Noviembre 01, 2013
del Sitio Web
GazzettaDelApocalipsis
Hemos caído en la trampa.
Es triste aceptarlo y sobretodo resulta profundamente
descorazonador.
Pero es la cruda verdad.
La dictadura global avanza con paso firme y seguro.
El infierno del Control Masivo ya es un hecho imparable.
A mucha gente quizás le parezca absurdo que ahora, precisamente
ahora, cuando se desenmascaran los casos de espionaje masivo de
la NSA y de
Wikileaks, alguien se exprese de forma tan derrotista.
Mucha gente quizás piense que jamás se habían desvelado tantas
verdades juntas y que la sombra del Gran Hermano se aleja
definitivamente, diluida por la cegadora potencia de los focos
mediáticos.
Pero son precisamente esos focos mediáticos los que revelan la cruda
realidad, los que nos muestran cuan terrible es la situación que
estamos viviendo.
Porque realmente importa muy poco, por no decir, absolutamente nada,
lo que está sucediendo sobre el escenario.
Poco importa que los gobiernos Europeos y Latinoamericanos se
muestren indignados ante la vigilancia masiva de la NSA.
Poco importa que algunos de ellos colaboraran o no en la vigilancia
Norteamericana, como es el caso de Francia y España, enfrascados
como están sus máximos dirigentes Hollande y Rajoy en una frenética
carrera por dirimir cuál de los dos alcanza las más altas cotas de
ridículo en la política Europea.
Poco importan las medidas que tomen Angela Merkel,
Dilma Rousseff, o
los altamente democráticos gobiernos de China y Rusia en su lucha
por rematar al malvado Imperio Americano, convertido ya en villano
de su propia película.
Ni tan solo importan las nuevas revelaciones que puedan surgir a
partir de ahora, porque en realidad, nada va a cambiar lo que puedan
aportar Edward Snowden, Julian Assange, la NSA, ni mil y un
documentos filtrados o sacados a la luz quien sabe desde qué oscuros
ficheros.
No nos dejemos embaucar por la estimulante inmediatez de las
noticias ni por el torbellino de detalles superficiales formados por
luces de colores y titulares rutilantes y explosivos.
Y mucho menos por las presuntas soluciones que surgirán
milagrosamente, aparentemente destinadas a preservar nuestra
privacidad y nuestra seguridad en ese pomposamente bautizado como
espacio de libertad
que es Internet.
Porque la verdad es que el Gran Hermano ya ha triunfado.
Ya está aquí.
Y ha llegado para quedarse para siempre, para formar parte integral
de la Especie Humana hasta el fin de los tiempos.
Esa es la espantosa y terrorífica realidad...
¿Porqué?
Porqué ya vivimos sometidos al más estricto control las 24 horas del
día, rodeados de las omnipresentes cámaras de vigilancia en calles,
oficinas, edificios y carreteras.
Y porque somos totalmente incapaces de prescindir de los móviles y
de las tablets y sobretodo de Internet y del imparable
almacenamiento de nuestros datos en la Nube, esa suerte de creciente
cerebro común que nos arroja a un nuevo y tenebroso estado como
especie.
Y ante todo, porque a nadie le importa ni le preocupa en
lo más mínimo que le estén vigilando y controlando.
Porque al fin y al cabo, ¿cuales han sido las 2 frases más
pronunciadas por la ciudadanía tras desvelarse el escándalo de
vigilancia masiva de la NSA?
"Todos lo sabíamos"
y...
"Yo no tengo nada que esconder"
Frases repetidas hasta la saciedad por la gente de la calle, como un
mantra hipnótico, que revelan el profundo estado de condicionamiento
mental y de vergonzante sumisión al que estamos todos sometidos.
Porque en realidad, estas frases ocultan un mensaje mucho más duro
de aceptar:
"Todos lo sabíamos" en realidad significa:
"no hicimos nada por impedirlo"
"No tengo nada que esconder" en realidad significa:
"no me importa en absoluto que me vigilen… no me importa mi
privacidad ni me importa mi dignidad como ser humano… solo
quiero que me dejen seguir jugando con mis chismes"
Y este es el punto clave que determina el triunfo final del Gran
Hermano.
Así ha triunfado el mal siempre y así triunfará de nuevo.
Aunque esta vez será para siempre...
CÓMO NOS HAN MANIPULADO
Pero llegados aquí, quizás deberíamos preguntarnos ¿cómo hemos
llegado a este punto sin retorno?
Ciertamente, el triunfo del Gran Hermano se fundamenta en 7
maniobras de manipulación psicológica, 7 mecanismos clave instalados
en nuestra mente sin los cuales no habríamos aceptado tal situación:
1 - Inoculación
Este es el primer paso, el punto inicial de toda programación mental
de la población.
Básicamente consiste en inocular una idea en el imaginario común,
con el objetivo de normalizarla, es decir, hacerla plausible,
comprensible y asumible para todos, hasta convertirla en una
posibilidad vital.
El objetivo principal consiste en eliminar el impacto emocional que
implicaría imponer súbitamente y por la fuerza el concepto que se
quiere inocular.
En este ejemplo concreto, el concepto a inocular es el del Control
Masivo de la Población.
El vehículo habitual y más efectivo utilizado para introducir
conceptos destinados a moldear el imaginario social es la ficción
cinematográfica y televisiva de masas.
Así, durante años hemos sido inoculados
progresivamente con el concepto del Control Masivo a través de
exitosas películas, como por ejemplo:
El Show de Truman o Enemigo
Público, hasta culminar en series de TV como Person of Interest,
donde la visión de ese Control ya es casi real, sin olvidar el show
televisivo más destructivo y malintencionado jamás creado: Gran
Hermano.
Todas estas ficciones, especialmente
Enemigo
Público y Person of Interest, dada su plausibilidad y actualidad,
han condicionado nuestra mente para que pronunciemos sin pestañear
la frase:
"Todos lo sabíamos".
-
¿Qué habría sucedido si nuestra mente jamás hubiera ni tan solo
concebido la posibilidad del control masivo que nos ofrecen estas
obras de ficción?
-
¿Cómo habría reaccionado entonces la población al despertarse un
buen día y descubrir que todas nuestras llamadas y mensajes son
monitoreados, analizados y almacenados?
El impacto podría haber sido brutal.
La confianza hacia nuestros gobernantes y hacia el sistema entero se
habría venido abajo, como si un repentino día descubrieras que tus
padres te secuestraron cuando eras un bebé o que tu marido es un
asesino en serie.
Pero ese impacto no se ha producido, porqué el concepto ya había
sido hábilmente inoculado en nuestros cerebros.
Por esta razón no ha sucedido ni sucederá nada.
2 - Generalización
Otro de los puntos clave consiste en conseguir que el concepto
afecte a todas las personas sin distinción.
Pongamos el ejemplo del Control Masivo.
-
¿Qué sucedería si un día despertaras y descubrieras que solo te
vigilan a ti?
-
¿Qué solo controlan tus llamadas, que solo monitorean tus datos y
comunicaciones y que las cámaras solo te graban a ti,
exclusivamente?
Simplemente, no podrías soportarlo y tu reacción podría ser
imprevisible.
Sin embargo, si sabes que todos somos controlados y vigilados por
igual, la idea del Control se te hace mucho más reconfortante y
aceptable.
No te sientes como el único, como el aislado, como el perseguido.
Y eso reduce en gran medida tu sentimiento de rebeldía.
Es un sentimiento análogo al que tendrías si te dijeran que has
contraído un virus mortal y que solo lo has contraído tú.
Te sentirías señalado y maltratado por el universo, por el destino o
por Dios.
Sin embargo, si sabes que ese virus proviene de un brote epidémico
que ha afectado a la mayoría de la población mundial y que vamos a
morir todos, te sientes integrado en un destino común y en cierta
manera, eso te tranquiliza.
Desgraciada y paradójicamente, este es uno de los resortes
psicológicos que impiden que nos rebelemos ante el establecimiento
del Gran Hermano.
3 - Seguridad
Evidentemente, el argumento base, la excusa, el vil subterfugio en
el que se fundamenta el establecimiento del Gran Hermano, es en la
supuesta seguridad de la población.
En esa división ficticia entre
Buenos y Malos, entre ciudadanos
pacíficos y terroristas criminales.
Este es el punto que nos lleva a pronunciar la patética frase:
"yo
no tengo nada que esconder".
Una frase terrible, pues alberga en su interior muchas
implicaciones.
La primera consiste en considerarse el bueno de la película sin tan
solo preguntarse por las motivaciones que puedan tener los supuestos
malos ni quienes son en realidad.
La segunda y aún mas terrible es la aceptación sumisa de que la
autoridad tenga derecho a vigilar si escondes algo o no.
Tal cesión del poder individual, reflejo directo del mundo que hemos
construido, resulta sin lugar a dudas, el hecho más lamentable y
despreciable de todos, pues representa un insulto directo a nuestra
propia naturaleza humana más esencial.
Pero comprender esa esencia implicaría una conciencia profunda como
individuos y eso es algo difícil de conseguir y transmitir, pues ha
sido debidamente borrada de nuestra mente por la sociedad, a través
de esas factorías de programación mental que son las escuelas.
4 - Dependencia
A estas alturas, ya no sabemos prescindir de los propios mecanismos
tecnológicos que sirven para controlarnos.
Somos dependientes de ellos, o más bien dicho, nos sentimos
dependientes.
La mayoría de gente no sabría vivir sin su teléfono Móvil, su
Smartphone, su Tablet, su Computadora, su Whatsapp, su Twitter o su
Facebook.
A pesar de que muchos de ellos
hayan vivido feliz y confortablemente
durante muchos años sin ninguno de estos elementos.
Ahora parece que hayan estado ahí siempre y que sin ellos la
supervivencia sea imposible.
Y lo cierto es que nadie querrá aceptarlo, pero hay una palabra para
definir eso:
se llama Adicción.
Pura adicción psicológica.
Somos adictos a las redes sociales y a nuestros móviles y chismes
como lo es un heroinómano o un jugador.
Y como los adictos nos hemos buscado mil y una excusas para
justificar nuestra adicción.
Nos hemos convencido a nosotros mismos de que los necesitamos.
Pero eso no es cierto.
Los necesitamos porque los demás también son adictos como nosotros y
no queremos quedarnos solos y aislados.
Se trata de un curioso caso de adicción psicológica social, de
carácter masivo, en la que todos ejercemos de camello y de yonki a
la vez, una estructura altamente eficiente que impide que nadie
abandone jamás su adicción.
5 - Participación
Este es quizás uno de los puntos clave más sutiles y tenebrosos.
Pues lo cierto es que no solo somos víctimas del Control Masivo.
También somos partícipes de él y cada vez lo seremos más y más.
En los últimos años, todos y cada uno de nosotros hemos abandonado
el rol de mero espectador del espectáculo audiovisual, para pasar al
otro lado de la cámara.
Y este es un salto psicológico esencial.
Crucial.
Desde el mismo momento en que somos nosotros los que podemos grabar
a los demás, desde el mismo momento en que podemos capturar el mundo
y verlo en una pequeña pantalla en tiempo real, nuestra mente supera
la línea divisoria y nos introduce inconscientemente en el rol del
controlador, del vigilante.
Nos hace partícipes del proceso de Control Masivo y eso reduce
enormemente nuestra angustia y de nuevo, nuestra rebeldía.
Nos hemos acostumbrado a ver mil y una imágenes furtivas grabadas
con móviles. Imágenes de agresiones policiales, delitos, peleas,
accidentes de tráfico y desgracias de todo tipo, vistas en cámara
subjetiva.
Nos hemos acostumbrado a grabar sin pedir permiso y a ser grabados
sin concederlo.
Porque nosotros también somos el Gran Hermano.
Y eso sí es terrible...
Pues en un futuro cercano, todos nos grabaremos los unos a los
otros, todos ejerceremos de vigilantes, de controladores y de
denunciantes.
Ahora quizás parezca una fantasía alocada, pero si todo sigue así,
llegará un día no muy lejano en que cada cara que nos crucemos por
la calle será una cámara de vigilancia y cada mirada una grabación… y
llegados a ese punto ¿qué seremos nosotros?
Solo seremos actores, fingiendo constantemente para ser aceptados
por los demás y por la sociedad.
El triunfo absoluto de la dictadura más atroz y aterradora jamás
imaginada, la destrucción de la esencia individual del ser humano y
de la libertad personal hasta sus raíces más profundas.
6 - Modus Vivendi
Este significa, sin duda, el punto culminante del proceso, la
garantía de perpetuación del Gran Hermano:
convertir el Control
Masivo en un modo de vida.
Y es que ciertamente, ya hemos llegado a esta situación.
Ahí están las nuevas generaciones, crecidas al amparo de los
Smartphones y las redes sociales.
Generaciones de jóvenes acostumbrados a exhibirse como monos de
zoológico ante los turistas, adictos a la exposición pública de sus
rutinas diarias, como un modo de vida y de relación con los demás.
Criados desde pequeñitos en la navegación por las redes sociales, en
las que ver constantemente mil y una caras iguales a las suyas, con
ropas, peinados, poses y posturas imitadas como las suyas, en un
patético e infinito bucle de imitación-exhibición-imitación con el
que diluir cualquier atisbo de individualidad en ese ácido tóxico
que es la masa despersonalizada.
Esa es la triste realidad:
la aparición de una nueva subespecie
humana, formada por semi-individuos con espíritu de colmena,
incapaces de vivir si no es bajo la (para ellos) cálida mirada de la
omnipresente cámara ante la cual rendir credenciales de forma sumisa
y voluntaria.
Porque con las nuevas generaciones, al Gran Hermano ya no le hace
falta camuflar sus actividades.
Se exhiben gratuita y voluntariamente, dando todos los detalles
sobre sus pensamientos, conductas, actividades e intenciones.
No solo son vigilados y controlados. Quieren ser vigilados y controlados. Lo necesitan.
Una maravillosa generación de esclavos que por encima de todo desean
ser esclavizados. Cuyo único sueño es ser esclavizados. Incapaces de
concebir cualquier cosa que no sea su propia esclavitud.
7 - Ilusión de
victoria
Por último, el Gran Hermano nos ofrece un hábil y malintencionado
resorte al que podemos asirnos en momentos de desesperación o súbita
clarividencia.
Se trata de un brillo de esperanza prefabricado:
la visión del
Hacker romántico, del liberador, del Robin Hood de las redes, capaz
de derrotar al dragón.
El héroe invencible que desde el anonimato de un aislado sótano
puede acabar cuando quiera con tanta opresión masiva, reventando el
sistema entero desde su interior.
Una fantasía inoculada junto al concepto del Control Masivo, por la
misma vía de la ficción cinematográfica, que actúa como un
anticuerpo ficticio en el que, en última instancia, podríamos
confiar para liberarnos del Gran Hermano, de la bestia que nos
aprisiona.
Pero solo es una patraña. Un simple y burdo engaño.
Una ilusión en la que no debemos confiar, a pesar de los esfuerzos
mediáticos por mostrarnos a algunos de estos héroes solitarios y
presentarlos como una alternativa real, con nombres y caras reales y
reconocibles, como,
Pero realmente, el Gran Hermano los
necesita...
Porque sin ellos no habría alternativa, no existiría oposición
alguna ni lugar a la esperanza y entonces solo quedaría una opción
para oponerse al Gran Hermano:
cortar los cables, reventar los
móviles, derribar los satélites, destruir las redes, demoler el
sistema entero… ¡y eso sí sería peligroso!
Es mucho mejor una alternativa fiable, una cara amable y heroica que
forme parte de los propios mecanismos del sistema.
No hay mejor enemigo que el que creas y controlas tú mismo.
Lo saben
todos los gobernantes de la historia.
Así pues,
-
¿Alguien duda aún de que el Gran
Hermano ya ha triunfado?
-
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
-
¿Se trata de un proceso casual o
ha sido fruto de una hábil y compleja maniobra de ingeniería
social, dirigida durante generaciones?
Ciertamente, poco importa ya.
El sistema
de Control Masivo ya está instaurado. Y basa sus futuros triunfos en
la falta de perspectiva de los ciudadanos.
En la falta de visión de esos ciudadanos que ahora piensan que no
importa que les vigilen, incapaces de comprender las profundas
implicaciones que este sistema de control tendrá sobre sus vidas y
sobre las de sus descendientes.
Ciudadanos que no comprenden que al otro lado no se encuentra un
señor con auriculares que escucha sus conversaciones y toma notas en
un trozo de papel, sino una fría y desalmada máquina que los
clasifica, los analiza y los monitorea como si fueran piezas de una
factoría o pollos de una granja.
Una máquina sin sentimientos ni empatía
que ni tan solo sabe lo que es un ser humano, que nos clasifica a
todos según nuestros perfiles, costumbres, aficiones, amistades e
inclinaciones ideológicas e incluso sexuales.
Y con cuya información, determinadas entidades pueden saber, en cada
momento, qué resortes deben accionar y cómo deben hacerlo para
manipularnos y conducirnos como a un rebaño camino del matadero.
Con un poder de control que ni el más enloquecido de los dictadores
y criminales de la historia habría podido ni tan solo soñar.
Porque poco importa que ahora nos portemos bien y no tengamos nada
que esconder.
Los criterios de la máquina pueden ser programados a conveniencia y
podemos convertirnos en peligrosos cuando ella decida, no cuando lo
decidamos nosotros.
Y por más que nos auto-engañemos, por más que decidamos calificar de
paranoicos a los que nos adviertan del terrible futuro que se cierne
sobre nosotros, por más excusas y subterfugios que busquemos, lo
cierto es que, ahora mismo, la única solución, la única salida para
impedir que el Gran Hermano siga adelante, pasa por la renuncia
radical y generalizada a estas tecnologías y por la demolición del
sistema hasta sus cimientos.
Algo triste, casi inconcebible para todos nosotros, pues amamos
estas tecnologías, nos hacen la vida fácil y sobretodo, somos
adictos a ellas.
Pero desgraciadamente nadie toma conciencia de la enorme magnitud de
lo que está sucediendo. Porque no se trata de una cuestión
ideológica, política o social.
No es una mera cuestión de organización o de libertades civiles.
Estamos ante un salto como especie, un momento crucial a nivel
evolutivo, pues implica la desaparición de la esencia misma del ser
humano tal y como lo hemos conocido hasta ahora y el surgimiento de
un nuevo tipo de humanidad.
Por qué la gran pregunta que se plantea es de una profundidad sin
precedentes:
¿EN QUÉ TIPO DE SERES QUEREMOS
CONVERTIRNOS?
Tú decides...
***
Fragmento-Resumen
Opresión en Red - El Nuevo Modelo de
Tiranía
Septiembre 29, 2014
Mucha gente se empeña en cerrar los ojos
ante lo que está sucediendo.
Pero la realidad está ahí para quien tenga la valentía de verla:
estamos entrando, irremisiblemente, en
la era del Gran Hermano.
Una auténtica pesadilla de
vigilancia masiva y monitoreo constante
del ciudadano, hábilmente disfrazados bajo un halo de modernidad y
progreso tecnológico supuestamente "repletos de ventajas".
Pero lo más terrible del asunto es que estamos siendo conducidos a
la más espantosa de las dictaduras sin que nadie nos haya obligado a
ello. Somos nosotros mismos, la propia población, la que
voluntariamente se subyuga a las nuevas cadenas.
Y lo hacemos gracias a uno de los mecanismos psicológicos más
simples y efectivos jamás creados:
convertirnos en partícipes directos
del control masivo.
Es decir, estamos ante una tiranía que
se implantará porque nos permitirán ser, simultáneamente,
prisioneros y carceleros.
UNA MANIOBRA
GENIAL
Cada vez más, el mundo que percibimos a nuestro alrededor nos está
siendo narrado a través de las pantallas que nos rodean por todas
partes.
Pero en los últimos tiempos se ha producido un salto clave:
actualmente, todos y cada uno de nosotros hemos abandonado el rol de
mero espectador pasivo del espectáculo audiovisual, para pasar al
otro lado de la cámara.
Ahora, gracias a los dispositivos de grabación de los móviles, todos
somos espectadores y directores a la vez.
Y este es un salto psicológico absolutamente crucial.
Desde el mismo momento en que somos nosotros mismos los que podemos
grabar a los demás, desde el mismo momento en que podemos capturar
el mundo y verlo en una pequeña pantalla en tiempo real, nuestra
mente supera una línea divisoria imaginaria y nos introduce
inconscientemente en el rol del controlador, del vigilante.
Nos hace partícipes del proceso de Control Masivo y eso
reduce enormemente nuestra angustia y nuestra rebeldía ante el hecho
de ser constantemente observados y vigilados.
En el interior de nuestra mente se han borrado las fronteras entre
"ellos" (los que vigilan) y "nosotros" (los vigilados).
Así ha sido como nos hemos habituado a ver mil y una imágenes
furtivas grabadas con móviles. Escenas de sexo, intimidad hogareña,
agresiones policiales y delitos, accidentes de tráfico y desgracias
de todo tipo, vistas en cámara subjetiva, como si hubieran sido
grabadas por nosotros mismos.
Nos hemos acostumbrado a grabar sin pedir permiso y a ser grabados
sin concederlo. Nuestro concepto de intimidad se ha difuminado, así
como se ha difuminado la de los demás.
Las pantallas de nuestros móviles, tablets y ordenadores son las
nuevas ventanas a las que nos asomamos para espiar a los vecinos.
Ventanas portátiles que acechan en cualquier rincón y que podemos
llevar en nuestros propios bolsillos.
Ahí reside el truco...
En hacernos creer que nosotros también participamos del poder del
Gran Hermano. Que nosotros también somos el ojo que todo lo ve y
todo lo escruta.
Y eso sí es terrible.
Pues en un futuro inmediato, todos nos grabaremos los unos a los
otros, todos ejerceremos de vigilantes, de controladores y de
denunciantes.
Ahora quizás parezca una fantasía alocada, pero si todo sigue así,
llegará un día no muy lejano en que
cada cara que nos crucemos por la calle será una cámara de
vigilancia y cada mirada una grabación…y llegados a ese punto ¿qué
seremos nosotros?
Solo seremos actores, fingiendo constantemente para ser aceptados
por los demás y por la sociedad.
Será el triunfo absoluto de la dictadura más atroz y aterradora
jamás imaginada, la destrucción de la identidad individual del ser
humano y de la libertad personal hasta sus raíces más profundas:
las de la mente...
MODUS VIVENDI
El punto culminante del proceso, la garantía de perpetuación del
Gran Hermano será cuando convirtamos el Control Masivo en nuestro
modo de vida.
Y desgraciadamente, ya hemos llegado a este punto.
Ahí están las nuevas generaciones, crecidas al amparo de los
Smartphones y las redes sociales.
Generaciones de jóvenes acostumbrados a exhibirse como monos de
zoológico ante los turistas, adictos a la exposición pública de sus
rutinas diarias, como un modo de vida y de relación con los demás.
Criados desde pequeñitos en la navegación por las redes sociales, en
las que ver constantemente mil y una caras iguales a las suyas, con
ropas, peinados, poses y posturas imitadas como las suyas, en un
patético e infinito bucle de imitación-exhibición-imitación con el
que diluir cualquier atisbo de individualidad en ese ácido tóxico
que es la masa despersonalizada.
Esa es la triste realidad:
la aparición de una nueva subespecie
humana, formada por semi-individuos con espíritu de colmena,
incapaces de vivir si no es bajo la (para ellos) cálida mirada
de la omnipresente cámara ante la cual rendir credenciales de
forma sumisa y voluntaria.
Porque con las nuevas generaciones, al
Gran Hermano ya no le hace falta camuflar sus actividades.
Se exhiben gratuita y voluntariamente,
dando todos los detalles sobre sus pensamientos, conductas,
actividades e intenciones. No solo son vigilados y controlados.
Quieren ser vigilados y controlados. Lo necesitan...
Una maravillosa generación de esclavos que por encima de todo desean
ser esclavizados. Cuyo único sueño es ser esclavizados. Incapaces de
concebir en su mente cualquier cosa que no sea su propia esclavitud.
Ciertamente los tiranos han aprendido mucho: ya no nos encadenan por
la fuerza.
Nos han convencido para que deseemos tanto sus cadenas que incluso
lleguemos a hacer cola por adquirirlas y celebremos como un triunfo
el ser los primeros en cerrar nuestro propio candado.
Como hemos podido caer tan bajo…
|