11 Enero 2016 14 Enero 2016 del Sitio Web BitNavegante
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Para averiguar el origen de la vida
puede ser necesario un cambio conceptual y verlo como un patrón de
energía molecular.
Aunque los zarcillos parecían sólidos desde el exterior, cuando se destruían revelaban su verdadera naturaleza:
En ese momento, Russell, geólogo, estaba luchando para entender una roca inusual que había encontrado recientemente.
Ésta, también, era sólida en su exterior, pero por dentro estaba llena de tubos huecos, sus finas paredes estaban plagadas de compartimentos microscópicos. Cayó entonces en la cuenta que esta roca, como las formaciones del juguete de su hijo, debió haberse formado en una especie poco común de solución líquida.
A raíz de ahí Russell postuló un nuevo fenómeno geológico a fin de explicarlo:
Fue un gran salto intuitivo, pero que pronto llevó a Russell a un pensamiento aún más extravagante.
Lo que tan obvio le parecía a Russell era que sus hipotéticos jardines químicos podrían resolver uno de los enigmas más profundos del origen de la vida, el problema de la energía.
Entonces, como ahora, muchas de las teorías principales sobre el origen de la vida tenían sus raíces en la especulación de Charles Darwin acerca de un 'pequeño estanque caliente', en el que la materia inanimada, energizada por el calor, la luz solar o los rayos, iba formando moléculas complejas que con el tiempo comenzaron a reproducirse.
Durante décadas, la mayoría de investigación sobre el origen de la vida se ha centrado en cómo podría haber surgido la química auto-replicante.
Y dejaron de lado la otra cuestión clave,
Pero en la mente de Russell, el origen de la vida y la fuente de la energía que necesitaba eran un solo tema, dos partes inextricablemente entrelazadas.
Como geólogo (ahora trabaja en el Jet Propulsion Laboratory - JPL - de la NASA, en California), veía el problema con una perspectiva muy diferente al de sus colegas biólogos. Los jardines químicos bajo el mar, pensaba Russell, habrían proporcionado un flujo abundante de materia y energía en un mismo lugar, un entorno propicio para las reacciones auto-replicantes y también el alimento suficiente para las incipientes criaturas.
Los problemas con el surgimiento de la vida parecían depender de los eventos químicos, altamente improbables, que conducían a una mayor complejidad.
Al considerar primero la energía,
Russell creyó que podía hacer frente a eso. En su opinión, el
surgimiento de la complejidad biológica no era improbable, sino
inevitable.
Con ese cambio viene una nueva perspectiva sobre la definición de la vida, y un reforzante desafío a su lugar de privilegio en el cosmos.
Russell ve el surgimiento de la vida enraizado en los mismos principios que rigen el surgimiento de las galaxias, planetas y los tornados.
La vida, según él, no es una ocurrencia anormal, sino una parte unificada de una arrolladora narración física,
Después de todo, cada pocos años, se reemplaza cada átomo en su cuerpo, en promedio.
En ese sentido, la vida no es una algo
así como un modo de ser, es un inquietante reajuste de
destrucción y creación. Si se puede definir de algún modo, la vida
es un auto-sostenible flujo, altamente organizado, de la manera
natural en que la materia y la energía se expresan en determinadas
condiciones.
Por otra parte, también podría hacernos sentir un poco menos solos. Somos descendientes de un linaje energético ininterrumpido desde los albores del tiempo.
Darwin intuyó esta profunda relación entre la biología y la física, especulando sobre lo que es,
Y, podría haber añadido, que también hay
grandeza en esta concepción de la vida
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