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11 Febrero 2014
del Sitio Web
PijamaSurf
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en italiano

No se trata de un relato
de ciencia ficción:
un genetista de New Jersey ha
sido capaz
de "producir" bebés a partir de
células de tres adultos.
Y no sólo uno:
quince bebés de una primera
ronda de experimentos
tienen entre uno y tres años.
Si estuviera en nuestras manos, probablemente haríamos todo lo
posible por que nuestra descendencia no tuviera ciertos genes de
nuestros antepasados, los que los predisponen para el cáncer, la
calvicie o incluso la depresión; otros tal vez tratarían que sus
hijos fueran más altos, tuvieran la piel más clara o una nariz
bonita.
Para la mayoría de la gente, la
modificación genética en humanos es un relato de ciencia ficción que
vemos en un futuro distante que, precisamente por distante, no
notamos en nuestro espectro temporal.
Pero en el Instituto de Medicina
Reproductiva y Ciencia de San Bernabé, en Nueva Jersey, la
modificación genética es cosa de todos los días.
El pionero en investigación de la fertilidad es el profesor
Jacques Cohen. Su experiencia es tal que,
según dice, clonar un bebé humano
representaría solamente,
"una tarde de trabajo para uno de
mis estudiantes".
Y es que
la eugenesia (la
modificación o elección, genética o social, de las características
con las que nace un nuevo ser humano) remite a los experimentos
sociales del nazismo y el régimen de Hitler, cuando no a fantasías
futuristas de mano de obra barata conformada por clones desechables.
Pero la
eugenesia es algo que está pasando en nuestros
días:
los primeros bebés diseñados
mediante ingeniería genética, de hecho, ya han sido "creados".
De hecho, algunos de ellos estarían a
punto de cumplir tres años.
"Quince niños han nacido durante los
últimos tres años como resultado de un programa experimental" en
San Bernabé, según Cohen.
"Los niños nacieron de mujeres que
habían tenido problemas para concebir. Genes extra de una
donadora femenina fueron insertados en los óvulos antes de que
fueran fertilizados en un intento por permitirles concebir.
Pruebas de identificación genética
en dos de los niños de un año confirman que han heredado ADN de
tres adultos: dos mujeres y un hombre".
Debido a que el ADN se transmite de
padres a hijos, estos niños pasarán su información genética a su
descendencia.
Las mitocondrias de sus madres no les
habrían permitido concebir, por lo que porciones de células de
óvulos sanos fueron insertadas en los óvulos de las mujeres
infértiles.
Debido a que los óvulos contienen ADN,
la incorporación del ADN de las donadoras con el de las mujeres
infértiles (además de la unión con el ADN de los espermas
masculinos) le da a estos 15 bebés una conformación genética inédita
en la humanidad.
Pero la comunidad científica no se ha
mostrado 100% convencida de que este procedimiento sea ético y
deseable.
Lord Winston del hospital Hammersmith de Londres afirmó:
"En lo correspondiente al
tratamiento de la infertilidad, no existe evidencia de que valga
la pena realizar esta técnica… Estoy muy sorprendido de que haya
sido llevada hasta este punto. Ciertamente no sería permitida en
Inglaterra."
John Smeaton, director nacional
de la Sociedad para la Protección de Niños No-Nacidos dijo:
"Uno tiene una tremenda empatía por
las parejas que sufren de problemas de fertilidad.
Pero ésta parece la ilustración
final del hecho de que todo el proceso de fertilización 'in
vitro' como forma de concebir bebés lleva a que los bebés sean
vistos como objetos en una cadena de producción.
Este es un paso grande y muy
preocupante hacia el camino incorrecto para la humanidad".
Esta situación nos lleva a pensar si la
humanidad de las próximas décadas se dividirá (aún más) entre los
concebidos de manera "natural" y los concebidos en laboratorio:
¿se trata solamente de un
procedimiento que permite que una pareja pueda tener un bebé
sano y hacerse cargo de él o se trata de una rama de la
humanidad que podría poner en peligro la estabilidad de la
especie, tanto en sus aspectos sociales, como en los genéticos?
Por otra parte, la
modificación genética de cultivos agrícolas
(transgénicos) ha alarmado a muchas asociaciones ecologistas y de
agricultores; la modificación de los cultivos afecta no sólo la
calidad de los alimentos, sino a otras especies animales y vegetales
del ecosistema.
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¿Ocurrirá lo mismo con los
humanos?
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¿Somos capaces de predecir con
precisión los efectos secundarios de nuestros experimentos?
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¿Estamos dispuestos a correr ese
riesgo?
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