por John L. Lash del Sitio Web MetaHistory
traducción de
Editorial-Streicher del Sitio Web Editorial-Streicher
Desierto de Judea
- El Gobierno de los
"Justos" -
Hace un mes (01 Diciembre 2004) Bill Moyers fue honrado con el Premio Global Environment Citizen por el Centro para la Salud y el Medioambiente Global de la Facultad de Medicina de Harvard.
Los extractos aquí
presentados son de su discurso de aceptación publicado el 6 de
Diciembre de 2004 por CommonDreams.org. (1)
Considerando la seriedad con la cual el Presidente George W. Bush declara su fe personal en público, y que la demuestra en términos políticos, quizás no es ninguna sorpresa que el fundamentalismo del Cinturón Bíblico (área del Sur de EE.UU. donde predomina el fundamentalismo Protestante) haya estado dirigiendo las prerrogativas políticas de la Casa Blanca desde el primer período de Reagan.
Por extraño que pueda parecer, el político tejano (Bush) a menudo descrito como "el hombre más poderoso en el mundo" dice que él fue llamado a su misión por Dios (ver aquí y aquí).
Y créalo no, Dios tiene una agenda, un plan maestro que el Presidente Bush está determinado a cumplir.
Un plan que Bill Moyers
encuentra profundamente inquietante.
En alguna extraña manera, él, el Dios Creador y 'Padre' de Jesús, quiere destruir el mundo a fin de salvar a la Humanidad, o a una parte escogida de ella, en cualquier caso.
Pero entonces tiene sentido que el Ser Supremo que creó este mundo tenga el derecho de aniquilarlo, ¿verdad?
Así le parece a algunas personas. Y no sólo a unos pocos, tampoco. La promesa de un holocausto planetario es actualmente apreciada por millones de cristianos temerosos de Dios de todo el mundo, y estratégicamente esperada por los políticos que los conducen.
Aquellos que viven en Estados Unidos que comparten la "fe"
de George W. Bush (2) se aseguraron de que él fuera
reelegido.
Moyers recuerda cómo James Watt, el primer secretario del Interior del Presidente Reagan,
Watt no fue el único miembro de la Casa Blanca de Reagan conocido por sostener tales extremistas opiniones.
El propio Reagan creía firmemente que el Armagedón tendría lugar en
el Oriente Medio. Durante al menos 20 años hasta ahora las medidas
políticas de Estados Unidos han estado avaladas por una agenda
divina.
Bush y compañía están actuando en base a una reciente variación descrita por Bill Moyers en una paráfrasis que él acredita al escritor británico George Monbiot:
Moyers añade sardónicamente:
Sí, Bill, sabemos eso, pero alguien más ciertamente lo hizo.
En la medida en que los historiadores puedan decirlo, el autor de ese libreto parece haber sido un evangelista itinerante llamado John Nelson Darby.
Aprovechando el material ambiguo y contradictorio acerca de Jesús contenido en el Nuevo Testamento, Darby apareció con la idea de que Jesús volvería dos veces, una vez para convocar a los fieles ante el Padre, y otra vez para reinar sobre una batalla celeste encima de Armagedón en el Oriente Medio.
El propio Darby fue inspirado por una
muchacha escocesa no nombrada que tuvo visiones de la Segunda Venida
alrededor de 1830, cuando ella era adolescente.
No me extraña que ellos abracen
apasionadamente la historia del tiempo final. Cualquier cosa para
escapar del infierno de sus vidas en la Tierra.
Él también nota que en su juventud,
Todo eso comenzó a cambiar con Jimmy Carter, y ahora, explica Schlesinger,
El resultado es que los fundamentalistas ahora superan en número a los Protestantes de la línea principal, es decir, aquellos que pueden tender a distanciarse del mito del final de los tiempos.
Con
este cambio, las extrañas visiones de una adolescente escocesa han
llegado a la vanguardia de la imaginación religiosa en Estados
Unidos.
Yo propondría dos observaciones:
Gracias a los Rollos del Mar Muerto, los historiadores de la religión ahora entienden que la ideología salvacionista defendida por los neocons estadounidenses en términos geopolíticos se remonta a oscuros orígenes cúlticos en Palestina.
Estamos viendo aquí una
grieta muy profunda en la psique humana.
Liderada por el sacerdote Roland de Vaux, y trabajando con el pleno apoyo del Vaticano, la École Biblique intentó mantener al mundo ignorante sobre muchas cosas acerca de dichos Rollos, pero sobre todo en un punto, una lección crucial y sensacional de la Historia:
En suma, el mensaje de amor universal atribuido al cristianismo y codificado en la táctica política del catolicismo romano es la consecuencia de un complejo de culto genocida, el sistema de creencias de los Zaddikim, "los justos".
Aquél era un grupo disidente extremista cuyas políticas de odio sectario hablan desde los Rollos con intensidad de clarín y escalofriante convicción de sangre. La enloquecida hambre de un holocausto a escala mundial se remonta a los Zaddikim.
Tan violentas y vengativas eran las
creencias sostenidas por ese grupo que ellos tuvieron que retirarse
a las colinas al Sur de Jerusalén, tanto para escapar de las
autoridades romanas (que Qumrán era una fortaleza y no un pacífico
asentamiento de "esenios" tipo hippies fue una de las conclusiones
arqueológicas suprimidas por De Vaux), así como para evitar la ira
de los devotos judíos predominantes que percibieron a los sectarios
(correctamente) como un peligro para la supervivencia de la
comunidad judía bajo la ocupación romana.
De hecho, la práctica de la crucifixión comenzó entre los judíos en los primeros días del movimiento de los Zaddikim, alrededor de 150 a.C.
El ala militante de los Zaddikim eran
terroristas, comparables a grupos islámicos como Hamas que hoy
luchan por liberar Palestina de los judíos, tal como los Celotes
luchaban para liberar el mismo territorio de la ocupación romana,
hace más de 2.000 años.
Jesús era, en efecto, el
Yaser Arafat del Frente Judío de Liberación.
Los "Justos" eran extremistas xenofóbicos que pusieron en peligro a los judíos corrientes y usaron la religión hebrea para montar una fase final política con Roma.
Entre los Celotes había genuinos luchadores por la libertad que murieron por sus propias manos, en un estilo pagano, antes que rendirse a los romanos en Masada. Tales partidarios eran ignorantes de la secreta agenda del círculo interno.
Después de 70 d.C. el movimiento para
derrocar la ocupación romana no sobrevivió, pero la extraña
ideología de los Zaddikim sí lo hizo.
Ashcroft colgó el teléfono, corrió a la cocina, cogió una botella de aceite Mazola, e hizo que su padre lo ungiera con él a imitación de los rituales mesiánicos del Antiguo Testamento. La palabra hebrea "mesías" simplemente significa "ungido con aceite".
Desde el tiempo de Saúl, antes de 900 a.C., el rey judío que se sometía a esa ceremonia era llamado "Hijo de Dios".
Originalmente, el título no tenía ninguna connotación de divinidad.
Simplemente significaba que al rey se le requería que sirviera
a
Yahvé, el dios tribal, como un hijo sirve a su padre. De hecho, los
antiguos hebreos rechazaban explícitamente la noción de la divinidad
humana, y es por eso que los judíos devotos hoy no reconocen a Jesús
como tal.
Pero el mito sectario central sobrevivió, y se transformó extrañamente. Durante el Cautiverio en Babilonia, alrededor de 600 a.C., algunos hebreos religiosos absorbieron el mito persa de la Guerra Celestial en la cual el Bien Absoluto está en oposición contra el Mal Absoluto en su corpus teológico.
Desarrollado posteriormente por los profetas visionarios como Ezequiel y Daniel, ese tema se convirtió en la obsesión central de los Zaddikim para quienes el Mesías era tanto un libertador nacional y racial como un vengador sobrenatural.
Todo eso
está escrito de manera obvia y clara en los Rollos del Mar Muerto,
el milenario testamento de los Zaddikim.
La virulenta ideología del fin de los tiempos, al principio confinada a la pequeña secta de los Zaddikim, irrumpió en proporciones pandémicas por medio del mensaje "católico" de amor universal, que curiosamente resulta tener pegado a él un escenario de holocausto impulsado por el odio. Cuán extraño...
De cualquier
modo, la combinación de un mensaje religioso de amor con la garantía
de una imposición totalitaria del Plan de Dios (un plan heredado de
los antiguos hebreos, y originalmente destinado sólo a ellos, pero
ahora revisado para el mundo en general) es una situación donde
todos ganan, si es que usted está en el lado de Dios.
La reciente alianza de la Derecha Protestante con católicos y judíos es una fusión inevitable, históricamente hablando, ya que las tres facciones comparten una raíz primaria común que se remonta a la creencia de los Zaddikim en el justo castigo divino.
Con esta colusión infernal conduciendo los acontecimientos mundiales, las perspectivas son aterradoras. Al menos, Bill Moyers las encuentra así.
Según mi conocimiento, él es el primer comentarista social en Estados Unidos ampliamente respetado por declarar en público que la teología fundamentalista del fin de los tiempos es demasiado extraña para ser creída.
Esto es valiente y franco. Vemos a un respetado periodista haciéndose a sí mismo vulnerable.
Pero en una perspectiva meta-histórica, Moyers ha comenzado apenas a abordar la cuestión de la credibilidad aquí. El hecho de que la teología del tiempo final (o teología de la aniquilación, como propongo que sea llamada) sea creíble para muchos es un hecho innegable de nuestros tiempos. Cualquier periodista podría reportarlo como tal.
El truco es que el informe es creíble, pero aquello de lo cual reporta no es creíble para aquellos que no abrazan la ideología mesiánica del fundamentalismo.
Lo que es más chocante para Moyers es que aquellos
que están en la categoría de los no creyentes, los infieles, ahora
se encuentran marginados en la historia, despotenciados social y
políticamente por aquellos que realmente creen.
¿Pero qué sucede cuando usted tolera un sistema de creencias que es en sí mismo intolerante?
La ideología genocida de los Rollos del Mar Muerto ejemplifica la intolerancia religiosa asociada con un fanatismo del fin de los tiempos. Una materia espeluznante, ésta.
Pero la demencia no murió con los Zaddikim. La fórmula que una vez amenazó al Imperio romano llegó a ser incorporada en él.
Más recientemente, ha sido incorporada en el imperialismo global y venerada en el corazón de millones que la aprecian en sus vidas, creyendo que ella representa un mensaje de amor universal entregado por el Hijo de Dios, Jesucristo, que fue enviado a la Tierra por el Dios Padre.
El mensaje de amor y tolerancia es como una capa de azúcar en la píldora genocida.
Ahora, eso es realmente aterrador...
Los actuales Cruzados del cristianismo mesiánico son guiados por una escritura reciente, el escenario del Rapto parafraseado por Monbiot, que en sí mismo es sólo una variación del complejo principal más antiguo, la ideología de los Zaddikim del fin de los tiempos.
Siendo esto así, es bastante razonable suponer que George W. Bush y aquellos que están alrededor de él podrían tomar decisiones con una deliberada visión de apresurar el final, haciendo que las cosas empeoren para que el plan de Dios sea realizado, y mientras más pronto, mejor.
Cuando fue preguntado acerca de Irak por Bob Woodward, uno de los periodistas que denunciaron el escándalo de Watergate, Bush respondió en una forma que dejó al reportero con la impresión de que,
Bush le dijo a Woodward que antes de invadir Irak él no buscó consejo de su padre mortal, que había luchado contra Sadam Hussein en la primera Guerra del Golfo de 1991, sino que él apeló a "un padre más alto".
Schlesinger comenta:
Todo esto parece bastante familiar ya, y podemos incluso estar aburriéndonos vagamente al oír hablar sobre las pretensiones mesiánicas presidenciales.
Pero espere un segundo. Consideremos la demencial lógica de los Justos un poco más de cerca. Puede ser que el Presidente Bush declare un objetivo en público y persiga otro en realidad.
Eso él lo haría para que sea completamente consecuente con su vocación divina y para implementar el Plan Divino.
Así, la misión de,
...sería un pretexto, una tapadera para otras intenciones.
¿Y si, en primer lugar, la invasión de Irak nunca se pretendió que tuviera éxito?
Eso tiene sentido en
términos de la teología de la aniquilación, ya que Irak bien podría
ser la movida decisiva en las Guerras Religiosas/Guerras del
Petróleo que no pueden ser ganadas, y que finalmente llevarán al
mundo tal como lo conocemos a un espantoso final.
O así él lo cree...
Bill Moyers está impresionado por la manera en que esas creencias están codificadas en la narrativa del fin de los tiempos como un drama histórico, incluyendo el "Rapto" (el rescate a último minuto de los creyentes), y la destrucción completa del mundo natural.
Al concluir su discurso de aceptación, él pregunta en forma conmovedora:
Buena pregunta ésa...
Este sitio (Metahistory) trata de contestar aquella pregunta desde muchos ángulos. Una de las respuestas más sabias que conozco viene de Theodore Roszak.
Escribiendo en "Where the Wasteland Ends" acerca del "extremismo patológico" de las creencias judeo-cristianas, Roszak dice:
Si el planeta está siendo llevado a la ruina en base a un psicótico escrito religioso, muchos de nosotros tenemos una causa genuina para estar alarmados.
Pero hay una preocupación más profunda también, una preocupación que Metahistory.org trata de abordar proponiendo una historia diferente para guiar a la especie.
La meta-crítica de Roszak va al núcleo del dilema:
Debido a ese daño, nos rendimos a la narrativa del final de los tiempos y no podemos contrastarla con una historia diferente.
Estamos imaginativamente despotenciados, como si algo
extraño al espíritu humano se hubiera metido en nuestro Soñar como
especie, atrofiando nuestra capacidad para imaginar nuestro lugar en
la Tierra y en el cosmos en general.
Referencias
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