por
Silvia Velando
Diseminados en los cinco continentes, se han descubierto restos
arqueológicos de esqueletos humanos que demuestran que en la Tierra
habitaron seres gigantescos. Además de desorientar a la comunidad
científica, estos restos avalan las leyendas y tradiciones que el folclore
popular ha recogido sobre “Los gigantes” con el paso del tiempo.
¿Son los gigantes únicamente protagonistas de historias fantásticas o, por
el contrario, sus hazañas pertenecen a la memoria colectiva de la
Humanidad y están basadas en relatos de lo que realmente ocurrió en
el planeta? ¿Quiénes construyeron las colosales estructuras megalíticas y
desplazaron grandes monolitos como si de un juego se tratara?
La Arqueología
, hasta el momento, no ha ofrecido ninguna respuesta convincente. Resulta
incómodo para los arqueólogos reconocer que hoy día no existen grúas ni
aparatos elevadores capaces de mover y levantar titánicos bloques de piedra
de ¡1.500 toneladas!, como es el caso de las terrazas de
Baaalbek (actual Líbano).
“Parece que bloques de estas
dimensiones tuvieron que ser puestos allí por gigantes o miembros de una
civilización que conocía los secretos de la levitación y la antigravedad”,
escribe David Barclay en su libro Extraterrestres, la respuesta
definitiva de los Ovnis.
Las construcciones de la
isla de Pascua,
Tiahuanaco,
el yacimiento megalítico de Ollantaytambu, Cuzco,
Machu Picchu,
las islas Marquesas, la isla volcánica de Pohnpei en la
Polinesia ... son una pequeña muestra de las muchas construcciones de estas
características que existen en nuestro planeta, atribuidas por los
habitantes locales a los “gigantes”.
La figura del gigante se presenta en
casi todas las culturas y sus leyendas. Las podemos encontrar en múltiples
relatos mitológicos del viejo mundo: griegos, nórdicos, germánicos, hindúes,
indoeuropeos, y también en el nuevo mundo como en las tradiciones de los
mayas, de los aztecas y de los incas; así como en casi todos los libros
sagrados de la antigüedad: el Lebhar Gabhale (libro de las
invasiones) irlandés, el Ramayana hindú y hasta en la
Biblia ¿Por qué hablar de unos seres que no existieron en realidad?
La Ciencia cree ver en su gran tamaño, una metáfora: el mito cosmogónico que
simboliza el poder y la fuerza. Una simple magnificación de los poderes
atribuidos a la figura humana. Pero autores como el ya citado David
Barclay, clásicos como Erich von Däniken, Robert Charroux, Pierre
Darcout, el ya fallecido Jimmy Guieu o el ex jesuita Salvador
Freixedo, entre otros, creen ver en estos relatos los primeros contactos
entre civilizaciones extraterrestres y los hombres de la Tierra. Algunos van
más allá, como
Zecharia
Sitchin, y opinan que los extraterrestres que nos visitaron
en la antigüedad fabricaron genéticamente al Ser Humano y crearon las
primeras civilizaciones, como
Sumer
y Egipto, y bien pudieran haber sido seres de gran tamaño.
Lo cierto, es que
la búsqueda de la verdad nos lleva hasta tiempos remotos, donde las antiguas
leyendas tradicionales dibujaban estos seres divinos y heroicos como
auténticos.
Gigantes en la Biblia
La primera mención de la existencia de gigantes o “seres distintos” en la
Tierra aparece en la Biblia, en el Viejo Testamento. En el
Génesis 6, versículos 1 y 2, podemos leer:
“cuando los hombres se
habían multiplicado sobre la Tierra y habían procreado hijas, viendo los
hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, escogieron de
entre ellas por mujeres a las que quisieron”.
Los Nephilim (en
hebreo gigantes) según se recoge en el Génesis 6, 4, existían en la Tierra
por aquel tiempo:
“Por entonces y también en
épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas
de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los
gigantes. Éstos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los
héroes famosos”.
Según Zecharia Sitchin,
autor de El Duodécimo Planeta, nephilim significa
literalmente “aquéllos que bajaron de los cielos a la tierra”.
“Los traductores de la
Biblia –explica Sitchin- supusieron que Nephilim
significaba gigantes porque en otras partes se menciona que éstos eran
también conocidos como Anakim, a la vez que el cuento
sobre el gigante Goliat se afirma que él era descendiente de
Anak; de aquí la conclusión: si Anak era un gigante,
entonces los Nephilim que también eran Anakim,
deberían ser gigantes”.
Por su parte, Robert Charroux,
en El enigma de los Andes, ve a estos gigantes de la Biblia como
“... seres superiores que
engendraron la elite de los pueblos: Reyes, héroes e iniciados”.
Su unión con las mujeres de los
hombres - debían de ser bastante semejantes a la especie humana para poder
acoplarse a éstas - produciría hijos más altos que los terrestres normales.
Pero hemos de destacar una particularidad: algunos de los restos
osteológicos pertenecientes a “gigantes” encontrados, tenían – como ya
veremos posteriormente - seis dedos en cada una de sus
extremidades.
La Biblia también hace mención a este dato en Sam. 21,
20 y Paralipómenos 20, 6
“Hubo una batalla más en Gat,
en la que se halló un hombre de alta talla que tenía seis dedos en cada
mano y en cada pie, veinticuatro en todo, que descendía también de
Rafa”.
Para la Biblia, la raza
de los gigantes desapareció con el diluvio pero, al parecer, uno de ellos se
salvó. La leyenda nos cuenta que, al no caber en el Arca de Noé, se
montó a horcajadas sobre ella.
El gigante era tan grande que su cama medía
unos 3,90 metros de largo por 1,80 de anchura. (Deuteronomio 3, 11).
Hallazgos por todo el mundo: las pruebas
Que en el planeta habitaron gigantes lo demuestra el hallazgo de restos
humanos de extraordinarias dimensiones en la India, Tíbet, China,
Sudamérica, África ... algunos con una edad aproximada de 45.000 años. Y no
solamente huesos, sino también espadas, hachas, lanzas y otros instrumentos
como picos de tal envergadura que para poder usarlos habría que tener una
estatura de, por lo menos, ¡tres metros!
Pero veamos algunos ejemplos.
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En una gruta de Atyueca,
cerca de Mangliss (en la antigua Unión Soviética), se encontraron
esqueletos de hombres que medían entre 2, 80 y 3 metros. Éstos
presentaban seis dedos en sus extremidades. Otros hallazgos
científicamente admitidos son el gigante de Java (en el sur de China) y
el gigante de China meridional. El primero con una antigüedad de medio
millón de años y el segundo también con seis dedos en sus extremidades.
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En Chenini (Túnez) se
encontraron restos de tumbas de gigantes con esqueletos que medían más
de tres metros. Transval (en Sudáfrica) es otro ejemplo similar al
anterior.
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Un esqueleto de fósil humano
de 5, 18 metros de alto fue desenterrado en 1956 en Gargayan (Filipinas)
-
En Norteamérica, en el
condado de Bradford (Pennsylvania) en 1880 fueron encontrados, en un
túmulo sepulcral, esqueletos humanos cuyos cráneos mostraban unos
cuernos de cinco centímetros, encima de los arcos ciliares. La altura
promedio de los esqueletos era de aproximadamente 2,13 metros. Su
antigüedad se calculó en 800 años. Algunos de estos huesos serían
enviados al American Investigating Museum de Filadelfia, de donde parece
que desaparecieron. Continuando en EE.UU (Glen Rose, Texas), en el lecho
del río Paluxy, se hizo un gran descubrimiento paleontológico. Se
pusieron al descubierto huellas gigantes de pisadas de 54, 61 cm de
largo por 13.97 cm de ancho, pertenecientes a un homínido. Los geólogos
concluyeron que el lecho del río correspondía a terrenos del cretácico a
fines de la era mesozoica (140 millones de años). Pero lo más curioso
del caso es que junto a estas huellas de homínido se descubrieron en el
mismo estrato ¡huellas de dinosaurio (brontosaurios)!
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El antropólogo alemán Larsan
Khol halló asimismo, en 1936, a orillas del lago Elgasi de África
Central, huesos pertenecientes a individuos enormes. ¿Una comunidad de
diferente etnia?
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A 6 km. de Safita (Siria)
los arqueólogos hallaron hachas de mano de 3,8 kg. En Ain Fritisa
(Marruecos oriental) se descubrieron picos de 32x 22 cm y 4,2 kg. de
peso y hachas de dos filos con 8 kg. Tales dimensiones requerían una
buena envergadura para poder utilizar estos instrumentos eficazmente.
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Más recientemente, y en
Marruecos también, se han hallado en una cueva de la región de Nador, en
el norte del país, restos de tres esqueletos de niños pertenecientes a
una raza desconocida de gigantes. Se trata de una zona próxima a las
míticas columnas de Hércules, considerada patria del bíblico gigante
Goliat.
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Ciudad megalítica de Lixus
(antigua Libia) se encontraron restos humanos de esqueletos de Homo
Sapiens, con edades comprendidas entre los 10 y 12 años y una antigüedad
de 20.000 años. Los esqueletos miden aproximadamente 2,25 metros de
altura.
Todos estos ejemplos son una
pequeña muestra de los múltiples hallazgos que se suceden por todo el
planeta y que no vamos a detallar para no caer en el aburrimiento, pero
vamos a proseguir tan sólo un poco más en nuestro territorio.
Restos en España
En la península, y más concretamente en el norte del país, es donde mayor
número de crónicas tradicionales se recogen.
Los gigantes atávicos,
considerados paganos por la religión cristiana, lejos de desaparecer han
pervivido en los cuentos populares y nos han sido presentados como
pertenecientes a una raza gigantesca, y no como una singularidad. En
Cataluña “els gegants ” continúan presentes en muchas fiestas y
representaciones. Se han integrado en las fiestas populares hasta el punto
de que todas las comarcas tienen los suyos y forman parte del patrimonio
cultural e histórico.
Los cuentos populares locales ubican al gigante ligado a numerosos
megalitos, menhires y dólmenes. Los monumentos megalíticos eran construidos
(según el folklore) por seres gigantescos durante la noche. En Portugal, a
los dólmenes se les llama todavía Antas (tumba del gigante o construcción
del gigante), puede que en honor al gigante Anteo.
En euskera a los
monumentos megalíticos se les denomina Mairuen baratza (huerta de los
gigantes o huerta de los gentiles, nombre este último con el que se les
conoce en el territorio vasco). Por lo tanto, que la tradición universal
designe a los dólmenes como las tumbas de los gigantes podría suponer más de
una leyenda, si nos atenemos a las evidencias arqueológicas.
En principio, un yacimiento controvertido en restos de estas características
lo constituye el dolmen de Oren, en Prullans, la Cerdanya (Pirineos
catalanes). En 1917, al parecer, se descubrieron, entre otras piezas,
fémures de entre 70 y 92 cm de largo. Aunque existe bastante confusión sobre
la veracidad del hallazgo, el investigador Fernando Ledesma en su libro La
Cerdanya, esmeralda mágica del Pirineo asegura que se encontraron siete
esqueletos de la especie humana en el dolmen I, de gran envergadura.
El
escritor y periodista Miguel G. Aracil amplía que en realidad fueron nueve
los esqueletos descubiertos de la época del Hombre de Cro.Magnon (cuando el
hombre de este período no superaba, según lo establecido por la ciencia
oficial, los 165 cm de altura). Estos restos fueron custodiados por la
familia Casanovas en la Torre de Prullans, antigua casa palacio de los
marqueses de Monistrol. Posteriormente, parte de estos restos se entregarían
al Museo Arqueológico de Cataluña.
Lamentablemente aquí se pierde la pista
de este material, pues el museo no reconoce haberlos visto nunca.
El caso es que arquelólogos y estudiosos han encontrado con relativa
frecuencia huesos humanos de enormes proporciones en la Península Ibérica.
En Garós (Pirineo de Lleida), al reconstruir el ábside de la iglesia, el
párroco Mossèn Jaqquet encontró los restos de un gigante de tres metros de
altura con un hierro clavado en el cráneo. En la reconstrucción de otra
iglesia, en Urbasa (sistema montañoso entre Álva y Navarra) se encontraron
restos humanos de tamaño ciclópeo.
También se han hallado esqueletos humanos de dimensiones gigantescas en
Castilla; cerca de Medinaceli se encontró un cráneo y varios huesos; en
León, en la iglesia visigótica de Marialba, esqueletos de tres metros de
envergadura; y también en Cantabria, Girona (Besalú) .... Prácticamente casi
todos los restos se encuentran en paradero desconocido en la actualidad,
quizá dispersados entre unas pocas docenas de coleccionistas de recuerdos.
Pero la pregunta crucial es: ¿por qué ningún científico se entretiene en
recoger y estudiar todos los datos, restos y pruebas disponibles?
Es
evidente que se echaría por tierra muchas teorías científicas.
Las Islas
Comentario aparte merecen los hallazgos efectuados en los archipiélagos
españoles. Las construcciones megalíticas salpican las islas Baleares
dejando constancia de ¿una civilización de gigantes?
En Menorca, formando
parte de la llamada cultura talayótica abundan las Taulas; formadas por una
gran piedra vertical atravesada en su cúspide por una horizontal.
El
conjunto parece una T gigantesca, como una mesa para gigantes. En la misma
isla existen también otras construcciones de piedra, las Navetas, unos
grandes túmulos con forma de navío invertido. Cuenta la leyenda que la
Naveta des Tudons, una tumba colectiva de la época pretalayótica, fue
levantada por un gigante que competía por el amor de una giganta.
Una de las
constantes mitológicas menorquinas es la presencia de una raza de gigantes.
Las tradiciones refieren que una tribu de estos seres habitó la isla. Luego,
todos los monumentos prehistóricos han sido adjudicados a esta raza.
Evidentemente, todo esto no es más que una tradición, pero no deja de ser
curioso que, en las postrimerías del siglo XVI, el padre Bautista Beninelis,
historiador, hallara en una cueva de la cala San Vicente de Mallorca unos
gigantescos huesos prehistóricos. En el conjunto megalítico del “rellotge”
en CA NA costa (Formentera) en el interior de una tumba colectiva cuyo
origen se remonta al 1900 a.c., se hallaron restos óseos que sobrepasaban
los dos metros de altura.
Y llegamos al Atlántico y a nuestras maravillosas islas Canarias. También
aquí existen supuestos restos relacionados con gigantes. Emiliano
Bethencourt, descubridor de las famosas pirámides de Güímar, localizó un
insólito enclave arqueológico que reavivaba el mito de los gigantes entre los guanches, antiguos habitantes de las islas: la llamada “medida de los
gigantes”.
Situadas en el desierto de granadilla, dos enormes siluetas
humanas esculpidas en roca viva reproducen, según explicaba la tradición
oral, a un matrimonio de gigantes guanches. Las dimensiones del contorno
eran de 2,94 m el varón y 2,67 la mujer. Asimismo fue descubierta en un
antiguo cementerio guanche, cercano al desierto de granadilla, una muela de
extraordinarias dimensiones.
En definitiva, otra prueba más que sumar a la
larga lista de enclaves de restos osteológicos “humanos” que forman parte de
nuestra historia oculta.
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