CAPITULO IV
Ya los astrónomos suponen que puedan ser los restos de aquel planeta desaparecido... y aquí comienza, en verdad, el re. lato que me hicieran de tan maravillosa historia. Hace miles, muchos miles de años, repito, aquel planeta, al que llamaremos "Planeta Amarillo" por la clase de luz que despedía, era el hogar de una raza muy antigua, que en su larga evolución de milenios había alcanzado niveles de cultura semejantes, o quizá superiores a los que estamos llegando los hombres en la Tierra.
En esos remotos tiempos, nuestro planeta aún no era habitado por seres humanos. En cambio, los hombres del Planeta Amarillo volaban, ya por el espacio... Su ciencia y su técnica les permitía, entonces, iniciar las primeras expediciones a los otros mundos de nuestro sistema solar, y en esa forma, a través de muchos siglos, fueron conociendo la existencia y las características propias de todos y cada uno de los diferentes planetas.
La escultura maya muestra a ese hombre en actitud de manejar dicho artefacto; tiene ambas manos en las palancas de comando, claramente representadas, y el pie derecho pisando un pedal. Lleva la cabeza con un extraño casco y un vástago del mismo, a manera de tubo o manguera, está aplicado a la nariz. El diseño de todo el conjunto comprueba la evidente intención de reproducir los complicados mecanismos de una nave espacial, con sorprendente similitud a las que hoy usamos en la Tierra, pues se ha cuidado hasta el detalle de la expulsión de gases, o fuego, por la parte posterior del artefacto.
Pero no es el de la Pirámide de Palenque el único caso que nos prueba la visita a la Tierra, desde hace milenios, de seres de una raza y con una civilización muy superiores. Durante siglos, nuestra humanidad se creyó la única habitante del universo. Las distancias y los primitivos medios de comunicación en tiempos remotos de nuestro planeta, favorecieron la ignorancia de muchos núcleos, y el lento desarrollo de los pueblos, hasta hoy día, ha sido la base de conceptos erróneos y del olvido, para millones de seres humanos, de la existencia de otros hombres y de otras civilizaciones en diferentes mundos repartidos en el Cosmos.
Otros, aún dudan... Pero ¿cómo podrán explicar hechos y conocimientos de pueblos remotos cuyas pruebas se han mantenido a través del tiempo?
Los antiquísimos libros de la India, Samarangana Sutradara, el Mahabarata y el Ramayana, escritos ha. ce miles de años, contienen precisas descripciones de viajes realizados por "platillos volantes", denominados en sánscrito "Vimanas", conduciendo a dioses que bajaron a la Tierra.
Este descubrimiento tuvo lugar el año
1956 y aquellas figuras, que representan a seres muy parecidos a
nuestros astronautas, tienen, igualmente, una antigüedad de más de
diez mil años...
A ambos lados de la mencionada cúpula pude apreciar ventanas angostas y alargadas, algo así como los parabrisas de automóvil, sin lograr ver el interior por la distancia a que nos encontrábamos esa noche, pues ya expliqué cómo fue nuestra despedida: mi familia y yo, profundamente impresionados, permanecimos en la puerta de la casa que da al Jardín, sin acercamos al "platillo", cuando Pepe, después de abrazarnos, ingresó a la máquina.
Para hacerlo, subió por una escalerilla de metal que había descendido de la base de una puerta, o mamparo, que se abriera en la cúpula, frente a nosotros, en el centro de los dos ventanales ya descritos, abertura en que lo esperaron dos personas de estatura como la nuestra, que vestían escafandras, a mi entender, iguales o parecidas a las de nuestros astronautas.
Las características principales de esas naves se diferenciaban enormemente de las que estamos empleando en la Tierra, tanto en estructuras cuanto en energía, maniobras y velocidades.
Esto fue evidenciado por Pepe al comprobar las asombrosas velocidades que esas máquinas pueden alcanzar. Ya se ha dicho en la primera parte, del desconcertante asombro con que viera alejarse nuestro mundo en cuestión de minutos, y cómo, al calcular la posible velocidad con referencia al vertiginoso alejamiento de nuestro planeta, estuvo a punto de sufrir un síncope al darse cuenta de los resultados de su cálculo. El trayecto desde la Tierra hasta la base construida por ellos en el espacio. que, según le informaran, dista poco más de diez millones de kilómetros de nosotros, tardó sólo ¡una hora y minutos...!
Pero, a todas mis objeciones, Pepe se limitó a decir:
Y después me explicó lo que lograra conocer sobre esas naves espaciales prodigiosas. Me advirtió, sin embargo, que sus tripulantes no quisieron proporcionarle detalles minuciosos acerca de los mecanismos ni de ciertas particularidades sobre propulsión, fuentes de energía, aplicación de fuerzas y conversión o neutralización de las mismas, y que lo obtenido era sólo fruto de sus observaciones personales, a la luz de lo aprendido por él en la Tierra y de la comparación de sus conocimientos con los nuevos fenómenos comprobados en el viaje.
Si un rayo de luz viaja en el espacio a 300.000 Km. por segundo, y si las microscópicas partículas que forman los rayos lumínicos pueden ser susceptibles de concentrarse y de dirigirse como, por ejemplo en los Láser, ¿quién se atreverla a negar que. dentro de condiciones especiales, a través de mecanismos todavía no imaginados por nuestra humanidad, y en el amplio campo de las onda) electromagnéticas y de los rayos cósmicos, otra humanidad haya alcanzado a encadenar la fuerza de esas partículas, obligándolas a proporcionar una parte de su energía cinética en provecho de todo el conjunto...
Tal sistema abarcaba la solución total de los problemas que para nuestros físicos presentan los viajes espaciales, y muchos otros aún desconocidos en la Tierra. Uno de los más serios obstáculos que tienen que vencer nuestros coterráneos es el conjunto de fenómenos derivados de la ley de gravedad. Los astronautas de Ganímedes se ríen de esto: ellos han resuelto, hace mucho tiempo, todos los problemas relacionados con lo que nosotros llamamos "gravedad" según la definición de Newton. Sus máquinas pueden neutralizar, a voluntad, toda forma de atracción de masas, liberándose así, cuando conviene, de la influencia en tal sentido de cualquier cuerpo celeste o astro.
Esto les permite realizar las maniobras que han desconcertado a muchos técnicos que, alguna vez, llegaron a ver un OVNI. Explica el por qué pueden elevarse con toda suavidad y lentitud y alejarse del suelo a cualquier tipo de velocidad. Sabemos que nuestras naves espaciales deben iniciar su vuelo con determinada velocidad, según su tamaño y peso, para lograr la fuerza de "arranque" o sea la velocidad inicial que, contrarrestando a la fuerza de gravedad, permita a la máquina alejarse de la Tierra, sin la cual no podría continuar su trayectoria y caería de nuevo al suelo.
En cuanto al organismo y funciones biológicas de sus tripulantes, sucede lo mismo: en los momentos críticos de ciertas maniobras, como ascensos y descensos, o en los cambios bruscos de velocidad o virajes violentos, toda la estructura y muy particularmente la cabina central son rodeadas por una fuerza cuya magnitud está en relación directa con las fuerzas naturales que ha de vencer, manteniendo así a la nave dentro de lo que podíamos llamar un "campo gravitacional propio".
En esta forma quedan anuladas todas las reacciones por gravedad o inercia, y han vencido todos los efectos desagradables y peligrosos provenientes de los cambios de presión, desgravación o pérdida de peso en el espacio exterior, y los consiguientes efectos fisiológicos y psíquicos para sus ocupantes.
Un sistema automático protector absorbe la energía térmica a medida que ésta se va generando en toda la cubierta exterior de la astronave, transformándola en refrigeración controlada y en fuerza propulsora; de tal suerte la capacidad del vuelo permite alcanzar velocidades muy superiores, dentro de la atmósfera, a todo lo calculado por nuestros científicos, aún cuando, en verdad, dentro de esas zonas no se llegue nunca a los límites asombrosos que más arriba se ha indicado.
Recordemos que, en la primera parte, nuestro amigo explicó cómo habla notado un apreciable cambio de velocidad entre el tiempo que permaneció ran en la atmósfera terrestre y cuando alcanzaron el espacio interestelar.
Por las ventanas del aparato no se distinguía nada. Los tripulantes le llamaron la atención y le dijeron, telepáticamente, que iban a eliminar ese obstáculo. Nuestro amigo seguía sin ver nada a través del ventanal. En la pantalla de control el asteroide continuaba acercándose y era visible en todos sus detalles. Uno de los astronautas reguló una llavecita y oprimió un botón. En la pantalla se vio estallar, en formidable explosión, al meteoro y, al mismo tiempo, nuestro amigo pudo ver por las ventanas, en la misma dirección en que viajaban pero a una distancia enorme, un destello fugaz que desapareció...
Al mirar de nuevo, inquisitivamente a sus acompañantes, la respuesta fue:
Esto, y las
observaciones más cuidadosas que pudo efectuar en esa nueva
oportunidad, lo convencieron de que la mencionada base no mantenía
una posición fija, sino que variaba de lugar. Ampliando sus observaciones con los datos que pudo obtener de los mismos tripulantes de las astronaves, había llegado a la conclusión de que aquel artefacto espacial no sólo cambiaba de posición, sino que, para ello poseía los medios necesarios, la fuerza y las fuentes de energía suficientes para mantenerse en el espacio indefinidamente, cambiando de lugar a voluntad de sus ocupantes, dentro de un plan establecido y coordinado con el funcionamiento de otras bases similares, repartidas en diferentes puntos de nuestro sistema planetario.
No se le dijo cuántas eran esas bases; pero no le negaron su existencia. Aún más. le informaron que obedecían a un sistema y que integraban una organización de servicio permanentes, que permitía a los habitantes de "Su Reino" conocer y mantener información constante acerca del desenvolvimiento evolutivo de toda la familia de astros integrantes de lo que nosotros llamamos nuestro sistema solar.
También se le manifestó que todo el conjunto formado por esas bases, aparte de facilitarles su comunicación con los diferentes mundos que lo integran. eran estaciones de control, de regulación y de abastecimiento, que permitían almacenar transitoriamente determinadas substancias, obtenidas de la naturaleza de algunos de los planetas de esta familia sideral.
En informaciones posteriores a su partida, me proporcionó mayores detalles al respecto.
Los problemas de su producción, control y aprovechamiento fueron resueltos desde los tiempos remotos a que se refieren las más antiguas alusiones que la historia de nuestra humanidad conserva sobre ellos. En el correr de los siglos perfeccionaron métodos y sistemas que les permitieron encadenar bajo sus manos aquella fuente universal de energía, convirtiendo la gigantesca fuerza de las estrellas en un dócil y obediente esclavo de su civilización, como si hubieran querido imitar, en la realidad, el fantástico y simbólico cuento de "Las Mil y Una Noches" que nos habla del Genio encerrado en la lámpara de Aladino...
Tal vez los cargamentos como los que viera Pepe trasladar en la astronave que lo condujo a Ganímedes, tengan algo que ver con ésto... Y si tenemos en cuenta, igualmente, que han llegado a dominar todas las limitaciones térmicas, y a reducir al mínimo los espacios requeridos para la producción y transformación de esos tipos de energía, podremos comprender mejor los prodigiosos coeficientes alcanzados por sus naves interplanetarias y sus bases espaciales. Recordemos, en pequeño, el gran adelanto que entre nosotros ha representado, en electrónica, el descubrimiento y utilización de los transistores, en reemplazo de los anticuados y morosos tubos de vacío.
Cuando se acercaba, en el viaje de ida, a la estación espacial, de lejos había tenido la impresión de ver una estructura metálica esferoidal brillando fuertemente en medio de la tiniebla sideral. Sin embargo, cuando llegaron, pudo comprobar que se trataba de una gigantesca plataforma, de varios pisos, en la que estaban distribuidos equilibradamente los diversos compartimentos a que antes nos hemos referido. Lo que daba la sensación de esfera eran unos arcos ligeros vibrátiles, de material o substancia que no pudo precisar. aparentemente no sólidos; pero que limitaban en todo el contorno de la base, o mejor dicho, en todo su perímetro, una zona de luz azulada, suave a la retina pero lo suficientemente intensa como para mantener perfectamente iluminados los más apartados rincones de tan gigantesco artefacto espacial. Y la misma luz estaba presente en todos los recintos interiores.
Aún los ilimitados espacios que separan las constelaciones, las galaxias, las nebulosas; todos esos millones de millones de millones de kilómetros que median entre unas y otras, aparentemente vacíos, contienen, aparte de polvo cósmico imperceptible, aparte de los distintos rayos invisibles que parten de los incontables mundos que los pueblan, en medio de todo ese páramo solitario de distancias astronómicas, una substancia tan sutil, tan imponderable, que no ha podido ser ni calculada por nuestros astrónomos: Llamémosla "substancia matriz universal" o "materia primigenia".
Si tal "substancia" es también, susceptible de estar formada por partículas tan infinitamente microscópicas que no puedan evidenciarse por ningún instrumento, pero que, no obstante, sirvan de medio comunicante para todas las formas ondulatorias o vibrátiles de la Vida o la Energía, el fenómeno de un tipo de iluminación como el que nos ocupa, sólo se reduce a encontrar los elementos y los medios para poder ionizar con energía fotónica las susodichas partículas...
Debemos tener en cuenta que, por lo ya
explicado con respecto a materia-les, potencialidad, fuerzas
propulsoras y demás detalles anotados anteriormente, se encuentran
en situación sumamente ventajosa para poder superar, con creces, la
velocidad de escape de su astro que, siendo la mitad de masa que la
Tierra, es enormemente inferior a los 11,2 kilómetros por segundo
que, en nuestro mundo tenemos que vencer para poder alejarnos de la
gravedad del planeta ...
Y las enormes dimensiones jupiterianas, así como la gran distancia que lo separa del Sol, dan lugar a características especiales que diferencian, bastante, a ese grupo de mundos, si lo comparamos con la Tierra y los otros tres planetas interiores que conforman la serie llamada, también de "planetas terrestres", o sea a los cuatro cuerpos celestes más cercanos al Sol que giran en órbitas interiores con respecto a la zona de los asteroides, y que son: Mercurio, Venus, Tierra y Marte, además de sus respectivos satélites.
Está rodeado por una espesa capa de nubes, de muchos miles de kilómetros de espesor, con temperaturas promedias de 110° centígrados bajo cero, que ofrecen el aspecto de franjas paralelas, claras y obscuras, que constituyen la característica más notable del astro, entre las cuales se ha venido observando en el último siglo una extensa mancha roja de unos 40,000 kilómetros de largo que parece desplazarse en torno al planeta y cuyo origen es todavía desconocido por nosotros.
Esto se debe a que recibe luz de dos fuentes: por un lado la recibe del Sol, que aún cuan. do sea en menor intensidad que nosotros por la mayor distancia, llega todavía con suficiente volumen de luz y calor, energías vitales que son acrecentadas por sus sabios habitantes como lo veremos más adelante. Y por el otro lado recibe la luz reflejada por Júpiter, como si fuera un gigantesco espejo, que desde Ganímedes se ve cual una monstruosa pelota luminosa, achatada y con franjas.
De tal manera, lo que nosotros conocemos como "día" dura allá casi cuatro de los días nuestros; y lo que llamamos "noche", que en ese astro es el tiempo empleado en recorrer el cono de sombra proyectada por Júpiter, o sea la parte posterior del planeta con respecto al Sol, es el saldo del período en que realiza su revolución completa según lo indicado más arriba.
Este lapso de obscuridad, de casi tres días y medio de los nuestros, transcurre dentro de un régimen de iluminación artificial de todas las zonas pobladas, como veremos según vayamos avanzando.
La superficie de Ganímedes está formada por una serie ininterrumpida de grandes cordilleras que se entrelazan, en todas direcciones, elevando a considerables alturas sus majestuosos picos eternamente cubiertos por espesos mantos de nieve y hielo. Ese blanco y helado ropaje se extiende por doquier, a través de la abrupta maraña de aquel mosaico orogénico formado por la tremenda actividad volcánica del astro.
Pero, en medio de ese gélido conjunto de montañas, con su extenso sistema de glaciares y ventisqueros, notamos, ya, la abigarrada presencia de numerosos y profundos valles en los que la policromía del paisaje va desde los diferentes matices del verde, con azules y anaranjados tonos, producto de la vegetación y de fa actividad vital de sus pobladores, hasta los rutilantes destellos que las concentraciones urbanas, todas de aspecto metálico, proyectan hacia la altura, como si fueran las múltiples facetas de un formidable joyero de gigantescos diamantes.
En cambio, para .los habitantes de ese gran satélite de Júpiter, es una bendición. Esa raza de superhombres ha sabido aprovechar al máximo todos los recursos naturales, y ha dominado de tal manera las fuerzas y energías enceradas en su astro, que la asombrosa cantidad de volcanes diseminada sobre toda la superficie ganimediana, representan, en realidad. otras tantas gigantescas centrales de fuerza, en las que se controla, se regula su funcionamiento, y se utiliza en diferentes formas todos los elementos físicos y químicos que en ellas intervienen convirtiendo así cada volcán en un centro productor de cuantiosos beneficios para la comunidad que lo trabaja y lo domina. No extrañará, por tanto, saber que buen número de ellos fueron "construidos" o "fabricados" (valga la expresión) artificialmente desde hace muchos siglos.
Todas las grandes extensiones de terreno, por lo general montañoso, están cubiertas por el manto de hielo a que nos referimos antes, capa helada que en muchos lugares alcanza varios kilómetros de espesor. Si no fuera por la intensa actividad volcánica manifestada en toda la superficie del astro no hubieran podido subsistir allá los seres que lo pueblan. Desde los tiempos más remotos, cuando colonizaron (permítasenos usar esta palabra) ese cuerpo celeste, en las postrimerías de la vida en su planeta de origen.
Su primera preocupación y las primeras labores realizadas fueron las de transformar los volcanes en centrales de fuerza y aprovechar las enorme cantidades de energía térmica fin ellos encerrada, para asegurar temperaturas saludables y agua corriente en el fondo de los profundos valles a que ya nos hemos referido. Por eso. uno de los contrastes más notables que asombran al visitante, es la proliferación de tantas y tantas bocas de fuego en medio de aquel helado conjunto de altísimas montañas, volcanes que no son otra cosa que gigantescas chimeneas de los formidables usinas creadas por esa raza de superhombres, en las entrañas rocosas de su pasmoso mundo...
Tenemos que recordar que tal migración tuvo lugar hace más de diez mil años. En tan largo período de tiempo, continuaron desarrollando y adaptando su nueva morada, hasta alcanzar los maravillosos resultados que ahora comprueba nuestro amigo al llegar, por vez primera, a ese lejano satélite de Júpiter.
Pero si partimos de la premisa de que los hombres de Ganímedes alcanzaron el conocimiento y el poder sobre la naturaleza, desde hace más de diez mil años, no nos será imposible pensar que poseen los medios, los sistemas y los equipos necesarios para llegar a dominar hasta las fuerzas interiores de un planeta, aprovechando esas fuerzas y todos los elementos que las generan, en la diversidad de fines que se propongan conseguir.
Por eso es que vemos, al llegar a cualquiera de sus valles, una vegetación lozana y abundante, cultivada con los más avanzados conocimientos de una ciencia y una técnica muy superiores a las nuestras, y regada con un sistema de canales que distribuye las aguas de grande reservorios, verdaderos lagos artificiales, mantenidos por las cristalinas vertientes que bajan por las laderas de cada volcán. Estos arroyos y pequeños torrentes son el fruto del deshielo constante producido por las altas temperaturas generadas en el fondo subterráneo y en las masas ígneas de cada uno, gran parte de cuya energía térmica es aplicada a través de una red de túneles, a la parte inferior de las espejas costras de hielo que envuelven las cumbres.
Es un proceso permanente de producción y recuperación del líquido elemento. Proceso que, como todo en Ganímedes, es regulado y controlado electrónicamente. Los niveles de los grandes reservorios no pueden pasar de ciertos límites, y su multiplicación con respecto a la multitud de valles, asegura la amplitud de superficies de evaporación necesarias para la recuperación, lo que se mantiene dentro de límites perfectamente calculados, que aseguran el constante abastecimiento de agua pura en todo ese mundo.
La flora, o reino vegetal, fue trasplantada, conduciendo desde su planeta de origen, todas las especies que estimaron conveniente aclimatar y propagar en la nueva morada en que habrían de quedarse. Tal proceder, también, influyó posteriormente en una serie de modificaciones y diferencias con la vida en la Tierra. Entre nosotros, acá, parecería imposible nuestra existencia, sin las numerosas especies zoológicas, muchas de las cuales forman parte de nuestro diario programa de vida. Los animales constituyen, para la humanidad terrestre, eslabones vitales en infinidad de aspectos.
Pero los hombres de Ganímedes, desde
hace milenios, han sabido acomodarse para que no les hicieran falta,
en forma alguna. Y en este aspecto han llegado a tales extremos, o
mejor dicho adelantos, como la supresión absoluta de los
microorganismos generadores de la mayor parte de nuestras
enfermedades. Esta interesantísima faceta de su civilización, o sea
la conservación de la salud, y también el secreto de la longevidad,
lo trataremos de manera especial en el próximo capitulo.
Los productos gaseosos de tal actividad, que entre nosotros escapan libremente a nuestra atmósfera, son absorbidos por un amplio y poderoso sistema, que, cual enmarañada red subterránea de ventilación y drenaje, va retirando, a diferentes niveles, en el corazón de la montaña, los productos sólidos, como lavas y cenizas, de los gaseosos; estos son tratados por medios mecánicos y químicos en grandes instalaciones, también subterráneas, en las cuales se aprovecha, íntegramente, todas las substancias, sean éstas sólidas, líquidas o gaseosas. De tal suerte, lo único que escapa de los cráteres es vapor de agua que al condensarse por las bajas temperaturas reinantes en las cumbres, cae sobre éstas en forma de copos de nieve.
Este fenómeno celeste llamó siempre la atención de quienes lo han observado, sin llegar, hasta hoy. a comprender su verdadera causa, pues según los cálculos y la lógica. la magnitud y por tanto el brillo de Calisto debían ser mayores, ya que Calisto posee un tamaño ligeramente más grande y gira en una órbita relativamente más cercana a nosotros. Sin embargo, el brillo demostrado siempre por Ganímedes, aún con los primitivos telescopios de Galileo. fue mucho más notable.
Y vamos a hacerlo.
Ya hemos dicho que la vida se desarrolla en ese astro en todos y cada uno de los profundos valles ubicados entre las estribaciones de la intrincada red de cordilleras que forma la superficie ganimediana. A la luz natural reflejada desde el planeta primario, Júpiter, se une la que reciben desde el Sol. que no obstante ser menor que la recibida por la Tierra, en razón de la mayor distancia, es bastante apreciable.
Y si tenemos en cuenta que cada valle es el centro de una agrupación urbana, o población, cuya área depende del terreno disponible para las edificaciones y que éstas, en su totalidad, están construidas con un material brillante, de aspecto metálico destellante por los reflejos que produce, todo lo cual contribuye a aumentar la luminosidad del conjunto, podemos explicarnos fácilmente la razón, muy sencilla en realidad, de aquel fenómeno que siempre intrigara a nuestros astrónomos.
Así como nosotros, en nuestras grandes urbes, construimos hacia arriba, ellos construyen hacia abajo... Tienen varios modelos de edificación. Pero en la generalidad, los edificios de varios pisos penetran en el suelo, sobresaliendo en la superficie uno o dos niveles a lo sumo. Además, todas las estructuras están diseñadas en forma cilíndrica empotrándose en el terreno cada bloque o unidad de vivienda, por grande que sea, en directa conexión con sus vecinas, lo cual contribuye a la mayor solidez total del conjunto.
Cuando veamos cuáles son las bases fundamentales de aquella civilización, comprenderemos muchas de las profundas diferencias con la nuestra. En cuanto al aspecto que estamos describiendo; prima en ellos el concepto de la seguridad y de la permanencia estable, sobre el de mayor o menor costo. Porque, en primer lugar, ellos son seres que alcanzan un promedio de vida equivalente a varios siglos de los nuestros...
En segundo lugar, viven en un mundo en que han tenido que dominar continuamente, a la naturaleza. En un mundo en el que las condiciones económicas, sociales, políticas, religiosas y culturales, son diferentes a las nuestras... En un mundo en que ya no existen comerciantes... En un mundo en el que no se piensa ya en utilidades, sino en garantizar el máximo bienestar de sus habitantes...
En un mundo en que el trabajo y la dirección del mismo, alcanzan formas y sistemas enormemente superiores a los que nosotros conocemos. A este respecto, tratándose del tema de la construcción, debe saberse, también, que las máquinas empleadas por ellos para tales fines son tan poderosas y versátiles que la excavación de los terrenos más grandes, puede realizarla un sólo hombre, en poco tiempo, y con sólo controlar un tablero de comandos electrónicos...
Y antes de terminar lo referente a construcciones, debe decirse que la mayoría de esos conjuntos de viviendas presentan lo que nosotros llamamos "techos" o "azoteas" en forma ligeramente convexa y libre de obstáculos. Ello obedece también, a dos fines útilmente calculados: Primero, representa la proliferación de múltiples áreas para el descenso de máquinas aéreas de diferentes tipos y tamaños, ya que la mayoría de los habitantes puede requerir de ellas en cualquier momento, y en esa forma no se obstaculiza, como entre nosotros, el tránsito urbano, que para las distancias cortas se hace a pie.
Para recorridos mayores, cualquiera puede disponer de pequeños equipos individuales que adaptándose a la espalda permiten realizar vuelos personales de considerable alcance. Así, en todas las ciudades, está asegurada la movilidad sin entorpecer, en lo más mínimo, la circulación superficial de los peatones, que pueden discurrir libremente por todas las arterias y avenidas, sin la molestia y riesgos que vemos hoy en casi todas las ciudades de la Tierra.
El otro fin al que nos referimos al
mencionar la forma superior de los edificios, es el permitir la
eliminación inmediata de la lluvia o nieve (lo más común), que por
un sistema automático de calefacción es licuada a medida que se va
acumulando. Las superficies quedan constantemente limpias,
despejadas, sin mayor trabajo para los ocupantes del edificio, y
pueden, también, continuar reflejando los rayos luminosos de las dos
fuentes siderales ya mencionadas, con lo que se asegura una mejor
iluminación general del ambiente urbano.
En este lapso, todas las zonas habitadas poseen el mismo sistema de luz artificial que mencionáramos al ocupamos de las bases en el espacio. Este sistema de iluminación está presente, siempre, en todos los recintos cerrados, junto con otro sistema automático de control y regulación permanente de la atmósfera interior de todos los recintos y edificios. Algo parecido, pero más perfecto, que nuestros sistemas de aire acondicionado.
Han llegado a desarrollar formas de electricidad nuevas para nosotros, y equipos electromagnéticos de potencia tal que —ya lo hemos visto en el caso de sus naves espaciales— pueden anular y controlar a las fuerzas de gravedad y de inercia. Y en cuanto a todas las máquinas, equipos o instalaciones accionadas por energías atómicas, termonucleares o de otro orden, como dijéramos anteriormente, tienen los medios y elementos más perfectos para garantizar el uso permanente e inocuo de todas ellas.
Además, el sistema de construcción es por acoplamiento de secciones prefabricadas, que al ser colocadas en su sitio van siendo ensambladas unas con otras en forma tal. mediante un proceso químico especial, que llegan a constituir un sólo bloque, lo mismo que si hubiera salido todo el edificio de un molde. No hay junturas. no hay amarres; después de ser sometidas al indicado proceso. todas las secciones quedan unidas como si hubiesen sido fundidas unas con otras en una gigantesca matriz. Puede imaginarse la solidez total del conjunto.
Y si tenemos en cuenta que esos hombres poseen el sexto sentido, o sea la clarividencia, no nos extrañaremos que puedan conocer con mucha antelación las causas generadoras de toda clase de alteraciones hasta en los más recónditos lugares del interior de su mundo, pudiendo también, aplicar a tiempo, las formidables fuentes de fuerza y de energía por ellos dominadas, en los sitios y momentos que sea menester para detener un proceso, modificar una determinada tensión, o neutralizar en ciertos lugares peligrosos Índices de la continua actividad volcánica de su mundo.
Trataremos de explicar algunos aspectos relacionados con este punto. Tan prolongada longevidad obedece a una serie de factores, muchos de ellos que todavía desconocen la mayor parte de los hombres de la Tierra.
Es lógico el que la mayor sabiduría sea la base de todos los demás. La experiencia y el estudio, a través de los miles de siglos de existencia de su civilización, les dan el conocimiento perfecto di las Intimas relaciones entre su cuerpo y la naturaleza toda que los rodea. El funcionamiento de todo su organismo es conocido, al detalle, hasta por los niños. En ello influye, naturalmente, de manera notable aquel sexto sentido al que nos hemos referido varias veces.
La clarividencia, al permitir ver los más ocultos planos de la materia y además, los niveles de vida superior a la vida física, o sean los correspondientes a ese plano de la Naturaleza que ya, en la Tierra, empezamos a estudiar y calcular con el nombre de "la cuarta dimensión", los pone en condiciones de ver cómo se desarrollan todos sus procesos vitales, y si en algún sitio de su cuerpo se está generando la causa de un desequilibrio, de una alteración metabólica o de cualquier otro orden.
Pueden controlar en todo momento, el funcionamiento de sus aparatos digestivo, circulatorio, respiratorio; de la maravillosa red del sistema nervioso, o de las más pequeñas células de su cerebro. Así pues, aprenden desde la infancia a conocer y controlar personalmente cómo, por qué y para qué, trabajan todas las partes, todos los mecanismos de su cuerpo, y pueden, por tanto, escoger, sabiamente, las substancias más apropiadas que requiera para su conservación.
Así logran, por ejemplo, mantener secularmente limpio todo el sistema vascular, evitando la tan común esclerosis que entre nosotros afecta desastrosamente nuestras venas y arterias y que es, en realidad, la causa principal de la vejez. Para ello, todos los adultos, a partir de una edad equivalente a nuestros cuarenta años, se someten a un tratamiento especial que consiste en la administración de pequeñas dosis de una esencia vegetal proveniente de una planta que Pepe no recuerda haber conocido en la Tierra.
Se trata de una especie parecida a algunas cactáceas, de hojas pequeñas y carnosas, de color entre verde y azulino, la cual es cultivada en invernaderos especiales, con muy poca luz y a temperaturas constantes que no deben sobrepasar los 30° centígrados, ni bajar de los 22° centígrados. El líquido esencial extraído de estas hojas después de un delicado proceso químico, es inyectado por vía endovenosa, en dosis mínimas, durante un período de quince días, en los cuales el paciente guarda absoluto reposo en hospitales del Estado, en los que recibe una dieta alimenticia de equilibrio constante con relación a las reacciones que se van observando y que nunca duran más de los mencionados 15 días.
Mediante ese tratamiento, que se repite una vez cada año, todo el sistema vascular es "limpiado" íntegramente de impurezas y los tejidos que forman dichos conductos, hasta en los vasos capilares, renuevan su elasticidad y lozanía. La mencionada substancia, además, contribuye igualmente a la depuración renal impidiendo la formación de posibles cálculos.
La mayoría de los casos, dentro del 5% restante, obedecen por lo regular a situaciones de emergencia, accidentes fortuitos de carácter imprevisible que por lo general requieren tratamientos de tipo quirúrgico. Y en este campo, como en el de la medicina general, han llegado a logros verdaderamente milagrosos. Baste decir que pueden reemplazar cualquier órgano del cuerpo, no con substitutos desechados de cadáveres, como se está comenzando a ensayar en la Tierra, sino con órganos nuevos "fabricados" (valga la expresión) a base de una pequeña porción, mínima porción, del mismo órgano que requiera reemplazarse.
En otra parte de este libro se dijo que poseían un séptimo sentido: el del "Verbo Creador" y que con el podían actuar sobre todas las formas de materia y, aún, sobre los elementos de la naturaleza... Supongo la expresión de incredulidad que mostrarán muchos al leer esto... Pero no olvidemos que hace dos mil años, en la vieja Galilea, la voz potente y divina de Jesús el Cristo, fue obedecida, varias veces, por los vientos y el mar, por las aguas que se transformaron en vino, o por los ojos y los oídos muertos de muchos enfermos de ese entonces; y aún más, por todos los órganos, ya descompuestos, de su discípulo Lázaro...
Para seres acostumbrados a vivir en un mundo con sólo tres dimensiones y cinco sentidos, que únicamente alcanzan a percibir y conocer la vida física dentro de esas tres dimensiones, pasa lo mismo que sucedería a un ser que, supuestamente, siendo inteligente y pudiendo razonar, viviese, por ejemplo, una clase de vida igual a la existencia de los peces.
Si solamente puede apreciar las formas de vida submarina, sin alcanzar jamás a conocer el mundo terrestre que se extiende más allá de su mundo acuático, es lógico que aquel ser tan sólo pensaría de la vida según las condiciones reinantes en ese mundo acuático por él conocido. Para ese ser imaginario, como para los peces, todo el universo, todas las formas de vida y todas las posibilidades de existencia quedarían reducidas a las de tos seres que habitan en el fondo de los mares...
Pero entidades, muchas de ellas tan poderosas, que su acción trasciende los limites de cada plano o dimensión, manifestándose como fuerzas en determinados aspectos del plano de materia física apreciado por los cinco sentidos de nuestra humanidad. En ciertas escuelas esotéricas y en el campo de la metafísica y de la metapsíquica, se enseña algo de esto y se denomina a muchos de tales seres como "Espíritus de la Naturaleza". Para los profanos, todo esto puede parecer absurdo, fantástico o supersticioso...
Pero no olvidemos que todas las religiones han reconocido y enseñado, veladamente es cierto, pero lo han tratado, presentando, con distintos nombres la existencia de aquellas entidades superiores, de aquellas formas de vida inteligente mucho más avanzadas y poderosas que nosotros, a quienes el cristianismo agrupa en las diferentes categorías de ángeles, arcángeles, querubines, serafines, tronos y otras tantas que no han podido ser explicadas satisfactoriamente, por la misma falta de medios para ello en un mundo, o pía. no, de existencia y posibilidades inferiores.
Pero aún en nuestra Tierra hay algunos que lo saben, que han logrado penetrar, conscientemente, en esa "cuarta dimensión", y que, por tanto, están capacitados no sólo para comprenderla sino para llegar a comunicarse y hasta "trabajar" en contacto con las entidades de ese Plano.
Trataremos de conseguirlo en el próximo
capítulo...
Pero la principal dificultad estriba en que el método y los cálculos matemáticos se basan en leyes y comprobaciones correspondientes a la física de un determinado plano de la Naturaleza: El plano de la materia concreta, de la física en tres dimensiones...
Y en los planos superiores al de la materia como la conocemos rigen otras leyes, existen nuevas fuerzas y la misma materia se nos presenta en nuevas formas, que en ciertos ni. veles puede llegar a confundirse con la energía. El concepto de la constitución atómica y molecular de la materia, que rige hasta ahora nuestra ciencia, no es un concepto absoluto, sino relativo, como todo en el Universo. Las teorías clásicas del átomo han tenido que ser modificadas, paulatinamente, a medida que se fue descubriendo la existencia, dentro del mismo, de partículas aún más pequeñas.
Ya se vislumbra la presencia, en la materia, de corpúsculos o partículas tan infinitamente microscópicas como para ser menores, aún, que los protones, electrones y neutrones...
Esto podrá acercar a nuestros físicos, más o menos pronto, a los linderos de esa cuarta dimensión. Pero no podrá solucionarse el problema hasta que no se encuentre los medios adecuados para su estudio, y se pueda comprender, primero, y trabajar después, en los planos de la Naturaleza que trascienden y dominan al más inferior de ellos, el de la materia física y concreta conocido por una humanidad que sólo cuenta con cinco sentidos en un mundo de tres dimensiones...
Porque el conocimiento de tales verdades, implica el desarrollo de nuevos poderes o facultades que, de estar en manos inexpertas o inmorales, podrían ocasionar verdaderos cataclismos. El dominio absoluto de la Materia y sus relaciones intimas con la Energía, dentro de los infinitos límites del Cosmos, sólo pueden ser obtenidos por quienes, a través de una larga evolución, hayan alcanzado los más altos niveles morales, intelectuales y mentales, para no hacer mal uso, en ninguna parte ni en ninguna forma, de esos mencionados poderes, que van implícitos en cada una de las grandes verdades ocultas que la Vida manifiesta en los diferentes niveles, planos o dimensiones en que se divide el universo físico y su contraparte, o Cosmos integral...
¿Quien no ha oído hablar, por ejemplo, de los Hermanos Esenios, de la época de Cristo; de los Rosacruces, o Fraternidad Rosa-Cruz; de los Magos de Zoroastro, en la antigua Persia; de las Sociedades o Escuelas Teosóficas; de los Misterios de Eleusis, en la antigua Grecia; de los misteriosos Lamasterios del Tibet y de la India; o de la moderna Fraternidad Universal de Hermanos Acuarianos u Orden de Acuarius...
Pero ¿habrá muchos qué puedan saber,
algo, positivo, acerca de los Hermanos de la Esfinge, del antiguo
Egipto, de la hermandad secreta de Antiguos Nazarenos; de los
herméticos Caballeros de la Mesa Redonda; o de los invisibles
Discípulos de la Gran Logia Blanca de los Himalayas...?
Y es, precisamente, en estos terrenos en los que necesita el hombre de la Tierra cultivarse, conquistar nuevos laureles, subir muchos peldaños en la Escala de la Vida, para poder conseguir la superación integral requerida para su ingreso consciente y voluntario a planos, reinos, dimensiones o mundos superiores al de la materia física...
En el Universo y en el Cosmos, nada se hace por capricho. Ya lo dijo, también, Einstein, al refutar la teoría del físico alemán Heisenberg sobre el "Principio de la Incertidumbre", que pretendía afirmar que algunos fenómenos ocurridos en los átomos eran fruto del azar.
El sapientísimo padre de la teoría de la relatividad manifestó, al respecto:
Y en efecto, nada es fruto del azar ni de mera coincidencia, en el Cosmos. Fíjese bien que no decimos en el Universo, sino en el Cosmos; porque debemos entender que nos referimos al Cosmos como forma integral del Universo: Universo Físico, material, tangible, visible, audible y computable con los medios y los sentidos conocidos en un tipo de mundos como el nuestro.
Y ese otro Universo Suprafisico, etérico, extrasensorial, psíquico, inmaterial para el concepto que nosotros tenemos de la materia, pero material también, desde el punto de vista de las diferentes gradaciones en que se desarrolla la Materia, desde los niveles más bajos y pesa. dos hasta aquellos en que llega a confundirse con la Energía, en esos escalones supremos de la Vida que representan los reinos o Mundos del Espíritu, uno de los cuales es aquel al que se refiriera, varias veces. Cristo, cuando decía: "Mi Reino no es de este mundo".
Sin embargo, en nuestro planeta abundan los casos de hechos o fenómenos realizados, en todos los tiempos y lugares, que siendo innegables! escapan a toda lógica o razonamiento, a toda comprobación con los medios científicos acostumbrados o a toda forma de análisis común o corriente. ¿Cómo explicarlos?... Ahí está el problema. Cuando la existencia de tales hechos resultó comprobada, seriamente, a veces hasta por pueblos enteros, nadie se atreve a negarlos. Ejemplos, tenemos multitud a través de la Historia y de las tradiciones aceptadas por todos los pueblos y por todos los seres humanos.
Podría decirse que no hay una sola persona en la Tierra, a quien, por lo menos, no le haya ocurrido aunque sea una sola vez uno de estos hechos inexplicables. Y esto se multiplica por los millones de seres que pueblan nuestro mundo. Si esto ha sucedido, y continúa sucediendo, pese al gran adelanto de la ciencia y de la técnica actuales, sin que esa ciencia y esa técnica puedan encontrar respuesta satisfactoria al enigma planteado por uno de aquellos casos, ¿dónde hallar la solución?
En otras palabras, estamos a la puerta, o en la frontera, de esos mundos superiores a que nos venimos refiriendo, planos o dimensiones, como nos plazca llamarlos, en los que se genera o tienen su evidente expresión los múltiples aspectos de la Vida Eterna todavía incomprensibles por nosotros...
La que habita en Ganímedes —ya lo hemos dicho— posee dos sentidos más, y con ellos, los medios c instrumentos para actuar, simultáneamente, en los planos inferiores y en el inmediato superior. El sexto sentido, o de la clarividencia y clariaudiencia, permite recibir, organizar y controlar, consciente y voluntariamente, la amplísima gama de fenómenos que se originan y tienen su cabal expresión en las nuevas formas que asume la materia en ese plano, y las diferentes clases de ondas y frecuencias vibratorias que se manifiestan en el mismo.
Vale decir que la Materia y la Energía ofrecen nuevos campos de experimentación y de trabajo a quienes poseen tal sentido, que, en cierto modo, es aquel "tercer ojo" del que nos han hablado antiguas escuelas esotéricas orientales. Pero ya dijimos, y debe tenerse presente, que los hombres de Ganímedes lo tienen por naturaleza. Es un sentido con órganos fisiológicos propios y de nacimiento. Se ha dicho, igualmente, que resulta difícil explicar en lengua je de otro mundo, realidades o fenómenos de un mundo diferente.
Procuraremos ayudarnos en la tarea con ejemplos del funcionamiento de tal facultad o sexto sentido.
Otro ejemplo, más sencillo aún, nos lo da la fotografía con rayos infrarrojos. Sabemos cómo es imposible impresionar placas en la obscuridad; pero con la ayuda de los rayos infrarrojos, que no son visibles por el ojo humano, se logra hacerlo. Igual fenómeno acontece con los rayos X. La retina es incapaz de captarlos. Pero desde su descubrimiento por Conrado Roentgen, ha sido posible ver a través de ciertos cuerpos opacos. Claro que esta visión no es absolutamente clara ni alcanza, totalmente, a la materia toda universal ni menos a la cósmica.
Pero nos permite evidenciar objetos que,
sin ellos, estaban fuera del alcance de nuestra vista común.
Los descubrimientos, cada vez más notables en el campo de la electrónica, de las ondas electromagnéticas y otros, en el curso de este último siglo, nos demuestran la realidad de tales fenómenos. Y si tenemos en cuenta que, a cada plano de la Naturaleza, o dimensión en la escala de la Vida, corresponden ciertos grados o límites de sutileza, frecuencias de onda o manifestaciones de tipo etérico de la Substancia Cósmica Universal que interviene en las diferentes formas como se manifiesta la Vida en todos y cada uno de los planos o mundos que integran el Cosmos, podremos comprender que el problema se reduce a encontrar los medios de evidenciar tales formas de vida, como ya se ha obtenido en algunos casos, con los últimos descubrimientos, algunos de los cuales hemos mencionado.
El interior del cuerpo humano, y de todos los cuerpos, de todas las substancias y de todos los seres, es perfectamente visible, comprensible y hasta audible. Nada puede permanecer oculto a tan poderosa visión. Ni siquiera el pensamiento. Porque el sexto sentido, ya lo dijimos, puede "ver" o alcanzar a percibir no sólo todas esas nuevas formas de materia, sino hasta las fuerzas que las mueven y el desarrollo y trayectoria que éstas siguen. De tal suerte el clarividente conoce, en su amplitud (relativa, pues todo se condiciona al mayor o menor. grado de potencia de dicha facultad) cuanto existe o vibra en un mundo nuevo, además del mundo físico por nosotros conocido.
Y en ese otro plano, o cuarta dimensión,
tienen su morada muchos seres y entidades inteligentes, no sólo de
tipo humano, sino también infrahumano y suprahumano, como aquellos
"espíritus de la Naturaleza" ya mencionados; y también, junto con
seres angélicos de nivel superior a toda humanidad, que pueden
visitarlo con frecuencia para el cumplimiento de misiones cósmicas
especiales, se hallan, de paso, las almas de quienes abandonaron la
Tierra al morir,
Pero antes de terminar éste, conviene exponer que tales hechos han sido conocidos y comprobados, en la Tierra, por todos los discípulos avanzados de aquellas escuelas esotéricas u órdenes iniciáticas secretas ya mencionadas. Y entre los sabios moderaos más connotados, aquel gran inventor norteamericano Tomás Alva Edison, también llegó a participar, secretamente, de tal conocimiento.
Antes de morir, estuvo empeñado en
descubrir la forma de construir un mecanismo que pudiese evidenciar
aquel plano de la Naturaleza, permitiendo comunicarnos con los
muerto...
Y no es extraño, porque el hombre que inventara el fonógrafo, las lámparas incandescentes y más de mil otros inventos de gran utilidad para nuestra humanidad, fue miembro —en secreto como todos los demás— de la más rígida y hermética escuela iniciática entre las mencionadas en el capítulo anterior: la de "Los Caballeros de la Mesa Redonda"...
Como una explicación detallada del tema requeriría, por si sola, de un amplísimo volumen; y teniendo en cuenta que tales verdades cósmicas han sido enseñadas desde antaño por todas las escuelas esotéricas ya mencionadas, existiendo una abundante bibliografía de distintas épocas para ilustrar a quienes lo deseen, nos concretaremos a presentar, ahora, un simple bosquejo esquemático, una síntesis clara pero sencilla, lo suficientemente explícita para que los profanos alcancen a tener una idea básica de los fundamentos sobre los que gira todo el proceso de la Evolución de la Vida en el Cosmos, pero sin ir más allá de los límites de un boceto elemental.
Los que, después de leer esto, desearan ampliar sus conocimientos sobre el tema, pueden encontrar en todas las bibliotecas y librerías especializadas en asuntos de metafísica y ciencias esotéricas, gran cantidad de libros que se ocupan, detalladamente, de este estudio.
Hermes Trismegisto, uno de los grandes maestros extraterrestres mencionados en la primera parte, cuando escribió, para todas las Edades: "Como es Arriba, es Abajo"...
Y esto ha sido comprobado, con el correr de los siglos, por los más connotados sabios de la Tierra. Quería decir que así como la vida se manifiesta en lo más pequeño, en lo más íntimo y oculto del Universo y del Cosmos, así también actúa en lo más grande, en lo más evidente y magno de toda la Creación. Ejemplos, científicamente comprobados, existen por millares. Basta con uno solo, pero de fuerza contundente.
Los átomos son verdaderos sistemas
planetarios microscópicos, en donde las fuerzas y energías cósmicas
y universales actúan de la misma manera que en esos otros átomos
gigantescos, los magnos sistemas estelares o familias planetarias
que pueblan los espacios infinitos...
Pero jamás se destruyen totalmente; aunque en apariencia creamos que un fenómeno determinado ha ocasionado la destrucción de cierta forma de materia o de energía, la ciencia nos demuestra que sólo ha habido un cambio, una transformación. en nuevos elementos o compuestos, en nuevas fuerzas o manifestaciones de energía, que siguen existiendo y trabajando en ese infinito e inconmensurable Sendero de la Vida Eterna...
Y ese progreso paulatino, ese "Largo Camino de la Evolución", no puede alcanzarse en una sola existencia.
Basta mirar el mundo que nos rodea, con todas sus desigualdades, con todos sus extremos y contradicciones, con diferencias tan grandes entre unos y otros seres, para comprender que ese proceso de superación, si es cierto, no se puede lograr en el corto lapso de una vida. Por muchos que sean los años en la existencia de un hombre, es imposible que un salvaje, como los primitivos habitantes de las cavernas trogloditas, llegue a convertirse, en tan corto lapso, en un sabio como Edison, Einstein u otros tantos, o en un santo como Francisco de Asís, pongamos por caso.
Pero la misma historia nos demuestra que los pueblos han evolucionado, como evolucionaron los hombres. Y si los hombres han ido progresando desde los tiempos cavernarios, y si la humanidad, pese los muchos defectos que aún tiene, ha llegado hasta niveles de civilización tan altos como hoy ocupa, es lógico pensar que ese proceso de superación se cumple, y si se cumple, tiene que obedecer a un plan determinado, a un sistema en que se manifiesta una inteligencia capaz de proyectarlo, y a la concurrencia de un poder suficiente para mover las fuerzas que pongan en acción tan complicado plan.
Quien ha podido planear tales procesos y realizar sus planes con los efectos que evidencia cada caso, demuestra, innegablemente, la existencia de un ser o seres capaces de dirigir y controlar la vida en cualquiera de los mundos que integren nuestro sistema solar. Tal poder y tal sabiduría, lógicamente, supera todo nivel humano... Por tanto aquel ser, al que hemos presentado en el ejemplo como "el proyectista", podemos darle cualquier nombre, sin alterar en nada la existencia de tan supremas facultades.
Pero la respuesta a sus anhelos y preguntas estuvieron, siempre, en las profundas lecciones de esas escuelas iniciaticas, tantas veces mencionadas. En las antiguas y siempre nuevas enseñanzas que, al darnos el conocimiento de otros planos, de otros mundos y dimensiones en que se desenvuelve la Vida, y todas las fuerzas y leyes del Cosmos, explican, ampliamente, el por qué de ese acertijo.
Pero si pensamos que un espíritu cualquiera pueda disponer de tiempo, de los siglos indispensables para el lento desarrollo de toda la conformación, fisiológica y psíquica, que vaya transformando, poco a poco, todo el conjunto para poder adquirir los conocimientos que han de convertirse luego en facultades, desde las más simples y groseras formas de pensamiento, de asimilación de experiencias y de transmutación de efectos progresivos, hasta los niveles de nuestra humanidad contemporánea, llegaremos a aceptar que ese proceso, aunque sea milenario, sí puede ser un verdadero camino de superación, comparable, dentro de la máxima hermética, al proceso cultural que sigue cualquier hombre, en el corto lapso de una sola existencia para llegar a capacitarse en determinada actividad, empleo o profesión, con miras a un mejor nivel o standard de vida.
Esto significa la necesidad de aprender. Cambiar la ignorancia por el saber, por la adquisición de todos los conocimientos requeridos por la meta ambicionada, Y así, el niño ingresa en una escuela en donde adquiere, año tras año, la instrucción básica o primaria. Según sea la meta que se propone alcanzar, tendrá que seguir estudiando más o menos años, para aprender todos los cursos que la profesión, empleo u oficio pretendidos le exijan.
Es el común y siempre repetido camino que todos han seguido y siguen.
Y si comparamos este diario y general proceso de superación personal, en una simple existencia, o sea en lo pequeño, con la evolución progresiva que pueda transformar a ese salvaje cavernario en un sabio del siglo XX, pongamos por caso, estamos enfocando, en realidad, los amplios y profundos alcances que en este campo tiene aquella sabia fórmula de Hermes:
Para obtener los conocimientos necesarios relativos a una determinada actividad, en el corto lapso de una "encarnación" (o manifestación de la vida del espíritu dentro de cierto límite de tiempo, en un determinado espacio y forma de materia) pueden vastar los años que dure esa existencia.
Pero si pensamos en la Sabiduría Absoluta, en el Poder Supremo Universal y en la Perfección, que es la meta macrocósmica del Ser Humano, hemos de comprender que sesenta, ochenta, cien o más años son muy pocos para poder conocerlo todo, adquirir la absoluta experiencia de todo el Universo Integral... los más sabios, entre todos los sabios de la Tierra, conocen muy bien cuánto les falta aún por aprender con sólo referirnos a los limites de nuestro sistema solar...
Si recordamos que nuestro sistema planetario es nada más que uno de los muchos millones de sistemas que forman el conjunto de astros de una sola galaxia: nuestra Vía Láctea.
Y que igual sucede en los miles de galaxias y nebulosas ya conocidas por la Astronomía, tenemos que rendirnos a la evidencia de que por mucho que se haya avanzado y se avance en la ciencia de este mundo, siempre hay y habrá un "más allá", porque sólo somos como una pequeña gota de agua en ese océano inconmensurable de la Vida que es el Cosmos...
Y para llegar, por lo menos, a conocer todo lo referente a nuestro pequeño sistema planetario ¿cuánto nos falta aprender todavía, pese a los milenios con que cuenta nuestra civilización? ¿cuántos millones y millones de años necesitaremos, si pretendemos extender nuestra sabiduría hasta los insondables limites de nuestra "Vía Láctea", o de las demás galaxias cuya presencia nos muestran los más modernos telescopios electrónicos...?
Y una de las más comunes lecciones, la que podríamos llamar piedra fundamental de toda esa enseñanza, es la "Ley Cósmica de la Evolución Progresiva" de todos los seres y de todos los mundos, planos y dimensiones, en un eterno proceso hacia la Perfección Absoluta,.. Y como esto no lo puede lograr, nadie, en una sola existencia, llegamos al punto de explicar, también, cómo se desarrolla el proceso dentro de los Planes Cósmicos, o Divinos, para dar a todos, sin excepción, las oportunidades que requiera el largo peregrinaje a través de todo el Universo, hasta conquistar las cumbres gloriosas de la Luz, de la Verdad y de la Vida...
El desarrollo de tal proceso nos enfrenta con otra de las grandes verdades cósmicas: La de la pluralidad de existencias o Ley de la "Reencarnación".
Esos cursos y esa experiencia le han de tomar determinado tiempo. Más o menos años, según sea la importancia de los conocimientos necesarios y su aplicación al trabajo propuesto. Cada año de estudios, en este símil de la vida diaria, podemos compararlo, en la escala cósmica y en la proporción que la fórmula de Hermes nos indica, a una "encamación" en determinado mundo.
Vale decir al curso de una existencia, en determinadas condiciones de vida, para adquirir los conocimientos necesarios, o experiencia, acerca de esa forma de vida, de ese tipo de mundo o ambiente, dentro de los límites calculados por el volumen y calidad de las lecciones que se deba aprender, todo ello enmarcado entre las medidas de tiempo, espacio, materia y energía que constituyan el "programa de estudio", comparable al volumen de cursos que lleva en determinada clase y tiempo el estudiante de la vida diaria común.
Así como éste, s¡ atiende sus lecciones y trabaja con esmero, logra aprobar sus cursos y puede pasar, el próximo año, a una clase superior, o si es flojo, despreocupado y no estudia, será aplazado, tantas veces cuantas falle en el debido aprovechamiento; de igual modo, en esa Gran Escuela de la Vida que es el Cosmos, todos los espíritus tienen que afanarse por aprender, avanzar y superarse en procura de niveles cada vez mayores, en todas las actividades, en todos los campos del saber y del actuar con eficiencia.
Como el estudiante del ejemplo chico, si aprovechan bien su tiempo, ello les representará un progreso cada vez más sólido, más elevado, más noble y poderoso, a medida que vayan subiendo los peldaños de la simbólica "escala de Jacob".
Si cumplen a la perfección un "programa de estudios" (valga la expresión), pueden pasar a otro programa superior, como el alumno que aprobó sus exámenes. Pero si ha fallado en algunos puntos, o en todos, tendrá que repetir, tantas veces como sea necesario, porque en esa "Escuela de la Vida" que es el Cosmos no se puede engañar ni escudarse en "padrinos" o en "varas" complacientes.
Cada uno es el único responsable de su triunfo o su fracaso...
Hemos visto que, en conformidad con la "Ley Cósmica de la Evolución Progresiva" todos los mundos y todos sus habitantes marchan por aquella "senda" o proceso de superación, a través de constantes mutaciones, cambios y depuraciones, hacia la meta de la Perfección. Esto es un axioma cósmico.
Pero la primera valla que se le presenta al profano para entender tal proceso es su creencia en que sólo se vive un vez.
La dificultad radica en el desconocimiento de lo que podríamos llamar la "mecánica" de ese proceso. Es natural el escepticismo en quienes ignoran cómo estamos formados todos los seres humanos, y cuáles son los medios que la Naturaleza emplea para realizar tan magno y sapientísimo trabajo.
En nuestro mundo, la Tierra, tenemos el cuerpo físico visible y tangible; pero el espíritu, que pertenece a un tipo de mundo o plano muy distinto y superior, porque entre aquel y el nuestro existen más de siete dimensiones, cada una de ellas conformada por diferentes grados o tipos de substancia, no puede actuar en el plano físico Inferior si no posee todos los cuerpos que. escalonadamente, le permitan desenvolverse con toda eficacia a través de tal gradación de planos, entre el suyo y el de la materia física por nosotros conocida.
Como esto resulta bastante complicado para quienes no estén suficientemente versados en el tema, simplificaremos la exposición agrupando toda esa serie de cuerpos, de los que sólo son visibles para nuestros sentidos el más bajo o de primer plano, el de carne y hueso como lo llama el vulgo, y en cierta manera, en condiciones especiales, el segundo, o cuerpo etérico.
Este es una reproducción exacta de todos los órganos o partes que forman nuestro cuerpo visible, pero constituido por materia de tipo mucho menos densa, algo así como la mate-ria de que están formadas todas las ondas que se utilizan para la radio, televisión, radar, etc. No las vemos, pero sabemos que existen y las evidenciamos y utilizamos en diferentes usos. Así mismo. el cuerpo etérico puede evidenciarse de maneras diferentes y hasta llega a ser visible, por algunos con cierto adiestramiento de la vista, como una sutil fosforescencia en la obscuridad.
Su misión es captar las diferentes formas de energías cósmicas y sotar, vivificando todo nuestro sistema celular, el cual es impregnado a través de la constitución molecular de todos los órganos y de todos los tejidos, fluidos y demás que integran el cuerpo físico visible. Todos habrán sentido, alguna vez. el común fenómeno de adormecimiento de un miembro. "Se me durmió la mano o el pie" —decimos— al notar ese órgano pesado, insensible, paralizado momentáneamente.
Ello se debe a que, de momento, el cuerpo elenco se ha separado en esa región del cuerpo físico. Esto es, también la base de la anestesia, ya sea por medios químicos, magnéticos o psíquicos, los cuales al separar al etérico de alguna porción de nuestro organismo, o totalmente en el sistema nervioso. alejan toda sensibilidad.
Aquel otro elemento cósmico, o vehículo intermedio, es quizá uno de los más importantes del conjunto: se trata del alma, Para los profanos resultará muy confuso todo esto. La mayoría de las gentes confunde "alma" con "espíritu". Son dos cosas o elementos diferentes. El espíritu es mejor llamarlo "Ego" (del latín) o "Yo". Es el "Yo Supremo", consciente, inmortal.
El que actúa, estudia y aprende. El que decide y adquiere, para siempre, toda la experiencia de su peregrinaje por la Senda de la Vida. Porque todos los conocimientos que se aprende, en todos los campos de experimentación, planos o mundos, y en todas las materias y sus diferentes grados, son asimilados por el Ego, quedando grabados en su conciencia para siempre, perpetuamente, pues siendo inmortal, al ser una emanación de la Fuente Eterna de la Vida o DIOS, una vez "nacido" o creado, vive a perpetuidad, hasta regresar y confundirse en la Eternidad con Su Padre Eterno.
Por eso es que el Espíritu necesita evolucionar, aprender todo lo relacionado con el Universo y con el Cosmos, conocer y experimentar todas las formas de vida, todas las grandes verdades o leyes cósmicas y universales, probar y manejar sabiamente cuantas fuerzas y energías actúan y se mueven en ese conjunto infinito, y de tal suerte, alcanzar la Perfección Suprema, única manera de poder regresar al Seno de Su Padre...
Toda la vida emocional. todos los pensamientos, ambiciones, acciones y relaciones del hombre con el ambiente que lo rodea y con sus habitantes, sean éstos otros hombres o seres de reinos inferiores o superiores, son realizados a través de este cuerpo, influidos por él y dominados por la acción del mismo, y de las demás entidades vivientes que tienen su asiento en el plano correspondiente al tipo de substancia y a las frecuencias vibratorias de ese mundo, substancias y frecuencias vibratorias que tienen que formar parte del vehículo al ser construido dentro del conjunto integral del ser humano al comenzar una existencia. El alma es conocida con varios nombres entre las distintas escuelas esotéricas.
Las escuelas orientales, por lo general, la denominan "cuerpo astral" por ser el centro que más capta las influencias cósmicas de los diferentes sistemas estelares cercanos a nosotros. Otras escuelas como las rosacruces, lo llaman "cuerpo de deseos" o "vehículo emocional". Y su mundo, o plano de la Naturaleza, "Plano Astral", "Mundo del Deseo" o la "Cuarta Dimensión"...
Tal cuerpo y su correspondiente plano son, como dijimos, el puente inevitable o lazo ineludible entre el cuerpo físico y su contraparte etérica, y ese otro conjunto superior de vehículos —entre los que se encuentra la Mente, y su respectivo plano— que le sirven al Ego para poder manifestarse y actuar en ese peregrinaje periódico en busca de conocimientos y experiencia en su largo viaje por la senda de la vida y de la evolución. Hemos dicho que íbamos a aclarar el concepto sobre la muerte; y en todo este libro sólo nos interesa lo relacionado con la civilización de Ganímedes.
Por tanto no nos ocuparemos de aquel grupo de cuerpos superiores al "astral" o alma, pues con él tenemos suficiente para la explicación que nos interesa desarrollar. Los demás planos y sus correspondientes vehículos en el hombre, podemos agruparlos en tomo de la Mente para no complicar más el entendimiento de nuestros lectores con asuntos relacionados con la Vida más allá de la Cuarta Dimensión.
Hemos dicho que el Ego no pierde ni olvida nada de lo aprendido en cada existencia.
Pero esto se manifiesta, sólo, cuando el Ego se encuentra libre de los lazos de todo ese conjunto de cuerpos. Porque cada uno de ellos, por sutiles que sean los superiores, vienen a representar, en cierto modo, una limitación a la plenitud de facultades del espíritu. Y las más fuertes de esas limitaciones las ofrece el cuerpo físico, por la extremada condensación de sus materiales.
Es como si un hombre cualquiera tuviese que actuar en un medio ambiente metido en una pesada armadura, o dentro de varias escafandras superpuestas que limitarían grandemente la libertad y ligereza de sus movimientos. Además, al nacer con un cerebro nuevo no puede traer a ese cuerpo nuevo la memoria del pasado, porque el cerebro como si fuera una máquina electrónica, grabadora o computadora, solo puede saber lo que ha recibido en conocimiento y trabajo durante su existencia. Y ese cerebro no existía en las vidas anteriores, sino otros cerebros que se desintegraron al morir.
Y esta es la clave de todo el proceso de la Reencarnación. Como un cuerpo físico no pueda alcanzar más que limitados períodos de tiempo, y esos lapsos no bastan para adquirir la sabiduría, no digamos del Cosmos; ni de un sólo mundo en su totalidad, no hay otro m^dio para el Ego que cambiar de cuerpo una vez que el que estaba empleando ya no sirva.
El cuerpo físico, igual que toda máquina, se desgasta con el tiempo y el trabajo. Llega a resultar inútil con las enfermedades y la vejez, y su ocupante, el espíritu, se ve forjado a abandonarlo al término de esa existencia, que fue en realidad un "programa de estudios" como vimos en el ejemplo anterior de las clases y de los alumnos.
El Ego, después de un lapso de más o menos 20 a 30 horas, tiempo en la cual descansa en una situación parecida a un sueño profundo, requerida por la Naturaleza para permitir que el Ego asimile y fije en su memoria perpetua el total de las experiencias pasadas en esa existencia que acaba de terminar, se desprende del cuerpo físico llevando consigo a todos los demás vehículos enlazados a él por el cuerpo astral, o alma. Desde ese momento su actividad se desarrolla en la Cuarta Dimensión.
Sin embargo, según haya sido la influencia que la vida en el mundo físico tuviera para él, discurrirá algún tiempo recorriendo los lugares en que acostumbrara actuar durante la existencia que acaba de terminan Este período puede ser más o menos largo, de acuerdo con el grado de evolución alcanzado por el Ego, y generalmente es motivo de gran confusión para el mismo, pues al no tener ya el cuerpo de materia física resulta enteramente invisible, inaudible e intangible para los demás seres encamados.
Pero él, por la visión espiritual que posee, y manteniendo aún toda la gama de los demás cuerpos desde el astral, se ve, se siente, piensa igual como era hasta antes de morir y esto le produce una rarísima impresión de supervivencia, que en los menos adelantados no les permite comprender, al principio, la realidad de su nuevo estado. Al dirigirse a todas las personas con quienes alternara en esa encarnación y no ser percibido por ellas pasa por una larga serie de situaciones incomprensibles que pueden ser motivo de sufrimiento en mayor o menor grado.
Por eso es que todas las religiones piden a sus feligreses alejarse de los "lazos de la Materia"; pero son muy pocas las que explican el fenómeno en su positiva realidad. Tal situación, además, es la real explicación de muchos fenómenos telepáticos y apariciones post mortem, ya que en ese período el Ego, impulsado por vehemente deseo de comunicarse con los suyos, consigue muchas veces (aunque no posea todavía la clave para hacerlo) que la sutil materia de su cuerpo astral llegue a condensarse por la fuerza mental que su anhelo está generando en todo el conjunto de cuerpos que todavía lo acompañan, y esa condensación cuando alcanza los límites de la materia física, asume formas visibles y audibles para nuestros sentidos.
La aparición y los efectos sonoros son captados por las personas en el plano físico y tal fenómeno explica la presencia y realidad de tantos hechos a los que la humanidad encarnada ha denominado, vulgarmente, "fantasmas".
A medida que corre el tiempo, el Ego, siempre envuelto por el conjunto de sus otros vehículos atados por la fuerza del cuerpo astral, o alma, desarrolla su vida en los dominios de la Cuarta Dimensión, hasta que llegue el momento en que pueda liberarse, también, de los lazos que lo atan a ese mundo, y partir hacia los mundos superiores.
Pero esto lo vamos a explicar en el
capítulo siguiente.
En un capítulo anterior adelantamos conceptos que permitieran entender, principalmente, las diferencias de substancia, o tipo de materia, de que está formado. Ahora trataremos de dar una idea que, sin dejar de ser elemental, permita a los profanos enfocar los principales aspectos de la vida en ese mundo, y poder formarse un concepto más lógico, más comprensible, acerca del magno proceso evolutivo que siguen los espíritus en su largo peregrinaje desde el primitivismo hasta la perfección.
Son estados o condiciones distintas en el desarrollo de la materia y de la Energía, o mejor dicho, de la Substancia Cósmica Primigenia a que nos referimos en la primera parte de este libro, que, según sus graduaciones, frecuencias de onda o vibración, y tipo de fuerzas que en ellos se manifiestan, conforman un determinado nivel de vida.
Esto no es tan difícil de comprender, si tenemos conocimiento de los diferentes grados en que la materia, y sus distintas constituciones moleculares, son ya conocidas en nuestro mundo, y las diferencias de frecuencia y manifestación de energía que conocemos la utilizamos ya en la Tierra. Podemos decir más: en el campo de las ondas electromagnéticas tan minuciosamente investigado hoy por nuestros físicos, más allá de las empleadas por la radio. la televisión y todas las que se está utilizando en la moderna electrónica, se encuentra el límite o frontera en que operan esas otras fuerais, energías, ondas vibratorias correspondientes a la cuarta dimensión.
Las que norman el desenvolvimiento de la clarividencia y la clariaudiencia, que nos abren el conocimiento directo y comunicación con ese mundo, o plano cósmico, no están muy lejos de las ya conocidas por nosotros que acabamos de enunciar. Esto era la base de investigación del sabio Edison en su afán por lograr el mecanismo adecuado pira su evidente manifestación de nuestro plano.
Por eso los seres humanos con menor evolución, con menor adelanto en los diferentes niveles de la vida, fruto de un estado menos avanzado en la senda del progreso integral o cósmico, presentan características diferentes en su comportamiento, en su capacidad intelectual, mental, moral, psíquica y hasta en su constitución molecular y vibratoria, con otros más adelantados en todos esos conceptos, por la progresiva transmutación de todos los elementos integrantes del conjunto de cuerpos que los forman.
Cuanto más vulgar, más torpe, inmoral, impulsivo o defectuoso es un ser en los distintos campos de la vida humana, también su cerebro, su sistema nervioso, su constitución molecular toda, son más groseros, más pesados, más densos, vibran más lentamente, necesitan de estímulos mucho más fuertes y violentos para reaccionar y comprender, son más propicios a las manifestaciones de la vida inferior o animal; y todo ello tiene su efecto directo, su nivel correspondiente en cada uno de los sub-planos, o diferentes regiones en que se divide esa cuarta dimensión, ese mundo del alma.
Esta es lo que en la religión cristiana se denomina "El Purgatorio", y en las religiones indostánicas llaman "Karaaloka".
Es la morada en que se encuentran las fuerzas más negativas de la vida. Los más bajos instintos, las más denigrantes pasiones, los más torpes, feroces, abominables apetitos; las formas de pensamiento más abyectas y absurdas tienen su asiento allí, Y los seres humanos, o Egos, que por esa región pasen, o tengan que permanecer en ella, se ven obligados a alternar con lo más inmundo de nuestra humanidad al mismo tiempo que con los más bajos espíritu. de la naturaleza, monstruosas entidades cuya repugnancia y maldad corren parejas y aún superan lo más horripilante de nuestra Tierra...
Desde el momento en que se penetra en la Cuarta Dimensión, ya lo dijimos, todo es visible, evidente en grado sumo, y nadie puede impedir que se manifiesten las consecuencias del mal generadas en el mundo físico, a manera de reflejos permanentes de potencia multiplicada por las nuevas condiciones ambientales, que siguen actuando en ese plano en el mismo sentido en que el Ego las ejerciera contra otros en la Tierra, pero en dirección contraria, o sea contra el mismo autor de los delitos, de los errores o desequilibrios de orden moral, material o cósmico, ocasionados por el Ego.
Según sea la mayor o menor gravedad de los mismos, es la mayor o menor intensidad conque el Ego sufre esos efectos. Pero debe tenerse en cuenta que siendo un mundo conformado por substancia y fuerzas más sutiles que las nuestras, en el mundo físico, así también, son mayores, más intensas, las repercusiones generadas por el hecho realizado en nuestro mundo inferior, por ser mucho más fuertes, más rápidas y potentes en ese medio ambiente, las energías vibratorias que lo mueven.
Además no está sólo. En toda la Cuarta Dimensión, como en todos los planos superiores, actúan constantemente diversas jerarquías de seres superhumanos. Aquellos espíritus superiores, custodios y guías de la Evolución a quienes las religiones cristiana y judía llaman "ángeles" en sus diferentes posiciones o niveles. Hemos dicho, también, que la libertad absoluta y el libre albedrío sólo operan en los planos de prueba, en este caso, el plano físico.
A partir de la cuarta dimensión, el control y la supervisión de entidades superiores, maestros, conductores o vigilantes, es permanente y adecuada al estado de superación de cada espíritu. Aquellas entidades superiores pueden discurrir por los diferentes planos cósmicos, según las limitaciones correspondientes a su mayor o menor jerarquía, sin verse afectados por las condiciones reinantes, pues su mayor adelanto, sabiduría y poder les proporcionan los medios adecuados para dominar todas las condiciones inferiores.
Esto se manifiesta ostensiblemente, desde la cuarta dimensión, en una aura o envoltura radiante, luminosa, cuyos destellos y potencia lumínica están en relación directa con el grado de adelanto a que han llegado, y por ende al poder que detentan. Algo de esto tiene relación con las aureolas con que en la Tierra se representa a los santos. Y los mencionados seres son los encargados de ayudar a los egos en su peregrinación, y enseñarlos a subir a niveles superiores, cuando el período de depuración, o paso por el "purgatorio" va llegando a su fin. El espíritu sube, así poco a poco, a los distintos grados de la Región Media, o del tipo de humanidad que ya desarrolló una vida más normal, equilibrada y con menos errores.
Y de tal modo el Ego sigue avanzando, en tiempos que dependen exclusivamente de sus propios esfuerzos y mejores Intenciones, hasta llegar a los niveles si.. perfores de la tercera reglón, donde se encuentran los egos cuyas almas alcanzaron, en existencias terrenas, los más puros y bellos aspectos de la vida humana. Hasta esta región, el espíritu sigue atado a todos sus vehículos superiores por los lazos del cuerpo astral, el alma. Y como la mente es uno de aquellos cuerpos, superior al astral, sigue aprendiendo y asimilando enseñanza! y experiencias en todo ese trayecto, más o menos duradero, por el mundo psíquico o del alma.
Y del balance que hace resulta la comprobación de resultados. Si ha tenido una larga evolución y ha aprendido cuanto en la Tierra es posible conocer y experimentar, se le mostrarán nuevos campos de experimentación y de prueba. Otros tantos mundos, superiores a la Tierra, en donde pueda continuar trabajando para aumentar su sabiduría, su moral y su poder.
Pero si su adelanto, aprovechamiento, desarrollo y nivel evolutivo generales, no son todavía suficientes, tendrá que volver a la Tierra, para vivir en condiciones que le permitan adquirir las nuevas lecciones, pasar por las pruebas necesarias, saldar las cuentas que, en los niveles cósmicos de la vida hayan quedado pendientes, pagando en situaciones parecidas por todos los errores, delitos o faltas de cualquier orden que hubiere cometido y que, sufriéndolos en sí mismo, le enseñarán a tomar conciencia del verdadero error, conciencia que una vez impresa indeleblemente en la memoria cósmica del Ego, llega a constituir norma de conducta permanente en las vidas sucesivas.
Todos los detalles de la nueva existencia, hasta las pruebas que ha de vencer, accidentes, enfermedades y cuanto pueda servirle para nuevas y útiles experiencias, forman ese plan de la nueva encarnación. Y así preparado, se inicia el viaje de vuelta, pasando otra vez por todos los planos intermedios, en cada uno de los cuales, irá recibiendo la envoltura o cuerpo respectivo, hasta su ingreso al nuevo cuerpo físico, el que será adecuado a las nuevas actividades que su propietario o conductor necesita.
Lo que llamamos tentación, no es sino el influjo de aquellas fuerzas provenientes de los distintos niveles inferiores del astral. Y lo que conocemos o denominamos "la conciencia", es la voz interior del Ego que, en su recuerdo de las pruebas y experiencias pasadas, trata de hacerse oír a través de la maraña de cuerpos que lo envuelven.
Si ese recuerdo ha sido lo suficientemente evolucionado y fuerte para imponerse y vencer se evitará nuevos errores como los ya cometidos otras veces. Así va superando el Ego, poco a poco, la ignorancia, el error y la maldad, que no es sino el fruto de la ignorancia de todo esto.
Superando sus debilidades, sus defectos, sus pasiones y sus vicios, fortaleciendo sus aptitudes positivas, todas sus cualidades y virtudes, va dejando atrás, en el tiempo, la figura endeble y negativa de sus primeras encarnaciones, hasta llegar a niveles en que la cercanía a la superación terrena le abren las puertas de mundos habitados por humanidades más avanzadas y perfectas. En nuestro sistema solar, como en todos los demás sistemas planetarios, existe una gran variedad de mundos habitados por diferentes niveles de vida inteligente.
Entre nosotros, por el momento, que nos basten como ejemplo la Tierra y Ganímedes...
|