por Jorge Alvarez del Sitio Web LaBrujulaVerde
recibir una mascarilla en San Francisco durante la pandemia e gripe española de 1918 Imagen: Henry Dobbin
California State Library
Lo cierto es que ese tipo de reacción estentórea es típica de ciertos sectores del país norteamericano y, de hecho, no es la primera vez que ocurre en el contexto de una pandemia:
La gripe española fue una enfermedad provocada por el A H1N1 humana, un Alphainfluenzavirus de la familia Orthomyxoviridae que tenía la característica de poder afectar con gravedad no sólo a niños y ancianos sino también a jóvenes y adultos saludables (y a animales domésticos).
Algo que se agravó por la coyuntura que vivía el mundo en ese momento:
Imagen: Cybercobra
Wikimedia Commons
Sin embargo, el virus experimentó ese verano una fatídica mutación que le dio su forma más mortal, manifestándose en Brest (Francia), el principal puerto de desembarco de las tropas estadounidenses enviadas a Europa.
Paradójicamente, esa neutralidad hizo que hubiera libertad de prensa sobre el tema, frente a la censura de los beligerantes, y las noticias publicadas al respecto llevaron a dar la impresión de que se trataba del único país afectado, origen del contagio a los demás.
Consecuentemente, a raíz de un titular de The Times se generalizó el erróneo nombre de 'gripe española', con el que ha pasado a la historia.
Aún así, tuvo 200.000 muertos y siguió la misma periodización que los demás, con tres oleadas, dos en 1918 - las más graves - y otra en 1919, más un pequeño repunte en 1920, este último con incidencia menos significativa por el desarrollo de inmunidad grupal.
Imagen: Gerardo Chowell, Anton Erkoreka, Cécile Viboud y Beatriz Echeverri-Dávila Wikimedia Commons
De hecho, se registraron de 40 a 50 millones de fallecimientos, con una tasa de mortalidad calculada - según fuentes - entre el 10% y el 20% de la población infectada, siendo la de contagio cercana al 50% de la población mundial.
El país al que se supone mayor mortalidad - unos 30 millones, aunque no hay datos fiables - fue China, que algunos investigadores sitúan como 'posible' origen del contagio.
No obstante a falta de pruebas concluyentes al respecto, es EE.UU. donde hoy se pone el foco principal y donde más fallecidos hubo del mundo occidental, entre medio millón y 675.000 personas, con un 28% de la población contagiado.
Esas elevadas estadísticas se debían a,
enfermos de gripe española, ingresados en el hospital de Camp Fuston Imagen: dominio público
Wikimedia Commons
El gobierno
estadounidense valoró en un primer momento interrumpir el envío de
tropas a Europa pero al final se impuso el criterio militar y no se
cambió nada, de manera que un total de millón y medio de efectivos
hicieron la travesía atlántica, muchos de ellos enfermos y, a
menudo, muriendo durante el viaje.
La epidemia se detectó en la ciudad californiana al empezar el otoño de 1918, documentándose el primer caso en los últimos días de septiembre.
Dos semanas más tarde los enfermos ya sumaban dos millares, lo que llevó a la Junta de Salud a tomar cartas en el asunto adoptando las primeras medidas de prevención:
de concienciación sobre la gripe española
Imagen:
U.S. Public Health Service
El 25 de ese mismo mes,
se extendió esa orden a todos los ciudadanos que salieran de sus
casas o se juntasen en grupos de dos o más individuos; únicamente se
concedía quitarlas en las comidas.
Y cundió el ejemplo cuando el delegado de salud, dos jueces y un almirante pagaron una sanción por ser sorprendidos sin mascarilla; hasta el alcalde, James Rooth, fue cazado acudiendo a un combate de boxeo sin ella y tuvo que apoquinar.
Claro que también hubo algún funcionario que trató de hacer entrar en razón a desobedientes… ¡a tiros!
con mascarilla durante la pandemia Imagen: dominio público
Wikimedia Commons
En la segunda mitad de noviembre remitió el número de contagios y terminó la guerra, por lo que, para regocijo general, se retiró la obligación de llevar cubiertas las vías respiratorias.
Sin embargo, durante los
dos meses siguientes volvió a dispararse la cantidad de afectados y
al comenzar el nuevo año hubo que dar marcha atrás, estableciendo de
nuevo su uso el 17 de enero de 1919.
Fue entonces cuando se fundó la Anti-Mask League of San Francisco, que bajo la presidencia de la señora E.C. Harrington celebró su reunión seminal sólo una semana después, el día 25, en la antigua pista de patinaje Dreamland.
Pese a representar un 1% de los habitantes, no se trataba de un grupo minoritario de excéntricos.
Al evento asistieron nada menos que 5.000 personas, contándose entre ellos no sólo los típicos defensores a ultranza de los derechos civiles que suele haber en EE.UU. sino también varios médicos e incluso directivos del sistema de salud pública.
la Anti-Mask League of San Francisco para el 25 de enero de 1919
Imagen:
San Francisco Chronicle
Pero el comisionado de
ésta, el Dr. William C Hassler - al que alguien envió una
bomba que, por suerte, no produjo víctimas - se mantuvo firme, pues
no sólo contaba con el apoyo del alcalde - cuya esposa estaba
enferma - sino también con el de empresarios y sindicatos.
Entretanto, la polémica continuaba y mientras unos miembros de la liga se preparaban para realizar una recogida de firmas contra las mascarillas, otros presentaron una instancia oficial para que se revocase la medida.
La prensa nacional e internacional se hizo eco de la controversia, aunque iba a ser algo efímero.
veta el acceso a un pasajero por no llevar mascarilla
Imagen:
National Archives
Como decíamos antes, aquella tercera oleada de 1919 resultó menos virulenta que las dos predecesoras al haberse generado defensas en los organismos - quizá también al mutar el virus a una forma más liviana - así que, fuera por la remisión de la enfermedad o por la presión de la Liga, el caso es que en febrero se levantó el requisito de usar mascarilla.
Irónicamente, la liga tenía razón:
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