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ElConfidencial contra el campo magnético terrestre.
(NASA) para el documental 'Control Z - La Gran Tormenta', explican sus efectos y la cadena de desastres producto de la caída de la red eléctrica...
Muchos artículos han hablado sobre el tema, demoledores informes de instituciones como la Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU. y el Pentágono, así como estudios científicos y hasta películas y series de televisión de serie B que han especulado sobre,
Sin embargo, el primer episodio (video arriba) del documental de nuestra nueva serie Control Z - La Gran Tormenta, sobre estas líneas, va más allá y une todos los hilos para formar un tapiz de las consecuencias interconectadas en una imagen general sin precedentes.
Sobrecogedora y desoladora, pero con un mensaje optimista:
Crónica de una tormenta anunciada
Los efectos de los eventos solares extremos están documentados.
La Dra. Holly Gilbert - que fue directora de la división de ciencia heliofísica del centro de investigación NASA Goddard y ahora encabeza el High Altitude Observatory del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de los Estados Unidos - nos explicó que hay tres niveles de impacto.
El primero es la erupción de una radiación de alta energía - rayos X y de ultravioleta extremo - que puede afectar a nuestra ionosfera en ocho minutos porque viaja a la velocidad de la luz.
Las partículas también causan corrientes porque son partículas cargadas y, finalmente, las eyecciones de masa coronal, con decenas de miles de millones de toneladas de plasma y el campo magnético del Sol.
Los seres humanos vivimos en la ignorancia del grave peligro que el Sol, nuestra fuente de vida, representa para la civilización humana en cualquier momento. (Control Z)
Según nos contó por video-conferencia la Dra. Sangeetha Abdu Jyothi, profesora adjunta de Computación en la Universidad de California, Irvine,
...esta combinación de efectos no solo derribaría la red Internet, sino que nos devolvería al medioevo.
De hecho,
Un bucle solar levantándose cientos de miles de kilómetros sobre el Sol.
Hoy, todas las infraestructuras críticas de la sociedad, desde la sanidad y la banca a la distribución de agua potable o la logística... la lista es interminable.
Cualquier industria en la que puedas pensar, afirma, depende de la electricidad y la red Internet.
John Kappenman, un ingeniero estadounidense con décadas de experiencia en la industria eléctrica norteamericana, sí lo imagina.
Lleva toda la vida estudiando estos fenómenos y su impacto en las redes de alta y media tensión:
La onda de choque de una eyección coronal masiva del Sol deformando el campo magnético terrestre.
En la actualidad, los científicos piensan que cada pocos cientos de años vamos a tener un evento de nivel Carrington.
El último fue en julio de 2012, pero afortunadamente ocurrió hacia el lado opuesto a la Tierra.
El evento Miyake será aún peor
Si el impacto global de un evento Carrington sería devastador de por sí, existe otro tipo de tormenta aún más poderosa:
El Dr. Ethan Siegel - astrofísico teórico, investigador y divulgador, autor del famoso pódcast Starts with a Bang - ha seguido de cerca la situación de la red eléctrica mundial y el peligro que el tiempo solar extremo representa para la supervivencia de la civilización.
Según Siegel, el evento de 1859 no es nada comparado con un evento Miyake.
La energía desatada al romperse la cola crearía una corriente eléctrica que reventaría la mayoría de los transformadores de todo el planeta.
Hace más de un milenio, cuenta, en el año 774 o 775, hubo un gran aumento en el carbono 14 en la atmósfera de la Tierra que se codificó en anillos de árboles en todo el mundo.
Durante una tormenta solar, la erupción acelera los protones presentes en el viento solar de la heliosfera - el área de influencia del Sol, donde se encuentran la Tierra y el resto de planetas - a la velocidad de la luz.
Estos protones se convierten así en partículas de alta energía que también son un peligro para los seres humanos y la civilización.
El campo electromagnético también inutilizaría todos los sistemas de alerta sobre el horizonte, según el Pentágono, inutilizando los sistemas de defensa temprana y mermando la capacidad militar de todo el mundo.
El Dr. Raimund Muscheler - profesor de Ciencias del Cuaternario y especialista en paleo-clima de la Universidad de Lund - fue el descubridor de los núcleos de hielo a los que hace referencia Siegel.
En una entrevista por videoconferencia, nos cuenta que estos protones son tan peligrosos para la infraestructura electrónica como el plasma solar lo es para la infraestructura eléctrica:
Abdu Jyothi dice que estos protones afectarían también gravemente a todos los dispositivos electrónicos en la Tierra, causando daños irreparables en ficheros de datos y causando errores en chips cuando el incremento de partículas de alta energía llegara a la superficie terrestre.
Cientos de miles de personas morirían en apenas unas horas ante la falta de electricidad después de agotar el combustible de los generadores de emergencia.
Abdu Jyothi dice que los datos que se almacenan en nuestros centros de datos - como tu información bancaria, registros de salud, casi todos los datos que tenemos hoy en día - podrían corromperse.
Una escala imposible de comprender
Pero la pérdida de datos no tendría importancia con lo que vendría inmediatamente después.
El informe de la Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU. también es claro.
Todas las industrias dependen de la electricidad, desde la logística hasta la distribución de agua potable.
Solo en la Costa Este de los Estados Unidos, el estudio fija una estimación de uno a dos billones de dólares anuales en coste social y económico, con tiempos de recuperación de 4 a 10 años.
A nivel global, la extrapolación de cifras llegaría al rango de trillones.
La recuperación es una misión imposible
A nivel planetario, que es como se espera que suceda, todo esto sería muchísimo más grave.
A nivel humano, el índice de mortalidad se dispararía globalmente por la falta de hospitales modernos y el colapso de la industria farmacéutica.
En los primeros días, todas las personas cuya supervivencia dependiera de respiración asistida o cualquier otro sistema eléctrico morirían sin remedio.
Solo durante los primeros meses, cientos de millones de urbanitas morirían por infecciones y hambrunas regionales debido a la falta de distribución de medicinas, alimentos y agua potable causada por el colapso en cascada de absolutamente todo gracias a la destrucción de la red eléctrica.
Pasarán décadas antes de poder llegar a fabricar y reemplazar todos los transformadores dañados en todo el globo. El tiempo de fabricación y entrega de uno de alta tensión en tiempos normales es de dos años.
La recuperación a escala global tardaría mucho más de una década, cuenta Kappenman.
Sustituir todos los transformadores afectados - de alta, media y baja tensión - sería misión imposible.
Muchos de los lugares de fabricación de transformadores también están dispersos por todo el mundo, asegura, y eso incluye China, una de las grandes productoras a nivel global.
La respuesta es obvia...
El campo estaría relativamente a salvo en las primeras semanas, pero la migración masiva de ciudadanos huyendo de las urbes será un enorme problema.
Para hacerse una idea de lo grave que es esto, hay que comprender lo que se tarda en fabricar un transformador de alta tensión hoy en día, cuando no hay ningún problema en el mundo ni un apocalipsis industrial y social provocado por la falta total de electricidad:
Y sin la red eléctrica en funcionamiento,
Los tiempos de recuperación serían mucho más largos,
Un par de años después de la erupción, muchas estructuras estatales habrían desaparecido por el colapso de los recursos, los grandes desastres en todas las industrias y la fragmentación inevitable de la sociedad.
La solución es cuestión de planificación y poco dinero
Siegel afirma que la solución es sencillamente cuestión de dinero.
Ahora mismo, estamos a merced de nuestra propia estrella, pero la industria ignora este peligro por un sencillo motivo:
En vez de invertir en la protección de sus redes ante un evento que pasará tarde o temprano, lo ignoran y trabajan para que los legisladores lo ignoren.
Siegel se refiere a los estatutos que atan a los directivos al beneficio de sus empresas.
Se necesita una nueva organización de la red eléctrica que la haga más resistente, con generación más local y sistemas redundantes.
Kappenman apunta que el regulador federal de la energía de los Estados Unidos ha comenzado a definir los estándares para evitar que un evento Carrington tenga estos efectos devastadores.
Pero las compañías eléctricas se resisten.
El problema, asegura, es que ninguna empresa quiere gastar dinero en medidas de prevención.
Esto es algo que ya se ha podido comprobar durante varios desastres naturales en que las redes eléctricas norteamericanas se han demostrado extremadamente frágiles en estados como Texas o California.
Lo malo es que su visión no solo se aplica a Estados Unidos.
Lo bueno es que hay soluciones técnicas:
Un plan de tres puntos
Siegel afirma que una de ellas es organizar la infraestructura eléctrica para que sea más resiliente, creando redes locales y regionales que puedan actuar de forma independiente cuando sea necesario, con fuentes energéticas más pequeñas y sistemas de almacenamiento debidamente protegidos.
Kappenman afirma que la protección de los transformadores es fundamental, pero que la solución técnica es sencilla:
Estos dispositivos son de voltaje relativamente bajo,
Estos son dispositivos que fueron inventados y probados a principios de la década de los noventa.
Kappenman trabajó en estos condensadores, que no están patentados:
El coste, dice, sería similar en Europa o en otros lugares del mundo.
De nuevo, solo el coste en la Costa Este americana sería de uno a dos billones de dólares anuales durante un periodo de hasta una década.
Necesitamos muchas más sondas de monitorización para poder desarrollar un sistema de alerta temprana, algo que podría tomarnos dos décadas.
Por último, Gilbert afirma que la tercera pata de defensa contra estos eventos sería un sistema de alerta temprana efectivo, con modelos de inteligencia artificial que puedan predecir cada paso del Sol con bastante antelación.
Pero, para ello, dice, necesitamos más datos y cubrir el Sol desde todos los ángulos posibles con múltiples satélites, muchos más de los que tenemos ahora.
Y con redundancia...:
La única manera de prevenir esta catástrofe inevitable es que el mundo acuerde tomar las medidas adecuadas.
Al final, como concluye Siegel, está claro que la solución está en todos nosotros:
El coste de todo esto es ridículo comparado con los efectos que podréis ver en el documental.
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