por Imad Fawzi Shueibi
18 Agosto 2012
del Sitio Web
RedVoltaire
Versión en Ingles
Traducido al español por la Red
Voltaire a partir de la traducción al francés
de Said Hilal Alcharifi |
Hace 4 siglos que los
líderes políticos vienen tratando de crear un orden
internacional capaz de regir las relaciones entre las
naciones y de evitar las guerras.
Aunque el principio de la
soberanía de los Estados arrojó resultados, las
organizaciones intergubernamentales han reflejado
esencialmente la correlación de fuerzas correspondiente
a cada momento.
En cuanto al ambicioso
proyecto estadounidense de Nuevo Orden Mundial, el hecho
es que está estrellándose contra las nuevas realidades
geopolíticas.
La lenta formación de un
orden internacional
Maximilien de Bethune, Duque de Sully (1559-1641)
y el castillo de Chateau-de-Sully-sur-Loira en la actualidad en Francia.
Si bien la expresión «orden mundial» es de
reciente aparición en el discurso político, la idea misma de instaurar un
orden mundial, o internacional, data ya del siglo XVII y fue tema de
discusión cada vez que se presentaba una posibilidad de organizar la paz y
de darle un carácter permanente.
Ya en 1603, el rey francés Enrique IV daba a su ministro, el duque de Sully,
la tarea de elaborar un primer proyecto.
El objetivo era la constitución de
una república cristiana que incluyera a todos los pueblos de Europa. Dicha
república debía garantizar la preservación de las nacionalidades y cultos y
encargarse de resolver los problemas entre esos componentes.
Aquel Gran Empeño incluía una redefinición de las fronteras de los Estados
como medio de equilibrar el poderío de los mismos y la creación de una
Confederación Europea de 15 miembros, con un Consejo supranacional que debía
disponer de poder de arbitraje y de un ejército capaz de garantizar la
defensa de la Confederación contra los turcos.
El asesinato de Enrique IV interrumpió aquel sueño, que no resurgió ya hasta
el final de las guerras desatadas por Luis XIV.
El abate Saint-Pierre dio a
conocer por entonces su
Projet pour rendre la paix perpétuelle entre les
souverains chrétiens [En español, “Proyecto para perpetuar la paz entre los
soberanos cristianos”. NdT].
Aquel plan, que fue presentado al Congreso de Utrecht (en 1713), consistía
en adoptar íntegramente todas las decisiones tomadas en aquel encuentro como
base definitiva para el trazado de las fronteras entre los países
beligerantes y en la creación de una liga de las naciones europeas (una
federación internacional) que se encargaría de prevenir los conflictos.
Independientemente de la mencionada utopía, lo más importante de aquella
época fue, por supuesto, los Tratados que hicieron posible la
Paz de
Westfalia, firmados en 1648, al cabo de una guerra de 30 años, guerra que se
libró bajo estandartes religiosos, dando lugar a una gran acumulación de
odio, y en la que pereció el 40% de la población.
Las negociaciones se prologaron durante 4 años (de 1644 a 1648) y finalmente
concretaron una igualdad entre todas las partes beligerantes, ya fuesen
católicos o protestantes, monárquicos o republicanos.
Los Tratados de Westfalia establecieron 4 principios fundamentales:
-
La soberanía absoluta del Estado-Nación y el derecho fundamental a la
autodeterminación política.
-
La igualdad entre los Estados-Naciones en el plano jurídico. En virtud
de ese principio, el más pequeño de los Estados se considera igual al más
grande, independientemente de su fuerza o su debilidad, de su riqueza o su
pobreza.
-
El respeto de los tratados y la aparición de un derecho internacional
de obligatorio cumplimiento [O sea vinculante. NdT.].
-
La no injerencia en los asuntos internos de los demás Estados.
Cierto es que esos principios generales no garantizan una soberanía absoluta,
que en realidad nunca ha existido.
En todo caso, se trataba de principios
que deslegitimaban todo acto susceptible de abolir dicha soberanía.
Todos los filósofos vinculados a la política respaldaron esos proyectos.
Rousseau exhortó vehementemente a la formación de un Estado único de
carácter contractual que debía reunir a todos los países de Europa.
En 1875,
Kant publicó Para la paz perpetua. La paz es para Kant una construcción
jurídica que exige el establecimiento de una ley general aplicable a todos
los Estados. El utilitarista inglés Bentham condenó la diplomacia secreta
por tratarse de un procedimiento que se separa del derecho.
También llamó a
la creación de una opinión pública internacional capaz de obligar a los
gobiernos a someterse a las resoluciones internacionales y al arbitraje.
Firma de uno de los Tratados de Westfalia
La creación de las instituciones reguladoras internacionales
Clemente-Wenceslao de Metternich (1773-1859)
La idea de un orden internacional fue progresando constantemente, basada
siempre en las reglas de la soberanía consagradas en los Tratados de
Westfalia.
Dio lugar al surgimiento de la Santa Alianza, propuesta en 1815
por el Zar Alejandro I, y al proyecto de Concertación europea que propuso,
ya en el siglo XIX, el canciller austriaco Metternich como medio de prevenir
«la revolución» que en el lenguaje racional político no significa otra cosa
que el caos.
Fue a partir de aquel momento que los Estados comenzaron a celebrar cumbres
para dirimir problemas sin recurrir a la guerra, privilegiando el arbitraje
y la diplomacia.
Fue con ese objetivo que se fundó la Sociedad de Naciones (SDN), al término
de la Primera Guerra Mundial.
Pero la SDN no fue más que la expresión de la
correlación de fuerzas de aquel momento, al servicio de las potencias que
habían salido victoriosas de aquella guerra. Sus valores morales eran por lo
tanto muy relativos.
Fue así como, a pesar de que su supuesto objetivo era
resolver los diferendos entre naciones a través del arbitraje y sin recurrir
a la guerra, la SDN se declaró competente para supervisar política,
económica y administrativamente a los pueblos subdesarrollados o colonizados
hasta que estos últimos lograran su autodeterminación, lo cual condujo
naturalmente a la legitimación de los mandatos.
Al adoptar esa posición, la
Sociedad de Naciones encarnó la realidad colonialista.
El carácter artificial de aquella organización quedó demostrado cuando fue
incapaz de enfrentar graves acontecimientos internacionales, como,
-
la
conquista de Manchuria por parte de Japón
-
la conquista de Abisinia (la
actual Etiopía) por parte de Italia
-
la anexión de la isla griega de Corfú,
también por parte de Italia
La Sociedad de Naciones
durante una reunión en Ginebra
Aunque el presidente estadounidense Woodrow Wilson había promovido la idea
de León Bourgeois que dio lugar al nacimiento de la SDN, Washington nunca
fue miembro de esa organización.
Ante las acusaciones de las demás naciones,
Japón y Alemania se retiraron de ella, lo cual privó a la SDN de todo valor
real.
La ONU, sucesora de la SDN, fue por su parte el reflejo de la
Carta del
Atlántico, firmada por Estados Unidos y Gran Bretaña el 4 de agosto de 1941,
y de la declaración de Moscú, adoptada por los Aliados el 30 de octubre de
1943, anunciando la creación de,
«una organización general basada en el
principio de la igualdad de todos los Estados pacíficos en materia de
soberanía».
El proyecto se desarrolló durante la Conferencia de Dumbarton
Oaks, celebrada en Washington desde el 21 de agosto hasta el 7 de octubre de
1944.
Los principios de la Carta del Atlántico fueron a su vez aprobados en la
Conferencia de Yalta (del 4 al 12 de febrero de 1945), antes de su
consagración final en la Conferencia de San Francisco (los días 25 y 26 de
junio de 1945).
La ideología mundialista se vio entonces encarnada en la ONU, organización
que, desde su creación, ha pretendido establecer un sistema de seguridad
colectiva para todos, incluyendo a los Estados que no pertenecen a ella.
En
realidad, la ONU no es una sociedad contractual entre iguales - como tampoco
lo fue la SDN - sino el reflejo de la correlación de fuerzas del momento, a
favor de los vencedores del momento.
Aún así, el mundo entero se sometió a aquella voluntad.
El Consejo de Seguridad de la ONU
Esta organización, supuestamente mundial, no era en la práctica otra cosa
que la expresión de la voluntad de dominación de las potencias victoriosas,
en detrimento de la voluntad - ignorada - de los pueblos.
Esta realidad geopolítica se confirmó en el momento de la creación del
Consejo de Seguridad de la ONU al que pertenecen, con la categoría de
miembros permanentes, las cinco grandes potencias (las potencias vencedoras)
y otros miembros no permanentes electos en función de criterios geográficos,
que implican una subrepresentación de África y Asia.
La ineficacia de ese sistema se hizo patente durante la guerra fría.
El
conflicto entre las dos grandes potencias afectó a las pequeñas, que
tuvieron que soportar todas las consecuencias de dicho conflicto, tanto en
el plano local como a escala regional.
Esta estructuración de los papeles de las partes se reflejaba abiertamente
en el funcionamiento de la ONU, tanto en lo tocante a los pedidos de
adhesión como en el tratamiento de los conflictos, como pudo comprobarse en
los casos de,
-
Palestina y de Corea
-
en la nacionalización del petróleo iraní
-
en la crisis del canal de Suez
-
en las ocupaciones israelíes, en Líbano,
etc.
Al crearse la ONU se proclamó,
«la fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de
derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas a crear
condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las
obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho
internacional».
Pero el sistema del veto ha privado a las demás naciones del
derecho a ser actores en condiciones de igualdad.
En definitiva, las instituciones internacionales han sido siempre un reflejo
del equilibrio entre las potencias, lo cual está muy lejos de toda idea de
justicia en el sentido filosófico o moral.
El Consejo de Seguridad de la ONU es en realidad un directorio mundial (continuador
del que había instalado Matternich), que reserva exclusivamente a los
Aliados, vencedores en la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de imponer
resoluciones, en vez de poner ese derecho en manos de quienes trabajan a
favor de la paz.
Después de la desaparición de la Unión Soviética era crucial haber cambiado
el sistema internacional.
Estados Unidos rediseña las relaciones internacionales
Leo Strauss (1899-1973)
Fue en ese momento que los discípulos de Leo Strauss triunfaron en Estados
Unidos, con ayuda de los periodistas neoconservadores.
Según ellos, la
sociedad se divide en tres castas:
-
los sabios
-
los señores
-
el pueblo
Los
sabios son los únicos que conocen la verdad, de la cual sólo revelan una
parte a los políticos (los señores), mientras que el pueblo tiene que
someterse a sus decisiones.
Los discípulos de Leo Strauss han seguido
promoviendo sus ideas y llamando constantemente a la abrogación de los
Tratados de Westfalia, lo cual implica el abandono del respeto de la
soberanía de los Estados y la anulación del principio de no injerencia en
sus asuntos internos.
Para lograr imponer la hegemonía occidental han
inventado un «derecho de injerencia humanitaria» y una «responsabilidad de
proteger» que supuestamente tendrían los sabios, cuya ejecución estaría en
manos de los señores y que habría que imponer a los pueblos.
En lo que
constituye una revisión del vocabulario de la Segunda Guerra Mundial, han
llamado también a reemplazar la «resistencia» por la negociación.
En 1999, los llamados de los neoconservadores encontraron eco en varios
países occidentales, principalmente en el Reino Unido y Francia.
Tony Blair
presentó el ataque de la OTAN contra Kosovo como la primera guerra
humanitaria de la historia. En un discurso pronunciado en Chicago, Blair
afirmó que el Reino Unido no estaba tratando de defender sus intereses sino
que estaba promoviendo valores universales.
Tanto
Henry Kissinger como
Jaiver Solana (por entonces secretario general de la OTAN y no de la Unión
Europea) saludaron calurosamente aquella declaración de Blair.
Poco después,
la ONU nombraba a Bernard Kouchner como administrador de Kosovo.
Tony Blair formula su doctrina (Chicago, 22 de abril de 2009)
No hay diferencia notable entre la teoría de los straussianos y la de
los
nazis.
En
Mein Kampf, Hitler ya arremetía contra el principio de soberanía
de los Estados, consagrado en los Tratados de Westfalia.
Esta visión del mundo se ha impuesto ya en el plano económico con,
Desde su
creación misma, esas instituciones se empeñaron en inmiscuirse en las
políticas económicas, presupuestarias y financieras de los Estados, sobre
todo de los más pobres y vulnerables.
Algunos Estados árabes han sufrido las
consecuencias de sus consejos en materia de liberalización económica, de
privatización del sector público, de venta de los recursos naturales a
precios irrisorios.
Washington estuvo indeciso sobre la conducta a seguir después de la
desaparición de la URSS. Estados Unidos reafirmó poco a poco su categoría
como única superpotencia, incluso como «hiperpotencia» según la expresión
del francés Hubert Vedrine.
Desde entonces, Estados Unidos ha considerado
obsoleto el sistema de la ONU heredado de la Segunda Guerra mundial.
Pero no
se ha limitado a desinteresarse de la ONU sino que incluso ignora sus
obligaciones financieras para con esa organización,
-
no ratificó el Protocolo
de Kioto
-
se negó a aceptar el Tribunal Penal Internacional
-
ha humillado a la UNESCO en varias
ocasiones
Los conceptos surgidos de la Segunda Guerra Mundial fueron barridos por los
atentados del 11 de septiembre de 2001.
La Estrategia Nacional de Seguridad
de los Estados Unidos de América, publicada por el presidente
George W. Bush
el 20 de septiembre de 2002, proclama un nuevo derecho:
«la acción militar
preventiva contra los Estados renegados».
La estrategia estadounidense incluye un radical giro conceptual.
-
La noción de resistencia, surgida de la resistencia francesa contra la
ocupación nazi, se ve deslegitimada para favorecer una exigencia de solución
de los conflictos a través de la negociación, sin que se tengan en cuenta
los derechos inalienables de las partes.
Al mismo tiempo, la noción de
terrorismo - que nunca ha llegado a definirse en derecho internacional - ha
sido utilizada para deslegitimar a todo grupo armado en conflicto con un
Estado, sin tener en cuenta las causas de ese conflicto.
-
Abrogando las leyes de la guerra, Washington volvió a poner de moda los «asesinatos
selectivos», práctica que había abandonado después de la guerra de Vietnam
pero que Israel ya estaba aplicando desde hace más de una década.
Según los
juristas de Washington, los «asesinatos selectivos» no son propiamente «asesinatos»
sino «homicidios en defensa propia», a pesar de que no existe en esos casos
ni necesidad de protegerse, ni concomitancia entre la amenaza y la reacción,
ni una justa proporción entre la respuesta y la supuesta amenaza.
-
La injerencia humanitaria y la responsabilidad de proteger se ponen por
encima de la soberanía de los Estados.
-
Y, finalmente, aparece la noción de Estados renegados.
Bernard Lewis (1916 - )
Los 4 criterios utilizados para definir a los llamados
Estados renegados
caen ampliamente en el terreno de la suposición, esencialmente en cuanto a
las intenciones de esos Estados:
-
Sus dirigentes oprimen a la población y saquean sus bienes.
-
No respetan las leyes internacionales y constituyen una amenaza permanente
para sus vecinos.
-
Apoyan el terrorismo.
-
Odian a Estados Unidos y los principios democráticos de ese país.
Diez años después de la desaparición de la URSS, Estados Unidos emprende su
rediseño de las relaciones internacionales.
En lo tocante al Medio Oriente,
el filosofo neoconservador Bernard Lewis y su discípulo Fuad Ajami enuncian
los principales objetivos:
-
Acabar con el nacionalismo árabe golpeando a los
regímenes tiránicos que cimentaron el mosaico tribal, confesional y
religioso.
-
La destrucción y el desmembramiento de los Estados de esta región
conducirán al «Caos constructor», una situación incontrolable en la que
desaparece toda forma de cohesión social y el hombre vuelve a su estado
primitivo.
-
Esas sociedades volverán así a una etapa prenacional, por no
decir prehistórica, que dará lugar al surgimiento de micro Estados
étnicamente homogéneos y fatalmente dependiente de Estados Unidos.
Uno de
los líderes straussianos, Richard Perle, afirmaba que después de las guerras
en Irak y Líbano vendrían otras, en Siria y en Arabia Saudita, que acabarían
en una apoteosis en Egipto.
Tres etapas
En todo caso, la construcción de este
Nuevo Orden Mundial ha pasado por
varias etapas.
-
De 1991 a 2002 se produce una etapa de indecisión. Washington no se
decide a reafirmarse como única superpotencia y a decidir unilateralmente el
destino del mundo. Aunque duró más de un decenio, esta etapa no es más que
un breve momento a escala histórica.
-
Desde 2003 hasta 2006, Washington trata de aplicar a toda costa la teoría
del «Caos constructor» para extender así su propia hegemonía.
Desató así dos
guerras: una en Irak, donde usó sus propias tropas, y otra en Líbano, a
través de un contratista.
La derrota israelí de 2006 interrumpió
temporalmente el proyecto estadounidense. Rusia y China recurrieron entonces
por 2 veces a su derecho de veto (sobre Myanmar y Zimbabue) como para
confirmar tímidamente que estaban de regreso en la escena internacional.
-
En el periodo que va de 2006 al momento actual, el sistema unipolar cedió
espacio a un mundo no polar.
Se dispersó el poderío. China, la Unión Europea,
la India, Rusia y Estados Unidos representan a más de la mitad de los
habitantes del planeta, poseen el 75% del PIB mundial y efectúan el 80% de
los gastos militares.
Este estado de cosas justifica, en cierta medida, un
funcionamiento multipolar debido a la competencia que se desarrolla entre
estos polos.
La nebulosa de un mundo no polar
Lo más importante es que esas potencias se ven ante desafíos que vienen
tanto de arriba (las organizaciones regionales y mundiales) como de abajo
(de las milicias, las ONGs y las transnacionales).
El poderío está presente,
al mismo tiempo, en todas partes y en ningún sitio, en varias manos y en
varios lugares.
Además de las seis grandes potencias mundiales existe una gran cantidad de
potencias regionales.
-
En Latinoamérica se puede mencionar los casos de
Brasil, más o menos de Argentina, de Chile, México y Venezuela
-
En África,
se pueden mencionar Nigeria, Sudáfrica y Egipto
-
En el Medio Oriente tenemos
a Irán, Israel y Arabia Saudita
-
También están los casos de Pakistán, en
el sudeste de Asia
-
Los de Australia, Indonesia y Corea del
Sur, en el Asia oriental y en el oeste del Pacífico
Numerosas organizaciones intergubernamentales aparecen también en ese
listado de fuerzas:
Y no
podemos olvidar la existencia de clubes como la OPEP (la Organización de
Países Exportadores de Petróleo).
Hay agregar también a ese listado ciertos Estados que a su vez son parte de
Estados-Naciones, como el Estado de California, en Estados Unidos, y el de
Uttar Pradesh [el Estado más poblado de la India] e incluso ciudades como
Nueva York y Shangai.
También están las empresas transnacionales, sobre todo,
-
las vinculadas a
sectores como la energía y las finanzas
-
medios de difusión de alcance
global como Al-Jazeera, la BBC y CNN
-
milicias como el Hezbollah, el
Ejército del Mehdi o los talibanes
A todo lo anterior tenemos que agregar
aún,
La lista
es interminable.
World Economic Forum (Davos)
Pero la principal concentración de poderío se mantiene en Estados Unidos.
Los gastos militares de ese país están estimados en más de 500 000 millones
de dólares. Esa cifra puede elevarse en realidad a 700 000 millones si
tenemos en cuenta el costo de las operaciones que actualmente se desarrollan
en Irak y Afganistán.
Con un PIB anual estimado en 14 trillones de dólares,
Estados Unidos está considerado como la primera economía del mundo.
Sin embargo, la realidad del poderío estadounidense no puede ocultar la
decadencia de Estados Unidos, tanto en valor absoluto como en relación con
los demás Estados. Como ha señalado el presidente del
Council on Foreign
Relations, Richard Haass, el progreso de países como China, Rusia, Arabia
Saudita y los Emiratos Árabes Unidos es del orden de un trillón al año.
Eso
se debe, claro está, al mercado de la energía.
Dada la explosión de la
demanda de energía de parte de China y de la India, esa cifra está llamada a
seguir creciendo. La debilidad del dólar ante la libra esterlina y el euro
no sólo provocará la depreciación de la moneda estadounidense ante las
divisas asiáticas sino también una posible transformación del mercado del
petróleo, que adoptará el pago a través de diferentes divisas, o quizás en
euros.
Y cuando el dólar estadounidense
deje de ser la moneda de la compra-venta
petrolera, la economía de Estados Unidos se volverá vulnerable a la
inflación y las crisis monetarias.
Dos mecanismos fundamentales han sostenido el mundo no polar:
-
Numerosos flujos financieros se han abierto paso fuera de las vías legales
y a espaldas de los gobiernos, lo cual tiende a demostrar que la
globalización debilita la influencia de las principales potencias.
-
Los Estados petroleros han utilizado ampliamente esos flujos para
financiar en secreto actores no estatales.
Por consiguiente, en un sistema no polar, el hecho de ser el Estado más
poderoso del mundo no garantiza el monopolio de la fuerza.
Todo tipo de
grupos, e incluso de individuos, pueden acumular influencia.
Según el profesor Hedley Bull, las relaciones internacionales han sido
siempre una mezcla de orden y caos. Si seguimos la lógica de su teoría, el
sistema no polar tiende a volverse cada vez más complejo. Y eso es lo que ha
sucedido.
En 2011, la exacerbación de las tensiones alrededor de Libia demostró que el
sistema no polar había dejado de ser viable. Aparecieron entonces dos
orientaciones que competían entre sí.
-
La primera es estadounidense.
Su objetivo es la construcción de un Nuevo
Orden Mundial que corresponda a la estrategia de Washington.
Ello supone
abolir la soberanía de los países, reconocida desde la época de los Tratados
de Westfalia, y reemplazarla por la injerencia humanitaria, a la vez como
legitimación retórica y como caballo de Troya del American Way of Life.
Brasil + Rusia + India + China = BRIC
-
La segunda, respaldada por la Organización de Cooperación de Shanghai y los
países del BRICS, es chino-rusa.
Reclama la preservación de los principios
de los Tratados de Westfalia, sin proponer por ello un retroceso. Su
objetivo es instaurar una nueva regla del juego, algo basado alrededor de
dos núcleos alrededor de los cuales existen cierto número de polos.
Resulta evidente que el control de los recursos, sobre todo de las energías
renovables, constituye el paso ideal hacia la creación de un nuevo sistema,
cuya aparición se mantiene bloqueada desde 1991.
También está claro que el control del gas y de las vías de transporte
constituye el centro del conflicto que hoy se desarrolla en Siria.
Es
indudable que la polarización de las potencias sobre ese tema sobrepasa en
importancia las supuestas causas internas así como la cuestión del acceso a
las aguas cálidas o la importancia logística de la base naval de Tartus.
El imperativo energético
La batalla de la energía era el gran negocio de
Dick Cheney.
La dirigió
desde el año 2000 hasta 2008, en claro enfrentamiento con China y Rusia. Es
la misma política que se ha seguido aplicando bajo la dirección del propio
Barack Obama.
Para Cheney, la demanda de energía aumenta más rápido que la oferta,
conduciendo a fin de cuentas a una situación de escasez. La preservación de
la dominación estadounidense exige, por lo tanto, en primer lugar el control
de las reservas aún existentes de petróleo y gas.
Además, y de manera más
general, si bien las actuales relaciones internacionales están estructuradas
en función de la geopolítica del petróleo, lo que realimente determina el
ascenso o la caída de un Estado es el aprovisionamiento.
Estos razonamientos
sirven de base al plan de 4 puntos de Cheney:
-
Estimular, a cualquier precio, toda producción local a través de vasallos
como medio de reducir la dependencia estadounidense de cualquier proveedor
que no sea su amigo, para ampliar así la libertad de acción de Washington.
-
Controlar las exportaciones de petróleo desde los Estados árabes del Golfo,
no para acapararlas sino para usarlas como medio de presión sobre los
clientes y sobre los demás proveedores.
-
Controlar las vías marítimas en Asia, o sea el aprovisionamiento de China
y Japón no sólo en petróleo sino también en materias primas.
-
Estimular la diversificación de las fuentes de energía utilizadas en
Europa para reducir la dependencia de los europeos en relación con el gas
ruso y limitar la influencia política que esa dependencia puede proporciona
a Moscú.
Dick Cheney (1941 - )
Así que los estadounidenses se han fijado como principal objetivo su propia
independencia energética.
Ese era el sentido de la política que Dick Cheney
elaboró, en mayo de 2001, al cabo de profundas consultas con los gigantes de
la energía. Esa política exige una diversificación de las fuentes:
-
petróleo
local, gas domestico y carbón
-
producción de electricidad con energía
hidráulica y con energía nuclear
Exige además un fortalecimiento de los
intercambios con sus amigos del hemisferio occidental, sobre todo con Brasil,
Canadá y México.
El objetivo secundario es el control del flujo de petróleo en el golfo árabe.
Fue esa la principal causa de la operación Desert Storm (en 1991) y de la
posterior invasión de Irak (en 2003).
El plan Cheney se concentró en el control de las vías marítimas:
En este momento, esas vías marítimas siguen siendo
esenciales para la supervivencia económica de China, Japón, Corea del Norte
e incluso para Taiwán.
Ambos corredores permiten el envío de recursos
energéticos y materias primas hacia los centros industriales asiáticos y la
posterior exportación de los productos manufacturados hacia los mercados
mundiales.
Al tenerlos bajo su control, Washington garantiza simultáneamente
la lealtad de sus principales aliados asiáticos y restringe el creciente
poderío de China.
La aplicación de esos objetivos geopolíticos tradicionales llevó a Estados
Unidos a reforzar su presencia naval en la zona Asia-Pacífico y a crear una
trama de alianzas militares entre Japón, la India y Australia. También con
vistas a obstaculizar el progreso de China.
Washington siempre ha considerado a Rusia como un competidor geopolítico. Ha
aprovechado cada oportunidad que se ha presentado para reducir el poderío e
influencia de Rusia y ve con especial temor la creciente dependencia de
Europa occidental del gas natural ruso, dependencia que puede limitar la
capacidad de oposición de los países de esa región ante los movimientos
rusos en el este de Europa y en el Cáucaso.
Como alternativa, Washington ha empujado a los europeos a aprovisionarse en
la cuenca del Mar Caspio, construyendo para ello nuevos gasoductos a través
de Georgia y Turquía. Se trataba de evitar el paso por Rusia, con ayuda de
Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán, rehuyendo el uso de los gasoductos de
Gazprom. Así aparece la idea del
gasoducto Nabucco.
Para reforzar la independencia energética de su país, Barack Obama se
convirtió de pronto en nacionalista
autárquico [Defensor de la
autosuficiencia. NdT.].
Estimuló la explotación del petróleo y del gas en el
hemisferio occidental, sin importar los peligros que encierran las
perforaciones en zonas ecológicamente frágiles, como las aguas frente a las
costas de Alaska o en el Golfo de México, ni las posibles consecuencias de
las técnicas utilizadas para la producción de energía, como el craqueo del
agua.*
* También llamado “separación del agua”, este proceso divide el agua en
sus componentes, oxígeno e hidrógeno, y se considera como una posibilidad
para la obtención de hidrógeno barato. NdT.
En su discurso sobre el Estado de la Nación correspondiente a 2012, el
presidente Obama
declaró con orgullo:
«En los 3 últimos años hemos abierto
millones de acres de tierra a la prospección en busca de petróleo y gas.
Esta tarde he pedido a la administración que abra más del 75% de los
recursos petroleros y gasíferos off shore.
Ahora, en este momento, la
producción estadounidense de petróleo es la más alta de los últimos 8 años.
Así es. Desde hace 8 años. Y eso no es todo. El año pasado nuestra
dependencia del petróleo extranjero disminuyó y llegó a su nivel más bajo en
16 años.» [1]
Obama mencionó, con particular entusiasmo, la extracción de gas natural por
craqueo de esquistos bituminosos:
«Tenemos reservas de gas natural que
protegen a América por un centenar de años.» [2]
En marzo de 2011, Washington incrementó sus importaciones de Brasil para no
seguir recurriendo al petróleo del Medio Oriente.
En realidad, Washington nunca ha dejado de garantizar el control
estadounidense sobre las vías marítimas vitales que se extienden desde el
estrecho de Ormuz hasta el Mar de la China Meridional, ni de establecer una
red de bases y de alianzas que cercan a China - la potencia mundial emergente
- formando un arco que va,
-
desde Japón hasta Corea del Sur, Australia, Vietnam
y Filipinas, por el sudeste
-
la India, por el sudoeste
A todo esto se
agrega, como colofón, un acuerdo con Australia para la construcción de una
instalación militar en Darwin, en la costa norte del país, cerca del Mar de
la China Meridional.
Washington trata además de incluir a la India en una coalición de países de
la región hostiles a China para sacar a Nueva Delhi del BRICS, en el marco
de una estrategia tendiente a cercar a China que despierta gran inquietud en
Pekín.
Varios estudios han sacado a la luz una repartición inesperada de las
reservas mundiales de gas.
-
Rusia aparece a la cabeza con los 643 trillones
de pies cúbicos de la Siberia occidental.
-
En segundo lugar aparece Arabia
Saudita, incluyendo el yacimiento de Ghawar, con 426 trillones de pies
cúbicos.
-
Viene en tercer lugar el Mediterráneo, con 345 trillones de pies
cúbicos de gas, a los que hay que agregar 5 900 millones de barriles de gas
líquido y 1 700 millones de barriles de petróleo.
En el caso del Mediterráneo, la parte más importante de esa riqueza
se halla
en Siria.
El
yacimiento descubierto en Qara puede alcanzar una producción
diaria de 400 000 metros cúbicos, lo que convertiría a Siria en el cuarto
productor de la región, después de Irán, Irak y Qatar.
El transporte del gas desde el cinturón de Zagros, en Irán, hacia Europa
debe pasar por Irak y Siria, lo cual ha venido a trastornar los proyectos
estadounidenses y a consolidar los proyectos rusos (South Stream y North
Stream).
Sin acceso al gas sirio, Washington no tiene otra salida que tratar
de garantizar el gas libanés.
Y sigue la guerra…
Notas
[1] “Over the last three
years, we’ve opened millions of new acres for oil and gas exploration,
and tonight, I’m directing my administration to open more than 75
percent of our potential offshore oil and gas resources. (Applause.)
Right now - right now - American oil production is the highest that it’s
been in eight years. That’s right - eight years. Not only that - last
year, we relied less on foreign oil than in any of the past 16 years”.
Origen
[2] “We have a supply of natural gas that can last America nearly 100
years.”
Origen