Los nuevos hornos crematorios de "población sobrante" 
							
							
							operan y están 
	activados durante las 24 horas del día. 
							
							Son completamente invisibles porque 
	el sistema (los gobiernos, la prensa y la población mundial) son 
	indiferentes a su ejecución 
							
							y no los registran en las estadísticas.
							
							
							No se 
	trata de Hitler, sino de los nuevos 
							
							laboratorios militares experimentales de 
	"solución final".
 
							 
						
					
				
			
		
	
	
	El humano, un animal supuestamente racional, hoy formado mental y 
	psicológicamente por los programas y las pensamientos de acción del sistema 
	capitalista que gobierna el planeta, es el único espécimen que desarrolló 
	una estrategia y un plan de acción para dominar, controlar, y explotar a sus 
	semejantes ejecutando políticas de extermino social y de rapiña medio 
	ambiental más allá de sus necesidades individuales.
	
	En perspectiva científica, el humano (formado por sistema capitalista) es un 
	depredador en gran escala que, a diferencia de las otras especies, ya no 
	mata por supervivencia, sino por construcción de dominio económico, político 
	y social.
	 
	
	 
	
	
	
	 
	
	
	
	Dentro de los parámetros funcionales del sistema capitalista (establecido 
	como "civilización única") la "población sobrante" son las masas expulsadas 
	del circuito del consumo como emergente histórico de la dinámica de 
	concentración de riqueza en pocas manos.
	
	Estas masas, que se multiplican por las periferias de Asia, África y América 
	Latina, no reúnen los estándares del consumo básico (supervivencia mínima) 
	que requiere la estructura funcional del sistema para generar rentabilidad y 
	nuevos ciclos de concentración de activos empresariales y fortunas 
	personales.
	
	Además, esa masas expulsadas del circuito del consumo, requieren (para darle 
	una pantalla "compasiva" al sistema) de una estructura "asistencialista" 
	compuesta por la 
	Organización de Naciones Unidas (ONU) y las organizaciones internacionales que representan 
	una carga y un "pasivo indeseable" en los balances de gobiernos y empresas 
	trasnacionales a escala global.
	
	Dentro del mercado y de la sociedad de consumo capitalista, la lógica de 
	producción no se mide por la satisfacción de las necesidades básicas de la 
	sociedad (comida, vivienda salud, educación etc.) sino por los parámetros de 
	optimización de la rentabilidad privada.
	
	
	La producción de bienes y servicios (esenciales para la supervivencia) 
	controlada por el capitalismo está socializada, pero su utilización está 
	privatizada: No responde a fines sociales de distribución equitativa de la 
	riqueza producida por el trabajo social sino a objetivos de búsqueda de 
	rentabilidad capitalista privada.
	
	El objetivo estratégico central del sistema (su lógica y esencia funcional) 
	está motorizado, en primer término, por la búsqueda de la rentabilidad para 
	sus empresas y bancos transnacionales, su columna vertebral ejecutora de 
	sistema económico dominante a escala planetaria.
	
	Esta dinámica - históricamente probada - genera un resultante contradictorio: 
	
	
		
		Achicamiento del consumo, concentración de riqueza en pocas manos, y 
	expulsión del circuito del consumo y de la supervivencia de miles de 
	millones de personas.
	
	
	La población del mundo ya supera los 7.000 millones de personas, de la 
	cuales sólo alrededor de 500 millones, las "clases altas" (ricos y súper 
	ricos) se ubican en el status de "nivel óptimo" de consumo que requieren las 
	necesidades operativas de rentabilidad de los bancos y empresas que 
	hegemonizan la industria, el comercio y las finanzas del sistema capitalista 
	impuesto a escala global.
	
	Fuera de este triángulo del "consumo óptimo", compuesto en su vértice por el 
	segmento de los ricos y "súper-ricos", alimentado por el sector concentrador 
	de riqueza a escala global, se encuentran otros 2.500 millones de personas, 
	las que (sin llegar al "consumo óptimo" de los "súper ricos") desarrollan un 
	"consumo regular" de los bienes y servicios producidos y ofertados (para 
	quien pague por ellos) por la estructura productiva capitalista.
	
	Este sector está formado por los sectores llamados "clases medias" (en 
	estratos de "alta" a "baja") que se ubican en el medio de la pirámide de la 
	sociedad de consumo capitalista, tanto en los países centrales como en las 
	áreas periféricas, emergentes o subdesarrolladas, de Asia, África y América 
	Latina.
	
	Debajo de estos segmentos, hay una franja de población de aproximadamente 
	3.500 millones de personas que oscilan entre la "pobreza estructural" (no 
	cubren sus necesidades básicas) y la "indigencia" (carentes de medios de 
	supervivencia), que conforman una "masa crítica" de expulsados del circuito 
	del mercado masivo del consumo.
	
	"Pobres estructurales" e "indigentes", marcan las fronteras de la exclusión 
	social, y son el producto histórico más representativo, el emergente social 
	de un sistema económico que no produce con fines sociales sino con fines de 
	rentabilidad individual conseguida con la explotación del trabajo social.
	
	Como el sistema dominante solo produce para quien pueda pagar por los bienes 
	y servicios, esta masa expulsada del circuito del consumo (por la dinámica 
	concentradora de riqueza en pocas manos) le "sobra" al sistema capitalista, 
	y sólo una cantidad reducida (la masa integrada que va quedando detrás de 
	las expulsiones periódicas) le produce ganancia a las grandes empresas y 
	bancos transnacionales que controlan todos los eslabones del mercado y la 
	producción mundial.
	
	Y esta expulsión sistemática de los parámetros de supervivencia humana 
	arroja un resultado: 
	
	Según 
	la ONU, en el mundo ya hay más de 3.000 millones de personas que 
	padecen hambre, pobreza o desnutrición, la cifra más alta de la historia, 
	cerca de la mitad de la población mundial, que hoy ya se estima en alrededor 
	de 7.000 millones de personas.
	
	Según la ONU, con "menos del 1%" de los fondos económicos que han utilizado 
	los gobiernos capitalistas centrales para salvar al sistema financiero 
	global (bancos y empresas que han desatado la crisis económica), se podría 
	resolver la calamidad y el sufrimiento de los miles de millones que son 
	víctimas de la hambruna a escala mundial. 
	
	 
	
	¿Y porqué no se hace? Por una 
	razón de fondo: 
	
		
		Los pobres, los desamparados, la "población sobrante", no 
	son un "producto rentable" para el sistema capitalista.
	
	
	No consumen, o lo poco que pueden consumir para supervivir en escalas 
	marginales, no alcanza para mantener los estándares de rentabilidad que 
	requiere el aparato productivo y la sociedad de consumo capitalista.
	
	Por lo tanto, la fábrica de "población sobrante" del sistema capitalista, 
	genera como emergente más inmediato bolsones de rebelión y de estallidos 
	sociales que se potencian a niveles impensables dentro del colapso económico 
	financiero desatado a escala mundial.
	 
	
	 
	
	 
	
	
	
	La "solución malthusiana"
	
		
			- 
			
			¿Qué hacer con la "población sobrante", con los pobres, con los 
	desintegrados expulsados del mercado del consumo capitalista?
			 
			- 
			
			¿Pueden volver a ser incluirlos dentro del mercado como consumidores 
	regulares?
 
		
	
	
	Para los expertos, en la actual configuración del sistema productivo mundial 
	(sólo orientado al segmento de los que pueden pagar) es lógicamente 
	improbable (sino imposible) reincorporar a la masa de "población sobrante" 
	que sólo podría realizarse por medio de la "socialización" del producido de 
	riqueza mundial.
	
	Algo imposible de realizar dentro de los parámetros de rentabilidad privada 
	que rige la estructura capitalista privada nivelada para todo el planeta.
	 
	
	 
	
	
	
	 
	
	
	
	¿Y que va a pasar cuando los pobres y los hambrientos, empiecen a estallar 
	como una masa de rebelión violenta por las áreas emergentes y 
	subdesarrolladas del sistema a escala global?
	
	El sistema, más allá de un asistencialismo superficial, no está diseñado ni 
	preparado para cubrir contingencias alimentarias a gran escala como ya se 
	verificó con la crisis alimentaria producida por la suba de alimentos en el 
	2008.
	
	En la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria que se celebró en Roma, en 
	noviembre pasado, el director general de la Organización para la Agricultura 
	y la Alimentación (FAO) de Naciones Unidas, Jacques Diouf, ante la ausencia 
	de los líderes políticos de los países ricos, señaló,
	
		
		 "el problema del 
	hambre no es una prioridad para los países más ricos".
	
	
	El fracaso reiterado de las cumbres por la solución de la pobreza y del 
	hambre, revela por si solo que los pobres y hambrientos del mundo (por una 
	estricta valoración de la ecuación "costo-beneficio" capitalista) ya fueron 
	abandonados a su suerte y condenados a muerte sin juicio previo.
	
	El capitalismo, está probado, carece de una salida inclusiva y también de 
	una salida asistencialista para la masa de población sobrante que se 
	incrementa aceleradamente con la crisis económica del sistema.
	
	Pague o haga dieta: Parece ser la receta final del sistema capitalista para 
	la masa mundial de población sobrante, empobrecida y hambrienta, que 
	permanece fuera del mercado del consumo.
	
		
			- 
			
			¿Qué hacer con los pobres y hambrientos que pueden marchar en una rebelión 
	sangrienta y desesperada hacia la conquista de comida por la fuerza en las 
	grandes urbes? 
 
			- 
			
			¿Si el sistema no los puede incluir cuál es la solución?
			 
		
	
	
	Aquí llegamos al punto de "solución malthusiana" más descarnada. 
	
	 
	
	Si el 
	sistema capitalista no los puede incluir y quiere sobrevivir, evitando una 
	masiva rebelión de los pobres atacando sus metrópolis, por lógica, tiene que 
	buscar y concretar una nueva forma quirúrgica de exterminarlos sin dejar 
	rastro.
	
	¿Nuevos hornos crematorios de "solución final" en gran escala?
	 
	
	 
	
	 
	
	
	
	Laboratorios experimentales
	
	
	Como principio experimental, los nuevos hornos crematorios de "población 
	sobrante" ahora cambiaron de denominación. Ya no se llaman hornos 
	crematorios sino "guerra 
	contraterrorista".
	
	Bajo esa denominación, desde el 2001, funcionan operaciones militares de 
	exterminio masivo que abarcan áreas estratégicas de "población sobrante" de 
	Asia, África y Medio Oriente.
	 
	
	 
	
	
	
	 
	
	
	
	Los nuevos hornos crematorios son los bombardeos masivos a supuestos 
	búnkeres de "terroristas" situados en áreas densamente pobladas de 
	poblaciones civiles habitadas por pobres y marginales, conformados como 
	nuevos laboratorios experimentales de "solución final" (incorporada) para 
	contener las futuras rebeliones de hambrientos. 
	
	En Irak, distintas organizaciones internacionales estiman en más de un 
	millón los muertos desde la ocupación, en Afganistán, las victimas se 
	cuentan por centenares de miles en los distintos frentes militares 
	imperiales de Asia y África, las víctimas se suman por decenas de miles.
	
	Los exterminios militares continuados de Israel en Gaza y en Líbano, son 
	apenas la punta de un iceberg de un genocidio en alta escala de "población 
	sobrante" que desde el 2001, y en nombre de la "guerra contraterrorista", ha 
	masacrado a millones de seres humanos en las áreas subdesarrolladas y pobres 
	de Asia, África y Medio Oriente.
	
	Las matanzas son diarias, sistemáticas, continuas, y nadie las contabiliza 
	en una estadística general que seguramente sorprendería y shockearía por la 
	intensidad numérica de las masacres que se suman ante la indiferencia 
	mundial de gobiernos y de las sociedades idiotizadas y alienadas por la 
	estructura mediática.
	
	Mientras la población "incluida" goza de espectáculos, consume productos y 
	depresión individualista, y vive sus problemas como el fin de la historia, 
	hay una maquinaria militar aceitada que ejecuta "población sobrante" durante 
	las 24 horas del día.
	
	Esta nueva "solución final" maltushiana aplicada militarmente, que 
	evoluciona de lo simple a lo complejo, tiene un clara línea de ejecución y 
	continuidad en los procesos de ocupación militar (Irak y Afganistán) y en 
	los distintos escenarios de "guerra contra el terrorismo" en Asia, África y 
	Medio Oriente. 
	
	Líbano, Irak, Gaza, Afganistán, Irak, Pakistán, Sudán, Somalia, entre otros 
	(al margen de los objetivos geopolíticos y militares que representan dentro 
	del tablero de la guerra intercapitalista por el apoderamiento del petróleo 
	y de los recursos estratégicos), son teatros experimentales de exterminio 
	militar en masa de "población sobrante" que funcionan bajo la carátula 
	operativa de la "guerra contra el terrorismo".
	
	Bajo la total indiferencia de la población mundial "incluida", casi a diario, 
	y en nombre de la "guerra contraterrorista", se registran matanzas militares 
	de "población sobrante" que son tomadas como un "hecho natural" por la 
	prensa del sistema.
	
		
			- 
			
			Gaza
 
			- 
			
			Líbano
 
			- 
			
			Afganistán
 
			- 
			
			Pakistán
 
			- 
			
			Irak
 
			- 
			
			Sudán
 
			- 
			
			Somalia
 
			- 
			
			Nigeria
 
			- 
			
			Yemen, 
 
		
	
	
	...son 
	los ejemplos más sobresalientes de estos ensayos experimentales de supresión 
	militar diaria de "población sobrante" que se suceden ante la total 
	indiferencia de la sociedad mundial de los incluidos en el mercado del 
	consumo.
	
	En este escenario, luego de Líbano y de Gaza, la última experiencia más 
	sobresaliente de exterminio militar relámpago de "población sobrante" en 
	masa fue Sri Lanka, en mayo del año 2010.
	
	En Sri Lanka (ex Ceilán), durante el año 2010, en lo que EE.UU. y las 
	potencias occidentales calificaron como "fase final contra el terrorismo 
	tamil" fueron asesinadas, en sólo cuatro semanas, más de 20.000 civiles, 
	según una investigación del diario británico The Times.
	
	La cifra, triplicó la información oficial aportada por la ONU y el gobierno 
	títere ceilandés. A su vez, la operación de exterminio militar dejó a más 
	300.000 civiles con sus viviendas destruidas y sometidos a una catástrofe 
	humanitaria sin precedentes.
	
	La masacre, realizada mediante bombardeos aéreos y terrestres 
	ininterrumpidos sobre poblaciones civiles, sentó un precedente de "práctica 
	genocida impune", un procedimiento de exterminio militar aceptado y tolerado 
	sobre la base de la complicidad del "silencio" de los gobiernos mundiales y 
	de las organizaciones internacionales, a los que se sumaron (en calidad de 
	grandes ocultadores y manipuladores) las grandes cadenas mediáticas y sus 
	repetidoras locales a nivel de los cinco continentes.
	
	Pero el laboratorio nunca se detuvo. Más allá de sus cíclicas "masacres 
	relámpago" las masacres funcionan durante las 24 horas del día como una 
	aceitada maquinaria de exterminio masivo que no se detiene nunca.
	
	En,
	
		
			- 
			
			Afganistán
 
			- 
			
			Irak
 
			- 
			
			Pakistán
 
			- 
			
			África
 
			- 
			
			Medio Oriente, 
 
		
	
	
	...los operativos 
	masacre de "población sobrante" son sistemáticos, y las cifras de muertos (que 
	se suman a diario) no son registrados en forma general por las estadísticas 
	oficiales ni por la prensa del sistema.
	
	Son los nuevos hornos crematorios para exterminar a los excluidos "sobrantes" 
	del sistema, que pasan desapercibidos por la malla de complicidad existente 
	entre los medios de comunicación, los gobiernos y la sociedad de los "incluidos" 
	a escala global.
	
	Como le diría 
	Bush a 
	Obama: 
	
	
		
		Se trata de la "guerra contraterrorista", 
	estúpido.