por Enzo Daedro 19 Marzo 2006 del Sitio Web PsicoFXP
TIERRA DE PLEGARIAS
Zona seleccionada por ciertos Dioses -ahora en el olvido- que bendijeron a los campesinos con la sabiduría de las estrellas. La sombra de un vigoroso pasado se pierde en la desembocadura del Nilo. Los hijos han convertido el paraíso en negocio, al símbolo en moneda.
Parece mentira que toda aquella agraciada cultura se esté perdiendo. El peor enemigo de la historia es la economía. La pobreza y la falta de recursos ahoga el nido de los faraones.
La memoria de una nación está en juego.
La razón era un tanto pedante:
El ministro de educación y el canciller francés de aquel entonces exigieron algún tipo de prueba.
Caparat llevó al estrado una serie de planos y manuscritos en donde se afirmaba -de cierto modo- que entre los sitios descubiertos desde principios de siglo hasta la década del 80 existían ciertas zonas en gris. Estos lugares no pudieron ser accesados por los anteriores arqueólogos.
Así mismo, Caparat
presentó una carta de una empresa norteamericana que ponía a disponibilidad
una moderna máquina excavadora, lo cual ayudaría de sobremanera en el
trabajo. El ministro pidió una semana de receso en las conversaciones.
La excavadora americana
funcionaba con increíble acierto. Llegó a trabarse en algunos tramos.
El arqueólogo le acompañó hasta el hospital más cercano. Para su mala suerte debieron internarle. Los médicos le examinaron. Al parecer sufría de un virus no identificado que atrofiaba los conductos internos de los pulmones.
Las fosas nasales emanaban gran cantidad de flemas de un color rojizo.
En el libro del egiptólogo Jaromir Malek "In The Shadow Of The Pyramids" (1986 - Fotografías de Werner Forman), aparecen las fotografías de un mural de la mastaba de Akhti-Hotep (o Ptah-Hotep) en Sakkara. En dicho mural aparece un extraño "ser" que bien podría tener relación con el relato de Enzo Daedro, sobre los descubrimientos de Louis Caparat: Su aspecto recuerda enormemente a las modernas descripciones de los tripulantes OVNI's, los popularmente conocidos con el nombre de "grises".
Como precaución, el médico le pidió a Caparat que detuviese las excavaciones.
Podría ser algún tipo de trampa creada y desarrollada por los egipcios antiguos. El arqueólogo afrontó una seria decisión. O abandonar definitivamente la excavación, o continuar por su cuenta. Los otros ayudantes se negaron a prestarle servicios.
Temían contagiarse.
Era común
que la presión atmosférica fuese baja, lo cual le impedía respirar
correctamente. Por esta razón trabajaba desde las 6 de la mañana hasta las 3
de la tarde. A posteriori se dedicaba a analizar los resultados y anotarlos
en sus registros.
Los signos hacían referencia al faraón Keops y a sus condescendientes.
El arqueólogo -emocionado- se comunicó con el canciller francés. La excavación recibió apoyo directo del gobierno egipcio. El que antes era un simple soñador, era reconocido como un talentoso investigador.
Aunque todavía quedaba mucho por descubrir, Keops asombraría nuevamente al
mundo.
La puerta yacía en buen estado. Mostraba una cantidad interesante de figuras, representadas en bajorrelieves de fino corte. Con la ayuda de un remolque externo se logró derribar las trabas que impedían abrirla. Los científicos cubrieron sus rostros con máscaras. Examinaron, con precaución, el lugar. Estaba completamente oscuro.
Caparat fue el primero en avanzar en tierra desconocida. Para su sorpresa, la recámara contaba con dos círculos de unos 20 centímetros (aproximadamente) ubicados en ambos extremos del sitio por los cuales ventilaba aire. La sorpresa no se hizo faltar.
Caparat se topó con una gigantesca tumba de cristal macizo. Llamó a sus asistentes -que habían regresado a sus tareas luego de la buena nueva- y les pidió que alumbrasen el objeto a la brevedad.
Para el horror de muchos, un cadáver yacía dentro de la tumba. Y no parecía ser humano.
Fotografía publicada por la
revista egipcia Rose El-Yussuf en Marzo de 2001, de la momia de un
humanoide. (Del libro La conexión Atlante de Santiago Martínez Concha)
El cuerpo fue depositado en una ambulancia especial y fue llevado a un centro de investigaciones donde se practicarían diversos exámenes.
La tensión creció cuando Caparat halló entre las piernas del ser un papiro antiquísimo. Abandonó el lugar y se retiró a sus aposentos en un hotel. El ministro egipcio de relaciones exteriores se hizo presente en la excavación junto con la fuerza policial.
Cercó la zona y prohibió el acceso.
Los jeroglíficos no poseían la construcción fonética normal. El estilo variaba por signo. Al parecer, el faraón Keops había firmado un tratado con un alienígena proveniente de un sistema estelar lejano. El ser le brindaba completa protección durante su vida a cambio de refugio.
Así mismo, le explicó el devenir de la historia
del hombre. La posibilidad de viajes interplanetarios, de intercambiar
personas de mundo a mundo. El faraón, maravillado, aceptó la oferta.
Firmaron un pacto en donde se explicitaba que el alienígena podría residir
en Egipto el tiempo que desease. La criatura vivió en paz el resto de su
longeva vida. La tumba se construyó con un diseño que dibujó antes de morir.
Se le obligó a regresar a Francia.
Me he comunicado con el investigador, quien precisó que ningún hecho descrito fue tergiversado. Volvió a afirmar cada uno de sus postulados. Una cosa es cierta; el ayudante enfermo de Caparat pereció. Consta el registro en el hospital. También es real la excavación.
Lamentablemente el actual ministro de relaciones exteriores egipcio no ha querido contestar mis e-mails ni mis cartas. El asunto de la Tumba de Cristal de Keops parece fastidiar a algunos mandatarios.
¿Por qué les molesta hablar sobre algo que nunca existió?
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