14 Enero 2017
del Sitio Web
BienvenidosALaRealidad
Todos sabemos que vamos
a morir,
pero nunca preguntamos
cuándo vamos a morir.
Hay muchas interrogantes
que fácilmente tienen sus
respuestas,
pero sentimos miedo de aplicar
el rigor de la capciosidad,
en las decisiones cotidianas
que definen nuestro presente.
"¿Por qué la
Coca-Cola es más adictiva que
la cocaína? ¿Por qué el flúor de Colgate es cancerígeno? ¿Por
qué el maíz de Kellogg's es inorgánico?
¿Por qué la gente
engorda con las hamburguesas
de McDonald's? ¿Por qué
Monsanto sigue siendo Monsanto?
¿Por qué el pan Bimbo no huele a pan?
¿Por qué la aspirina
Bayer es un placebo farmacéutico? ¿Por qué Nestlé falsifica los
valores nutricionales de sus productos?"
Engañar es un arte tan
brillante, como idiotizar la vida de los Seres Humanos.
No es necesario morder
una mazorca del maizal para despertar del fatídico letargo, porque
es más divertido que todos los animales fumen cigarrillos, beban
cervezas y griten obscenidades.
Según las sagradas páginas del diccionario, la palabra Veneno
se define como la,
"sustancia nociva para la salud, capaz de producir
graves alteraciones en los seres vivos, e incluso ocasionar la
abrupta muerte."
Todas las preguntas se responden con,
ácido ortofosfórico,
tartrazina,
aspartamo, fluoruro de sodio,
bisfenol A, carragenina, fructosa, arsénico, hidróxido de
amonio, glutamato monosódico, sal yodada, sucralosa, goma
xantana, dióxido de titanio, metanol, carboximetilcelulosa,
acesulfame potásico, fenilalanina, acetaminofén, plomo,
...y demás componentes
primordiales de la artillería química.
Todas las respuestas se enferman con,
obesidad, diabetes,
gastritis, estreñimiento, migraña, caries, artritis, disfunción
eréctil, bronquitis, isquemia, derrames cerebrales,
osteoporosis, hiperactividad, insuficiencia renal crónica,
cirrosis hepática, tumores, somnolencia, infartos,
...y demás sufrimientos
causados por la artillería química.
Te ofrecemos una maravillosa orgía de,
-
espesantes
-
colorantes
-
edulcorantes
-
acidulantes
-
enturbiantes
-
emulsificantes
-
estabilizantes
-
gelificantes
-
retardadores,
...para que el sabor de
todas las preguntas y de todas las respuestas, jamás pueda
distinguir el encanto natural de la avena, del trigo y del ajonjolí.
Nos dejamos influir y arrastrar por la corriente, porque es el
camino más fácil de caminar, porque es el camino más simple de
transitar, y porque es el único camino que aprendimos a caminar.
De hecho, si le preguntamos tres veces al espejo la fecha de nuestra
muerte, seguro que obtendremos la página del obituario por
adelantado. Pero si le preguntas al espejo cuántas calorías te
acabas de comer, seguro que romperás los siete añitos de la malísima
mala suerte.
Jugar con el destino, jugar con la suerte y jugar con la salud, son
peligrosísimas equivocaciones que cometemos diariamente, y que
tienen un precio tan mortal como los números de las tarjetas de
crédito.
Los delitos sociales, culturales y ecológicos, que vienen edificando
las transnacionales del siglo XXI,
reflejan el poderío del gran adoctrinamiento de masas, que nos
convierte en figuritas canjeables por la mejor oferta, por la mayor
demanda y por la peor trampa.
Todos los años se expanden las gigantescas fronteras agrícolas,
-
para aumentar la
agresiva tasa de deforestación global
-
para robarles el
techo y el sustento a los valientes campesinos
-
para saquear las
tierras ancestrales de las comunidades indígenas
-
para ensuciar la
belleza de los recursos naturales foráneos
-
para matar de
soledad a las especies de fauna autóctona
-
para derramar la
miel del neoliberalismo imperialista
No podemos diferenciar la
verdad de la mentira, no podemos clarificar la ficción de la
realidad, y no podemos endiosar la sabiduría de la ignorancia,
porque es muchísimo más sencillo comprar la lógica del supermercado,
comprar la ciencia de las farmacias, y comprar el billete del banco.
Desde que cepillamos
nuestros dientes en el hermoso amanecer, pasando por el fin de la
jornada laboral en el ocaso del atardecer, y cerrando los ojos del
cansancio en el triste anochecer, siempre recorremos un nefasto
estilo de vida supeditado al control psicosocial, que ejercen las
transnacionales en el espíritu vacío y viciado del pueblo.
Necesitamos con desesperación que toda la artillería externa,
controle el tiempo interno de nuestro reloj biológico.
Qué comer, qué beber, qué
vestir, qué soñar, qué odiar y qué amar. No somos responsables de lo
que decimos, no somos dueños de lo que pensamos, y no somos
conscientes de lo que comemos.
Un minuto perdido, y llegamos tarde a la rutinaria oficina. Un
segundo perdido, y llegamos tarde a la clase en la universidad. Un
suspiro perdido, y llegamos tarde a la cita con el ataúd.
Por eso dicen que el cerebro es como un semáforo.
-
Cuando prende la
luz verde, piensa.
-
Cuando prende la
luz amarilla, olvida.
-
Y cuando prende
la luz roja, muere...
Vemos que la ciudadanía vive paralizada en una avasallante luz roja,
que carcome la divina razón y corrompe el corazón del prójimo.
Somos los esclavos más
esclavizados por las grandes transnacionales, que todos los días nos
roban el sagrado dinerito del bolsillo, vendiéndonos toda la basura
incomestible de sus fábricas a nuestra boca.
Según las sagradas páginas del diccionario, la palabra Alimento
se define como el "poder nutritivo presente en una o más sustancias,
que los seres vivos comen o beben para nutrirse y preservar su
existencia."
La basura incomestible no puede
llamarse alimento procesado, porque ni siquiera procesa la digestión
gástrica. No puede llamarse alimento transgénico, porque ni siquiera
transforma la flora intestinal.
Y no puede llamarse
alimento concentrado, porque ni siquiera concentra la constipación
emocional.
No podemos llamar Alimento a una serie de compuestos
químicos, que descalcifican los huesos, que deshidratan las venas, y
que disfrazan las moléculas del genocidio.
Pese a que se
comercializan como alimentos 100% saludables, realmente son
terribles inventos que no pasan de moda, y que se elaboran en los
laboratorios más clandestinos del planeta Tierra.
Por décadas se han
utilizado a las ratas, a los conejos y a los monos, como los mejores
aliados para que los científicos realicen sus pruebas de calidad, y
puedan determinar si la piel del animalito se sonrojará o se
enrojecerá, después de inyectar los venenosos polvos en la sangre
carnívora.
Pero ahora los
Seres Humanos se convirtieron en los mejores
conejillos de Indias, porque siempre compran, cocinan y
glorifican la basura incomestible de las transnacionales.
Ya no se necesitan los
exhaustivos controles sanitarios, para evaluar el posible suministro
de los venenos a la colectividad, porque los nuevos animales
afeitados y en dos patas son más fáciles de cazar, son más baratos
de obtener, y son más dóciles de convencer.
El descarado irrespeto a la vida y a la salud humana, demuestra el
éxito de la arquitectura socio-económica establecida por la
Sociedad Moderna, que se acostumbró a vivir en grandes jaulas
simétricas de cemento urbanizado, donde se degrada el poder de la
voluntad, se denigra el poder de la dignidad, y se destila el poder
de la sobriedad.
No es casualidad que la mortífera Cultura de la Muerte,
impuesta por las famosas transnacionales del sector alimenticio, se
fundamenta en cinco efectivas estrategias de ataque, para garantizar
el expendio de todos sus clásicos venenos.
-
En primer lugar,
las transnacionales compran el silencio de los entes
nacionales y extranjeros, que aunque deberían prohibir la
libre comercialización de su basura incomestible, se quedan
calladitos e impacientes por recibir más recompensas
monetarias.
La jugosa corrupción que soborna a la Organización
Mundial de la Salud (OMS), que trafica con los
gubernamentales Ministerios de Salud, y que financia a las
Asociaciones de Protección al Consumidor, permite que
se autorice la libre distribución de todo el portafolio
corporativo, sin sentir remordimiento por el daño a la salud
que provocarán en los individuos.
Nos duele reconocer que hasta
la todopoderosa Iglesia Católica,
que es una transnacional religiosa con gran
reputación en el planeta Tierra, y que tiene un alto
poder de convencimiento entre sus millones de feligreses,
pues tampoco denuncia que sus fanáticos se enferman con,
-
Pepsi-Cola
-
Coca-Cola
-
Cargill
-
Red-Bull
-
Maggi
-
McCormick
-
Marlboro
-
Lucky
Strike
-
Frito-Lay
-
Kraft
-
Budweiser,
...y demás marcas
dedicadas a corromper los siete potajes.
-
En segundo lugar,
las transnacionales despliegan una colosal guerra
publicitaria en
los medios de comunicación
social, que obliga a idolatrar el veneno empaquetado o
embotellado, para que los potenciales clientes no duden en
codiciar, en pagar y en comprar el producto ofertado.
La insaciable contaminación mental producida por el huracán
capitalista, se puede hallar en la televisión, en la radio,
en los periódicos, en las calles y
en la Web.
Hay un festival
proteínico de jingles, colores, mujeres, pistolas, sonrisas,
aplausos, burbujas, drogas y licores.
Es imposible
escapar de tanta tentación comercial, que se repite durante
las 24 horas del día, y que va bloqueando el discernir de
las inocentes víctimas.
-
En tercer lugar,
las transnacionales generan la adicción al consumo en todos
sus consumidores, porque no es suficiente comprar y probar
una sola vez la basura incomestible, ya que lo importante es
aumentar el nivel de las ventas y certificar el margen de la
ganancia.
En la mayoría de los contenidos publicitarios, se utiliza la
hipnosis audiovisual, la programación neurolingüística y los
mensajes subliminales, buscando que las personas se
confundan y asocien la basura con sensaciones de felicidad,
de euforia, de relajación y de paz.
Se exhiben
estereotipos de la vida mundana, que pretenden simbolizar la
fuerza, la belleza y la independencia, para crearte la
necesidad de ser lo que no eres.
-
En cuarto lugar,
las transnacionales generan la enfermedad en los
consumidores, porque
sus queridas empresas farmacéuticas
deben vender la explosión de pastillas, de cápsulas,
de antibióticos, de
tabletas masticables y de sedantes, que la genial medicina
moderna y sus doctores propagandísticos, necesitan
promocionar y vendernos al pie de la letra.
La gente nunca reconoce que sus enfermedades, son causadas
por los malos hábitos alimenticios. Siempre se atribuye la
desgracia a la tómbola, a la edad o a la cadena hereditaria.
Pero jamás se
culpa a la sabrosa basurita incomestible, por todos esos
dolorosos quebrantos que van de mal en peor.
-
En quinto lugar,
las transnacionales generan la cultura del descarte en sus
consumidores, porque cuando los enfermos finalmente
descubrieron la perversa verdad, ya se encontraban
sepultados e incapaces de revelar la lista negra de los
venenos, siendo necesario atraer y atrapar a nuevos rostros
juveniles, que reiniciarán el proceso homeostático y
apoyarán el progreso de la bestialidad humana.
Vimos que pasaron los años en blanco, y el semáforo sigue
iluminando la luz roja, gracias a la entrada de los
agrotóxicos, de las malformaciones genéticas, de las
semillas patentadas y de los saborizantes artificiales.
El rugiente marketing de Chester Cheetos es más desgarrador,
que alimentar a un millón de cerdos con la punta de un
iceberg, porque el condimento perfecto es la
industrialización de la Naturaleza, porque el ingrediente
secreto es el borreguismo de los consumidores, y porque la
última rebanada del salado pastel, va por cuenta de la casa.
El pobre coeficiente
intelectual de los compradores, no les permite leer y comprender la
explícita información nutricional, que se describe en toda la basura
incomestible adquirida a diario.
Ellos no pueden
metabolizar el grosor de la apetitosa torpeza, por lo que caen en el
pecado de la omisión, en el pecado de la negación, y en el salvaje
pecado de la gula.
Hoy en día, las transnacionales se burlan de los tontos
consumidores, afirmando que sus venenos son legales, ligeros,
artesanales, integrales y naturales...
También se están
empleando falsas iconografías ecológicas, en las etiquetas frontales
y dorsales de los productos, para que la gente piense que la
enfermedad es una fuente de respeto ambiental, y no se preocupen por
los altos niveles de colesterol, por la agitada presión arterial, y
por el implacable
osteosarcoma.
Pero lamentablemente, la basura incomestible no solo destruye el
cuerpo humano, sino también deteriora los ecosistemas del Medio
Ambiente, ya que el longevo consumismo se paga con las toneladas de
plástico, cartón, papel, vidrio y metales, que se desechan con
violencia en las principales calles de nuestros países
latinoamericanos, generando un foco de permanente contaminación que
acrecienta la desidia ambiental.
Nos preguntamos,
-
¿Qué tan cerca
estamos de desayunar con tostadas
de Roundup?
-
¿Qué tan cerca
estamos de almorzar con un litro de Castrol?
-
¿Qué tan cerca
estamos de cenar con una dosis de DDT?
-
¿Qué tan lejos
estamos de comernos el picantísimo Semáforo?
No hay duda que los
hombres y las mujeres comen alimentos saludables, para elevar las
vitaminas, las endorfinas y las alegrías.
Mientras que los
chatarreros y las chatarreras comen comida chatarra, para elevar las
grasas saturadas, las flatulencias y las úlceras estomacales.
La mesa está servida para
disfrutar de legumbres, hortalizas y frutas,
que nos ayudarán a desintoxicar el cuerpo y el alma, con todas sus
propiedades energéticas, antioxidantes y curativas, que permitirán
fortalecer el delicado sistema inmunológico, reducir los problemas
cardiovasculares, mejorar la circulación sanguínea, purificar el
tracto urinario, combatir los rayos ultravioletas, y multiplicar las
bendiciones del organismo.
Recordemos que cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la
Alimentación, para que las personas reflexionen sobre sus erráticos
hábitos alimenticios, y se vuelvan solidarios con los hermanos y
hermanas que sufren de hambre y sed, por la exagerada porción de
indiferencia que padecemos en el Mundo.
Usted no debe continuar siendo un parásito masoquista, que se dedica
a capitalizar el porvenir de las grandes transnacionales, a cambio
de malograr los riñones, el hígado, los pulmones, el páncreas, la
garganta, las neuronas y su agonizante cerebro.
Hoy más que nunca seamos jueces de lo que pensamos, seamos
coherentes en lo que decimos, y seamos conscientes de lo que
comemos...
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