23 Abril 2014
Lo que estamos viviendo parece irreal.
Un proceso tan aterrador que resulta inconcebible y tan desconcertante que cuando se observa con atención produce la más absoluta perplejidad, como si viviéramos un mal sueño.
Muchos lo considerarán una paranoia: pero si no actuamos con rapidez, dentro de 25 años nuestro mundo será un auténtico infierno y los seres humanos habremos perdido nuestra libertad y nuestra esencia.
Habremos perdido los últimos atisbos de conexión con la madre naturaleza y con nuestro planeta. Seremos poco más que una máquina con base biológica. Y llegaremos a ese estado de degeneración sin darnos cuenta, a pasitos cortos pero constantes, como en una pesadilla.
De hecho, ya hemos dado algunos de estos pasos, muchos de ellos cruciales:
...todos ellos son pasos basados en la generación de dependencias. Pasos que no permiten una vuelta atrás sin romperlo todo.
Y pronto acabaremos de dar uno de los pasos más determinantes: la instauración de la identificación biométrica.
En algunos países, ya se están probando sistemas de pago mediante escaneo de la palma de la mano o mediante identificación facial.
De momento, la seguridad biométrica aún no es algo obligatorio, pero es solo cuestión de tiempo que se convierta en algo indispensable en nuestra vida diaria, sobretodo a la hora de realizar pagos, cobros y transacciones de todo tipo.
De hecho, y como nos dicen los siguientes párrafos extraídos de un artículo de The Truth, ya se está probando un "método de pago alternativo" mediante la exploración de la palma de la mano en Suecia.
Pero antes de que la identificación biométrica se implemente ampliamente para los sistemas de pago, es probable que lo veamos aplicado de muchas otras maneras.
Por ejemplo, los escáneres biométricos ya se están utilizando en los comedores de varios campus universitarios de los Estados Unidos…
Precisamente esta es la baza que se está jugando a la hora de implantar toda esta tecnología de control: la fácil aceptación por parte de las generaciones más jóvenes.
Un buen ejemplo de ello lo estamos viendo en los propios parques de atracciones norteamericanos, donde se están implementando todo tipo de mecanismos de control, como por ejemplo los escáneres biométricos mediante huella dactilar en el parque de Six Flags o las "MagicBands" en los parques de Disney, consistentes en un brazalete con dispositivos de rastreo RFID, que permiten comprar productos, acceder a las atracciones y ser localizados en el interior del recinto.
Incluso en África se aplica el control biométrico:
Quedan claros los subterfugios que se van a utilizar para justificar el avance de estas tecnologías de control masivo: los niños enfermos, la seguridad, la lucha contra la delincuencia, los pobres ancianitos incapacitados o los gatitos perdidos.
Cualquier excusa que toque la fibra es y será utilizada a la hora de aplicar el control masivo al que pronto nos veremos sometidos todos.
Y con ello, de paso, conseguirán que cualquiera que se niegue a aceptarlas o que exponga sus peligros, quede de cara a la opinión pública como una persona paranoica, retrógrada y fanatizada.
No faltaran ejércitos de voluntarios, absolutamente embobados por su amor a la tecnología, dispuestos a atacar y descalificar ciegamente a quien ponga en duda estos "progresos", incapaces de ver las implicaciones a largo plazo.
Y es que lo que estamos viviendo parece propio de una película de Hollywood.
Un ejemplo de ello es la base de datos de reconocimiento facial del FBI que forma parte de su programa "Next Generation Identification".
Dicho en otras palabras:
Muchos se auto-convencerán de que eso solo sucede en EE.UU., un país que prácticamente se ha convertido en un estado policial y que en el resto del mundo quizás nunca lleguen a implementarse métodos de control de este tipo.
Bien, en España todos tenemos las huellas dactilares registradas en nuestro DNI desde hace años, algo que para los ciudadanos de otros países representaría una intrusión inaceptable en su intimidad.
Y sin embargo nos parece la cosa más normal del mundo, ¿no?
Si a estas alturas alguien sigue creyendo que estos sistemas de control no se extenderán a Europa y en una década al resto de países del mundo es que tiene un grave problema con su ingenuidad.
Visiten cualquier ciudad del mundo.
En todas ellas encontrarán computadoras, Internet, smartphones, tablets, Mcdonald's, Coca-Cola, VISA y Mastercard, Starbucks, Zara, Ikea, Nike o cualquiera de las franquicias que como una infección planetaria están destruyendo la riqueza cultural de la que ha disfrutado el mundo durante milenios.
Entonces ¿por qué razón no deberían implementar en todo el mundo estas tecnologías de pago, monitorización y control? ¿Acaso no son un negocio tan rentable como los anteriormente mencionados?
UNA MANIOBRA REPETIDA
Y es que la extensión de estas tecnologías será sutil, como lo ha sido la propia expansión de Internet.
Recordemos que hace tan solo 15 años Internet era prácticamente un lujo. En poco tiempo se convirtió en una herramienta de gran utilidad. Ahora ya es imprescindible.
Y ese es el mismo proceso que nos llevará al control absoluto.
Se basa en una estructura bien sencilla:
Es tan simple como esto.
Y una vez quedan establecidas las dependencias y las funcionalidades de cada herramienta, a medida que se producen nuevos avances tecnológicos solo tiene que sustituirse una herramienta por otra más avanzada sin que ello vaya en detrimento, jamás, de la dependencia social hacia esa herramienta.
Dicho en otras palabras: en esencia, Internet, los Google Glass o los Smartphones nunca se marcharán de nuestras vidas. En todo caso serán sustituidos por dispositivos más avanzados, más sutiles, más perfectos y ante todo más invasivos.
Y es que la estrategia está muy clara: sumergirnos en un rutilante carrusel de novedades tecnológicas que van apareciendo sin cesar… (clic en las fotos para acceder a los artículos)
Y mientras asistimos maravillados y boquiabiertos al desfile de novedades, pegándonos codazos por ser los primeros en adquirir el último chisme, la maquinaria continúa con su avance imparable, con el objetivo final de introducirse directamente en nuestro cerebro.
¿Creéis que esto es una exageración paranoica?
También lo habríais dicho hace 15 años si alguien os hubiera advertido de la vigilancia masiva de la NSA, ¿no?
Lo siguiente ha sido extraído de un artículo de USA Today:
Pero en la Universidad de California-Berkeley, los científicos van aún más allá de la "lectura" de pensamientos simples y buscan predecir, directamente, lo que alguien va a pensar antes de que lo haga.
Por su lado, en el Carnegie Mellon, en Pittsburgh, el neurocientífico cognitivo Marcel Just tiene una visión que hará que las Google Glass se conviertan en una antigualla ridícula del siglo pasado.
En lugar de utilizar el ojo para mover un cursor para, por ejemplo, encontrar el número de teléfono de un taller mecánico, Just fantasea con crear un dispositivo que marque el número del taller mecánico solo interpretando tus pensamientos acerca del coche.
Y según Jack Galan, líder en el campo de la lectura mental en la Universidad de Berkeley:
Repasemos lo que acabamos de leer, pues hay varios aspectos dignos de mención.
El primero es la profunda inconsciencia de estos investigadores. Uno podría pensar que son incapaces de comprender las terribles implicaciones que pueden tener sus investigaciones de cara al futuro de la humanidad.
Pero ese seria un punto de vista ingenuo y casi pueril: son personas inteligentes y saben perfectamente cuáles van a ser las consecuencias de sus actos. Lo que pasa es que no les importa en absoluto.
Solo les importa satisfacer su ego, ser los primeros en realizar los descubrimientos pertinentes y sentirse en la cresta de la ola del avance tecnológico y científico.
Y si eso implica dejar sus descubrimientos en manos de un grupo de desaprensivos que hagan un mal uso de ellos, pues "¡mala suerte para el mundo!".
Para este tipo de personas, lo único importante es que les dejen jugar con sus chismes, recibir fondos para sus experimentos y que su nombre figure en los más alto.
Su forma de pensar es muy parecida a la de otros grandes científicos y personajes de la historia y sobretodo es muy próxima a la de los jóvenes creadores de Google o Facebook:
Así pues, poco importa que sean inteligentes y que hayan desarrollado grandes herramientas o hayan hecho grandes hallazgos: desgraciadamente todos ellos se han convertido en un cáncer para este mundo, porque nada les importa más que la satisfacción de su ego.
Pero más allá de la valoración que hagamos sobre este tipo de personajes y sus motivaciones, hay un segundo aspecto destacable en lo leído anteriormente. Fijémonos que el neurocientífico Marcel Just nos habla de un plazo de 5 a 10 años antes de que estas tecnologías empiecen a ser factibles.
Es decir, el tiempo necesario para generalizar a escala planetaria no solo el uso de Internet y la implementación de la nube como único espacio virtual de almacenamiento de datos, sino de todos los mecanismos de control biométrico en desarrollo en estos momentos.
Dicho en otras palabras, ya están trabajando a marchas forzadas en la sustitución de los dispositivos que aún se están implementando en la actualidad, por otros que les permitan introducirse directamente en nuestro cerebro y a medio plazo, no limitarse a simplemente reconocer nuestra cara por la calle, sino acabar leyendo directamente nuestros pensamientos e integrar nuestra mente en Internet.
No nos lo acabamos de inventar. Están invirtiendo y trabajando en ello a marchas forzadas.
Lo peor del asunto es que muchas personas no se lo quieren creer.
Prefieren pensar que todo esto es una fantasía y que estas tecnologías serán utilizadas para nuestro bien, como lo ha sido el teléfono o la licuadora.
Dicho en otras palabras: la mayoría de gente opta por la negación, para no tener que enfrentarse así con una realidad impactante y terrorífica. Algo que exigiría comenzar a luchar sin más dilaciones por salvar nuestro futuro como seres humanos.
Y claro, eso es algo demasiado incómodo que la miserable y acobardada mayoría de la población no está dispuesta a afrontar…
Y si por si todo ello no fuera lo suficientemente terrorífico, las esperanzas de luchar contra esta maquinaria se diluyen con cada año que pasa. Por lo visto, poco o nada podremos esperar de las generaciones futuras a la hora de salvar cualquier atisbo de nuestra libertad como seres humanos.
Lo siguiente son extractos de un artículo de The Telegraph:
El año pasado, un médico confirmó que hay un número creciente de jóvenes (entre ellos uno de tan sólo cuatro años de edad) que requieren de terapia por su comportamiento compulsivo al ser expuestos a Internet y a dispositivos digitales desde su nacimiento.
Dirigiéndose a la conferencia anual de la ATL (Asociación de Profesores y Maestros británica) en Manchester, Colin Kinney, un profesor de Irlanda del Norte, afirmó que:
Éstas son las generaciones del futuro.
Generaciones no solo adictas a la tecnología sino absolutamente dependientes de ella.
Generaciones que crecerán aceptando el control masivo biométrico como la cosa más normal del mundo y que dentro de 15 años serán los adultos del mañana, justo en el momento en que empiece a implementarse la tecnología de control más invasiva, la que penetre en nuestros cerebros.
Es triste aceptarlo, pero no hay esperanza en el futuro.
La lucha debe empezar ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde. Y se deberá hacer LO QUE SEA para salvar nuestra libertad y salvaguardar nuestra esencia como seres humanos. LO QUE SEA...
Sí..., estás viviendo una película de terror… ¿aún no te habías dado cuenta?
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