su protección sobre la Iglesia "como un relámpago caído del
cielo".
Otras fuerzas, sin embargo, son de una naturaleza mucho más oscura y
siniestra, producto de siglos de infiltración masónica y de otros
enemigos.
Por último, si una vez más quedara demostrado que Malaquías tiene
razón y Francisco terminara siendo efectivamente el papa testigo del
final de la Iglesia Romana - especialmente en estos momentos en que
un manto oscuro parece estar descendiendo sobre la humanidad - ¿no
será entonces que, como sudamericano, Francisco pudiera ser una
figura pivote llamada a construir un gran puente que le permita a la
Iglesia Católica refundarse desde Latinoamérica?
Después de todo, casi la mitad de los católicos del mundo viven en
nuestro continente latinoamericano.
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