por Ricardo González
Julio 2007
del Sitio Web
LegadoCosmico
“Ha sido creado como un arma; ha embestido como la muerte… A
los Anunnaki, que eran cincuenta, los ha destruido… El Orbitador Supremo, que vuela como un ave ha sido herido en el
pecho”. Antiguo Texto Sumerio
De acuerdo a las informaciones que hemos recibido en nuestra
experiencia de contacto, seres de diversas civilizaciones, y con las
más variadas intenciones, se han interesado en nuestro planeta desde
que la Tierra era sólo un “proyecto” en el Plan Cósmico.
Ante ello, como estrategia para protegernos de una eventual amenaza,
se estableció la llamada “cuarentena planetaria” - en su primera fase,
hace unos 12.000 años - una suerte de bloqueo cósmico a otras
civilizaciones que podrían llegar a nuestro planeta con propósitos
bélicos o de colonización. La medida, aunque operante desde aquellos
tiempos, habría sido fortalecida en una fecha tan reciente como
1945, debido a las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial y el
estallido de la bomba atómica.
La
Confederación de Mundos de la Galaxia, que vigila la Tierra y
otros planetas en vías de evolución, así lo consideró: al
desarrollar armas de destrucción masiva, podríamos “atraer” como un
imán a diversas criaturas cósmicas de similar condición vibratoria.
Alguien tenía que protegernos.
Pero ese “interés” en la Tierra no era gratuito.
Aquellas guerras
son tan antiguas como nuestra propia historia…
La Guerra de los Dioses
Uno de los manuscritos más largos y completos, perteneciente al
extraordinario
hallazgo del Mar Muerto en 1947, habla de una guerra
entre “Los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas”.
Lo
intrigante es que el manuscrito no sólo anticipa una guerra de
humanos - y que a la luz del panorama mundial actual no resulta del
todo descabellada - sino que seres divinos se involucrarán en un
enfrentamiento contra la mismísima oscuridad:
“Los Hijos de la Luz lucharán contra los Hijos de las Tinieblas con
una demostración de poderío divino, en medio de un estrepitoso
tumulto, en medio de los gritos de dioses y hombres”.
Según el
Mahabharata, un texto antiguo de la India, hubo una feroz
batalla en el cielo. El vencedor fue el poderoso Indra, que combatió
desde su vehículo aéreo a los asuras, que se ocultaban en sus “nubes
fortalezas”.
Los himnos del Rig Veda describen así a la “deidad”:
“Tú avanzas de combate en combate intrépidamente, destruyendo
castillo tras castillo con tu fuerza. Tú Indra, con tu amigo, que
hace que el enemigo se doblegue, redujiste desde lejos al astuto
Namuchi.
Tú que diste muerte a Naranja, Parnaya... Tú que has destruido las
cien ciudades de Vangrida.
Las crestas del noble cielo sacudiste cuando tú, atrevido, por ti
mismo heriste a Sambara”
Por otra parte, en los archivos reales de la cultura hitita, se
habla del dios Teshub - “Divino Tormentador” - y de sus pretensiones
por controlar las regiones superiores de la Tierra; se menciona
además las batallas que el dios Kumarbi había lanzado contra él y
contra sus descendientes. Al igual que el relato que ofrecen otras
culturas del mundo, el vengador Kumarbi se apoya en otros “dioses”
aliados para dar la batalla final.
El hilo conductor está en que los hititas, aunque pronunciaban los
nombres de sus deidades en su propia lengua, los escribían
utilizando la escritura sumeria… Para pensar un poco más, el término
“divino” que empleaban, “DIN.GIR”, es sumerio, y significa:
“Los
Justos de las Naves Voladoras”.
Pero no todos fueron tan “justos”.
Todas las referencias que disponemos, ya sean largos relatos épicos
o proverbios de dos líneas, señalan a los dioses en medio de
terribles batallas estelares.
La epopeya hitita, con claras
connotaciones sumerias, recuerda también el relato sánscrito de la
batalla final entre Indra y el “demonio” Vritra:
“Y entonces se pudo contemplar una terrorífica visión, cuando dios y
demonio entablaron combate. Vritra disparó sus agudos proyectiles,
sus incandescentes rayos y relámpagos…
Después, los relámpagos se pusieron a centellear, los estremecedores
rayos a restallar, lanzados orgullosamente por Indra…
Y de pronto el toque de difuntos de la perdición de Vritra estuvo
sonando con los chasquidos y estampidos de la lluvia de hierro de
Indra; perforado, clavado, aplastado, con un horrible alarido el
agonizante demonio cayó de cabeza…
E Indra le dio muerte con un rayo entre los hombros…”
Los textos antiguos de la India están llenos de estas
desconcertantes referencias a batallas en el cielo y vehículos
voladores.
Volviendo al Mahabharata - palabra sánscrito que no en vano significa
“gran guerra” - se puede leer que Maia, otra curiosa “deidad” hindú,
construyó un gran habitáculo de metal, que fue trasladado al cielo…
Cada una de las divinidades, como Indra, Yama, Varuna, Kuvera y
Brama, disponía de uno de estos aparatos metálicos y voladores
llamados “vimanas”. Estos vehículos cósmicos tenían la forma de una
esfera, y navegaban por los cielos por el efecto del mercurio que
provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados al interior
de las vimanas podían recorrer grandes distancias en un instante.
Otra referencia intrigante la aporta Narada - el gran sabio de la
antigua tradición - quien menciona a una “ciudad volante”
perteneciente a Indra, “estacionada” interrumpidamente en el cielo;
por si ello fuera poco, ese portento estaba rodeado de una “pared”
blanca, que producía destellos de luz en el firmamento. Sin
comentarios.
En el Ramayana, otra antigua obra hindú, también se habla de esos
misteriosos objetos volantes. Según se dice, las personas que se
montaban en aquellos vehículos divinos podían viajar hacia los
cielos y dirigirse inclusive a las estrellas y a mundos lejanos,
para luego retornar a la Tierra.
Esta y otras epopeyas hindúes, describen batallas aéreas con
“misiles” semejantes al rayo, capaces de destruir los sembrados y
convertirlos en tierra yerma. Una de tales armas, desprendía “un
humo más brillante que diez mil soles”.
La desaparición de la ciudad
de
Mohenjo-Daro en la India, hace unos 3.500 años, podría estar
relacionada con estos relatos. Según hoy sabemos, sobre esa ciudad
se produjo un resplandor deslumbrante, una gigantesca explosión con
una luz totalmente cegadora y que hizo hervir los mares cercanos a
este enclave costero.
Si el lector aún se tambalea en la duda ante aquel cinematográfico
efecto destructivo de
las vimanas, echemos un vistazo al siguiente
párrafo del “Bhisma Parva”:
“Es un rayo desconocido, gigantesco, mensajero de la muerte que
redujo a cenizas a los Vrishnis y a los Andhakas. Los cadáveres
quemados no eran reconocibles. A los muertos se les caía el cabello
y las uñas... Cukra, volando en una vimana de gran poder, lanzó
sobre la triple ciudad un objeto único cargado con la fuerza del
Universo.
Una humareda incandescente, parecida a diez mil soles, se
elevó esplendoroso. Cuando la vimana descendió del cielo, se vio
como un reluciente bloque de metal posado en el suelo”.
Aquellas “guerras del cielo”, también son mencionadas en el
Apocalipsis de San Juan (Capítulo XII), donde Miguel y sus ángeles
se enfrentan al Dragón.
Por otra parte, la mitología griega menciona
la sublevación de los dioses ante la suprema divinidad: Zeus.
Resultado de ello fue una verdadera batalla que tuvo como escenario
las blancas paredes del Olimpo. Además, las culturas americanas
también hablan de una guerra en los cielos que ocurrió “antes del
diluvio”.
¿Acaso la guerra de los dioses provocó la legendaria
“inundación” del planeta? ¿Con ello no nos estaremos acercando a la
historia de la Atlántida?
Como fuere, hubo un “nuevo comienzo” en el mundo luego de una
catástrofe de proporciones inimaginables. El tiempo y las leyendas
han ocultado el misterio. Un misterio que señala un comportamiento
bélico y destructivo de los dioses o, para llamar las cosas por su
nombre, de los seres extraterrestres que visitaban en aquellos
tiempos nuestro planeta.
Pienso que aquellas contiendas estelares no encuentran una
explicación satisfactoria únicamente en la cuarentena de protección
planetaria. La sensación que dejan los relatos antiguos es que
aquellos seres, los “dioses”, se “conocían”, y que se habían jurado
batalla en la Tierra. Por alguna razón - estimo poderosa - quienes
estaban en nuestro mundo cumpliendo una misión, se separaron tomando
rumbos y posturas distintas.
Y de un conflicto de ideas se
desencadenó el accionar bélico.
¿Fuimos nosotros la causa?
Los deportados de Orión
Las siguientes líneas, aunque difíciles de digerir, son
indispensables para comprender por qué se habría desencadenado la
“guerra de los dioses”.
Una de las civilizaciones extraterrestres más poderosas se encuentra
diseminada en lo que llamamos Orión, la constelación del “cazador”
en la mitología griega. De acuerdo a nuestra experiencia de contacto,
en Orión se produjo una batalla estelar encabezada por un ser
denominado Satanael. Aquella entidad, cuyo nombre se asemeja
sospechosamente al “Satán” bíblico - nombre hebreo que significa “el
adversario” - dirigió una rebelión que propugnaba un cambio en la
dinámica del Plan Cósmico.
Satanael no estaba de acuerdo en que la humanidad sea la
civilización que debía “salvar a las otras” a través de un proyecto
que no había tenido en cuenta a las propias civilizaciones de Orión.
La insurrección de Satanael - y he aquí la pieza clave de aquel drama
cósmico - en realidad no había germinado en Orión.
Era una postura generada por otra entidad, no extraterrestre, sino
procedente del mismísimo Universo Mental. Los seres que viven allí
son de energía pura, y actúan como co-creadores en el Universo
Material. Por tanto nos hallamos ante un ser poderoso e impensable.
Un Helell o “resplandeciente”.
Fue en el Universo Mental donde se delineó los pasos del Plan
Cósmico. Según sabemos, ello se dio a través de un “Concilio de los
Helell”. No obstante, una de las entidades no estuvo de acuerdo en
que el proyecto sea aplicado a una nueva humanidad, proponiendo que
sean las civilizaciones extraterrestres ya existentes - como
la de
Orión - las depositarias de los cambios para corregir el
estancamiento evolutivo en que el Universo Material se hallaba
sumido.
Pero las cosas no se podían hacer así. Introducir cambios tan
gravitantes en las antiguas civilizaciones extraterrestres resultaba
peligroso; todas ellas habían venido experimentando un orden mental,
un patrón heredado de los propio Helell, y cambiar drásticamente de
enfoque podría generar el colapso. Se tenía que empezar de cero.
Empezar con una nueva humanidad en donde se puedan medir,
gradualmente, los cambios, y en consecuencia las respuestas que
brindaría este proyecto para todo el Universo.
Lug - uno de los más poderosos Helell del Universo Mental
- al ver que
el proyecto se desarrolla ajeno a sus expectativas, empezará a
influir en los más poderosos seres del Universo Material para
boicotear la ejecución del Plan Cósmico. Lug recuerda
inevitablemente a “Lucifer”, palabra de origen latín que significa
“el que porta la luz”. Por tanto, Lucifer y Satán son dos entidades
diferentes. El primero un ser ultraterrestre - como los ángeles - y el
segundo un ser extraterrestre de Orión.
Satanael, por alguna razón desconocida, se había convertido en el
leal seguidor de la postura de Lug. Por ello su insurrección en
Orión.
Una batalla cósmica había estallado en aquellas lejanas estrellas.
Empero, la Confederación de Mundos de la Galaxia logró controlar la
disidencia, atrapando a Satanael y a sus principales guerreros.
Posteriormente, todos ellos serían enviados a la Tierra en calidad
de deportados. ¿Por qué? Su presencia en nuestro mundo procuraba que
ayudasen a la humanidad, identificándose de una vez con el propósito
superior del Plan Cósmico y resarciendo así el error cometido en
Orión.
De allí en más, el relato de los Guías extraterrestres menciona que
los oriones deportados envejecieron prematuramente en la Tierra,
quizá por las condiciones diferentes de nuestro planeta - en sus
mundos pueden vivir cientos o miles de años—; al perder la
corporeidad, sus esencias o espíritus debían volver a Orión, a su
lugar de origen.
Sin embargo, un grupo de Guardianes y Vigilantes (the
Watchers) extraterrestres
sembraron en el planeta unos poderosos cristales verdes brillantes - de aspecto piramidal
- para retener en nuestro mundo a los espíritus
de los oriones deportados, como si la Tierra fuese un
planeta-prisión. Quedarían aquí, hasta el final de los tiempos.
Una
historia muy similar a la de “los ángeles caídos”, que menciona más
de una religión.
Desde luego, aquellos seres “atrapados” en nuestro mundo han
intentado liberarse. Tarea nada sencilla ya que para poder escapar
de su “prisión”, los espíritus de Orión necesitan tomar un cuerpo
físico. Y no puede ser cualquier cuerpo.
Por ello sedujeron, con un
poder asombroso como maligno, a un grupo de Vigilantes
extraterrestres de las Pléyades, para que se unieran a las hijas de
los hombres y engendraran hijos mestizos, ideales como “envase” a
tomar para luego fugar del planeta. Todo esto explica el insólito
episodio que menciona el Libro de Enoch.
Los hijos mestizos serían trasladados por los Vigilantes a un grupo
de islas, en el océano Atlántico, dando con ello inicio a lo que
sería más tarde el reino fabuloso de
Atlántida. Un reino que,
penosamente, no encontró el equilibrio necesario entre la ciencia
que adquirió y su improvisada aparición. Fueron poderosos, pero sus
guerras y ambición - en gran medida una influencia de los oriones
atrapados - generarían su propia destrucción al atraer un desastre
cósmico.
Hace 12.500 años esa civilización mestiza se hundió en las
aguas.
Más tarde, los denodados esfuerzos de la
Confederación de Mundos
procuraron que no se perdiera el rumbo del proyecto en la Tierra,
alentando la inserción de conocimientos para la formación de nuevas
culturas post-diluvianas (o más bien, post-Atlántida). Consecuencia
de este nuevo acercamiento de instructores extraterrestres - y
también de algunos sabios supervivientes del desastre atlante - nació
Sumeria,
Egipto, India y otras grandes culturas.
El avance fue significativo. Sin embargo, los hombres de aquel
entonces crearon peligrosos lazos de dependencia con los visitantes.
Finalmente, aquellos “dioses” - los instructores extraterrestres
- resolvieron marcharse, hasta que la humanidad creciera lo suficiente
como para comprender. Detrás de su partida nos dejaron leyendas y
singulares representaciones rupestres, desconcertantes escritos
religiosos, símbolos e ideogramas misteriosos, anomalías
arqueológicas, entre otras piezas de este gran rompecabezas que la
ciencia actual ha tildado en llamar “curiosidades” del pasado.
Y no les culpo. Esta información - ya lo he dicho, reconozco que roza
un relato moderno de ciencia-ficción - es difícil de aceptar.
Tendríamos que reconstruir todo lo que hemos llamado “historia”.
No nos quedaría otra alternativa que reflexionar hasta qué punto
algunas religiones - muchas de ellas - puedan haber surgido del
contacto con estos seres, o por lo menos, que los conocían y que
ellos formaban parte importante de nuestro propio proceso como
criaturas humanas.
Aceptar que estuvieron aquí antes que nosotros bajo un propósito, es
inquietante. Y ese es el punto: la misión que pesa sobre la
humanidad.
Los “dioses” se marcharon. Pero prometieron volver. ¿Qué es lo que
viene para estos tiempos?
Segunda parte del artículo será publicado en agosto...
El Destino de la Humanidad
por Ricardo González
Agosto 2007
del Sitio Web
LegadoCosmico
“Cuando veo tus cielos, obra de
tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo:
¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo
del hombre para que lo visites? Le has hecho poco menor que
los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Lo hiciste
señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste
debajo de sus pies”
(Salmos 8: 3-6)
Al estudiar detenidamente las
informaciones que hemos recibido en nuestra experiencia de
contacto, comprendemos que una de las principales razones
por la cual diversas civilizaciones extraterrestres
protagonizaron intensas conflagraciones, somos nosotros. Es
decir, por alguna razón poderosa, la aparición del ser
humano en la Tierra dividió las posturas en aquellos seres.
Un argumento que parece sacado de un guión de película.
Empero, al echar una hojeada a las páginas más misteriosas
de nuestra historia, como las “guerras de los dioses” que
tratamos en el episodio anterior, es evidente de que “algo”
ocurrió.
En anteriores artículos ―indispensables
para comprender estas reflexiones― hablamos de la creación de un
tiempo alternativo en la Tierra, el origen del denominado “Plan
Cósmico”, y la proyección de los acontecimientos mundiales.
Todo ello se conjuga en un escenario que
tiene en medio de las luces al ser humano, semilla y simiente de un
proceso que sería absurdo de catalogar como “extraterrestre”. Yo le
llamaría “cósmico”.
Y he allí la clave de esta increíble historia, perdida en algún
lugar de las estrellas: el ser humano está aquí para sellar un
camino y abrir una puerta. En definitiva, alcanzar una respuesta.
Quizá no sólo involucrada con la crisis de estancamiento evolutivo
que nos ha descrito el contacto con estos seres ―quienes nos ven
como una esperanza de cambio para el Universo― sino algo mucho más
profundo y espiritual.
A continuación, quisiera compartir algunos extractos de mensajes
recibidos.
En ellos, los Guías extraterrestres
expresan su visión sobre el destino humano y su rol en el Cosmos:
New York, 21 de agosto de 2001
“Aquella luz que
custodiamos, es la misma que mora dentro vuestro. Al encontrarse
consigo mismos sólo habrán hallado la llave y el camino que los
conducirá a la entrega de la Alianza Universal, del equilibrio
cósmico.
Siempre estamos cerca, observando vuestros pasos y asistiendo.
Aprendiendo también en cada esfuerzo vuestro. Y es que el Plan
es dinámico, sabio. Permite un crecimiento que llevará al
planeta entero a esferas superiores reservadas al ser humano
desde eones de tiempo, para restituir el orden perdido que
conocen y por el cual están trabajando”.
(Alcir)
California, 28 de noviembre de 2001
“Desde siempre nos
hallamos muy cerca vuestro, asistiéndoles y formando parte del
proceso de cambio y transformación que enfrenta el planeta.
Saben que se encuentran viviendo un momento extraordinario,
donde deberán aplicar todo cuanto han aprendido al interior de
la experiencia de contacto.
No están solos, y a pesar de la
tensión mundial que parece cernirse sobre vuestro esfuerzo, el
trabajo que están llevando a cabo, con tanto empeño y entrega,
está dando sus resultados. No desmayen en el camino, porque
ahora es el tiempo en que el tiempo es ahora. Para ello fueron
preparados, y he allí el verdadero compromiso del caminante…”
(Oxalc)
Lima, Perú, 13 de enero de 2002
“El camino del compromiso
necesita diversas determinaciones que brinden claridad. Saben
que aquel camino los conducirá finalmente a los objetivos
ulteriores de la experiencia de contacto y a vuestra propia
autorrealización como seres que forman parte del proceso. Las
experiencias, aunque muchas veces sean intensas y conmovedoras,
en verdad son sólo una herramienta de apoyo para seguir
adelante.
No olviden que aún se espera una
conexión colectiva con el Real Tiempo del Universo. No se
desanimen por el tiempo que les ha tomado comprender la
importancia y preparación para esta experiencia, porque en ella,
precisamente, verán que no hay tiempo, sino una conexión con la
eternidad, el viento que emana el Profundo Amor de la Conciencia
Cósmica.
Existen energías y manifestaciones del Universo que no conocen.
Las deberán sentir. Sepan que muchas de estas fuerzas conviven
en ustedes y los moviliza. Por tanto la preparación que están
recibiendo orientará el recuerdo consciente de aquel
conocimiento que alguna vez poseyeron”.
(Oxalc)
Monte Sinái, Egipto, 17 de marzo de
2003
“No hay ascensión sin
compromiso, y el compromiso se logra cuando el caminante
descubre en él, en su propio corazón, el polvo del camino que
transitaba, reconociéndose como parte de un todo y al mismo
tiempo como otro grano de arena en un desierto inmenso de
probabilidades.
El compromiso es recordar quiénes somos, y trabajar por ello, en
su perfecto orden de evolución, en base a nuestra historia
personal, colectiva, así como planetaria e inclusive cósmica”.
(Oxalc, Anitac, Antarel y Sampiac).
Mount Shasta, 28 de agosto de 2004
“No olviden que el
contacto físico es tan sólo un momento de vuestra preparación,
una “forma” de hacerles recordar, y hacerles llegar un
conocimiento que debe fluir en vuestro plano. Sin embargo, con
el tiempo comprenderán que las experiencias interdimensionales
y/o espirituales pueden ser muy significativas, e inclusive más
intensas que los encuentros materiales.
Ello debe ser así, ya que se
encuentran en medio de un tránsito cósmico al Real Tiempo del
Universo. Los Mayores han dispuesto que vayan familiarizándose
con otros planos y dimensiones, con la esencia básica de la
Creación, más allá de la materia y de la mente: el espíritu”.
(Oxalc)
Punta Piedras, Buenos Aires, 9 de
abril de 2004
“Integración es unir los
eslabones de una cuenta larga, no necesariamente circular, sino
más bien un espiral ascendente. Por ello cada uno es importante.
Forman la geometría necesaria, la “forma” por donde ha de fluir
vuestras iniciativas, transformadas en poderosas energías de
ascensión para el planeta.
Integración significa desarrollar la capacidad de amar, tolerar,
y reconocer con sabiduría y humildad el rol que a cada caminante
corresponde.
Integración es dar un paso para unir lo que aparentemente se
hallaba disgregado. Entonces los granos de arena serán un gran
desierto, y las rocas una maciza montaña.
Integración no debe conducirles a subir precipitadamente por la
senda de la montaña. Su cima es alta y hay que saber vencerla.
Para grandes empresas existen procedimientos básicos de
seguridad: empezar por lo pequeño e ir progresivamente por
mayores metas. Así, en la experiencia adquirida encontrarán la
clave.
Y caerse de la cima de la montaña es
una buena oportunidad para evaluar el ascenso, pero no para
abandonarlo. Sentir el vértigo de la altura es positivo para
medir el equilibrio y reflexionar en que mientras más alto se
encuentre el peregrino, más preparado debe estar; y no
lamentarse sentado sobre una roca.
Porque ustedes son como las gotas de agua que horadan la piedra.
La piedra no orada el agua. Por lo tanto deben ser blandos y
flexibles para afrontar exitosamente las pruebas más duras.
Integración es saber mirar, desear aprender, intentar y
compartir. Por ello están aquí”.
(Oxalc).
Alto Bandera, República Dominicana
“Pongan en práctica
vuestra intuición y el espíritu crítico para discernir. El
conocimiento que procuramos compartirles es uno solo. Y aunque
para algunos, en principio puede resultar difícil de
interpretar, en realidad no hay misterios y su mensaje es simple
y práctico. Nosotros entregamos piezas de un mismo
“rompecabezas” a diferentes hermanos.
Siempre hemos operado así para
estimular el trabajo en equipo. Nadie de ustedes lo recibirá
todo ni tiene el tablero donde poner las piezas. El tablero es
el Universo, la experiencia colectiva y el trabajo en conjunto
de todos ustedes”.
(Antarel)
Mount Shasta, 23 de junio de 2007
“Sabemos, que muchos de
ustedes se han venido comprometiendo en la preparación para el
giro del tiempo, y todo el proceso que ello conlleva. Hemos
percibido también vuestras conversaciones y pensamientos sobre
el significado del año 2012, su importancia y mensaje. Y debemos
decirles que vuestra misión no apunta sólo a ese momento de gran
trascendencia para la humanidad y el Universo, sino más allá de
esa coordenada.
A muchos les ha tocado activar conciencias y advertir a sus
hermanos que pronto se cruzará aquella puerta. Pero luego de
ello vendrá un momento especial en el mundo que requerirá de
vuestra participación como nunca antes, vuestro servicio y
entrega. En otras palabras, vuestra preparación puesta en
práctica.
Y así, algunos de ustedes deberán
continuar con esta segunda fase, pues cruzar la puerta de 2012
es sólo una parte de vuestra misión planetaria. Importante.
Trascendental. Decisiva. Pero no el final, sino el principio de
vuestra realidad y la nuestra en convivencia.
Se reintegrarán gradualmente al Universo y su más íntima
naturaleza, y ello tomará un tiempo de adaptación, de reaprender
las cosas y proyectarse al eterno presente, con su magia de
conocimientos y realización”.
(Oxalc, Antarel, Sampiac, Alcir).
Es impresionante ver cómo más allá del
fenómeno ovni y el estudio del contacto extraterrestre, estos
mensajes contienen un alto contenido filosófico y espiritual, todos
apuntando al crecimiento humano y hasta haciéndose eco de antiguas
profecías, como la de los mayas, que habla del
2012
como el momento del gran “test” de la humanidad.
En síntesis, los seres de las estrellas sostienen que el mundo no se
va a destruir, sino que se está transformando, y que todo ello forma
parte de su tránsito a una dimensión superior de conciencia. Desde
luego, los cambios climáticos, las crisis económicas globales y las
tensiones bélicas, sumado todo ello a la cada vez más frecuente
observación de ovnis sobre las principales ciudades del mundo,
constituyen una señal que recuerda ese cambio inminente.
¿Cómo prepararnos ante ello? Los mensajes son claros: iniciando el
contacto con nosotros mismos. He allí la respuesta.
Y en ese silencio comprenderemos porqué están aquí desde tiempos
antiguos. Porqué van y vuelven. Y la razón de su comportamiento
discreto - sin mostrarse oficialmente - como si estuvieran esperando
“algo”, aguardando un momento.
Ellos nos hablaron de este mes de agosto, año 2007, como un momento
de importantes decisiones para la humanidad, y sobre difíciles
acontecimientos que esperamos puedan ser evitados.
Por esta razón nos recordaron que el ser humano puede “crear lo que
cree”, afectando el curso de los acontecimientos mundiales a través
del ejercicio de una mentalidad positiva y alta vibración.
Si aplicamos todo ello con éxito, estoy seguro que enrumbaremos
también los pasos de la humanidad hacia una etapa diferente, en
armonía con otras formas de vida en el Universo. Así reza la
profecía.
Espero que se haya entendido el espíritu de estas líneas.
|