por Jeremy Scahill
9 Abril 2008
Desde
Nueva York (EE.UU.)
del Sitio Web
VoltaireNet
Jeremy Scahill
Jeremy Scahill es periodista para la radiotelevisora estadounidense
Democracy Now. |
Los EE.UU. bajo la
administración
Bush y la ideología neoconservadora están
empeñados en privatizar el ejército estadounidense, pero más allá de hacer
negocios en el sector de la defensa en su propio país favoreciendo por estas
prácticas a ciertos monopolios, como sucede ser en la globalización
neoliberal, la lógica de crear fuerzas armadas privadas, es decir el
mercenario, porque está función responde únicamente a la lógica del dinero.
Es que esto resulta también la mejor vía para escapar a un control estatal o
gubernamental democrático de gestión, escapar a una lógica nacional de
defensa de las instituciones de nuestra sociedad.
Lo que falta por
esclarecer es: ¿para qué fines obscuros se está fomentando estos ejércitos
mercenarios?
Un estadounidense mercenario operando en Irak.
La empresa de seguridad privada Blackwater es una compañía que la mayoría
identifica con la privatización del complejo militar industrial, una etapa
primaria del Proyecto para un Nuevo Siglo de EE.UU. [1] y la revolución
neoconservadora.
Blackwater es la firma de mercenarios de mayor alcance del mundo, con 20.000
soldados, en la base militar privada más grande del planeta, una flota de 20
aviones y helicópteros artillados y una división privada de inteligencia.
La empresa también está fabricando sus propios dirigibles no rígidos de
vigilancia y sistemas de detección de blancos.
Blackwater está dirigida por
Erik Prince, un cristiano supremacista blanco
de extrema derecha y ex-marino de guerra, cuya familia ha tenido conexiones
neo-conservadoras profundas.
El último llamado de Bush para que surja un cuerpo voluntario cívico-militar
acomodó la excesiva «oleada» de medio millar de millones de dólares en
contratos federales obtenidos por Blackwater, facilitándole a Prince la
creación de un ejército privado para defender la cristiandad alrededor del
mundo contra musulmanes y otros.
Una de las últimas jugadas de Dick Cheney antes de abandonar el ministerio
de Defensa, cuando sirvió al gobierno de George H. W. Bush [el padre], fue
arreglar que el Pentágono encomendara un estudio a Halliburton [su propia
empresa] sobre cómo privatizar la burocracia militar. Ese estudio creó
efectivamente la base para una nueva guerra concebida para continuar
medrando de la bonanza presupuestaria.
Durante los años de Clinton, Erik Prince elaboró anticipadamente un proyecto
que se aprovecharía después: la subcontratación o tercerización militar
[“outsourcing” en inglés], comenzando con una suerte de privatización del
entrenamiento policial.
Blackwater comenzó como prestadora privada de servicios «outsourcing» en
adiestramiento de las policías de ciertos estados en 1996, en un predio de
Carolina del Norte llamado Great Dismal Swamp (Gran Pantano Triste),
instalación privada de entrenamiento militar que tiene un consejo ejecutivo
integrado por ex-miembros de la Marina de Guerra y de las Fuerzas Especiales
de Elite.
Una década más tarde, Blackwater es la firma de mercenarios de mayor alcance
del mundo, embriagada con la misma visión del gobierno de Bush de «una
necesaria revolución en los asuntos militares»: o sea, el «outsourcing», o
privatización, de las fuerzas armadas.
En su cuenta 2007 sobre el estado de la Unión, Bush pidió autorización al
Congreso para aumentar el tamaño del cuerpo activo del ejército y la marina
en 92.000 efectivos en los próximos cinco años.
El presidente dijo:
Una segunda tarea que podemos tomar juntos es diseñar y
establecer un cuerpo civil voluntario de la reserva. Tal cuerpo funcionaría
como nuestra reserva militar. Facilitaría el fortalecimiento de las fuerzas
armadas, permitiendo que empleemos a civiles con habilidades críticas para
servir en misiones en el exterior cuando EE.UU. lo necesite.
Y esto es, exactamente, lo que el gobierno de Bush ya ha hecho, largamente,
a espaldas del pueblo estadounidense, precisó el periodista Jeremy Scahill.
Los contratistas privados constituyen actualmente la segunda «fuerza» más
grande en Irak.
En la cuenta pasada al Congreso, había cerca de 100.000 contratistas en
Irak, 48.000 de ellos trabajando como soldados privados, según un informe de
la Oficina de Responsabilidad Gubernamental.
Estos soldados han operado casi sin ningún descuido o apremio legal
coercitivo y son políticamente expeditos, como contratistas que marchan a la
muerte sin contarse en el peaje oficial.
Con Prince llamando a la creación de una «brigada de contratistas» ante
audiencias militares, la administración Bush ha encontrado una puerta
trasera para ensanchar la ocupación a una dimensión que no necesita explicar.
Blackwater tiene actualmente cerca de 2.300 efectivos desplegados
activamente en nueve países y está ampliando agresivamente su presencia
dentro de las fronteras de EE.UU.
Proporciona seguridad para los diplomáticos de EE.UU. en Irak, custodiando
desde Paul Bremer y John Negroponte al embajador actual de
EE.UU., Zalmay
Khalilzad [2].
Está entrenando tropas en Afganistán y ha sido activa en el Mar Caspio,
donde existe una Fuerza Especial instalada a pocos kilómetros de la frontera
iraní.
Según otros informes, actualmente están negociando directamente con el
gobierno regional sudanés meridional para comenzar a entrenar a las fuerzas
cristianas de Sudán.
Las conexiones de Blackwater son impresionantes.
-
Joseph Schmitz, el ex-inspector general del Pentágono, cuyo trabajo fue despejar el camino en
beneficio de los contratistas de la guerra, se ha encaramado como vice-presidente de la casa matriz del Grupo Prince, de Blackwater y del consejo
general de Blackwater.
-
Bush empleó recientemente a Fred Fielding, ex-abogado de Blackwater, para
sustituir a Harriet Miers como su abogado estrella
-
Ken Starr, el ex-querellante de Whitewater
[3] y, a la vez, el fiscal que condujo la
acusación para destituir al presidente Clinton por «impeachment», [4] ahora
es consejero legal de Blackwater y ha conseguido que el Tribunal Supremo
archive todos los pleitos entablados por quienes luchan contra esa empresa
por ilícitos que involucran muertes.
-
Cofer Black, veterano de la CIA de treinta años y ex jefe del centro de
contraterrorismo de la agencia, acreditado como punta de lanza del programa
extraordinario que interpretó los
atentados del 11 de septiembre, ahora es
ejecutivo «senior» de Blackwater y quizás su operativo de mayor poder.
Prince y otros ejecutivos de Blackwater han sido importantes
recolectores de
fondos del presidente Bush, de Tom DeLay, ex-líder de la mayoría de la
Cámara de Representantes, y del ex senador Rick Santorum.
El senador John
Warner, cabeza anterior del comité de las fuerzas armadas del Senado,
llamaba a Blackwater «nuestro socio silencioso en la guerra global contra el
terror».
Videos
Vehículos de las tropas mercenarias de la Blackwater en Irak
destruidos por bombas de la resistencia iraquí que lucha contra la ocupación
de su país
Fuente
Democracy Now!
January 26, 2007
Título: “Our Mercenaries in Iraq: Blackwater Inc and Bush’s Undeclared
Surge”.
Autor: Jeremy Scahill
http://www.democracynow.org/
Estudiante investigador: Sverre Tysl.
Evaluador Académico: Noel Byrne, Ph.D.
Notas de Pie
[1] La política imperial expansionista, de
rapiña de petróleo y, en general, de recursos naturales que materializa
el guerrerismo de Bush se inspira en este documento (Project
for a New American Century, PNAC, en inglés), redactado en
1997 con participación de Dick Cheney, Donald Rumsfeld y
Paul Wolfowitz,
entre otros «ideólogos» neoconservadores que se tomaron el poder al
comenzar el nuevo siglo. El PNAC se convirtió en una organización
neoconservadora –«sin fines de lucro»–, cuya página Internet (www.newamericancentury.org)
proclama con descaro que «apoya una mayor militarización estadounidense,
el desafío de gobiernos hostiles, avanzando hacia la libertad
democrática y económica»
[2] Hoy hay otro embajador, Ryan Crocker.
[3] Whitewater fue un escándalo político-financiero por reparticiones de
fondos y propiedades inmobiliarias de la cuenta de
Hillary Clinton y sus
asociados, James B. McDougal y Susan McDougal en la Whitewater
Development Corporation, empresa de Arkansas perteneciente a la cónyuge
de Bill Clinton cuando éste fue gobernador de ese estado entre 1978 y
1992.
[4] Se refiere al escándalo sexual Bill Clinton-Mónica Lewinsky.