CAPÍTULO 1
Fuente
El juego del diablo
En este capítulo repasaremos las técnicas que ha utilizado el
Imperio británico a lo largo del siglo XX para destruir los
Estados nación soberanos, que van desde fomentar iniciativas
antitecnológicas, la des-industrialización y el crecimiento cero
hasta instigar corrientes contraculturales, respaldar
movimientos sufíes y crear organizaciones terroristas con
objetivos específicos en cada país.
Por no mencionar el modo en
que el Imperio se ha servido de las divisiones históricas en
Oriente Medio para imponer la "Nueva Edad Media" que en el
presente amenaza la propia supervivencia de la humanidad.
* * *
El período comprendido entre la caída del Sha de Irán y el nombramiento
del ayatolá Jomeini marcó un punto de inflexión en la historia
de Oriente Medio y del mundo islámico.
El establecimiento de la
República Islámica de Irán1 del ayatolá fue el primer paso para
imponer los intereses económicos anglo-estadounidenses e
implementar la estrategia de los Servicios de Inteligencia
británicos, dirigida a sumir a toda la región en la "Nueva Edad
Media".
El recrudecimiento de la locura islámica (ya sea del tipo ISIS o
del tipo de sus antecesores, como los Hermanos Musulmanes, la
Yamaati Islami de Pakistán, Al Qaeda, Ansar al Islam, Tehrike-Taliban,
Lashkar-e-Jhangvi al Alami, Abu Sayyaf e Hizb ut-Tahrir, o
incluso del tipo de las hermandades místicas sufíes de Asia) es
un proyecto de la City de Londres.
En lo que respecta a la estrategia de la mafia islámica de
Londres para imponer la "Nueva Edad Media", pueden identificarse
dos consecuencias interrelacionadas, que a su vez son objetivos
políticos. La primera es la que resulta más evidente a primera
vista: si se permite que la revolución islámica siga su curso
actual, Oriente Medio quedará reducido a escombros y la
población musulmana se reducirá a la mitad o incluso en dos
terceras partes.
Tal como hemos atestiguado en la última década con las revoluciones
de colores o con los flagrantes golpes de Estado, estos cambios
van seguidos de un colapso de la autoridad central, de reivindicaciones
de autonomía por parte de caudillos sectarios y tribales, así
como del saqueo masivo del país en cuestión a manos de hordas de
ejércitos rebeldes errantes que arrasan con todo a su paso.
En declaraciones del coronel general Leonid G. Ivashov, exjefe
del Departamento de Cooperación Militar Internacional del
Ministerio de Defensa de la Federación Rusa,
"la fuerza impulsora
que subyace a estas operaciones no son las provocaciones de
Siria o Irán, ni Hezbolá, ni siquiera el propio Israel.
Más
bien, la pieza clave es la oligarquía financiera mundial,
indefinida desde el punto de vista político, que trabaja de un
modo constante y persistente para cambiar la organización
política, económica y social de la comunidad global, atendiendo
a sus propios intereses.
Entre los objetivos de esta "oligarquía
financiera" figurarían destruir de una vez por todas el
sistema de Estado-nación de Westfalia en aras de favorecer
una dictadura global; preparar el terreno para lanzar
ataques contra Irán, y saquear sus recursos, lo cual está
implícito en ese tipo de dictadura, y redibujar el mapa del
Gran Oriente Medio".
Este proceso se ha extendido ahora a Túnez, Libia, Siria,
Egipto, Sudán, el Yemen, Bahrein, Argelia, Iraq, Irán, Turquía,
Pakistán y Afganistán.
La fragmentación de Oriente Medio
siguiendo esas fronteras es lo que se conoce como el "plan de
Bernard Lewis", llamado así en honor al especialista británico
en el islam de la Universidad de Oxford, que colabora
estrechamente con los servicios de Inteligencia británicos e
israelíes.
Antes de que existieran el ISIS, Al Qaeda y los talibanes, la
élite contaba con otros ejércitos para luchar por su causa. Uno
de los primeros fueron los Hermanos Musulmanes (al-Ikhwan
alMuslimeen), una secta fundamentalista musulmana engendrada por
los servicios secretos británicos a partir de miembros de Oxford
y Cambridge, y de los círculos místicos del Rito Escocés de la
Masonería, en tanto que abanderado de una antigua herejía
antirreligiosa (pagana) que ha plagado el islam desde el
establecimiento de la comunidad islámica por parte del profeta
Mahoma en el siglo VI.
Fruto de un movimiento que comenzó en el siglo XIX en el seno
del mundo musulmán, los Hermanos Musulmanes son la organización
islamista más antigua y grande de Egipto, y ha dado lugar a
grupos islamistas suníes por todo el mundo árabe.
En la
actualidad, sirve de organización marco en cuyo seno prosperan
numerosas sociedades y hermandades fundamentalistas sufíes y suníes, así como chiíes radicales.
Oficialmente, lleva activa en
Oriente Medio desde 1928, iniciando su actividad en reacción a
la abolición del califato por parte del reformador turco Kemal Atatürk en 1924.
"Los Hermanos Musulmanes surgieron de entre
los cultos islámicos patrocinados por los británicos, que
incluían sociedades sufíes secretas y grupos como el bahaí.
El padrino político de los Hermanos Musulmanes era Jamal al
Din al Afghani y sus discípulos, los "reformistas" del islam
y el grupo salafí."
En palabras de Robert Dreyfuss, experto en el
islam,
"en conjunto, visto de forma genérica, los
Hermanos Musulmanes no pertenecen realmente al islam, sino a
las religiones bárbaras preislámicas que adoraban a la diosa
madre",
...al misticismo satánico, a la alquimia, a la
magia negra, a la hechicería y a la brujería que prevalecía en
la antigua Arabia, como la adoración a las diosas Allat, Uzza y
Manat, que a su vez son copias de los cultos más antiguos a Isis
y Osiris, a Apolo y a la Gran Madre.
"Los Hermanos Musulmanes no existirían en la
actualidad si los orientalistas británicos de Oxford y
Cambridge no hubieran adoctrinado con mimo a los elementos
más retrógrados, y más reaccionarios desde el punto de vista
epistemológico, de la cultura musulmana.
Lejos de ser la expresión real de la historia
y la cultura musulmanas, la parásita hermandad es fruto de
una paciente organización por parte de agentes de los
servicios secretos del mundo islámico, como Arnold J.
Toynbee,10 Harry St. John Bridger Philby, T. E. Lawrence, E.
G. Browne y muchísimos más."
En este proceso fue clave un plan británico
centenario para explicar el declive del islam; Londres opinaba
que la decadencia y caída - y, finalmente, el dominio del mundo
musulmán por las potencias imperialistas - se debían a una
debilidad intrínseca, o a un defecto, en la "psique musulmana".
La mafia londinense de pseudo-orientalistas fue
metiéndoles en la cabeza esas premisas a los intelectuales
musulmanes modernos a fuerza de repetirlas. Para lograrlo, los
británicos se aliaron con las religiones preislámicas que
quedaban en la región.
Estos cultos ahondan sus raíces en una tradición
aún más antigua, la de los cultos paganos de Grecia, Persia y el
Imperio romano.
"Más recientemente, los orientalistas
británicos y los especialistas en Inteligencia
anglo-jesuitas creyeron conveniente utilizar las tradiciones
"negras" del islam (sus cultos y religiones mistéricas) como
medio para imponer una involución en el momento en que el
Imperio británico empezaba a extenderse por el mundo
islámico.
Valiéndose de alianzas entre oscurantistas
islámicos y cultos espirituales, por una parte, y de la
propia
Nobleza Negra de la oligarquía europea,
cuyos orígenes se remontan a hace siglos, a la época de la
Cuarta Cruzada, los orientalistas británicos del siglo XIX
fomentaron el crecimiento y desarrollo de una sucesión de
cultos institucionales que sirvieron de base para el
establecimiento de los Hermanos Musulmanes y su prole."
Hay que entender que ninguna de estas operaciones
habría tenido la más remota posibilidad de triunfar si no las
hubieran financiado y arropado las élites del poder.
Y quien más contribuyó a agrupar a esos
yihadistas dispersos en grupos poco organizados y hacerlos
prosperar fue el servicio de Su Majestad en el Reino Unido.
Desde los Hermanos Musulmanes a Al Qaeda y el
ISIS, lo que logró la financiación británica inicial de la,
"Hermandad fue la globalización del
terrorismo, que acogió bajo su auspicios a diversos grupos
armados suníes, identificados ampliamente como salafíes, y a
la píldora venenosa de Arabia Saudí, los wahabíes.
Estas fuerzas estaban en primerísimo plano
durante el ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto,
tras el desmantelamiento del régimen de Mubarak, que puso a
Mursi, un ingeniero egipcio educado en Estados Unidos, al
mando de El Cairo".
Las principales organizaciones y fundaciones que
representan en este momento el núcleo de la red de
los Hermanos Musulmanes de los
servicios secretos británicos son,
-
la Federación de Organizaciones Islámicas
en Europa, con sede en Londres, que ejerce de
organización marco
-
el Consejo Islámico de Europa
-
la Fundación Islámica, afincada en
Inglaterra y dirigida por Khurshid Ahmad, que es el
principal canal de financiación procedente de la
Inteligencia británica y de los Estados Árabes del
Golfo, sobre todo Kuwait y Arabia Saudí, y la Fundación
Hanns Seidel, con sede en Múnich (Alemania), que estuvo
liderada por Otto de Habsburgo, de la poderosa dinastía
de los Habsburgo
La financiación que reciben estas organizaciones
e instituciones para llevar a cabo actividades relacionadas con
los Hermanos Musulmanes procede en su mayoría de dos fuentes.
"Parte del capital viene directamente de los
círculos británicos, sobre todo de la aristocracia de la
Cámara de los Lores británica, así como de los bancos y las
empresas más importantes del Reino Unido.
Entre ellos figuran muchas de las
instituciones que se identifican en mayor medida con los
sionistas, como Lazard Frères.
Sin embargo, el grueso de la financiación de
las operaciones de la Hermandad proviene de círculos con
vínculos británicos en Arabia."
"En el pasado, el capital se desembolsó a través del rey
Abdalá de Arabia Saudí y el emir de Kuwait, Saad al Abdalá
al Sabá."
CAABU y MECAS
Con el derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Mursi
en 2013, da la impresión de que la Hermandad ha perdido algo de
lustre, pero esto no podría estar más lejos de la realidad.
La desestabilización de los países, y de Oriente
Medio en general, continúa, aunque de un modo más subrepticio,
lo que hace que la Hermandad sea más letal que antes.
Para entender qué fuerzas londinenses respaldan a los Hermanos
Musulmanes cabe examinar dos bastiones imperialistas británicos
arquetípicos.
"El primero es el Centro Árabe-Británico,
también denominado Consejo para el Entendimiento
Árabe-Británico (CAABU, por sus siglas en inglés).
El segundo, recientemente clausurado después
de treinta y cinco años, es un organismo emparentado, el
Centro de Estudios Árabes del Medio Oriente (MECAS, por sus
siglas en inglés), ubicado en Shemlan, en el Líbano.
Este último se fundó en 1944 bajo los
auspicios del Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA,
por sus siglas en inglés) y su fundador fue Abba Eban, que
más tarde se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores y
viceprimer ministro de Israel.
El MECAS, creado en Shemlan, justo al sur de
Beirut, era un centro de formación para el personal de la
Inteligencia británica y del Ministerio de Asuntos
Exteriores del Reino Unido destinado a Oriente Medio."
El
Real Instituto de Asuntos Internacionales
(RIIA) del Reino Unido, o grupo de la Mesa Redonda, es un brazo
de una sociedad secreta creada por el magnate británico Cecil
Rhodes para unir al mundo (empezando por los dominios de
habla inglesa) bajo el gobierno de elitistas iluminados como él.
La rama estadounidense se llama Consejo de
Relaciones Exteriores (CFR,
por sus siglas en inglés), el más poderoso comité de expertos en
tráfico de influencias del país.
"En aquel momento estaban vinculados al
proyecto MECAS primeras figuras británicas como Martin
Charteris, jefe de los servicios secretos británicos; sir
Harold Beeley, secretario personal de la reina Isabel, y
Albert Hourani, un miembro libanés del RIIA.
Desde 1940, literalmente cientos de
funcionarios y agentes de los principales servicios de
Inteligencia británicos han recibido formación en el MECAS,
donde han estudiado la lengua, la historia y la cultura
árabes.
Entre los antiguos estudiantes y profesores
encontramos al famoso pachá sir John Bagot Glubb y su hijo
Faris Glubb; George Kirk, del RIIA; A. J. Wilton, embajador
británico en Arabia Saudí; Kim Philby; sir Donald Maitland,
el coronel Bertan Thomas, etcétera.
Entre sus principales graduados figuran los
Lawrence de Arabia contemporáneos que fundaron el Centro
Árabe-Británico.
"El listado de empresas y bancos británicos que han
respaldado al CAABU durante décadas parece un quién es quién
imperialista:
La Sociedad Anglo-Árabe del pachá sir John
Bagot Glubb está vinculada al CAABU y al MECAS. Glubb,
excomandante de la Legión Árabe de Jordania, es el principal
personaje influyente en Gran Bretaña y Oriente Medio.
El CAABU, el MECAS, la Sociedad AngloÁrabe y
la Middle East International School (MIS) reúnen a la élite
que respalda la operativa de los servicios secretos que
controla a los Hermanos Musulmanes."
En los años setenta existían pruebas directas de
que los círculos del CAABU eran el conducto de los Hermanos
Musulmanes en la Europa continental.
Robert Dreyfuss, experto en
el islam, afirma que,
"en Aquisgrán, Alemania occidental, la
llamada mezquita Bilal, vinculada al Consejo Islámico, ha
servido de sede secreta para el despliegue de las fuerzas
del ayatolá Jomeini.
La mezquita Bilal ejerció de centro
coordinador durante el complot para desestabilizar Irán a
través de los círculos de Jomeini y de los Hermanos
Musulmanes en 1978, canalizando a los agentes de Jomeini
desde París y Londres para repartirlos por toda Europa y
Oriente Medio.
En este caso, los canales operan
principalmente a través de grupos musulmanes extremistas
formados por estudiantes".
Sin embargo, la contribución más importante de
los Hermanos Musulmanes al Imperio británico fue la difusión de
un extremismo oscurantista y antifilosófico, la xenofobia y un
movimiento contracultural entre las masas egipcias y árabes,
sobre todo entre los estudiantes.
Con el surgimiento del sionismo, que como veremos
más adelante está también patrocinado por Londres,
"los Hermanos Musulmanes se convirtieron en
el principal instrumento de un antisemitismo agitador y de
un falaz nacionalismo islámico que hizo que los británicos y
su ejército tuvieran que mediar continuamente entre las
facciones beligerantes árabes y judías".
No hay más que ver el efecto que ha tenido la
"revolución" de Al Qaeda y del ISIS en Afganistán, Irak y Siria
en la mente de la población musulmana, sobre todo en los
jóvenes.
Al son de los diabólicos cantos de los seguidores de
esta locura se está destruyendo la valiosa capacidad mental
creativa de toda una generación.
Sin duda, eso es justo lo que tenían en mente los británicos: la
erradicación de toda "influencia occidental" en el islam (es
decir, el progreso y la tecnología industrial) se ajusta al
método británico de dominación colonial mediante una involución
forzada.
El modelo de la psicología de masas
A la hora de imponer la corriente contracultural en Oriente
Medio, los británicos se basaron en un precedente:
"las ceremonias
de cultos paganos de los imperios decadentes de Egipto y Roma. Y
éstos contaban con una historia propia. Aquí es importante
reseñar la continuidad del culto a Apolo.
Hay familias de la
"nobleza negra" de Roma cuyo linaje y tradiciones políticas se
remontan a la antigua república romana.
"La república y el imperio
bajo el que vivieron sus antepasados estaban a su vez controlados
por la rama romana del culto a Apolo. En aquella época, dicho
culto se manifestaba de diversas maneras, la institución más
usurera de recolección de deudas de toda la región
mediterránea", un servicio de Inteligencia política, una secta
y a su vez un creador de sectas.
Desde la muerte de Alejandro Magno hasta que el culto a Apolo
dejó de practicarse para dar paso al estoicismo, que él mismo
había creado durante el siglo II a. J.C., la base de dicho culto
fue el Egipto tolemaico, desde el cual la secta controlaba a
Roma.
"En Egipto, el culto a Apolo sincretizaba los cultos a
Isis y a Osiris como imitación directa del culto frigio a
Dioniso y su imitación romana, el culto a Baco. Allí fue donde
el culto a Apolo creó la secta del irracionalismo estoico.
El
culto a Apolo establecido por el Imperio romano creó el derecho
romano basándose en la antihumanista ética nicomáquea de
Aristóteles.
Ésa es la tradición transmitida por las familias
'negras' de Roma."
Familias de Roma que, con el tiempo, fueron
conocidas como
la Nobleza Negra veneciana,
cuyos miembros en la actualidad ocupan puestos de importancia clave en los círculos más íntimos de organizaciones
como
el Club Bilderberg.
Esa tradición persistió al amparo de distintas instituciones,
preservando siempre intactas la visión esencial del mundo y la
doctrina.
La monarquía británica, la parásita clase de los
aristocráticos lores ingleses y las facciones feudalistas de
la
Orden de Malta, dominadas por los británicos, constituyen la
expresión moderna de la tradición y las políticas ininterrumpidas del antiguo culto a Apolo.
Quienes creen en las doctrinas aristotélicas saben que,
"debido
a las condiciones de formación y de libertad para innovar que
exige el progreso científico y tecnológico generalizado, el
ciudadano dedica el potencial creativo de su mente, en
contradicción con el sistema oligárquico.
"Lo que los aristotélicos llevan milenios repudiando y temiendo
es el hecho de que saben que el progreso científico y
tecnológico persistente y generalizado, como política rectora de
la sociedad, supone una hegemonía de la república que pone fin
para siempre a la posibilidad de establecer un gobierno oligárquico
mundial".
Han recurrido a los mismos métodos que empleaban los antiguos
sacerdotes de Apolo y los sacerdotes de Isis del tercer milenio
a.C. - la promoción de las sectas dionisíacas de
culto a las drogas, las contraculturas orgiástico-eróticas,
chusmas desquiciadas de "rompe-máquinas" y maníacos terroristas -
para volver semejante mezcla de turbas enloquecidas contra las
fuerzas de la sociedad dedicadas al progreso científico y
tecnológico.
En primer lugar, se consumen drogas cuando se rinde culto a
Isis.
Se trata de una secta de sumos sacerdotes y de rituales
secretos. Durante siglos, la familia real británica y amigos de
la misma pertenecientes a la clase dirigente han seguido estos
rituales en secreto. Es un culto que se practicó en Egipto
durante la Tercera Dinastía del Reino Antiguo, alrededor del año
2780 a.C.
El culto a Isis es esencialmente pagano, es la
primitiva adoración a la Madre. Los sacerdotes de Isis formaban
un círculo cerrado, sus nobles tenían el control de la sociedad,
el dominio de la voluntad de los seres humanos, y explotaban y
sometían a las personas.
El culto a Isis se "popularizó", pero
sin sus secretos, gracias a la obra
de Edward Bulwer-Lytton, un sumo sacerdote de Isis, titulada
'Los
últimos días de Pompeya'.
El hijo de Bulwer-Lytton, Robert, fue
virrey y gobernador general de la India desde 1876 hasta 1880,
período en el que aumentaron enormemente las exportaciones de
opio bengalí a China.
Lytton fue el mentor de lord Palmerston,
ministro de Asuntos Exteriores durante las guerras del opio, que
obligaron a China no sólo a continuar sino a expandir la venta
de opio en aquel país.
El sufismo
"Bajo la tutela británica, el movimiento sufí encajó a la
perfección con la estrategia en desarrollo para imponer una
Nueva Edad Media.
Dado que el sufí se centra sobre todo en la
introspección, o en la destrucción del ego y el yo, suprime el
intelecto en favor de las emociones y la meditación sexual. Las
redes sufíes y la ideología del sufismo, así como las redes más
convencionales de los Hermanos Musulmanes, son una estructura de
control ideológico y una inspiración para lo que hoy se conoce
como integrismo.
La oligarquía que despliega movimientos
integristas por todo el mundo utiliza actualmente el sufismo
como una ideología oscurantista con el objetivo de manipular a
la población y mantener así el control político sobre ella."
Desde finales del siglo XIX, en un momento de creciente nacionalismo
antibritánico en Oriente Medio, sobre todo en Irán y en Egipto,
los defensores británicos del sufismo y el misticismo crearon
una doctrina panislámica xenófoba, antiintelectual y
"fundamentalista" que podía utilizarse contra los movimientos
republicanos y anticoloniales entonces emergentes en Oriente
Medio.
Antes de la primera guerra mundial, así como en su transcurso,
"Arnold Toynbee, historiador y miembro de los servicios de
Inteligencia británicos, supervisó un 'proyecto sufí' y otras
operaciones en Oriente Medio, de las cuales surgieron Lawrence
de Arabia y los Hermanos Musulmanes.
En ese momento, Toynbee era
director internacional del Real Instituto de Asuntos
Internacionales (RIIA), o Chatham House.
Estas mismas redes
británicas, tras haber creado los Hermanos Musulmanes como
fuerza opositora al movimiento sionista respaldado por el
Reino Unido (entre otras razones), más tarde financiaron el
movimiento nazi de Adolf Hitler y el fascismo de Benito
Mussolini".
El sufismo en el siglo XX
El integrismo islámico actual es el resultado directo de un
nuevo proyecto sufí ideado inmediatamente después de la segunda
guerra mundial, a través del RIIA. Su objetivo era que el
sufismo fuera más universal y operativo.
El sufismo ha servido de tapadera a numerosas organizaciones
secretas que se han creado en Europa, cuyas actividades encajan
en un Programa Mundial Único más amplio implementado a través de
organizaciones que fomentan el consumo de drogas y las ideas
malthusianas.
La Organización Mundial Sufí, creada a mediados de
los años sesenta, contaba entre sus miembros a Johannes Witteveen, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional
(FMI), y Alexander King, miembro fundador del
Club de Roma malthusiano y exdirector general de Asuntos Científicos de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE) en París.
"Islam and the West ('El islam y Occidente') reúne en sus
páginas las reacciones negativas de la ortodoxia en contra de la
modernidad, así como las redes anticientíficas del Club de Roma
de Alexander King y Aurelio Peccei, la élite de poder británica
en 'Oriente Medio' representada por sir Harold Beeley", y las
redes de los Hermanos Musulmanes en torno al ya fallecido Maruf
al Dawalibi, agente nazi y criminal de guerra del Congreso
Islámico Mundial, una organización fundada y dirigida por el
Gran Muftí Al Husseini desde 1931.
Los movimientos integristas y su convergencia con el suponen una amenaza para los gobiernos
nacionales en focos de tensión internacionales.
"No se trata de
movimientos espirituales espontáneos, sino que son fruto de
décadas de desarrollo de redes, de creación de ideologías y de
promoción del consumo de drogas que anulan la mente, todo ello
con el objetivo de crear una fuerza que se despliegue justo en
un período de crisis
económica y de amenaza de colapso de las instituciones nacionales
como el actual.
Los movimientos integristas se despliegan, como
lo hizo la fuerza del ayatolá Jomeini en Irán, para apoderarse
de los gobiernos seculares y controlar naciones enteras mediante
una estructura concreta de creencias religiosas irracionales.
"Estos movimientos, ya sean ostensiblemente cristianos,
judíos o musulmanes, se oponen totalmente al progreso
tecnológico y a la existencia de Estados nación.
De hecho, el integrismo recupera la idea del
hombre que rechaza la concepción, en la que se ha cimentado
la civilización occidental y que es común a las tres grandes
religiones, expresada en el mandamiento de 'sed fecundos y
multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla', y trata de
destruir los Estados nación modernos, que han sido la base
del progreso económico, científico y político de la
humanidad."
Las sectas fundamentalistas están vinculadas a las operaciones
terroristas en la "Europa de las regiones", cuyo objetivo es
subdividir los países europeos en un grupo de provincias
diminutas y sin poder en función de unas líneas divisorias
ostensiblemente étnicas.
Operaciones con sello inglés
La metodología basada en el asesinato y la desestabilización,
directamente sacada del manual
del Instituto Tavistock, quedó
patente cuando los terroristas asesinaron al tercer presidente
de Egipto, Mohamed Anuar el Sadat, derrocaron al Sha de Irán,
trataron de desestabilizar Arabia Saudí y destrozaron la
economía mundial orquestando la crisis del petróleo de 1973.
Fijémonos en cuatro ejemplos específicos de la metodología que
subyace a la desestabilización de larga distancia y largo
alcance.
La desestabilización de Arabia Saudí en los setenta
A principios de los años setenta, los intelectuales de la élite
y las instituciones globalistas se habían centrado en el
crecimiento
demográfico y el desarrollo industrial como dos de los enemigos
más acuciantes de la raza humana.
"Las Naciones Unidas, el Club
de Roma, el Instituto Tavistock, los Institutos Aspen y muchas
otras organizaciones que sirvieron de portavoces a las élites
gobernantes empezaron a gritar a los cuatro vientos que se
estaba destruyendo el medio ambiente y que la industrialización
se convertía en una terrible amenaza.
La tecnología, la ciencia
y el progreso de la humanidad estaban cayendo en desgracia. Las
élites consideraban suyos los recursos de la Tierra y no querían
compartirlos con un Tercer Mundo emergente y en vías de
desarrollo.
"La subida del precio de la energía puso a prueba el estado de
desarrollo del Tercer Mundo, pero también enriqueció notablemente
al Oriente Medio árabe.
Fue entonces cuando los globalistas
recurrieron a sus aliados, los islamistas, para poner remedio a
la situación.
Se utilizaría el islam para atacar a la
industrialización y la modernización, valiéndose de la mentira
de que el progreso de la humanidad era antiislámico y de un complot
occidental contra los siervos de Alá.
El verdadero complot iba
dirigido en realidad a las masas de piel morena de Oriente Medio
que hacía poco que habían empezado a experimentar un cambio
positivo en su calidad de vida en cuanto a educación, empleo,
vivienda, higiene y alimentación.
Aun así, los religiosos e
intelectuales defensores de la ignorancia, la suciedad y la
violencia aunaron sus fuerzas para que el próspero Oriente Medio
volviera a la Edad Media."
Durante los años sesenta y setenta, Arabia Saudí e Irán formaban
una alianza estratégica con una notable interacción en materia
política, militar y de seguridad.
A lo largo de los setenta,
Arabia Saudí, y su producción de un tercio de las importaciones
mundiales de petróleo, fue el objetivo de la "Revolución
islámica".
Casi inmediatamente después del triunfo de esa revolución,
la nueva cúpula iraní se volvió en contra de Arabia Saudí y su
familia real.
"Entre las fuerzas que intervinieron en la desestabilización
de la familia real saudí figuraban el gobierno iraní del ayatolá
Jomeini, sus simpatizantes radicales en el mundo árabe y los
controladores expertos británicos, que se han pasado la vida
conociendo hasta el último rincón de Arabia."
Quienes se beneficiaron
de esta desorganización planificada del gobierno más
estable de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP) fueron los bancos de la City de Londres y las compañías
petroleras multinacionales bajo su control.
A corto plazo, el objetivo británico era dar un importante giro
a la política saudí, de modo que los saudíes dejaran de dar su
apoyo a que el precio del petróleo se mantuviera bajo y estable, y abandonaran el dólar estadounidense en aras de una,
"canasta de monedas" como los derechos especiales de giro
(DEG) del Fondo Monetario Internacional.
"La caída de Arabia
Saudí habría provocado una trágica crisis del petróleo en la que
la subida desmesurada del precio y la escasez de la oferta
habrían llevado a imponer un régimen energético global bajo los
auspicios de la Agencia Internacional de la Energía, cuyo
objetivo era conseguir la autoridad necesaria para adjudicar
todas las exportaciones de petróleo y el consumo de energía."
En palabras de Robert Dreyfuss, uno de los principales expertos
en Oriente Medio:
"El secreto tras la desestabilización de Arabia
Saudí, así como tras la revolución iraní del ayatolá Jomeini, es
que Londres hacía uso de longevas redes superpuestas.
Se trataba,
por un lado, de los fundamentalistas Hermanos Musulmanes y, por
el otro, de la red de radicales de izquierda asociada al
extremista Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP)
de George Habash.
"Para intensificar aún más la tensión, los británicos se
valieron, en el interior de Arabia Saudí, de la creciente
amenaza que suponía una coalición de fuerzas tribales disidentes
que eran contrarias a la familia real saudí.
Basada en un típico
modus operandi británico, la idea era desintegrar territorios
enteros y crear miniestados que pudieran controlar fácilmente
las fuerzas externas.
En concreto, se trataba de tres grupos
étnicos fundamentales,
En el seno de la élite de
poder saudí, los miembros tribales suelen estar representados
por la Guardia Nacional, entrenada y equipada por los
británicos, que a su vez cuenta con efectivos tribales y está a
las órdenes del príncipe Abdalá, uno de los principales
patrocinadores de los Hermanos Musulmanes en Arabia Saudí".
Esas tribus situadas en la zona oriental de Arabia Saudí son lo
que queda de la fuerza reunida por T.E. 'Lawrence de Arabia'
y el ejército británico durante la primera guerra mundial, y
son los antiguos opositores del rey Saud bin Abdelaziz y la
familia saudí que acabó estableciendo la hegemonía en toda
Arabia.
"En este sentido, están bajo el control de Londres a
través del comando de los Hermanos Musulmanes."
La crisis del petróleo de 1973
Uno de los métodos al que recurría Londres era utilizar la revolución
islámica como shock mundial para desencadenar una
"desintegración controlada" de la economía mundial,
principalmente a través del caos en los mercados internacionales
tanto monetarios como del petróleo causado por la revolución
iraní.
La desestabilización encubierta de Arabia Saudí era uno
de los modus operandi.
El otro era el plan a largo plazo para
originar una crisis del petróleo, cuyo objetivo era hundir la
economía internacional y llevar al mundo al borde de la
desintegración económica.
Hay que entender que la destrucción total de la economía mundial
no es algo casual, ni un error de cálculo debido a trapicheos
políticos, sino que es intencionada. Totalmente intencionada.
Y
el motivo es que el Imperio es consciente de que el progreso de
la humanidad comporta su inminente fin. Que no puede sobrevivir
en un mundo donde existe un progreso tecnológico y científico
generalizado.
El Imperio necesita un mundo con habitantes
ignorantes y dóciles como ovejas para poder destruir estructuras
como los Estados nacionales que permitan a la población
sobrevivir, que apoyen el progreso de la humanidad.
Han puesto
intencionadamente en su punto de mira a los Estados nacionales,
a los países independientes, a las economías nacionales, y
quieren acabar con todo ello para mantener su propio poder.
Y todo esto es intencionado.
Resulta que el Imperio no es un rey o una reina en un trono
chapado en oro, sino que es algo que está por encima de los
reyes.
Es un sistema de control. Lo controla todo mediante un sistema
monetario internacional intervenido por banqueros internacionales.
Y
la globalización no es más que una nueva forma de imperio.
Acaba con el Estado nación, con la libertad, con los
derechos.