1) NO
EXISTEN LÍMITES PARA LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL
El primero y más
importante
Así pues, la ley
interna de todo beneficiario de la globalización y lo que le
arrastra incluso a niveles incomprensibles para naturalezas
humanas "normales" es la búsqueda de una acumulación de capital
tal en sus propias manos que deje en minoría a cualquier otra
que se haya dado en tiempos pasados o incluso en el presente.
No se trata de
detenerse en determinado punto y gozar de la vida disfrutando de
los beneficios obtenidos, sino de perseguir hasta un límite
situado más allá de cualquier entendimiento profano con la
búsqueda de beneficios y acumulaciones crecientes de capital.
Hay algo en esto que
remite a la serie "Los Inmortales":
en efecto, sólo
uno puede sobrevivir y, a medida que se pasa, de estrato en
estrato, hasta los situados en la cima del tronco de
pirámide constituida por los beneficiarios de la
globalización, se advierte que cuanto más alto se está menos
son los individuos allí presentes y más grande es la
acumulación de capital que se encuentra en sus manos hasta
el punto de resultar imposible - incluso para ellos mismos -
discernir la masa y los límites de su fortuna.
Aun así, todo les
lleva a levantarse cada día para poner en práctica la nueva
operación especulativa, el nuevo negocio que les hará apropiarse
de más y más títulos de propiedad y la última rapacidad que
llevarán a cabo, incluso enfrentándose a cualquier otro de sus
hermanos.
2) TODO
CAPITAL QUIETO DEJA DE PRODUCIR
El dinero quieto,
como el espermatozoide inmóvil no puede producir "vida", esto
es, más capital.
Así pues, se trata de
lograr que nunca esté quiero, que siempre esté presente en algún
teatro especulativo mundial. Si el capital propiedad del agente
X queda quieto unos días, corre el riesgo de que su competidor,
el agente Z, salga beneficiado.
Si esto es así, X se
considerará un derrotado y Z un triunfador que para la partida
siguiente estará un poco mejor situado que en la anterior,
mientras que X se verá peor situado.
De ahí que, quien se
introduce en ese mecanismo, tenga una particular estructura
mental que le lleva siempre a no desfallecer, a encontrar un
impulso vital en este código de comportamiento que está inciso
en el "piramidión".
¿Quien querría que su
cabaña lanar dejara de producir nuevos corderos? Quien lo
hiciera estaría loco de remate:
correría el
riesgo de no poder comer mañana si sucediera un imprevisto
y, además, podría favorecer el que los lobos, a la vista de
su debilidad, acecharan el rebaño.
Por eso, el capital
parado es capital muerto aquejado por procesos de inflación y
que renuncia a la cosecha de beneficios.
3) LA
ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y SU RENDIMIENTO SON LAS MÁS ALTAS TAREAS
QUE PUEDEN DESARROLLARSE EN EL SENO DE LA 'MODERNIDAD'
Quienes se sitúan en
la plataforma superior del tronco de pirámide, es decir, los más
directamente influidos por la doctrina que estamos enunciando,
se consideran "benefactores de la humanidad", suelen ceder
importante fondos para ONGs que actúan en zonas deprimidas o
incluso para proyectos educativos, para grupos religiosos
determinados, etc.
Con esto creen que
"los elegidos" dan testimonio de su agradecimiento a la
"providencia".
En realidad, la
arquitectura mito-religiosa del sistema mundial globalizado
enlaza con las particulares convicciones calvinistas de la
sociedad americana:
"dios" marca a
los elegidos con la impronta del triunfo económico.
El triunfador es, al
mismo tiempo, el "justo", el cual demuestra su probidad
entregando una parte deducible de impuestos a obras pías…
Eso le permite seguir
especulando con la miseria, arruinando a pueblos enteros,
deteriorando irreversiblemente el medio ambiente, organizando
guerras de las que él, inevitablemente, saldrá beneficiado.
Si entrega dádivas es
para mejorar imagen y beneficiarse de la fiscalidad, en realidad
él está convencido de que, por encima de las artes, por encima
de las ciencia, por encima de la humanidad misma, la gran
actividad, la única que merece tenerse en cuenta, es la
acumulación de capital:
todo lo demás es
fruslería propia de seres inferiores.
De la misma forma que
el brujo de la tribu primitiva realizaba pases mágicos para
ejercer influencia sutil y desafiar las leyes de la materia, el
nuevo mago, el brujo de las finanzas y de la especulación tiende
cada día a realizar operaciones y pases mágicos, pronunciar
invocaciones y manejar objetos culturales (los índices de la
bolsa, pulsar la tecla "enter" que mueve inmediatamente a miles
de millones de cualquier divisa hacia el escenario más
prometedor esa mañana) para alcanzar el fin de acumular el
capital, única práctica para que el dios de la economía lance
una mirada beatífica sobre su siervo más fiel.
4) LA
ESPECULACIÓN ES LA MEJOR FORMA DE RENDIMIENTO DEL CAPITAL
Hubo un tiempo en el
que la economía generaba bienes tangibles:
las bolsas
contribuían a aportar una financiación a las empresas que
así se veían liberadas de la esclavitud de tener que acudir
al interés bancario para ampliar su capital y sus
actividades.
Ese tiempo queda
lejos...
Fue en los años 80
cuando se demostró que las grandes acumulaciones de capital se
lograban de manera inmediata eludiendo el complicado mecanismo
de la producción y de la venta de bienes, bastaba simplemente
con comprar empresas a bajo precio y venderlas a precios caros
tras un saneamiento más o menos formal.
Se especulaba con
empresas y fue esa actividad la que ocupó a las empresas
multinacionales desde finales de los años 60 hasta finales de
los años 70.
Primero, esas
multinacionales, invirtieron en el área que conocían, la de la
propia actividad, luego se fueron diversificando y hoy es normal
que una empresa dedicada a la informática invierta en el sector
agrícola o, lo que ha sido mucho más normal, que los beneficios
que general para los accionistas no se reinviertan ya en el
terreno industrial, sino en el especulativo.
Tras la caída del
Muro de Berlín, la ideología del fin de la historia hizo creer
que el mundo entraba en una era de paz perpetua.
La globalización
actual no es más que un derivado de la abolición de las barreras
para que el capital fuera invertido en cualquier lugar que le
apeteciera. Las fronteras cayeron mucho antes para el capital
que para los seres humanos.
Hoy, desde cualquier
punto del planeta, se puede invertir en la bolsa de no importa
qué país, comprando acciones de empresas que ni se sabe a qué se
dedican, ni siquiera si tienen existencia y patrimonio reales,
solamente por el hecho de que esa mañana y durante unas horas
las acciones de la misma subirán.
Esa empresa importa
sólo en la medida en que sus acciones suban. Nada más...
Cuando se considera
que han llegado hasta su límite, la habilidad del especulador
consiste en venderlas, importándole muy poco lo que ocurrirá
después.
5) LA
HUMANIDAD ENTERA ES UN MERCADO
Cuando un miembro de
la élite mundial de la
globalización mira al género humano, tiene una percepción
distinta del mismo:
no lo ve como un
agregado de seres que pugnan por una vida más agradable y
por realizarla en felicidad, sino como un mercado.
En esa percepción del
mercado la persona, reducida a su mera dimensión de objeto de
económico, vale solamente en tanto que se puede extraer de ella
un beneficio.
Porque el objetivo
del mercado mundial, contrariamente al que se tiene tendencia a
pensar, no es proporcionar una mejor oferta a las poblaciones,
sino generar un escenario global cuyas dimensiones solamente
haga posible que compitan en él aquellas acumulaciones de
capital que han superado determinados grados de concentración.
La humanidad como tal
no ocupa el papel de sujeto económico en el marco de la economía
globalizada, sino como un factor más, seguramente el que menos
se tiene en cuenta a la hora de planificar beneficios y que
puede mermar sin que tal desaparición de sujetos, mediante,
...suponga un factor
que pueda ser tomado como negativo por los "señores del dinero".
6) EL
INDIVIDUO SÓLO VALE EN TANTO QUE ACUMULA CAPITAL
Frente al discurso
oficial del "libertad,
igualdad y fraternidad" que avala la corrección
política desde 1789, el discurso real de los beneficiarios de la
globalización es mucho más prosaico:
tanto tienes,
tanto vales y la pertenencia a alguna de las "dinastías"
capitalistas que desde esa misma época han ido creando con
sus genes un tipo humano especializado solamente en acumular
capital, tiene solamente un valor añadido, como la
demostración histórico que indica a esa dinastía como
depositaria de una habilidad que se remonta a generaciones y
que tiene el valor que se otorga a los precursores.
Fuera de su dimensión
estrictamente económica (es decir desprovista de cualquier valor
que se pueda atribuir al género humano) la persona no interesa
absolutamente nada a los beneficiarios de
la globalización.
Existe un error en la
concepción liberal que emergió durante el siglo XVIII:
persona no es
aquel individuo que nace en el interior de la especie humana
sino aquel otro que mediante la educación, la cultura y un
esfuerzo de la voluntad se destaca de la masa y adquiere un
rostro propio.
Dicho de otra manera:
el mero hecho de
nacer, que hasta ese momento suponía solo una posibilidad de
desarrollar una serie de potencialidades y el hacerlo o no
implicaba el conquistar el estadio de "persona" (o bien el
permanecer en la animalidad).
En la actualidad, los
"señores del dinero" y los grandes beneficiarios de la
globalización han desarrollado una concepción similar:
"sólo puede
considerarse ser humano y ser tratado como tal, aquel que ha
logrado desarrollar de entre todas sus potencialidades la de
amasar ingentes volúmenes de capital.
Sólo él es quien
tiene derechos, solo él quien detenta la máxima dignidad.
Aquellos otros
que no han sabido, podido o querido, desarrollar las
cualidades de depredador económico, permanecen todavía en un
estado infrahumano del que jamás saldrán y que nunca podrá
ser tenido en cuenta".
7) ENTRE
LOS SEÑORES DEL DINERO NO HAY SOLIDARIDAD SINO COMPETENCIA
El postulado anterior
implica que los altos beneficiarios de la globalización están
unidos como los miembros de una orden, por su adhesión a un
principio de agregación que se desprende de su comportamiento y
de sus reacciones ante los hechos económicos.
Pero esto no debe de
inducir a error.
Como la serie "los
Inmortales", sólo uno puede sobrevivir, punto al que
lleva fatalmente la tendencia a la acumulación de capital cada
vez en menos manos.
Así pues, los
"señores del dinero" están enfrentados entre sí como lo está
enfrentado cualquier otro que participa en un proceso de
concurrencia.
Es posible que ante
determinadas coyunturas se dividan en distintos bandos e
intenten por todos los medios actuar conjuntamente agrupados en
"pooles", pero, desaparecida la situación ante la que se
generaba el interés en una colaboración común, luego se vuelve a
una competencia despiadada.
Una vez devorada la
manada de ovejas, los lobos hambrientos y guiados por un
instinto depredador superior a cualquier otra tendencia de su
alma, terminan devorándose unos a otros.
Cada uno es
consciente que, antes o después, terminará precisando devorar
las entrañas de los otros, está preparado mentalmente para ello
y sabe que, si da muestras de debilidad, él será devorado a su
vez.
Como el "rey de los
bosques de Nemi" de la leyenda
arcaica itálica, para sobrevivir hace falta estar
permanentemente despierto, para defender su corona debe
mantenerse siempre en vela. Si duerme es liquidado por otro
competidor.
No existe
"solidaridad de clase" entre los altos beneficiarios de la
globalización, sino competencia salvaje.
8) LOS
DERECHOS HUMANOS ESTÁN POR DEBAJO DE LOS DERECHOS DEL CAPITAL
Es fácil deducir que
la retórica sobre los "derechos humanos", esa cantinela que
viene repitiéndose con distintas músicas desde 1945 (tras la
finalización de la guerra que abrió el camino hacia la
globalización después de aquella larga fase intermedia que fue
la Guerra Fría).
Esta no es mas que la
parte del doble discurso defendido por los beneficiarios
de la globalización ofrecido para el consumo de las masas pero
de realización inviable, porque el primer derecho humano no
enunciado en ninguna "declaración universal" es el derecho a la
seguridad, personal, comunitaria, familiar, social, nacional,
sin el cual ningún otro derecho puede ejercerse.
Los derechos humanos
y toda la retórica articulada en torno suyo son una
cortina de humo que oculta el aspecto verdaderamente
siniestro de la cuestión:
que se trata de
derechos individuales, pero que sobre ellos, se encuentran,
sobre las nubes, invisibles desde el punto de vista del
individuo de a pie, los derechos del capital (a generar
interés y crecer, a adquirir e incorporar, sin trabas ni
límites) que modelan como el cincel del escultor una
realidad social.
9) LA
POLÍTICA ESTÁ POR DEBAJO DE LA ECONOMÍA
Durante siglos, la
economía de los particulares estaba sometida al interés general
de la Nación.
La política estaba
por encima de la economía en tanto que la política era el diseño
para la supervivencia y expansión de un conjunto humano
organizado en reino. Pero tras 1789, abolido el reino, en una
primera etapa la política y la economía se situaron en el mismo
plano.
Era frecuente que
altos dirigentes de la industria participaran con nombres y
apellidos en las tareas políticas.
Desde entonces, los
grandes negocios se han realizado a la sombra del Estado. Pero
esto no bastaba, porque quien dice "Estado", dice mundo no
globalizado.
Así pues, era preciso
que para que se produjera un dominio absoluto de los "señores
del dinero", el Estado quedara minusvalorado, empequeñecido e
indefenso ante las grandes acumulaciones de capital.
Los caminos para
alcanzar ese fin se fueron concretando teóricamente en los años
50 y 60, pero no se pusieron en práctica hasta los años 70 de
manera tímida (en Chile) y a partir de los años 80 con la
llegada al poder del tándem Reagan-Thatcher:
a partir de
entonces ya no hubo muro de contención al proceso de
globalización que se inició con la sentencia de la
escuela de economía austríaca:
el Estado
debe de ser reducido al máximo para que la economía
pueda generar todas sus benéficas potencialidades.
Pero el Estado es la
encarnación jurídica de la Nación y su forma actual es la
democracia (mando del pueblo…).
Sin embargo, en el
mundo del dinero la forma de organización es oligárquica, no
existen rastros de democracia y es la acumulación de capital la
que da el volumen de la fuerza y el poder, no el número de votos
que obtenga tal o cual función.
De ahí que situar la
política por debajo de la economía suponga establecer, de hecho,
un sistema oligárquico superpuesto a un sistema tan democrático
como inútil.
Sin olvidar, por
supuesto, que en el plano "democrático" actúan y son hegemónicas
fuerzas que son, en altísima medida, la voz de su amo, esto es,
la voz de los detentadores del capital que actúan en este plano
a través de partidos políticos y medios de comunicación de
masas.
10) EL
AUGE ECONÓMICO REQUIERE DESREGULACIÓN
El estribillo que
abrió la vía definitiva a la globalización se urdió en 1989 al
caer el Muro de Berlín y elaborarse la teoría del "fin de la
historia" sobre un trasfondo de anticomunismo ferviente.
Si el Estado
Soviético había sido derrotado por "las democracias" se debía a
su carácter omnipotente e invasivo de cualquier actividad
social, especialmente de la economía.
La
Thatcher ironizaba con
Gorbachov que su trabajo era mucho más fácil porque no se
tenía que preocupar de la economía, mientras que en la URSS
todas las actividades estaban acogidas a la tutela del Estado.
Así, el jefe del
Estado soviético debía preocuparse de "política" y de
"economía", mientras le jefe de una democracia tan solo debía de
preocuparse de "política".
Cuando la Thatcher
decía esto, en realidad, el proceso de "desregulación" de la
economía era solo incipiente y abarcaba dos frentes:
-
en el frente
interno, el Estado inglés estaba poniendo en venta el
sector público que estaba en su poder
-
en el frente
exterior, el Estado inglés estaba proponiendo normas
para que los Estados intervinieran cada vez menos en los
intercambios económicos entre naciones, y especialmente
que no molestaran la libre circulación de capitales
Los modelos puestos
en marcha en el Reino Unido y en los EE.UU., avalados por
el Fondo Monetario Internacional y por el
Banco Mundial, rápidamente fueron imitados en todo el
mundo generando oleadas alternativas de progreso y de
pauperización y restando cualquier posibilidad de una economía
mundial estable.
Hoy este principio es
aceptado universalmente por los economistas liberales con una
salvedad:
la independencia
del sector económico se ansía en todas las situaciones salvo
en una, cuando la economía entra en crisis.
Los liberales y
neoliberales que hasta el inicio de
la crisis de 2008 clamaban para
que el Estado se abstuviera de participar en la vida económica
de los pueblos.
A partir de entonces
elevaron sus preces y sus exigencias histéricas para que los
Estados salvaran a los grandes bancos en crisis y aportaran
dinero público para el enderezamiento del panorama económico,
una actitud que, en la práctica supone socializar las pérdidas y
privatizar los beneficios.
11) LAS
PRIVATIZACIONES SON GARANTÍA DE MAYORES BENEFICIOS PARA EL
CAPITAL
Es un dogma
establecido que en la modernidad no puede existir un "sector
público" (aun cuando pueden existir legiones de asesores y de
oficinas ministeriales y escalones administrativos completamente
improductivos cuya gestión se concede a las clases políticas
como compensación a su situación de subordinación ante el poder
económico).
Ese dogma parte de
una constatación:
los sectores en
los que el Estado estaba presente eran sectores de gran
vitalidad económica, e incluso de un peso creciente como es
la sanidad.
Estos sectores tienen
siempre un gran peso económico, requieren de complicadas
infraestructuras que ya han sido elaboradas por el Estado y se
trata solamente de mantenerlas y convertirlas en un negocio de
primera magnitud.
-
Los
ferrocarriles y las comunicaciones
-
Las líneas
aéreas y las autopistas en un primer momento
-
Las
infraestructuras de telecomunicaciones,
...para desembocar,
finalmente, en la privatización de
la sanidad, el verdadero gran negocio del
siglo XXI.
El argumento que se
esgrime es que estos sectores están así "mejor gestionados".
La experiencia
demuestra que no, que es todo lo contrario:
el servicio
ofrecido es de mucha menor calidad.
La razón real es la
dada en el enunciado de este punto:
privatizar es
tener la seguridad de que un servicio hasta ese momento en
manos del Estado tiene una clientela de masas y, por tanto,
representa un volumen seguro de negocio que multiplica los
rendimientos del capital.
12) EL
MERCADO SE CORRIGE A SÍ MISMO
Otro de los dogmas
enunciados por los liberales de todos los tiempos y corregidos
por los neoliberales actuales es este de que el mercado es el
único instrumento capaz de corregirse a sí mismo.
Se da el ejemplo del
sector español de la construcción en el que el mercado tras un
crecimiento hipertrófico, finalmente reventó y en la actualidad
está en vías de recuperar precios relativamente normales para
los productos en venta.
En realidad, este
enunciado debería de plantearse de otra manera:
"el mercado es el
único mecanismo que se corrige a sí mismo entre la
generación de dos aberraciones extremas".
En efecto, está claro
que los sectores sometidos a "burbujas" inflacionistas, antes o
después terminan estallando, pero el problema es que tales
estallidos tienen unas dimensiones cada vez más amplias y que
sus efectos duran más tiempo.
El problema es que
una economía global es
extremadamente sensible a cualquier pequeño problema regional y
que los fuegos despertados en un momento pueden, ciertamente,
apagarse ocho o diez o quince años después, pero los destrozos
que generan durante ese tiempo, la deuda que se genera, tardan
generaciones en extinguirse.
Así pues, la
capacidad de autocorrección del mercado es relativa e
insignificante en relación a su capacidad innata para generar
burbujas periódicos y en una fase de economía global, a
diferencia de en fases anteriores de capitalismo industrial
circunscrito a una nación, cualquier pequeño desajuste en un
mercado se amplifica hasta alcanzar una dimensión incontrolable
y mundial.
13) EL
DOBLE LENGUAJE ES LA FORMA DE COMUNICACIÓN DE LA CÚSPIDE CON LA
MASA
Habitualmente a una
persona "normal" le resulta muy difícil que su cabeza piense una
cosa y que su boca pronuncie palabras completamente opuestas:
el pensamiento
guía a la palabra, salvo en los casos de mentes con
perturbaciones psicológicas profundas, como
los psicópatas.
Sin embargo, la
característica con la que nos obsequia tanto las élites
económicas como las clases políticas que comen de la mano de las
primeras, es precisamente el doble lenguaje, un
proceso mental en el que lo que se dice no tiene nada que ver
con lo que se cree.
El doble lenguaje se
ha convertido no solamente en una exigencia política (adular al
ciudadano al que se desprecia y del que solo interesa su voto),
sino económica (cualquier golpe asestado contra las poblaciones
se justifica paternalmente alegando que es "bueno para ellas y
bueno para la democracia").
La distorsión del
lenguaje y la utilización de eufemismos, o de la mentira pura y
simple, se han convertido en el estribillo inseparable de
cualquier cantinela política.
Cuando los oligarcas
proponen "democracia" lo que están proponiendo realmente es el
sistema en el cual pueden depredar más y mejor, controlar más a
la opinión pública, defraudar las promesas hechas a los
electores, aumentar la presión fiscal sobre ellos, y explotarlos
más y mejor.
Cuando los "señores
del dinero" (directamente o a través de los medios de
comunicación amamantados en sus ubres) gritan a coro a favor de
"restablecer las libertades" en tal o cual zona del planeta,
que no quepa la menor duda que eso significa
solamente que en esa zona del planeta se va a derribar a
gobiernos - cuestionables o no, pero en cualquier caso, no más
cuestionables ni corruptos que cualquier otro - que suponían un
muro de contención contra el impulso globalizador y que, a
partir de ahí, las hienas del dinero van a clavar sus garras.
Lo hemos visto en
Yugoslavia, descuartizada sin piedad para que Alemania pudiera
ampliar sus mercados, y más tarde bombardeada a instigación de
la administración norteamericana para favorecer el afianzamiento
del "corredor turco" de los Balcanes.
Para entender lo que
se quiere decir desde las altas esferas del poder mundial
globalizado es preciso tener un traductor simultáneo que reduzca
las frases a su verdad esencial:
no hay palabra
que pronuncie un "señor del dinero" (o sus validos
políticos) que no tienda a reforzar su poder, nublar la
percepción de sus verdaderas intenciones o aumentar la
concentración de capital en sus manos.
Oírles, sin
traducirles, es engañarse...
14) LA
VIDA DEL PLANETA, LA SALUD DEL PLANETA, SE SUBORDINAN A LAS
EXIGENCIAS DEL CAPITAL
Si los derechos del
capital se sitúan por encima de los derechos de las personas,
resultará evidente que se sitúen también por debajo todo lo
relativo a la salud y al medio ambiente.
No existen grandes
proyectos en los horizontes de la globalización, sino tan solo
una batalla acometida día a día en busca de mayores beneficios y
de la forma más inmediata.
Lo que cuenta para el
capital es el beneficio aquí y ahora. En plazos tan cortos de
tiempo es imposible medir las consecuencias que implican
determinadas actividades.
En el momento de
escribir estas líneas resulta evidente que los países en vías de
desarrollo que aspiran a estar presentes en el pelotón de cabeza
del desarrollo son los que más contaminación generan.
Para evitar detener
ese proceso acelerado, desde las esferas más altas de la
globalización y de sus estados mayores, se elaboró la consigna
del "desarrollo sostenible", última trinchera en la que se
refugiaban los defensores a ultranza del "progreso indefinido".
En el estado actual
de la ciencia y de las tecnologías, lo cierto es que no hay
lugar para un "desarrollo sostenible" ad infinitum, a la vista
de que las posibilidades del planeta son limitadas.
La consigna ha
logrado mantener ocupados y tranquilos a los bienpensantes,
esperanzados por lo que parecía una,
"toma de
conciencia de los gobiernos ante los problemas del medio
ambiente".
En realidad, poco
importa lo que digan los gobiernos, sus leyes y los acuerdos
internacionales que firman encierran ellos mismos trampas y
cláusulas leoninas que resuelven pocos problemas y que
contribuyen solamente a aplazar unos años más la percepción real
de la situación.
Y no habrá
rectificación, simplemente, porque los gobierno terminarían
enfrentándose a los "señores del dinero" y estos han
establecido,
-
que
finalmente, precisan que las amplias extensiones de
tierras de cultivo que han adquirido rindan más allá de
lo razonable en pocos años sometidas a superexplotación
hasta quedar yermas para siempre
-
que los
negocios energéticos que han adquirido deben de
continuar contaminando y agotando los recursos
energéticos a velocidad creciente mientras vayan
rindiendo beneficios
-
que no
importa que algunas grandes ciudades del planeta se
hayan convertido en completamente inhabitables y algunas
zonas se convierten en vertederos tóxicos
-
que importa
poco si en esas zonas los beneficios del capital siguen
siendo aceptables
La depredación del
planeta proseguirá, si es preciso, hasta que el último "señor
del dinero" estrangule con el tubo de su botella de oxígeno a su
último competidor, poco antes de apagarse las luces de la
humanidad.
15) LA
VERDAD NO EXISTE Y LA LIBERTAD ES RELATIVA - LA PRIMERA SE
DICTA, LA SEGUNDA SE DA
Fuera de lo tangible
del dinero (aunque en realidad, la mayor parte del dinero es hoy
virtual generado por la absurda doctrina de la "reserva
fraccional" y no pase de ser mera notición contable
electrónica), todo lo demás es relativo, banal, sin apenas
interés para los "señores del dinero" que han comprobado que la
relatividad es aplicable a todas las actividades humanas en un
momento en el que los valores absolutos han quebrado o
simplemente se han olvidado o, lo que es peor, existiendo
todavía, nadie sabe exactamente como vivirlos.
Los dueños de la
globalización saben que los individuos son celosos de su
libertad, que están incluso en determinadas circunstancias,
dispuestos a defenderla… aun cuando no saben exactamente qué es
ser libres y en qué consiste la verdadera libertad.
Ellos, los "señores
del dinero" saben que las "libertades políticas" son importantes
aunque la inmensa mayoría no tenga nada por lo que manifestarse,
expresarse o reunirse, saben por eso, que pueden acceder a que
los gobiernos concedan tales libertades porque a ellos solamente
les interesa una:
la económica,
estando todas las demás subordinadas a ella.
Pero aquella libertad
que consiste en la capacidad de dominio del ser humano sobre sí
mismo, que le impide ser controlado y dominado por sus miedos y
sus pasiones, por su psicología interior, sus filias y sus
fobias, incluso por sus instintos, de esa libertad ni se habla
ni se la puede tomar en serio, simplemente porque ejercerla no
reportaría ningún beneficio económico.
De ahí que el mejor
régimen político que se adapta como un guante a la globalización
sea el régimen parlamentario:
controlando a
medios de comunicación,
controlando el dinero, se
controla a la clase política, pieza intermedia entre los
"señores del dinero" y la masa.
Pero es preciso,
siempre que la masa no crea en nada más que en aquello que se le
presenta como "valioso", es bueno no enseñarle a pensar por sí
mismo, ni que desarrolle un espíritu crítico.
La mejor forma de
vida para la masa es la narcosis, ese estado de sonámbulo
despreocupado por lo esencial y atraído por formas de fantasía y
por una sensación beatífica bienestar que procede del olvido de
uno mismo.
16) EL
MESTIZAJE ES EL MEJOR ESTADIO PARA LA HUMANIDAD - NO EN VANO SE
ATOMIZA A LAS POBLACIONES EN CONJUNTOS INDIVIDUALES Y SE LES
RESTA CUALQUIER RASGO DE IDENTIDAD
El gran problema que
ha encontrado el proceso globalizador es cualquier sistema
identidades en las que se puedan reconocer los seres humanos y
las sociedades.
Así pues, si de lo
que se trata es de implantarlo en todo el mundo se trata, en
primer lugar, de homogeneizarlo.
Los sistemas de
identidad son el adversario más peligroso porque indican a
alguien lo que es, cuál su origen, qué afinidades y diferencias
tiene con otros pueblos. Un pueblo se reconoce en los rasgos
distintivos de su comunidad, si carece de ellos, ya no se
reconoce en nadie, salvo en su entorno familiar o vecinal.
Así pues, los
instigadores de la globalización abominan de cualquier identidad
y para lograr su desaparición proponen la idea recurrente de la
"fusión cultural" y el "mestizaje" operado a todos los niveles.
Los efectos de este
proceso actualmente en marcha son desoladores y apuntan en la
dirección que hemos definido:
las comunidades
dejan de tener fuerza y cohesión, se convierten en agregados
de individuos que se reconocen únicamente por los rasgos más
banales:
el color de
un equipo de fútbol y poco más...
Obviamente no
surgirán entre ellos conflictos "nacionales" y, ni siquiera
tendrán "conciencia de clase".
Simplemente serán
entes autónomos, igualados, homogeneizados y sometidos al
denominador común del mestizaje. Allí donde ha existido
"mestizaje" allí se han generado sociedad inestables y, en
cuanto a los productos culturales que hoy, aquí y ahora, se nos
proponen como muestras del mestizaje, no pueden evitar tener una
dudosa calidad.
El "mestizaje"
solamente puede ser viable entre entidades contiguas entre las
que no existen abismos culturales, antropológicos o
cualitativos.
17)
CUALQUIER ESTRUCTURA SOCIAL O NACIONAL QUE SUPONGA ARRAIGO E
IDENTIDAD DEBE SER ABOLIDA
Los Estados
Nacionales son en la actualidad uno de los pocos valladares que
encuentra la globalización.
Los Estados
Nacionales suponen un conjunto de instituciones, leyes y
organismos que defienden a esa comunidad ante los eventuales
ataques de otras e incluso ante procesos de inestabilidad
interiores.
Desaparecidos los
Estados Nacionales, la vía queda libre para la globalización.
Soluciones como la
Unión Europea serían válidas si supusieran un "espacio libre" de
globalización, pero en la medida en que se insertan dentro de
ese contexto económico, renunciar a la soberanía nacional en
beneficio de la UE es problemático que, tal como ha mostrado la
crisis de las
vallas de Melilla que estalló a
finales de febrero y principios de marzo de 2014, paraliza la
reacción del Estado supeditándola a la
lentitud administrativa y las
orientaciones incomprensibles de la Unión Europea
(UE).
Por otra parte, es
importante recordar que no es por casualidad que la tendencia
actual de presionar fiscalmente y de manera inusitada sobre las
clases medias prosigue de manera salvaje.
Abolir a la clase
media no es tan importante como diluir sus concepciones y su
preparación. De las clases medias han partido siempre los
movimientos de renovación política y social.
En ellas se encuentra
la mayor acumulación de cultura e intelectualidad y, al mismo
tiempo, su situación económica, le permite dedicar tiempo a la
elaboración intelectual y al análisis de la realidad:
son, por tanto,
peligrosos, especialmente desde el momento en el que
cristaliza en ellos una conciencia de grupo.
Así pues, romper los
Estados Nacionales en fragmentos más pequeños y, por tanto, más
manejables, romper las clases sociales, especialmente aquellas
que pueden ser potencialmente peligrosas son obsesiones para la
globalización cuyo punto de partida, es bueno no olvidarlo, tuvo
lugar en 1945 con la creación de
las Naciones Unidas, primer
paso para un "gobierno mundial".
Desde entonces, todas
las consignas de carácter humanista y universalista han sido
propagadas desde ese foro y desde la UNESCO y tienden
inviablemente a abolir los sistemas de identidades nacionales
sustituyéndolos por folklorismos altisonantes y "patrimonios de
la humanidad" aislados y dispersos, sin posibilidad de
adscribirse a denominadores culturales comunes.
18) ES
INTOLERABLE QUE ALGUIEN SE ALCE CONTRA ESTOS PRINCIPIOS QUE,
COMO CUALQUIER DOGMA, ES INTOCABLE E INDISCUTIBLE
La globalización es,
por principio, incuestionable.
Quien la cuestione
sea arrojado al inframundo. Quien se atreva a dudar de su
eficiencia o a advertir de sus presuntos riesgos, ese debe ser
quemado en la hoguera.
Ejercer incluso el
papel de
Casandra y recordar lo
problemático de todos los procesos que acompañan a la
globalización, supone un desafío que muy pocos están en
condición de asumir.
En ello les va el
futuro, su buen nombre y su prestigio:
nadie puede poner
en duda que la globalización es la etapa 'superior' de la
humanidad, porque esa misma letanía se repite con el mismo
estribillo pero con ritmos diversos:
-
los habrá
que declarándose "antiglobalizadores" pedirán, al
mismo tiempo, "otra globalización"
-
los
habrá, los newagers, que condenando los procesos del
capitalismo globalizado, aluden a,
…esto es,
a un mundo completamente homogeneizado, sin matices
ni contrastes, sin identidades, anónimo y "único".
Las críticas
radicales al principio mismo de la globalización no pueden ser
admitidas, quien las realiza debe ser tachado de ignorante o de
visionario, en cualquier caso, de persona de credibilidad
dudosa.
Solamente puede tener
voz autorizada en la globalización aquel que participa de ella.
Sólo puede ser
incorporado al pelotón de los bienpensantes y de los
intelectuales con marchamo quien está dispuesto a aceptar
estos mandamientos y el primero de todos es,
"no hay más dios
que el dinero y la economía globalizada es la única liturgia
para llegar a él".
Afuera, la
Inquisición aguarda al disidente...
19)
CUALQUIER ACTIVIDAD HUMANA ES SUSCEPTIBLE DE ADAPTARSE AL
PARADIGMA GLOBALIZADOR
La globalización es
nuestro destino y es muy difícil escapar a sus procesos viviendo
en comunidad.
El gran logro de la
globalización ha consistido en adaptar cualquier actividad
social a su configuración hasta el punto de que fuera de la
globalización solamente puede existir una especie de exilio
interior en el mejor de los casos y una marginalización en el
más habitual.
Cuando
Guy Debord teorizó sobre la
"sociedad del espectáculo" en los años 60, olvidó decir que en
el límite extremo de tal sociedad se encuentra la "sociedad
global".
En este modelo social
las características propias y los signos de identidad de los
individuos, los pueblos y las naciones, tienden a difuminarse y
a desaparecer subsumidos por una marejada de "mestizaje" que, en
realidad, no es sino la ausencia de toda identidad y la
atomización extrema de la sociedad en fragmentos individuales
que, como los grados de arena de una playa, tienen todos la
misma composición, idéntica función, intercambiables unos con
otros, variando apenas su forma.
Lo esencial del
momento actual es la reducción a lo económico de cualquier tipo
de actividad social:
desde la
literatura y las artes hasta cualquier estilo de vida,
todas, absolutamente tienen como denominador común el ser
reducidas a la dimensión de mercancías comprables y
vendibles.
Incluso el ocio tiene
esa dimensión única.
Y en tanto que
reducidas a actividad económica sufren de las mismas tensiones
que cualquier otro producto que se mueve en "el mercado":
oscilaciones en
los precios, tendencia a la concentración de capital,
inseguridad, dependencia del capital financiero, deuda, etc.
Finalmente, el mismo
ser humano termina siendo consciente de que, él mismo, su vida,
su salud, su alimentación, su educación, todo, absolutamente
todo, son objetos económicos y él mismo ha pasado a ser uno más.
Al final del camino
lo que se encuentra es una despersonalización absoluta y un
empobrecimiento radical de la naturaleza humana reducida a su
dimensión económica.
20) SÓLO
HAY UN DIOS AL QUE RENDIR CULTO, EL DINERO
Todos estos
mandamientos se resumen en uno sólo
Cualquier otro valor,
cualquier principio, cualquier idea, palidece ante este último
dogma que tiene al dinero como único dios.
En períodos
anteriores de la historia ya ha habido minorías que han erigido
al dinero como dios, la diferencia con el período actual es que
tales minorías nunca han dispuesto de tal acumulación de riqueza
y de capital como en la actualidad y nunca ese dios ha sido tan
poderoso e independiente de las voluntades de quienes lo
invocan.
Porque llegamos ahora a la conclusión final de esta parte de
nuestro estudio.
El actual momento de
la economía mundial no está dirigido, ni gobernado por nadie,
quienes "mueven los hilos" y actúan de manera decisiva en los
procesos que se desarrollan bajo el nombre genérico de
"globalización".
No lo hacen siguiendo
principios de prudencia, intuición, racionalidad o inteligencia,
sino que, como el fiel que asiste piadosamente a la iglesia, es
porque tiene un fe inconmovible por su único dios y señor:
el dinero.
Quiere poseerlo como
el católico ferviente quiere experimentar la santidad y
la beatitud. Ansía impregnarse en sus esencias y en su
olor como el hombre religioso quiere ser uno con su Señor
inmaterial y omnipotente.
No hay forma de
controlar al dios de la economía, ni encarrilar sus pasos como
no hay forma de dirigir las acciones de Dios:
el fiel de a pie
que rinde culto al dinero tiene la misma posibilidad de
modificar las acciones de su dios que el católico que reza
una oración en el templo de la fe.
El dios es soberano y
absoluto, dueño de las acciones de los hombres, no al revés.
Y ese dios, el dios
de la economía, no tiene otra finalidad que llegar a las últimas
consecuencias de su lógica interna.
Al igual que
el 'Dios' del Antiguo Testamento,
hay en él mucho de hostilidad hacia su pueblo. O cumple su
voluntad o lo castiga, justo como el dios de la economía.
Para éste nunca es
suficiente:
siempre es
preciso obtener más rendimiento del capital, multiplicarlo,
engrandecerlo, tenerlo siempre presente y sin descanso.
Eso, o el castigo...
El castigo viene en
forma de crisis económicas y de estallido de burbujas.
Pero, tras el
castigo, siempre llega la reconciliación del dios con su
"pueblo" y la reanudación de la "alianza" con él para proseguir
la acumulación de capital hasta su destino tal fatal como
improbable:
la concentración
extrema del capital que como un agujero negro cósmico
atraiga y absorba cualquier otro capital que pueda existir
sobre la faz de la tierra.
Se trata, por
supuesto, de un límite teórico y extremo, improbable por lo
demás, al que seguiría un período de serenidad que duraría el
tiempo en el que ese diosecillo del dinero se diera cuenta de
que ya no crece más y estallara como el agujero negro
iniciándose un nuevo ciclo que, partiendo de la economía de
supervivencia, pasaría luego a la del trueque y más adelante a
la artesanal, y así sucesivamente.
Si algún "señor del dinero" se cree que controla a la economía,
se equivoca:
es la economía la
que lo controla a él.
Y el dios de la
economía es un dios enloquecido provisto de una dinámica y de
una lógica interior que le lleva, inevitablemente, a la
autodestrucción.