del Sitio Web ScientificAmerican
Interpretación
artística de la posible apariencia del Planeta Nueve.
pruebas convincentes de que un enorme planeta, invisible hasta ahora, que reside en los oscuros límites
del cinturón de Kuiper.
Gracias en gran parte a la misión espacial Kepler, en las últimas dos décadas los astrónomos han identificado unos 2.000 nuevos mundos, orbitando estrellas que se encuentran a decenas o incluso cientos de años luz de la Tierra.
En conjunto, son hallazgos importantes a nivel científico, pero con un número tan grande, la adición de un nuevo miembro a la lista no parece nada importante. Pero el anuncio de un nuevo planeta esta semana por parte del Instituto de Tecnología de California es una proposición bastante distinta, porque el mundo que describe no orbita una estrella lejana.
Es parte de nuestro propio sistema
solar, un lugar que creíamos conocer bien a estas alturas.
Los científicos han deducido su presencia por las anomalías en las órbitas de un puñado de pequeños cuerpos celestes que pueden observar.
El objeto, que los investigadores han llamado provisionalmente "Planeta Nueve", a no menos de unos 30,5 mil millones de kilómetros del Sol, lo que equivale a cinco veces más lejos que la distancia media de Plutón del Sol.
A pesar de su enorme tamaño, sería tan
débil que, según los autores del estudio, no es de sorprender que
nadie lo haya visto aún.
Pero la evidencia es suficientemente sólida como para que otros expertos se tomen la noticia muy en serio.
David Nesvorny, teórico especializado en el Sistema Solar en el Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI), en Boulder, Colorado, también está impresionado.
En 2014 Chad Trujillo y Scott Sheppard, del Carnegie Institution for Science, argumentaron en Nature (A Sedna-like Body with a Perihelion of 80 Astronomical Units) que su descubrimiento, de un objeto mucho menor llamado 2012 VP113, junto con la existencia de un puñado de cuerpos ya identificados en los confines del sistema solar indicaba que podría haber algo del tamaño de un planeta ahí afuera.
La prueba está en sus órbitas, específicamente en un oscuro parámetro llamado "argumento del perihelio", que describe la relación entre el tiempo que un cuerpo está en su punto más cercano al Sol y el tiempo que pasa a través del plano del sistema solar.
Los objetos que Trujillo y Shepherd identificaron tenían argumentos del perihelio increíblemente similares, lo que podía indicar que estaban siendo guiados por la gravedad de un objeto desconocido.
Diversos grupos lo hicieron, y convinieron en que la existencia de un planeta escondido era plausible, aunque algo especulativo.
El nuevo análisis refuerza el argumento dramáticamente. La similitud de los argumentos del perihelio es,
Lo primero que hicieron, dice Batygin, fue analizar los datos de Trujillo y Sheppard con nuevos ojos.
En otras palabras, apuntan en la misma dirección.
Ese resultado no estaba garantizado; dos objetos pueden tener argumentos de perihelio similares a pesar de que sus órbitas no sean similares físicamente. Pero cuando Brown y Batygin trazaron las órbitas de estos objetos, se dieron cuenta que sus órbitas, sumamente elípticas, estaban alineadas de un modo similar.
La direccionalidad de las órbitas era un indicio aún más fuerte de que algo estaba dirigiendo físicamente estos objetos lejanos.
Así que examinaron la alternativa más
probable: que
el cinturón de Kuiper conformado
por objetos helados más allá de Plutón, haya agrupado todos estos
objetos en un conjunto de forma natural, de manera parecida a como
las galaxias se autoformaron gravitacionalmente a partir de la nube
de gas cósmico que apareció después del Big Bang.
También revelaron una cosa más:
Y con toda seguridad, observadores han localizado alrededor de media docena de objetos como estos y nadie había desarrollado una explicación de cómo podrían haber llegado hasta ahí.
Ahora la simulación de Batygin y Brown proporciona una explicación.
La gravedad del hipotético Planeta Nueve
podría explicar las peculiares órbitas de dos conjuntos distintos de
objetos que se encuentran más allá de Plutón.
Súper-Tierra
Su órbita más probable es una muy
alargada, que lo acerca a 35 mil millones de kilómetros del Sol en
su punto más cercano ("Ahí es donde hace todo el daño", dice Brown)
y de tres a seis veces más lejos en el punto más distante.
Hasta que no lo vean, los astrónomos no pueden afirmar rotundamente que el Planeta Nueve sea real.
Aunque la alineación orbital es genuina, admite.
Aun así, en general los científicos planetarios están claramente entusiasmados por la posibilidad de que nos encontremos en la antesala de un gran descubrimiento.
El ambiente de la comunidad astronómica ha sido perfectamente capturado, dice Greg Laughlin, por algo que el astrónomo británico John Herschel dijo en una reunión de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia el 10 de septiembre de 1846.
Sólo dos semanas más tarde
Neptuno fue descubierto, justo
donde los cálculos de los teóricos dijeron que estaría.
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