En su libro examina nuestro pasado, nuestro presente y sobre
todo el futuro que nos espera...
Sí, porque se repite insistentemente que de aquí al año 2040 va
a haber un cambio trascendental en la especie humana, va a
aparecer
el transhumanismo. La
naturaleza humana va a quedar completamente transformada.
La aplicación de
tecnologías de ingeniería genética, los implantes neurológicos y
los sistemas de inteligencia artificial nos van a transformar
enormemente.
Algunos dicen que
vamos a conseguir la 'inmortalidad', los más pesimistas que
llegaremos a vivir 140-150 años.
Hace poco el
ex-presidente de Facebook,
Sean Parker, dijo literalmente
que sólo Dios sabe lo que estamos haciendo con
el cerebro humano.
Lo que he pretendido
en este libro es explicar que antes de decir adiós a la
"humanidad", debemos conocer cómo hemos llegado donde estamos,
cómo ha ido evolucionando la inteligencia humana, para saber lo
que debemos conservar.
Usted hace un llamamiento a la cautela y advierte de que puede
haber un aumento brutal de las desigualdades sociales...
Sí.
En esas tecnologías
para extender la vida y mejorar las funciones cerebrales ya está
trabajando el dueño de Tesla y muchos departamentos de
universidades americanas dedicados al Human Enhancement,
a la mejora de la especie.
Son todos
procedimientos muy caros y sólo los que tengan mucho dinero
podrán beneficiarse de ellos, quienes tengan dinero podrán vivir
más y acceder a un nivel de inteligencia muy superior, entrando
así en un bucle que se alimenta a sí mismo.
Los cimientos de esa posible enorme desigualdad futura, ¿se
estarían poniendo hoy?
Con toda seguridad...
En el futuro se
lograrán cosas extraordinarias en el ámbito por ejemplo de la
salud o de la comodidad. Ya hoy todos vivimos mejor gracias a la
tecnología. Lo que pasa es que es tan poderosa que tenemos
que aprender a manejarla.
El peligro es una
sociedad híper-tecnificada que desdeñe el mundo de las
emociones, de los valores, de la dignidad humana...
Esos no son conceptos
científicos y la ciencia con frecuencia los desdeña. Pero no
sólo somos animales listos y tecnológicos, somos animales
dotados de dignidad.
Y eso a muchos les
empieza a sonar rarísimo, les parece una cosa fantástica porque
lo han olvidado...
Y lo han olvidado
porque nos dicen que todo lo va a solucionar la tecnología y
porque las humanidades cada vez están más arrinconadas.
¿Habría entonces que conectar la ciencia con las humanidades?
Sí.
Ahora mismo son dos
vías que van separadas y que hablan lenguajes muy diferentes.
Necesitamos conectores, gente que domine los dos lenguajes.
Estamos ante una
transformación acelerada y no hay una voz autorizada que hable
de ética.
¿De cuánto tiempo disponemos?
No mucho, no más de cinco años. Por eso habría que
hacer un gran rearme de la inteligencia crítica. Pero no se está
haciendo.
Acaba por ejemplo de
publicarse en España un libro que se titula
La Transformación de la Mente Moderna
escrito por Jonathan Haidt, de la Universidad de Nueva York, y
Greg Lukianoff, presidente de la Foundation for Individual
Rights in Education (FIRE),
que denuncian como la universidad americana está excluyendo todo
tipo de debates sobre temas que no sean científicos o
tecnológicos para no 'inquietar' a los alumnos.
Sin ese rearme ético, ¿no podremos competir con los ordenadores?
No. Dentro de muy poco tiempo la invasión de los
sistemas de inteligencia artificial
va a ser muy potente.
Van a manejar
información muchísimo más rápido de lo que podemos manejar
nosotros:
los humanos no
podemos leer más de 600 palabras por minuto si leemos
rápido, los ordenadores leen 600 millones de páginas por
segundo.
El programa
AlphaZero, diseñado para
aprender a jugar al ajedrez, adquiere partiendo de cero el nivel
de un maestro en cuatro horas. No podemos competir en
información con la inteligencia artificial.
El asunto es quién va
a tomar las decisiones:
¿nosotros o los
ordenadores?
En las últimas
elecciones americanas a la presidencia hubo un candidato del que
apenas se habló porque era muy testimonial, pero era
sintomático:
Watson, un sistema de
inteligencia artificial, un ordenador diseñado para
gobernar.
Y
con la capacidad de aprender que tienen los actuales sistemas
informáticos, ¿no sería mejor gobernante quizás que una persona?
A lo mejor sí.
Estamos en un momento
muy crítico. Ha habido tres giros radicales en la historia y
ahora estamos en la antesala del cuarto, y no sabemos bien cómo
va a ser.
Yo personalmente
estoy preocupado.
Pienso por ejemplo en
mis alumnos.
¿Qué pasará
cuando se generalice la realidad virtual y te permita vivir
en un mundo feliz pero irreal?
Estamos en un momento
muy crítico. El futuro puede ser fantástico, pero también nos
podemos equivocar. Y por eso tenemos que reflexionar.
Y si
saliera mal, ¿qué podría suceder?
Pues que los seres humanos podríamos convertirnos en un grupo
residual, poco importante.
¿Y por qué no reflexionamos sobre los cambios que pueden traer
las nuevas tecnológicos?
Por dos razones.
Primero, porque
la tecnología avanza realmente muy deprisa.
Y, en segundo
lugar, porque los que tendríamos que reflexionar no
entendemos bien la tecnología.
Usted lleva toda la vida estudiando la inteligencia, ¿cree
realmente que seremos capaces de no dejar de lado los valores
éticos?
Yo creo que sí, pero porque cuando observas toda la historia te
das cuenta de que la humanidad ha ido progresando.
Lo malo es que se ha
progresado a bandazos. Hasta ahora siempre que hemos llegado a
un punto peligroso hemos cambiado la vela y hemos vuelto al
rumbo.
Pero no tenemos la
seguridad de que vayamos a seguir haciéndolo. Además cualquier
sociedad está expuesta a un colapso ético y social.
Alemania en los años
30 era la nación tecnológicamente más avanzada y refinada, con
los mejores compositores, los mejores filósofos. Y ese mismo
país cometió brutalidades que nos resultan inconcebibles.
¿Los gobiernos deberían involucrarse más en la planificación del
futuro? En España no es un tema del que hablen los políticos...
Los gobiernos
deberían tener muchísima implicación.
Pero por un lado se
encuentran desbordados y por otro, superados por fuerzas que no
son gubernamentales. Las empresas privadas son las que manejan
la tecnología, en ese sentido van muy por delante de los
gobiernos.
Google, por ejemplo, quiere ser
el tercer hemisferio cerebral de todos los humanos. Y debemos
tomarnos muy en serio este propósito.