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			 del Sitio Web NewDawnMagazine 
	traducción de Editorial-Streicher del Sitio Web Editorial-Streicher 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Arkaim 
			Antigua Ciudad 
			de Rusia 
 
 
 
 
 
			1 Noviembre 2008 
			Fuerzas enormes e imprecisas se están 
			moviendo en Asia Central - o mejor dicho en la región mayor que 
			llamamos
			
			Eurasia - que pueden cambiar la cara de nuestra sociedad y 
			civilización global para siempre. 
 
			La inmensidad de la turbulencia próxima 
			ocasionada por este cambio desde el Oeste al Este es incalculable, 
			el síntoma externo de una revolución global de conciencia. 
 A medida que Occidente va atravesando por un creciente tumulto económico y geopolítico hacia lo que muchos consideran como el nacimiento a una nueva Era mundial, preguntas apremiantes están siendo hechas. 
 
			¿En qué nos estamos 
			transformando, y qué tipo de realidad social sustituirá a aquellas 
			que conocemos? El misterio y el temor no es tanto por la velocidad 
			del cambio como por su destino desconocido. ¿A dónde nos dirigimos?, 
			¿hacia qué precipicio pronunciado y temible, o hacia cuál bendita 
			tierra? 
 
			Prestando cada 
			vez más atención a la abrumadora evidencia que confirmaría sus 
			tesis, ellos sugieren que la clave para el futuro de la Humanidad 
			está en su pasado distante, en la herencia de una raza antediluviana 
			desconocida que vivió en un tiempo tan remoto que su existencia ha 
			sido borrada de la memoria racial [1]. 
			
			 
 
			Allí, en una tierra 
			fértil y paradisíaca, estos sabios desconocidos se convirtieron en 
			el núcleo de una raza uralo-altaica que siguió evolucionando durante 
			los milenios, mejorando el stock de la Humanidad primitiva mediante 
			inter-matrimonios, desarrollando ciencias cosmológicas y estructuras 
			políticas que sembraron las semillas de nuestro actual status 
			civilizado, emigrando a través de la Tierra y luego desapareciendo, 
			y dejando detrás de sí leyendas inmortales. 
 
			Michell no es sino una voz entre muchas que afirman que en los 
			archivos de los pueblos prehistóricos una raza olvidada ha dejado 
			rastros de un avanzado cuerpo de conocimientos, aparentemente tanto 
			espirituales como tecnológicos, que puede guiarnos, si quisiéramos, 
			hacia un futuro viable. 
 Pero el Asia Central y el Asia Interior hacia el Este es una vasta tierra de estepas, montañas y desiertos arenosos, cuya gente conserva los recuerdos más significativos de un tiempo más allá de la narración en que las ciudades poblaban los desiertos y una raza antigua se paseaba sobre la Tierra. 
 
			Y son estas regiones uralo-altaicas 
			las que están tomando ahora el escenario central mientras continúa 
			la búsqueda de las raíces del homo sapiens y del camino hacia un 
			futuro viable. 
 
			
			 
 
			La región se sabía que conservaba vestigios de las culturas más 
			diversas, de todas las épocas y de cada dirección de la brújula, 
			pero Arkaim era la primera evidencia clara de una cultura avanzada 
			antigua que floreció en suelo ruso. 
 Estaba defendido por dos murallones concéntricos de arcilla y bloques de adobe en un marco de madera, y sólo podía accederse a él por medio de cuatro callejones intrincadamente construidos que habrían hecho la entrada de enemigos extremadamente dificultosa. Los habitantes y la plaza central común estaban de esa manera bien protegidos por la plataforma defensiva de Arkaim, orientada hacia dentro. 
 
			La ciudad se 
			encontró que estaba estrechamente alineada a varios puntos 
			celestiales de referencia, y se cree por lo tanto que habría sido un 
			observatorio así como una fortaleza, un centro administrativo y 
			religioso. 
 Arkaim fue habitado durante 200 años y luego fue misteriosamente quemado y abandonado. 
 
 
			 
			 
 
 Las exploraciones del equipo ruso mostraron que Arkaim disfrutaba de una tecnología avanzada para su tiempo. 
 Estaba equipado con un sistema de canal de desagüe y de evacuación del agua de las lluvias, y tenía incluso protección contra el fuego: el suelo enmaderado de las casas y las casas mismas estaba impregnado de una sustancia incombustible, un fuerte compuesto los restos del cual todavía pueden ser encontrados en las ruinas. 
 
			Cada casa daba a un camino circunvalatorio interior pavimentado con bloques de madera; y en 
			cada casa había un fogón, un pozo, sótanos, un horno y provisión 
			para un sistema de almacenaje de alimentos en frío. El horno era tal 
			que puede haber sido posible fundir bronce en él, así como cocer 
			cerámica. 
 Con Arkaim siendo posiblemente su capital, el complejo vino a ser llamado la Tierra de Ciudades, y presentó a los científicos muchos misterios. 
 
			Esta era la primera 
			evidencia concreta de una civilización neolítica perdida en el Sur 
			de Rusia, confirmando lo que se había creído durante mucho tiempo: 
			que el Sur de los Urales y el Norte de Kazajstán, situado en la zona 
			de unión de Asia y Europa, fue una región importante en la formación 
			de una sociedad aria compleja. 
 
			 
 
			
			 
 Rechazando cada vez más la visión estadounidense y europea de una hegemonía global arraigada en el cristianismo occidental, los rusos, además de su interés en sus raíces indoeuropeas, se están volviendo hacia el Este para encontrar una conexión con la variedad étnica turco/mongola. 
 
			Muchos, sobre todo entre los jóvenes, ya están 
			abrazando la mística de un pueblo euroasiático unido y de una 
			comunidad cohesionada por lazos espirituales mucho más antiguos que 
			los del cristianismo o el Islam. Arkaim se ha convertido en un punto 
			de convergencia para estos ideales, un símbolo de la base futura 
			para la paz mundial. 
 Él explica que esto significa que Arkaim es un lugar donde el Cielo toca la Tierra. Aquí lo material y lo espiritual son inseparables. 
 De hecho, es dudoso si la paz y la armonía existieron en el período de Arkaim, ya que dicho lugar y los asentamientos fortificados de los alrededores estaban obviamente orientados a la guerra o al menos a fuertes medidas defensivas en un ambiente hostil. 
 
			Es significativo 
			que el culto de Tengri, el dios-Cielo mongol-túrquico que desempeña 
			un rol prominente en la religión centroasiática, fomente un 
			nacionalismo competitivo feroz más bien que relaciones pacíficas con 
			los vecinos. Sin embargo, Sparkey tiene razón en enfatizar el 
			principio del acuerdo armonioso implícito en la ideología de Arkaim, 
			señalando, como lo hace, a la herencia de una cultura alguna vez más 
			pacífica del asentamiento. 
 La verdad es que Arkaim era una ciudad tipo-Troya, llamada así a partir de la ciudad en Asia Menor que el rey griego Agamenón destruyó durante la Guerra Troyana. 
 Construida según el mismo principio circular que Troya, como está descrita, 
 Todas estas legendarias ciudades tipo-Troya tienen la misma planta circular. 
 
			Ellas han pasado a la Historia como 
			centros neolíticos de sabiduría y como las sedes de antiguos 
			reyes-dioses, y esto indudablemente arroja luz sobre la función cúltica de Arkaim en su tiempo, como veremos. 
 Sin embargo, el descubrimiento del asentamiento ha permitido una abertura histórica sobre mucho más que las batallas y conquistas de un agresivo pueblo indoeuropeo emprendidas a través de Eurasia y hacia el Sur en las tierras de Mediterráneo, donde sus carros de guerra rompieron la paz de la Vieja Europa. 
 
			Lo que la Tierra de 
			Ciudades ha revelado en su misma estructura e historia es sobre todo 
			el todavía temprano pasado de los pueblos uralo-altaicos, un pasado 
			de tan enorme antigüedad, que presenta más misterios que los que 
			resuelve. 
 
			Esencialmente, ésta 
			era la religión del chamán, el mago, el curandero y otros obradores 
			de maravillas en contacto con los espíritus de la Naturaleza. 
 René Guénon, el eminente esoterista francés, señala que la esvástica, simbolizando el movimiento eterno alrededor de un centro inmóvil, es un símbolo polar más bien que solar, y como tal fue un símbolo central en el culto de la Estrella Polar, originalmente dedicado a una deidad planetaria relacionada con la Osa Mayor. 
 Este centro, enfatiza Guénon, 
 
			
			
			La esvástica es por lo tanto conocida en todo el mundo 
			como el "signo del polo" [8]. 
 Un rasgo universal de las ciudades tipo-Troya está faltando en Arkaim - probablemente porque ha sido destruido con el correr de los siglos - y es el pilar del altar en la plaza central. 
 Indudablemente, en Arkaim vemos una expresión tardía de una religión megalítica del Pilar, que alguna vez reinó universalmente en cada esquina del globo, entre casi todos los pueblos, independientemente de su tipo étnico, y que llegó a ser asociada con las ciudades tipo-Troya. 
 
			Ésta es la religión más antigua conocida por nosotros, y 
			se remonta a la antigüedad más distante, cuando los hombres veían el 
			cielo girando alrededor del eje de la Estrella Polar. 
 
			Esto los llevó a su mayor desarrollo intelectual, a 
			complejas civilizaciones, a artes y ciencias avanzadas y a la 
			transcendencia de la Naturaleza. 
 Así, Diodoro Sículo en el siglo I a.C., citando al historiador Hecateo, describió el santuario de Electris como una ciudad tipo-Troya a partir del modelo de las esferas, 
 Estos santuarios cercados y fuertemente resguardados consagrados a los dioses del gran cosmos estaban habitados sólo por sacerdotes iniciados y sus familias, y estaban prohibidos a los nómadas errantes de más allá de los murallones. 
 El misterio para los arqueólogos es cómo una ciencia astronómica tan avanzada puede haber sido perseguida en una época en que los cazadores-recolectores todavía vagaban por la tierra. 
 Colin Wilson, un investigador altamente acreditado, en respuesta nos retrotrae a los sumerios de la antigua Mesopotamia, un pueblo que casi seguramente tuvo su origen en Asia Central, como la Biblia afirma: 
 
			Sumer es considerado 
			como el sitio de una de las primeras verdaderas civilizaciones en la 
			historia humana. 
 
			Él añade que según la 
			biblioteca de tablillas de arcilla compiladas por el rey asirio 
			Asurbanipal (669-626 a.C.) y desenterrada durante el siglo XIX, los 
			sumerios también habían entendido la precesión de los equinoccios, y 
			por lo tanto sabían acerca del Zodiaco [10]. 
 
			En realidad, Wilson llegó a creer que un conocimiento 
			científico del universo existió en la Tierra ya hace 64.000 años, si 
			es que no mucho antes. 
 
			Los restos de 
			incontables similares círculos de piedra, menhires y ciudades 
			tipo-Troya están dispersos a través de toda Europa, las Américas, 
			Eurasia y las tierras del Pacífico, monumentos conmemorativos a las 
			grandes migraciones de entrecruzamiento de los pueblos, todos leales 
			al mismo principio axial que relaciona a la Tierra con los cielos. 
 
			Él sugirió que 
			ellos tenían una fuerte relación con las obras de los celtas y las 
			tribus escitas, como también con los megalitos de Carnac en Bretaña, 
			y que ellos representaban un culto del Pilar que tuvo sus inicios 
			hace mucho en los Trans-Himalayas del Asia Interior [12]. 
 Bryant, un célebre experto en la Troya homérica, publicó una enciclopedia de mitología antigua en la cual él afirmó que los troyanos descendían de una muy antigua raza "atlante" que hace mucho se había establecido a través de toda Eurasia [13]. 
 
			Si las primeras 
			ciudades tipo-Troya fueron construidas en Asia Central, ¿podría 
			también la religión del Pilar universal haber tenido su principio 
			allí? 
 
			Un remanente de ese sistema de 
			creencias sobrevive en la leyenda de la escala de Jacob en el libro 
			hebreo del Éxodo, en el cual aprendemos que por esa escala los 
			ángeles suben y bajan entre el cielo y la tierra. 
 
			El Fresno del Mundo, Yggdrasil, 
			fue declarado como el más grande de todos los árboles y el mejor; 
			sus ramas se extienden sobre el mundo y sobre los cielos, su tronco 
			es el pivote del cielo siempre girante. Al pie de aquel árbol fueron 
			primeramente proclamadas las leyes por los Æsir, los dioses 
			nórdicos, e Yggdrasil fue adorado como la fuente de todo el 
			conocimiento superior [15]. 
 Un prominente investigador sobre esta materia dice que en el texto del sumerio "Enuma Elish", 
 En el antiguo Egipto, la tierra de los pueblos camíticos, la ciudad de An o Anu, que fue renombrada como Heliópolis por los griegos, originalmente significaba Ciudad del Pilar [17]. 
 
			Como un comentarista ha señalado, 
			este hecho puede arrojar luz sobre el misterioso pilar Djed, la 
			"columna vertebral de Osiris", a menudo asociada con Heliópolis 
			[18]. 
 En la antigua Creta él era un allegado adjunto a los rituales del templo de la Gran Madre Deméter; en Siberia, Mongolia y las Américas, él era el mago y el sabio de su tribu. 
 Golpeando su tambor y subiendo por el poste central de su yurta [tienda de campaña], el pilar simbólico por medio del cual él se comunicaba con los espíritus del cielo superior, el chamán así descendía con sanaciones, profecías y consejo de los antepasados para la gente de su comunidad. 
 
			La tradición chamánica turco-mongola 
			con su dios del cielo Tengri y su Árbol del Mundo todavía sobrevive 
			en un área enorme del planeta, aunque sus raíces se pierden muy 
			atrás en las brumas de la época paleolítica. 
 
 
 
 
			
			 
 Incluso aunque Delfos era considerado como el centro del mundo griego, su dios Apolo y la hermana de éste la diosa Ártemis eran reconocidos como deidades que originalmente eran de aquella tierra secreta lejos en el Norte, donde estaba el eje cósmico que los griegos llamaban Hélice, "aquel que gira". 
 Muchos historiadores griegos así como estudiosos posteriores localizaron este paraíso nórdico en Escitia o en las montañas Altai, y como teniendo su fuente en el chamanismo que se desarrolló alrededor de los semi-míticos magos y señores altaicos del polo. 
 
			Pero tanto la investigación como la tradición 
			sagrada sugieren que sus orígenes se remontan más atrás todavía en 
			el Asia del Noreste dentro del Círculo Ártico, hasta una sociedad 
			que prosperó en las orillas del mar siberiano. 
 En The Interpretation of Radium, el aclamado físico Frederick Soddy declaró que algunas de las creencias y leyendas que han llegado hasta nosotros desde la Antigüedad pueden ser, 
 Puede haber habido, sugirió, ciclos anteriores en la historia no registrada del mundo en los cuales vivieron hombres civilizados, 
 Sobre la base de años de investigación, Charles Hapgood, un profesor estadounidense de Historia (1904-1982), declaró en 1982 que posiblemente ya hace 100.000 años a.C. lo fundamental de una civilización marítima mundial con un nivel muy desarrollado de conocimiento científico debe haber estado existiendo en el Círculo Ártico [21]. 
 
			Hasta hace poco los hallazgos de Hapgood, presentados 
			en "Earth's Shifting Crust" (La Cambiante Corteza de la Tierra, 
			1958) y "Maps 
			of the Ancient Sea Kings" (1966), habían sido en gran 
			parte ignorados en círculos científicos, pero hoy el interés en 
			ellos se multiplica entre un número creciente de investigadores 
			altamente acreditados. 
 Sólo más tarde, después de un cambio catastrófico de las condiciones geológicas, esta antigua raza emigró hacia el Sur, unos a Asia Central, otros, posiblemente cruzando el Estrecho de Bering, hacia Atlántida al Oeste. 
 Estos últimos ha sido localizados por algunos investigadores en las Antillas, dos islas grandes más allá del Golfo de Méjico, ampliamente consideradas como los restos de lo que alguna vez fue una gran masa continental que se hundió [23]. 
 
			(En apoyo de 
			esta teoría, los caribes y las tribus de la isla Española han tenido 
			durante mucho tiempo una tradición referente a que muchas de las 
			islas de las Antillas, una reconocida zona sísmica, estuvieron 
			conectadas alguna vez por una sola masa territorial, antes de que un 
			gran cataclismo hace aproximadamente 15.000 años sumergiera la 
			conexión y dejara sólo los fragmentos de isla conocidos). [24] 
 Está la historia sumeria de Utnapishtim y su esposa, quienes, ayudados por los dioses, sobrevivieron a un diluvio y se hicieron inmortales; y del mismo modo, antiguos relatos americanos cuentan cómo el dios Viracocha, quien "vino desde el Este", destruyó la tierra con una gran inundación. 
 Más tarde, después de que un hombre y una mujer sobrevivieron refugiándose en una caja flotante, 
 
			Wilson cita muchos de tales casos en los 
			cuales las historias de inundaciones acerca de los hiperbóreos y la 
			salvación que hicieron de nuestra raza se encuentran tanto en el 
			Viejo Mundo como en el Nuevo. 
 La Tula atlante, dice Guénon, debe ser distinguida de la Tula hiperbórea, la Tierra Santa suprema, ya que esta última representa el primer y supremo centro del actual manvantara entero, y es la "isla sagrada" arquetípica. 
 Platón mismo nota esta distribución jerárquica: el Imperio atlante - dijo él - era sólo un nexo establecido por los dioses en una red aún mayor de Centros cuya capital estaba en otra parte "en el centro del Universo" [27]. 
 Así, el centro de la zona euroasiática, dice Guénon en su obra breve pero innovadora "Le Roi du Monde" (1927), en efecto se ha convertido en aquel "centro del Universo", el auténtico "país supremo" que, 
 Sin embargo, esto todavía no nos dice por qué la localización en Asia Central fue elegida como el destino primario de los hiperbóreos. 
 La respuesta de Guénon a esta pregunta es críptica en extremo. Él confiesa que está tratando con un material proscrito que no le está permitido divulgar, pero llega tan lejos como a revelar que el monte Meru, la "montaña polar" está en el centro del "país supremo"; y el monte Meru, como es generalmente entendido ahora, simboliza el misterioso Eje del Mundo o el Árbol del Mundo de la tradición esotérica. 
 
			En otras palabras, Asia Central fue elegida 
			porque el Eje del Mundo estaba allí; ése era el verdadero objetivo 
			de la migración. El Eje del Mundo era, y es, el "centro del 
			Universo"; es el Eje del Mundo el que hace de su posición geográfica 
			una Tierra Santa, un hecho que sólo ahora está haciéndose más 
			comprensible en círculos paracientíficos. 
 John Major Jenkins, en su libro "Galactic Alignment" (Alineación Galáctica), es uno de los primeros investigadores modernos en aclarar el sentido de esto y de muchas otras tradiciones hiperbóreas de las que Guénon era reacio o incapaz de hablar. 
 
			Más allá de referirse a la raza antigua como "los 
			guardianes de los misterios sagrados de la Tierra", los votos de 
			iniciación de Guénon lo mantuvieron silencioso. 
 
			Los registros de la mayor parte de las naciones de la Edad 
			del Bronce tienen alguna leyenda acerca de una raza desconocida de 
			Antiguos que nos dio la monarquía y la civilización, y que ellos 
			descendían de los dioses y entendían los secretos más poderosos de 
			nuestro planeta, secretos que desde entonces han estado perdidos. 
 George I. Gurdjieff habló de ellos como agentes del divino Demiurgo, de un ciclo anterior de la Humanidad. Pero más allá de ser acreditados con una gran sabiduría y poderes mágicos así como atribuírseles el tener una estatura gigantesca y cráneos muy altos, sólo un poco más se sabe acerca de ellos. 
 ¿Realmente existieron ellos? 
 
			Todo lo que puede ser dicho con certeza es que ellos 
			permanecen como una difusa presencia benigna que se mueve 
			inescrutablemente en el fondo de prácticamente todas las tradiciones 
			prehistóricas de nuestra raza. 
 
			Cuando una 
			gran catástrofe hacia el final de la Época Glacial, alrededor del 
			duodécimo milenio a.C., nos amenazó con la extinción, estos hijos e 
			hijas de los dioses instituyeron el hieros gamos [matrimonio 
			sagrado], una ciencia genética que mezcló sus genes con los nuestros 
			y de esa manera crió una raza humana superior con un mayor potencial 
			de supervivencia, que se extendió gradualmente desde el centro de 
			Asia por una parte, y de la Atlántida por otra, hacia el resto del 
			mundo [29]. 
 
			Llevando 
			terremotos catastróficos e inundaciones costeras a enormes áreas del 
			globo [30] y una amenaza severa para la supervivencia de nuestra 
			especie, aquella fue una crisis racial que provocó otra respuesta de 
			la raza superior. 
 Altares de pilares de piedra han sobrevivido en Malta desde aproximadamente el 5.000 a.C., y también en Catal Hüyük, en Anatolia, cerca del 5.800 a.C. [31]. 
 La religión del Pilar es el más temprano vehículo conocido de un cuerpo completo de sabiduría originalmente centrado en la Estrella Polar, en el cual la Luna es la imagen primaria de los misterios del nacimiento, la generación y la muerte. Esta es la raíz fundamental de todas las religiones y tradiciones esotéricas que conocemos hoy, así como de todo nuestro aprendizaje más alto. 
 Su difusión anunció el desarrollo de sociedades pacíficas, igualitarias y adoradoras de la Diosa, agrupadas en aldeas y poblados neolíticos alrededor del mundo en donde el principio femenino era dominante y los conflictos poco conocidos [32]. 
			 
 Según Stephen Oppenheimer en "Eden in the East", el tercero de éstos, alrededor del quinto milenio a.C., correspondió al de Noé y fue el mayor de los tres, alcanzando su punto máximo durante el cuarto milenio [33]. 
 
			Esto causó inundaciones costeras catastróficas, 
			maremotos y terremotos severos, y también la desertificación del 
			interior de las masas continentales, y la civilización desapareció. 
			Una vez más la especie fue amenazada con una reversión al 
			salvajismo, y una vez más la salvación apareció desde el Asia 
			Interior. 
 Ésta era un sistema de creencias patriarcal y jerárquico que reveló nuevas profundidades de un conocimiento metafísico y tecnológico conducente a la civilización. 
 
			En todas partes los 
			círculos de piedra cuyo eje central estaba dedicado a la Estrella 
			Polar, como Stonehenge en la antigua Gran Bretaña, evolucionaron 
			durante otros mil años hacia observatorios más sofisticados 
			enfocados ahora en el Sol y sus planetas circunvalantes, y la 
			cultura humana floreció una vez más. 
 Al mismo tiempo, las pirámides así como las defensivas ciudades tipo-Troya como Arkaim aparecieron en homenaje a los dioses solares, cuya mística fue ocultada cada vez más mientras crecía la enemistad hacia la nueva y poderosa fe. 
 
			En efecto, Arkaim 
			puede haber sido la sede de una de las religiones solares de 
			misterios de aquel período, y la ígnea catátrofe que destruyó dicho 
			asentamiento después de doscientos años de funcionamiento puede bien 
			haber sido causada por aquel mismo conflicto interno entre el 
			antiguo orden y el nuevo. 
 Según los murales que ellos nos han dejado, los primeros egipcios también sabían en algún sentido que sus deidades eran realmente altos maestros chamanes, cada uno cubierto con el tocado oficial de su tótem animal. 
 
			Pero aquel entendimiento iba a ser 
			obstruido por el 
			predominio cada vez más agresivo de la religión solar, cuando una 
			especie de oscuridad de amnesia cayó sobre la conciencia colectiva 
			de nuestra raza. Los sacerdocios solares se retiraron detrás de 
			barricadas, y una división espiritual que nunca había existido antes 
			se abrió en la sociedad. 
 
			Mientras grupos de iniciados portadores de la 
			cultura se esparcieron a través del globo para sembrar las semillas 
			de la civilización una vez más, un núcleo de la raza antigua se 
			retiró profundamente en las cordilleras del Asia Alta que rodean el 
			
			desierto de Takla Makan y cortaron todo el contacto directo con el 
			mundo exterior. 
 El Asia Alta en particular ha sido llamada por una sucesión de pueblos y religiones como, 
 
			Cualquiera sea su nombre actual, 
			casi todas las tradiciones esotéricas en el Viejo Mundo han 
			relacionado esta vasta y misteriosa región euroasiática interior, 
			tan rica en conocimiento elevado, con la legendaria raza de los 
			Antiguos y la han reverenciado como el hogar de la Sabiduría Antigua 
			para la actual Era del mundo. 
 El Asia interior, que se piensa que es la cuna inmemorial del chamanismo así como de todos los sistemas yóguicos y religiosos, es considerada por muchos como todavía espiritualmente eficaz, todavía una tierra santa que, bajo una sola Jerarquía gobernante, alberga con imparcialidad a escuelas y hermandades arcanas perseguidas en otros lugares. 
 
			Sufíes, 
			budistas, cristianos nestorianos, taoístas, zoroastrianos, 
			neo-platónicos y otros que han estado ocultos del mundo profano por 
			las largas cadenas de la transmisión iniciática, nunca han dejado de 
			encontrar un santuario en aquel protectorado especialmente bendito, 
			donde todo comenzó. 
 ...son otros factores que llevan el centro de Asia al centro mismo de la atención mundial. 
 Pero las preguntas que todo ello plantea permanecen sin ser contestadas. 
 
 
 
 
 
 Notas 
 
 
 2009 
 
 
 
 
 
 La aseveración de René Guénon, entresacada de antiguas fuentes esotéricas, de que en el pasado remoto la primera civilización de la Humanidad surgió en una zona ártica libre de hielo no carece de apoyo geológico. 
 Según el famoso investigador J.S. Gordon, 
 Él destaca que la gran Época Glacial, que duró aproximadamente dos millones de años, y que finalizó hace aproximadamente doce mil años, estuvo compuesta de treinta y tantas Épocas Glaciales menores, con intervalos cálidos de derretimiento polar entre medio de ellos, cada cual creando períodos de miles de años de condiciones templadas en los polos. 
 
			Cualquiera 
			de estos intervalos cálidos habría sido hospitalario para una 
			civilización circumpolar. 
 Él derivó su teoría de la investigación cartográfica realizada sobre los antiguos portolanos o mapas marineros, uno de los cuales había estado en posesión de un almirante turco del siglo XVI, Piri Re'is [2]. 
 
			...y que en el caso del 
			Círculo Antártico los ríos y montañas habían sido trazados en el 
			mapa con tal detalle que dicha tierra debe haber estado habitada, y 
			(trazados) por una gente que entendía la trigonometría esférica. 
 Todas las formas corporales habrían sido considerablemente más ligeras en su peso y de una naturaleza más plástica, y los esqueletos todavía no se habían endurecido por entonces, y en consecuencia los seres humanos podrían haber sido menos afectados por la gravedad y como seis metros o más de alto que lo que lo son hoy. 
 
			Ella creía que a través 
			de larguísimas épocas hubo varios cambios violentos de las 
			condiciones climáticas de la Tierra, con las correspondientes 
			disminuciones de la estatura humana, acompañados por muchas 
			variaciones en la civilización y la cultura [4]. 
 El hombre de Swanscombe de Inglaterra tiene una antigüedad de un cuarto de millón de años, mientras que el hombre de Vertesszollos de Hungría, igualmente moderno en tipo, se cifra desde unos increíbles cuatrocientos mil a setecientos mil años [5]. 
 
			Tales 
			fechas dejan un amplio espacio en nuestro registro humano para 
			muchas modificaciones del clima y variaciones en la estatura física, 
			desarrollo cultural y condiciones de vida. 
 La información dada en el libro del Génesis en cuanto a los Hijos de Dios, los Antiguos de tamaño gigantesco que alguna vez vivieron en la Tierra - "los hombres fuertes de antaño, los hombres de renombre" - fue sacada por los escribas hebreos de las escrituras de razas circundantes más antiguas, como los textos védicos indios, los Vedas y los Puranas, y la sumeria Epopeya de Gilgamesh (Epic of Gilgamesh). 
 En las ilustraciones sumerias de los hechos de los dioses se puede ver fácilmente que la altura relativa de los Antiguos y la de los humanos corrientes era proporcionalmente como la de un adulto y un niño. 
 
			En uno de tales casos, un dios sostiene a un humano en su 
			regazo como si amamantara a un bebé. Los egipcios también crearon 
			estatuas de reyes-dioses de enorme altura yuxtapuestas a pequeñas 
			figuras de estatura humana normal; y mientras estos mensajes en 
			piedra pueden haber sido diseñados para ser entendidos 
			simbólicamente, existe la posibilidad alternativa de que se 
			pretendía una interpretación completamente realista, como más de un 
			investigador ha sugerido. 
 La otra característica sobresaliente atribuida a los Antiguos, a quienes Blavatsky llamaba los Kumaras, eran sus cráneos enormes. 
 Aunque haya menos evidencias en los textos antiguos para apoyar esta leyenda, es un hecho asombroso el que varios cráneos enormes, en relación al tamaño de la cara, han sido desenterrados en Perú: uno está en exhibición en el museo de Lima [7]. 
 Según el informe, otros de inmensidad similar han sido encontrados en y alrededor de Egipto y el Tíbet [8]. 
 Además, bustos esculpidos de los miembros de la familia perteneciente al faraón egipcio Akenatón de la décimo octava dinastía demuestran el mismo rasgo anómalo, incluyendo orejas igualmente enormes. 
 Encontradas en las ruinas subterráneas del desierto en Tel el-Amarna en Egipto, estatuas poco conocidas de esta extraña familia, que incluía a Nefertiti, esposa de Akenatón, y sus hijas, exhiben otros rasgos inusuales, incluyendo una gran altura corporal. 
 El cuerpo de una estatua de Nefertiti es descrito así: 
 Ésta de hecho es una descripción igualmente buena del famoso aspecto extraño de su marido. 
 Las similitudes esculpidas o pintadas de las hijas de Nefertiti, hasta la más joven, una simple bebé, muestran exactamente las mismas características peculiares de enormes cráneos calvos, cinturas altas, pantorrillas flacas y orejas enormes. 
 Estos Antiguos, también conocidos como los beni ha-elohim, los divinos Hijos de Dios o los Hijos de la Niebla de Fuego de quienes los sumerios afirmaban que habían traído la civilización a la Humanidad, son un misterio perenne. 
 George I. Gurdjieff los consideraba como adeptos chamánicos paleolíticos, hombres y mujeres cuya evolución, debido a sus prácticas espirituales superiores, los puso muy por delante de sus compañeros. Pero la tradición ocultista va mucho más allá, sosteniendo que los Antiguos eran una raza sabia y poderosa que vino desde las estrellas, posiblemente, dicen algunos, de la gigantesca estrella Sirius. 
 En la antigua tradición egipcia ellos son llamados los "Vigilantes de Pe" [un pueblo en el Bajo Egipto], inteligencias divinas que vigilan y guían a la Humanidad y su progenie, desde alturas celestiales. 
 O bien, 
 Si éste fuera el caso, 
 Hasta hace poco tales preguntas acerca de los Antiguos no podían ser hechas de manera provechosa salvo en el contexto de una sociedad iniciática cerrada. 
 Más extraño aún, hasta no hace mucho el resto del mundo no estaba ni siquiera consciente de que tales preguntas implicaban un material proscrito por los templos que había estado prohibido para el mundo exterior durante miles de años. 
 Como ya se mencionó en la primera parte de este artículo, René Guénon, uno de los principales esoteristas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, luchó hasta donde se atrevió contra este embargo de lo oculto, creyendo que se estaba acercando rápidamente el tiempo en que la Humanidad necesitaría un nivel más alto de comprensión antropológica, cosmológica y metafísica que la que era posible en su época [de Guénon]. 
 
			Pero Guénon estaba convencido de que 
			mucho conocimiento considerado como demasiado arcano o demasiado 
			peligroso para la muchedumbre profana pronto tendría que ser 
			liberado en la esfera pública. Y parecería que él tenía razón. 
 Entre muchos de los secretos subterráneos de ayer que están ahora emergiendo libremente a la luz del día están los secretos de la evolución humana y su relación de equipo con la evolución de la Tierra y del cosmos, y estos secretos tienen una relación directa con los desconocidos Antiguos, los dioses de la mitología antigua. 
 
			La remoción del embargo de lo 
			oculto, aliado a una explosión de nuevos descubrimientos e hipótesis 
			científicos, hace posible acercarse a dicha materia de una manera 
			completamente nueva. 
 
			
			 
 Sin embargo, el viejo sistema de cuatro reinos, basado en una visión deductiva intuitiva de la verdad y visto como un ejemplo de la Filosofía Perenne, está todavía firmemente establecido en la mayor parte de las escuelas esotéricas occidentales que han surgido desde los tiempos medievales: 
 
			...y otras. 
 Los filósofos medievales incluían esta quinta categoría como la de las jerarquías angelicales, y la Antroposofía (Rudolf Steiner) lo hace igualmente con una claridad algo mayor, llamando a la quinta una categoría trans-humana. 
 Los rosacruces se aferran al formato de cuatro reinos, refiriéndose vagamente a una quinta categoría como el "Espíritu Puro" de voluntad e imaginación. 
 
			La teosofía llama al 
			quinto reino una etapa post-humana de evolución espiritual; Teilhard 
			de Chardin lo llama Omega, la divinizada etapa trans-humana; y el 
			sabio hindú Sri Aurobindo lo llama la divinizada etapa supra-mental. 
 En su descripción de los neters, o dioses, sometiéndose a la resurrección espiritual, ellos muestran una fila de figuras humanas con cabezas de animales que marchan a lo largo de una línea de base horizontal, con un óvalo rojo - el "huevo de la metamorfosis" - encima de cada cabeza, hasta que repentinamente la línea de base gira en 90 grados hacia la vertical, y una figura asciende a lo largo de ella. 
 Logrando "un rápido cambio biológico hacia una forma de vida diferente", él se ha transformado en el regio quinto reino: armado con lo que parece ser el báculo de la autoridad espiritual y careciendo del óvalo sobre su cabeza, que ha sido absorbido en su propio ser, él se ha metamorfoseado en un rey [12]. 
 
			Desde existir como un ser colectivo de un orden inferior, él 
			ha llegado a ser una singularidad Real. 
 No hemos comprendido adecuadamente que un quinto reino perfecciona y completa al cuarto, que es nuestro verdadero objetivo evolutivo y nuestra llave para todas aquellas preguntas que nunca hemos sido capaces de contestar. 
 La inclusión de un quinto reino en el orden natural convierte al cuarto reino que nosotros los humanos habitamos actualmente en un mero pasadizo de llegar-a-ser, un episodio de transición en el cual somos impulsados hacia un proceso de transformación desde el estado animal detrás de nosotros a aquel del verdaderamente humano adelante, como en efecto Gautama Buda lo reconoció. 
 
			La vida, la vida humana, dijo él, es un 
			cambio interminable y es el sufrimiento del cambio - y en efecto lo 
			es si es vista como un viaje de desarrollo incesante de la 
			conciencia en el reino verdaderamente humano, el quinto, en donde 
			sólo se encuentra el reposo bien merecido. 
 
			Pero lo que los antiguos 
			templos de misterio a través de maestros esotéricos modernos como Guénon han sido renuentes a revelar, es que el quinto reino no es un 
			futuro potencial sino una realidad actualmente existente, un estado 
			humano supremamente iluminado más allá del nuestro propio, que, como 
			los otros cuatro reinos de la Naturaleza, siempre se ha extendido 
			hacia atrás hasta el pasado inconmensurable y hacia adelante lo hará 
			hacia un futuro igualmente ilimitado, con su propio lugar 
			arquetípico en el cosmos. 
 Gordon habla del cuarto, quinto, sexto y hasta del séptimo reino de nuestra Naturaleza planetaria. 
 
			Dada tal perspectiva, se abren 
			muchas posibilidades que no eran previamente viables en nuestra 
			filosofía. 
 Liberados, gracias a su avanzado desarrollo, de las condiciones restrictivas de la Humanidad del cuarto nivel de transición, el universo estaba abierto para ellos, pues el quinto reino del espacio-tiempo se dice que posee múltiples dimensiones incomprensibles e inaccesibles para los reinos inferiores. 
 
			Estos así llamados dioses podían viajar entre 
			las estrellas por medio de corrientes de energía supramundanas 
			desconocidas para nosotros, encarnando en otros cuerpos estelares o 
			en el planeta Tierra, según surgieran las necesidades, y retirándose 
			cuando quisieran hacia dimensiones invisibles para los que estaban a 
			su cargo en la Tierra. 
 
			A medida que subimos con 
			rapidez creciente hacia 
			
			estados más altos de conciencia y de allí a 
			la proximidad con el quinto reino, encontramos a los Superiores en 
			sus diversas apariencias inmateriales descendiendo para reunírsenos. 
			Como una parte del gran orden humano, ellos son nuestro futuro así 
			como nuestro pasado. 
 
			En otras palabras, 
			como con velocidad creciente nos acercamos en nuestra conciencia al 
			umbral del mundo espiritual, es altamente probable que descubramos 
			un quinto dominio no de dioses sino de nuestros propios semejantes 
			ya establecidos en majestad y poder, libres ya, como los 
			reyes-sacerdotes egipcios de antaño, para recorrer los caminos 
			cósmicos a voluntad como Señores del Universo. 
 
			Las enseñanzas secretas 
			de los sabios más antiguos de los que tenemos conocimiento afirman 
			que toda vida, toda sabiduría y poder creativo son transmitidos al 
			plano terrestre mediante una energía espiritual que fluye desde los 
			planos superiores celestiales, y que es ascendiendo esta corriente 
			sagrada, simbolizada como un Pilar o un Árbol del Mundo que conecta 
			la tierra con el cielo, que la Humanidad llega a su perfección más 
			sublime. 
 El famoso escritor británico Trevor Ravenscroft compara el Árbol de la Vida con, 
 La corona del árbol, dice él, 
 
			El Árbol 
			es así propuesto como una metáfora para la estructura arquetípica 
			del cosmos, en el cual cada elemento es parte de un todo funcional 
			viviente, uno en el cual la Humanidad, subiendo el Árbol y uniendo 
			así el plano de la Tierra con el plano celestial, desempeña un papel 
			evolutivo crucial. 
 
			Esta idea de volver a casa a 
			la Fuente que está encima, está implícita en todos los sistemas 
			totémicos tribales encontrados en las sociedades chamánicas 
			tempranas alrededor del mundo, pero fue más completamente 
			comprendida en su forma religiosa cuando la idea de la realeza - del 
			gobierno jerárquico desde arriba - se apoderó de las sociedades 
			neolíticas al final de última Era Glacial. 
 Y en efecto la interpretación de Guénon de la prehistoria, como hemos visto, implica que fue mantenido un universal acuerdo igualitario cuando los hiperbóreos emigraron primeramente hacia el Sur, bifurcándose entre Asia Central por una parte y el continente atlántico del Sur por otra. 
 Pero con el tiempo la ideología del Pilar de las dos culturas se desvió cada vez más de su raíz común y como consecuencia se desarrolló un conflicto a nivel planetario. 
 
			Estos acontecimientos finalmente iban 
			a ser miticizados en la historia bíblica de la Torre de Babel. 
 Llevando con ellos su jerárquico culto al Sol con sus dinastías regias, su culto al toro bélico y su urbanismo defensivo y concéntrico, ellos fueron resistidos por la población autóctona. 
 
			A 
			partir de entonces, la realeza - el gobierno desde arriba - se 
			convirtió en la causa de amargas guerras ideológicas, que en cierto 
			modo todavía no han cesado de romper la paz de nuestro planeta. 
 
			Fue en aquel 
			período, dice Guénon, que las religiones solares de misterio y las 
			sociedades secretas del Sol comenzaron a hacer proselitismo más 
			ampliamente, y el culto del rey-dios sacrificado y resucitado se 
			apoderó de las comunidades en cada tierra. 
 Pero brevemente, se puede decir que, según las enseñanzas solares de la religión del Pilar, la autoridad Real y el poder de gobernar sabiamente yace en la capacidad del iniciado de la realeza de ascender por el axis mundi o Árbol del Mundo hacia el centro divino de la creación en el cenit del cielo. 
 Allí, y sólo allí, él encontrará la deificación; allí él será capaz de tener acceso a los poderes divinos de los cuales emanan todos los impulsos de autoridad, creatividad y sabiduría; allí él llegará a ser divino. 
 John Major Jenkins, un importante investigador de la cosmología antigua, dice: 
 Tal monarca permanece como mucho más que una figura decorativa ejemplar o un símbolo administrativo en el núcleo de su reino; él ha llegado a ser, en virtud de su conquista del Árbol del Mundo, un indicador del camino hacia un nuevo orden de ser para toda su sociedad. 
 
			Del mismo modo Jenkins cree que, en ciertos momentos 
			críticos de la historia de la Tierra, esta odisea de la 
			transformación ascendiendo el Pilar cósmico hacia el Centro divino 
			en el cenit es posible para la raza en conjunto, que de esa manera 
			avanza hacia su siguiente objetivo evolutivo: el reino celestial, el 
			quinto. 
 
			
			 
 
			Aunque fuera 
			natural suponer que es sinónimo del eje de rotación de la Tierra en 
			sentido Norte-Sur, no es éste el caso. Según Guénon, ha habido 
			varias localizaciones sucesivas del Eje del Mundo en la superficie 
			del globo que lo distinguen del eje de rotación Norte-Sur o del eje 
			magnético. 
 Pero la realidad esotérica, expresada hace mucho en las enseñanzas del Pilar, consiste en que la Tierra incorpora un principio que la conecta en todo tiempo a un mundo espiritual mayor, de la misma manera en que el reflejo de un espejo está intrínsecamente relacionado con la realidad. 
 En virtud de este hecho, la Tierra es hiperdimensional en su estructura - como en efecto el físico David Bohm ha propuesto en su teoría de un implícito orden universal que está detrás del explícito orden físico como su plantilla enérgica - y esto modifica radicalmente todo lo que podemos decir acerca del planeta en el modo en que nosotros podemos medirlo y describirlo. 
 
			Abriendo la tradición científica secreta, Guénon afirma que 
			básicamente nada menos que un nuevo modelo del mundo es necesario si 
			debemos comprender la verdadera naturaleza del Eje del Mundo. 
 
			El Árbol del Mundo, conocido en India 
			como el monte Meru, se creía que estaba en el centro mismo de este 
			gran complejo dinámico, un canal de energía evolutiva, un camino 
			planetario de transformación psico-espiritual del mismo orden que el 
			séptuple camino vertebral de la conciencia en los seres humanos. 
 
			Estos nodos fueron clarividentemente percibidos como una sucesión de 
			entradas al tronco del Árbol que conduce a planos superiores de la 
			existencia, y por lo tanto la entrada final al Centro Cósmico fue 
			llamada la Puerta del Norte. 
 La teoría de él declara que detrás del cuerpo físico de la Tierra está su plantilla espiritual, un tejido permanente pre-físico o etérico de fuerzas que delinean la estructura planetaria en su forma esencial. 
 En este interno cuerpo de luz - o, como la cosmología védica lo llama, el cuerpo vajra - está localizado el Eje del Mundo, la fuente etérica y el regulador inteligente de todas las energías del planeta. 
 
			Al comienzo de cada gran ciclo temporal - y 
			con ello Guénon quiere decir por lo menos una ronda del Zodiaco, un 
			Año Sideral de 25.920 años - los dos cuerpos están en una alineación 
			prácticamente perfecta, pero a medida que el ciclo avanza, ocurre 
			una separación y el cuerpo físico cae cada vez más de la alineación 
			con su plantilla espiritual (un cambio que corresponde a la imagen 
			de Blavatsky de una inclinación del eje de la Rueda del Zodíaco). 
 Los dos cuerpos, el arquetipo espiritual y su reflejo físico, no conseguirán otra vez alinearse hasta el final del ciclo temporal [16]. 
 
			De esta circunstancia proviene todo el sufrimiento 
			del devenir, todo el así llamado mal, de nuestra existencia 
			terrenal. 
 Pero aunque el mundo espiritual del Ser puro sea invariable, el estado natural de su reflejo, holográficamente proyectado en un plano inferior, incluso en su menor desplazamiento llega a estar fuera de su centro y por lo tanto en un perpetuo movimiento compensador. Esta es la "caída" bíblica de la Humanidad, sin la cual no habría ningún proceso evolutivo. 
 
			Con la 
			separación del plano físico, el movimiento es creado y comienza el 
			sufrimiento del cambio, ya que el proceso de la creciente 
			diferenciación del cuerpo físico desde su fondo espiritual inflige 
			al planeta y a todas sus formas de vida una perturbación local, la 
			angustia del movimiento, del desequilibrio, del ajuste continuo a 
			nuevas condiciones y nuevas demandas evolutivas, pero también la 
			posibilidad de alcanzar un mayor estado del ser. 
 
			Hoy el Eje del Mundo se ha trasladado aparentemente 
			hacia el Sur y está situado en Asia Media, donde ha estado durante 
			muchos miles de años. 
 Clarividentemente visible, se piensa que esta gran corriente de energía inteligente psico-espiritual traspasa el planeta entre (aproximadamente) las latitudes 45 a 50 grados Norte, surgiendo al Norte de Cachemira, posiblemente en las montañas Pamir [17]. 
 
			Es en aquellas cercanías, al pie del Árbol del Mundo, que los 
			pueblos de Asia Central han localizado tradicionalmente el reino 
			oculto de los Antiguos conocido como Shambhala, un centro iniciático 
			accesible tanto en un plano físico, como en uno etérico y en uno 
			
			astral. 
 Así la Puerta del Norte, sostiene él, puede ser vista como análoga en un nivel cósmico a la glándula pineal en el sistema humano, que es el centro más interior y creativo en el hombre y, 
 
			Jenkins ve el Centro Cósmico a la cabeza del Eje del Mundo 
			como cumpliendo la misma función en un contexto planetario. 
 Hace miles de años, afirma él, los astrónomos-sacerdotes comprendieron que aproximadamente cada 6.450 años la Puerta del Norte estaba alineada con el centro galáctico, y que tales tiempos ofrecían una oportunidad evolutiva inestimable para la raza entera. 
 Gordon también observa que la Tierra está sujeta a temporadas celestes de aproximadamente 6.480 años, 
 Es un hecho astronómico, dice Jenkins, 
 
			Jenkins compara la evolución espiritual de la Humanidad con esta 
			alineación periódica de la Tierra con el plano galáctico y con el 
			Centro Galáctico. La idea de que esto estimula la conciencia en este 
			planeta es, dice él, "un concepto intrigante y profundo" que 
			encuentra ecos en las cosmologías maya, védica y egipcia. 
 
			Del mismo modo en que la conciencia yóguica asciende por 
			el sistema espinal, activando así una secuencia jerárquicamente 
			ordenada de siete chakras o vórtices de energía psico-espiritual que 
			cambian de maneras sutiles el espectro entero de la conciencia, así 
			la ascensión del alma racial por el Árbol del Mundo en ciertos 
			intervalos precesionales de unos 6.450 (ó 6.480) años corresponde a 
			la apertura de una sucesión de entradas celestiales. 
 
			Es un momento de importancia 
			evolutiva suprema, una iniciación colectiva quizás mejor comunicada 
			por las enseñanzas de la religión de misterios de Mitra. 
 Sin embargo, más allá del séptimo nivel era una enseñanza secreta la revelación de un octavo y noveno nivel o "casa" donde el Sol Hipercósmico estaba localizado. 
 Esta luminaria hipercósmica, esta "Estrella de estrellas", como el filósofo del primer siglo d.C. Philo Judaeus de Alejandría la llamó, fue identificada con el Centro Galáctico, al cual se obtenía acceso sólo mediante la octava y la novena "entrada" celeste encima de la de Saturno [21]. 
 
			Este secreto medio de escape de la gravedad de la 
			Tierra hacia la libertad del universo ha sido estrechamente guardado 
			por la tradición oculta, y todavía no es totalmente descubierto a 
			nuestro entendimiento. 
 ...cuando la luz divina del Centro de la Vía Láctea se derrama por las válvulas abiertas del Eje del Mundo e irradia la Tierra y a todos sus habitantes durante un cierto intervalo de tiempo. 
 
			Es en aquel 
			intervalo crítico que las grandes mutaciones evolutivas tienen 
			lugar, las civilizaciones caen y se reinstauran en formas 
			radicalmente nuevas, y existe el potencial para que el quinto reino 
			sea hecho realidad por al menos algunos miembros de la Humanidad del 
			cuarto reino. 
 
			
			 
 
			Recuerdo bien el 
			reporte en los medios de comunicación, porque inmediatamente un 
			clamor de angustia y presentimiento se escuchó por toda la India, 
			porque era sabido por la mayoría de los astrólogos hindúes que este 
			raro acontecimiento estelar, que ocurre sólo cuatro veces en el 
			ciclo precesional de 26.000 años, en efecto presagia realmente 
			grandes inundaciones y cambios climáticos catastróficos. 
 Para los esoteristas generalmente la conjunción significó una nueva Era Mundial y una iniciación psico-espiritual inminente de la Humanidad colectiva, con todo el tumulto social e ideológico que tal acontecimiento implicaba. 
 
			Y confirmando por completo la posterior 
			teoría de John Major Jenkins, la conjunción fue vista por algunos 
			astrónomos como el primer signo de una revolución próxima en los 
			asuntos mundiales geopolíticos, con el ascenso de Asia y la 
			declinación de la hegemonía de las potencias occidentales. 
 Amenazadoramente, los casquetes polares y los glaciares se están derritiendo, los mares aumentan, los recursos de la Tierra decrecen; el orden mundial anglo-estadounidense, construido sobre corporaciones económicas depredadoras, se está deshaciendo, y el poder asiático inexorablemente está en aumento. 
 
			Una 
			
			transformación en la conciencia 
			humana está en marcha, y hay una evidencia creciente de que enormes 
			cambios naturales, socio-políticos y de conciencia que estamos 
			viendo son irreversibles ahora, para bien o para mal. 
 Incluida en este bloque oriental en expansión está Rusia, la cual, desde el colapso del régimen soviético, está alejándose cada vez más de Europa Occidental en dirección a Asia en la búsqueda de su identidad, y redescubriendo así sus raíces eslavas y sus profundas conexiones turco-mongolas. 
 A través de las estepas, donde durante innumerables siglos en un crisol muchos pueblos, religiones e Imperios de todas partes han comerciado y luchado y se han hundido bajo desiertos de arena, un espíritu de renacimiento y de reforma ecuménica se está afianzando. 
 Una fuerza compensatoria que puede ser identificada con el invisible centro espiritual en el núcleo de la Asia Alta se agita a través de toda la región. 
 
			Musulmanes, budistas, zoroastrianos, cristianos, taoístas y chamanes están encontrando 
			puntos en común en una visión unitiva del futuro. Afirmando ser una 
			respuesta a la militarista colonización anglo-estadounidense que ha 
			dominado durante tanto tiempo, este nuevo clima regional es un buen 
			augurio para el nuevo equilibrio de las fuerzas espirituales, 
			culturales y económicas del globo. 
 
			Esto procura en cambio retomar el antiguo acuerdo ártico y 
			proponer nuevos términos para un futuro viable para la especie 
			humana. 
 
 
 
 Notas 
 
 
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