por Enrique Ortega Gironés, José
Antonio Sáenz de Santa María Benedet y Stefan Uhlig del Sitio Web Entrevisttas
El registro fósil a lo largo de la dilatadísima historia del Planeta nos enseña que la vida surgió de las aguas de los primeros océanos hace unos 3.800 millones de años.
Por eso, cuando se busca vida en el espacio exterior, se buscan planetas con similitudes a nuestra Tierra, donde se detecte (como primera condición) la posibilidad de que exista agua.
Pero,
Pues simplemente porque las características físico-químicas de su molécula son tan especiales y extraordinarias que, ella sola, reúne múltiples propiedades esenciales e indispensables, en cualquiera de sus tres estados.
Porque, además, el agua aparece en nuestro Planeta de forma natural en estado sólido (nieve y hielo), líquido (mares y aguas continentales) y gaseoso (vapor de agua en la atmósfera).
Algunas de estas propiedades son muy bien conocidas por todos, ya que los mares ocupan casi el 71% de la superficie de nuestro planeta, constituyendo el hábitat para infinidad de especies.
También, al evaporarse, forma las nubes, portadoras de las lluvias que alimentan ríos y lagos, facilitando la vida animal y vegetal en las tierras emergidas.
Y, además, el vapor de agua en la atmósfera (ya sea de forma difusa o concentrado en forma de nubes), constituye la principal barrera para que el calor que nos llega del Sol, después de reflejarse en la superficie terrestre, no escape totalmente hacia el espacio exterior, gracias al injustamente denostado efecto invernadero.
Sin esta capacidad protectora, nuestro querido Planeta sería tan frío como la Luna, y nuestro cielo sería funestamente negro en lugar de ser azul (Figura 1).
La Tierra vista desde la Luna. Obsérvese el azul de nuestra protectora atmósfera llena de vapor de agua comparado con el negro del espacio en la Luna,
donde no existe
ninguna atmosfera.
Como nos decían en los años 60 del pasado siglo
nuestros profesores de aquel exigente
Bachillerato, el agua es el
disolvente universal (aunque no sea rigurosamente cierto), ya que es
capaz de disolver un gran número de sustancias.
Normalmente,
Como todos sabemos y hemos experimentado en nuestras cocinas, el azúcar o la sal, se disuelven con mucha más facilidad en líquidos calientes como el agua o la leche.
Sin embargo, en el caso del CO2, su comportamiento es opuesto y cuanto más fría está el agua, mayor es su capacidad de disolución.
Así, por ejemplo,
Es decir,
Este simple mecanismo, a lo largo de millones de años de la historia geológica y dado el inmenso volumen de agua existente en los océanos de la Tierra, ha contribuido a,
Otra importante característica del agua con importantes consecuencias climáticas es su inercia térmica, muy diferente a la de las tierras emergidas.
Como es bien sabido, la tierra firme se enfría y se calienta con más rapidez que el agua del mar, que siempre se mantiene relativamente más caliente que la tierra firme en invierno y más fresca en verano, ejerciendo un papel regulador térmico muy importante.
Por eso el clima oceánico o mediterráneo es siempre más templado y suave que los extremos climas continentales característicos de las áreas alejadas del mar.
Y también por eso mismo, las poblaciones humanas siempre han tenido preferencia por asentarse en las zonas costeras.
Aspecto típico de la
costa mediterránea
Cuando el agua se va enfriando y llega a una temperatura de 4ºC es cuando alcanza su máxima densidad. En cambio, cuando llega al punto de congelación, aumenta su volumen y disminuye su densidad.
Este comportamiento tan diferente para una mínima
diferencia de temperatura de tan sólo cuatro grados centígrados,
tiene consecuencias fundamentales para la vida del Planeta.
Y el aumento de volumen asociado a la congelación hace que el hielo flote, generando así un ecosistema válido para animales terrestres, tanto en las zonas árticas (donde no existen tierras emergidas), como en los hielos flotantes de la Antártida.
Por otra parte,
Una de las distorsiones habituales se refiere a la caída de grandes bloques de hielo y la consiguiente formación de icebergs cuando las lenguas glaciares llegan al mar o a lagos del interior.
En efecto, en los medios de comunicación se usa con frecuencia este argumento, acompañado de imágenes espectaculares, para demostrar el "grave peligro" asociado al calentamiento global ocasionado por las actividades humanas (Figura 4).
Caída de un enorme bloque de hielo
en el glaciar
de Perito Moreno (Argentina)
Estas enormes masas de hielo, que llegan a tener dimensiones de muchos kilómetros cuadrados, una vez desprendidas, vagan por el mar a merced de las corrientes, constituyendo un grave peligro para la navegación, como ocurrió por ejemplo en 2017 con la Plataforma Larsen C, un iceberg de 1 billón de toneladas y más de 5.800 kilómetros cuadrados (aproximadamente del tamaño de la provincia de La Rioja, ver Figura 5).
Imagen obtenida por el satélite Sentinel 1B, donde se aprecia a la derecha la enorme fisura que ha dado lugar al desprendimiento de la plataforma Larsen C (National Geographic, julio 2017).
Después de varios años semi-encallado en el fondo marino y atrapado en una trayectoria circular, se encuentra de nuevo a la deriva por el océano Antártico, de acuerdo con la información difundida por el British Antarctic Survey (BAS).
Trayectoria seguida por el iceberg A23a desde su desprendimiento.
A pesar de la aparente rigidez del hielo, su comportamiento cuando se acumula en grandes masas, es plástico.
Y, como es bien conocido desde hace siglos, fluye lentamente ladera abajo, a favor de la pendiente, con velocidades que pueden alcanzar varios cientos de metros por año.
Los glaciares de montaña, al descender a cotas bajas y más calientes, se funden como consecuencia del aumento de temperatura asociado al descenso de altitud, dando lugar a ríos caudalosos.
Por lo que se refiere a los glaciares situados en el litoral, cuando sus lenguas llegan a la costa y el hielo empieza a flotar, éste se fragmenta como consecuencia del empuje de la masa de hielo que le sigue, y también por perder cohesión con la masa circundante.
Por lo tanto,
Igualmente erróneas son muchas de las informaciones que nos llegan sobre,
De este último, con una extensión similar a la del Reino Unido y conocido también por la prensa sensacionalista como el "Glaciar del Juicio Final" (sic...), se ha dicho que su colapso puede provocar un aumento de más de 60 centímetros del nivel del mar, con el consiguiente peligro de inundación para muchas zonas costeras.
Vista aérea del glaciar Thwaites
En realidad, deberíamos decir que se pronostica de nuevo y una vez más, porque esta misma "profecía" se ha realizado ya varias veces durante las últimas décadas para fechas que ya han sido superadas sin que nada haya ocurrido.
A este respecto, se recomienda la lectura del comunicado emitido por la Asociación de Realistas del Clima sobre este tema y también un artículo anterior publicado en Entrevisttas.com.
Porque en realidad, las masas de hielo oceánicas no están disminuyendo a la velocidad con que nos quieren asustar, sino que incluso permanecen estables o incluso están aumentando en algunas áreas.
En efecto, como se muestra en la Figura 8, hace años que la extensión de hielo ártico existente al final del verano se mantiene estable.
Debe recordarse, que se considera que el Ártico quedaría libre de hielo cuando sólo pudiera observarse una extensión de un millón de kilómetros cuadrados (ver Figura 8), es decir, aproximadamente una cuarta parte de la superficie que se está registrando cada mes de septiembre en la actualidad.
Evolución de la extensión
de la banquisa de
hielo marino del Ártico de los Estados Unidos.
En la Figura 8 se puede apreciar la evolución de dicha extensión desde el año 2007, sin que se aprecie ninguna tendencia negativa.
Extensión de la banquisa de hielo marino del Ártico a lo largo de cada año desde 1980 hasta el 2024 (línea negra), que ha sido un año normal. Fuente: EUMETSAT.
Se puede apreciar como existe una tendencia general a la disminución desde los años 80, que es lógicamente coherente con el calentamiento asociado al ciclo interglaciar que está experimentando el Planeta, alcanzando la mínima extensión (como se aprecia también en la Figura 8) en 2012, con 3,9 millones de kilómetros cuadrados.
Sin embargo, la línea negra en la Figura 9, correspondiente a 2024, muestra que desde entonces la superficie ha aumentado hasta casi 5 millones de kilómetros cuadrados,
Esta tendencia es coherente con las
investigaciones de Ryan Fogt, publicadas en Nature Climate
en 2022, afirmando que la extensión de hielo antártico tiene una
tendencia positiva y está aumentando desde que en 1979 se iniciaron
las mediciones por satélite.
La falta de correlación entre la superficie de hielo ártico ante los cambios de temperatura y de CO2 atmosférico, deberían obligarnos a cuestionar y replantear nuestro conocimiento sobre las causas que motivan sus cambios de extensión.
Durante los últimos años se han publicado numerosos artículos científicos que relacionan dichos cambios con la variabilidad de factores naturales, como la actividad solar y las corrientes oceánicas que alcanzan el Ártico.
Sin embargo, a pesar de estas evidencias,
Pero no ocurre exactamente lo mismo con el hielo continental, que está retrocediendo de forma prácticamente generalizada, aunque como excepción, también se ha detectado que existen glaciares continentales que están creciendo en las últimas décadas, al menos de forma temporal.
Tampoco debe olvidarse que,
Es evidente que la fusión de estos hielos está alimentando la elevación del nivel del mar, y en la Figura 10, la gráfica inferior derecha muestra (expresada en milímetros) la variación experimentada por el nivel del mar desde principios del siglo XX.
En conjunto, en los 120 años transcurridos desde entonces, el nivel del mar ha subido 200 mm (1,66 mm/año).
Es decir, a un ritmo mucho menor con el que nos suelen desinformar y que no es en absoluto preocupante, ya que en realidad nos indica,
Evolución comparada de la temperatura y del niveldel mar desde principios del Siglo XX
Los valores promedio registrados en este último periodo son del orden de 2-3 mm/año, también muy inferiores a los que se estaban registrando hace algunos milenios.
Debe tenerse en cuenta que, como demuestran los datos geológicos,
Por otra parte, en esa misma gráfica inferior
derecha de la Figura 10, puede observarse que la velocidad a la que
hoy se está elevando el nivel del mar es idéntica a la que se
registró entre 1930 y 1950, por lo que invocar la existencia de una
aceleración anómala en la elevación de las aguas está
totalmente injustificado.
Este paralelismo es lógico ya que, al enfriarse el Planeta, disminuye la velocidad de fusión de los hielos y, en consecuencia, se hace más lento o se paraliza el ascenso de las aguas.
Por lo tanto, de una forma directa y en relación con la evolución climática,
Pero volvamos a las enormes masas de hielo polar flotantes sobre los océanos.
Como se ha mencionado anteriormente, el hielo aumenta de volumen al congelarse y disminuye de densidad. Por eso, de acuerdo con el Principio de Arquímedes, conocido desde el siglo III a.d.C., flota sobre el agua en estado líquido.
Como es bien sabido, la parte visible de un iceberg representa tan sólo un octavo de su tamaño total, quedando sumergida la mayor parte de su volumen.
Imagen idealizada representando las porciones emergidas y sumergidas de un iceberg.
Y, ¿qué ocurre cuando se produce el proceso inverso, al fundirse el hielo?
Pues que el agua aumenta su densidad y recupera el volumen original que tenía antes de la congelación, es decir,
O sea que, si se descongelase de repente todo el hielo del océano Ártico y los enormes icebergs de la Antártida,
Si se descongelase de repente todo el hielo del océano Ártico y los enormes icebergs de la Antártida,
el nivel del mar permanecería
estable...
Para ello, bastará marcar el nivel en un vaso de
agua con unos cubitos de hielo, y al cabo de unos minutos verificar
dónde se queda ese mismo nivel cuando el hielo se ha fundido, y
comprobar que, inmutable, se ha mantenido en el mismo sitio.
Algo está fallando en los planes de educación
y en
los medios de comunicación,
cuando se está consiguiendo asustar a la población mundial con
mensajes que podrían ser rebatidos con los conocimientos que se
imparten en los ciclos de enseñanza media, o con experimentos
realizables en la barra de cualquier bar.
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