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por Julio García G.
10 Octubre 2021
del Sitio Web
AristeguiNoticias
Información enviada por
CFGO

Imagen: Shutterstock
Un grupo de científicos
del Imperial College de Londres,
publicó un
importante trabajo de investigación
que afirma que nuestro planeta
está cubierto por ondas
que surgen de la interacción entre el Sol y
la Tierra,
las cuales contribuyen a que
se
formen auroras boreales.
Al igual que todas las estrellas existentes en el universo, el Sol
emite ingentes cantidades de radiación que llegan a la Tierra en
forma de ondas electromagnéticas.
Dichas ondas, que son
producidas en la corona solar - la atmósfera superior del Sol - bombardean constantemente nuestro planeta y pueden producir
interrupciones en las comunicaciones satelitales y terrestres,
además de afectar los tendidos de luz eléctrica.
Afortunadamente, la Tierra posee a su alrededor un campo magnético,
llamado
magnetósfera, que desvía gran parte del
viento solar y
funciona como una especie de escudo protector.
Este se encuentra a unos
quinientos kilómetros de altura y fue descubierto por el
satélite
Explorer 1, el cual está considerado como el primer satélite
artificial puesto en órbita por Estados Unidos, en 1958.
¿Pero cómo es
que se formó la magnetósfera?
Resulta que, debido a que el núcleo de nuestro planeta está
compuesto por metal líquido (básicamente de hierro y níquel), la
Tierra misma se convirtió en un enorme campo magnético con polos
positivo y negativo.
Y el campo magnético es
precisamente una especie de halo o capa de fuerza que se forma
alrededor del planeta como resultado de la existencia de
los polos
magnéticos.
La vida depende de la
magnetósfera porque, sin ella, la radiación proveniente del Sol
aniquilaría a gran parte de las especies animales y vegetales.
Ahora bien:
conforme el viento solar sopla hacia la Tierra y choca
con la magnetósfera, los científicos descubrieron que de esta
colisión surgen ondas de energía muy poderosas.
Y acaban de
descubrir también que, aunque muchas de estas ondas se mueven, otras
permanecen quietas.
Quien se ha dedicado a estudiar desde hace muchos años la relación
entre la magnetósfera y el impacto que el viento solar tiene en
ésta, es el físico espacial
Martin Archer del Imperial College de Londres.
Recientemente, él y sus
colegas descubrieron que la barrera de la magnetósfera, llamada
magnetopausa, se comporta como si fuese la membrana de un tambor.

Auroras boreales.
Islas
Lofoten, Noruega.
Imagen:
Shutterstock.
Así, cuando la magnetopausa es golpeada por el viento solar se
producen
ondas magnetosónicas, las cuales se propagan a lo largo de
la magnetopausa hacia los polos.
Posteriormente, dichas
ondas regresan a la fuente que las originó.
Este hallazgo, que resulta fundamental para comprender la compleja
relación entre el Sol y la Tierra, se logró gracias a la nave
espacial
THEMIS de la NASA la cual, desde 2007, circunda nuestro
planeta para determinar el origen de los procesos físicos que dan
lugar a las
auroras boreales:
esas preciosas luces de color verdoso
que pueden ser apreciadas en latitudes altas, concretamente en zonas
polares y en países como Islandia, Noruega, Dinamarca, entre otros.
Pero también la THEMIS ha servido para conocer otro asunto de gran
relevancia:
que las ondas magnetosónicas se propagan a lo largo de
la magnetopausa hacia los polos...
Y, además, bajo un
comportamiento bastante extraño, pueden viajar en contra de la
dirección del viento solar.
La pregunta que ahora se hacen los científicos es:
¿qué sucede
cuando las ondas magnetosónicas se encuentran con el viento solar,
que es opuesto a ellas?
De acuerdo con el modelo propuesto por
Archer y su equipo, las dos fuerzas llegan a un punto muerto porque
el empuje del viento solar contrarresta el empuje que ejercen las
ondas magnetosónicas provenientes de la Tierra, de tal suerte que
pareciera que no sucede 'nada' cuando se encuentran.
La analogía para explicar este fenómeno podría ser algo parecido a
cuando caminamos en sentido contrario al movimiento de una escalera
eléctrica.
Si seguimos caminando
interminablemente hacia arriba, llegará un momento en que nos
detendremos y no terminaremos de subir nunca debido a que el
movimiento de la escalera es opuesto al nuestro (hacia abajo).
Por lo tanto, las fuerzas
(de subida y de bajada) se cancelarán hasta que nos demos por
vencidos y nos detengamos.
Si nos paramos, evidentemente la fuerza
de bajada ejercida por la escalera nos vencerá y nos llevará
nuevamente hacia abajo, al punto del cual partimos.

Interacción entre el viento solar
y las
ondas magnetosónicas de la Tierra.
Se
aprecia el fenómeno de las ondas estacionarias.
Imagen:
Imperial College London.
Y más o menos sucede algo parecido con el choque entre el viento
solar y las ondas magnetosónicas terrestres, donde las fuerzas se
cancelan porque van en sentido opuesto.
En este caso, se generan
ondas estacionarias...
Archer y su equipo también se percataron de que estas ondas
estacionarias permanecen más tiempo en la magnetósfera, por lo que
podrían tener un efecto en la aceleración de electrones.
Estos últimos son
responsables de que se produzcan las auroras boreales porque ellos y
otras partículas son acelerados por el campo magnético de nuestro
planeta a velocidades extremadamente altas.
Lo que no queda muy claro aún, y seguramente requerirá de
investigaciones más profundas, es el hecho de comprender,
cómo afecta
a la vida en la Tierra la relación entre el viento solar y las ondas magnetosónicas y si, en algún momento del futuro, este equilibrio de
fuerzas se podría romper.
Si se rompiese el
equilibrio,
¿Resultaría
catastrófico para nuestro planeta?
¿Hubo algún momento
en el pasado en que se rompió?
Esto por el momento nadie
lo sabe, ni los propios científicos.
Por otra parte, uno más de los logros de Archer fue haberles puesto
sonido a las ondas estacionarias producto de la interacción del
viento solar y las ondas magnetosónicas a través de simulaciones por
computadora, ya que el satélite THEMIS solamente puede medir la
longitud de las ondas pero es incapaz de generar algo más.
En el video abajo, de tan solo treinta y siete segundos de duración,
se puede observar y escuchar la interacción entre el viento solar y
las ondas magnetosónicas terrestres:
Referencia
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