
	por Imad Fawzi Shueibi
	
	18 Agosto 2012
	
	del Sitio Web 
	RedVoltaire 
	
	
	
	Versión en Ingles
	
	 
	
	 
	
		
			| 
			Traducido al español por la Red 
			Voltaire a partir de la traducción al francés  
			de Said Hilal Alcharifi | 
	
	
		
			
				
					
						
						 
						
						 
						
						Hace 4 siglos que los 
						líderes políticos vienen tratando de crear un orden 
						internacional capaz de regir las relaciones entre las 
						naciones y de evitar las guerras.
						
						 
						
						Aunque el principio de la 
						soberanía de los Estados arrojó resultados, las 
						organizaciones intergubernamentales han reflejado 
						esencialmente la correlación de fuerzas correspondiente 
						a cada momento.
						
						 
						
						En cuanto al ambicioso 
						proyecto estadounidense de Nuevo Orden Mundial, el hecho 
						es que está estrellándose contra las nuevas realidades 
						geopolíticas.
					
				
			
		
	
	
	
 
	
	 
	
	 
	
	La lenta formación de un 
	orden internacional
 
	
	
	
	Maximilien de Bethune, Duque de Sully (1559-1641) 
	
	y el castillo de Chateau-de-Sully-sur-Loira en la actualidad en Francia.
 
	
	Si bien la expresión «orden mundial» es de 
	reciente aparición en el discurso político, la idea misma de instaurar un 
	orden mundial, o internacional, data ya del siglo XVII y fue tema de 
	discusión cada vez que se presentaba una posibilidad de organizar la paz y 
	de darle un carácter permanente.
	
	Ya en 1603, el rey francés Enrique IV daba a su ministro, el duque de Sully, 
	la tarea de elaborar un primer proyecto. 
	
	 
	
	El objetivo era la constitución de 
	una república cristiana que incluyera a todos los pueblos de Europa. Dicha 
	república debía garantizar la preservación de las nacionalidades y cultos y 
	encargarse de resolver los problemas entre esos componentes.
	
	Aquel Gran Empeño incluía una redefinición de las fronteras de los Estados 
	como medio de equilibrar el poderío de los mismos y la creación de una 
	Confederación Europea de 15 miembros, con un Consejo supranacional que debía 
	disponer de poder de arbitraje y de un ejército capaz de garantizar la 
	defensa de la Confederación contra los turcos.
	 
	
	
	
	 
	
	El asesinato de Enrique IV interrumpió aquel sueño, que no resurgió ya hasta 
	el final de las guerras desatadas por Luis XIV. 
	
	 
	
	El abate Saint-Pierre dio a 
	conocer por entonces su 
	
	Projet pour rendre la paix perpétuelle entre les 
	souverains chrétiens [En español, “Proyecto para perpetuar la paz entre los 
	soberanos cristianos”. NdT].
	
	Aquel plan, que fue presentado al Congreso de Utrecht (en 1713), consistía 
	en adoptar íntegramente todas las decisiones tomadas en aquel encuentro como 
	base definitiva para el trazado de las fronteras entre los países 
	beligerantes y en la creación de una liga de las naciones europeas (una 
	federación internacional) que se encargaría de prevenir los conflictos.
	
	Independientemente de la mencionada utopía, lo más importante de aquella 
	época fue, por supuesto, los Tratados que hicieron posible la 
	
	Paz de 
	Westfalia, firmados en 1648, al cabo de una guerra de 30 años, guerra que se 
	libró bajo estandartes religiosos, dando lugar a una gran acumulación de 
	odio, y en la que pereció el 40% de la población.
	
	Las negociaciones se prologaron durante 4 años (de 1644 a 1648) y finalmente 
	concretaron una igualdad entre todas las partes beligerantes, ya fuesen 
	católicos o protestantes, monárquicos o republicanos.
	
	Los Tratados de Westfalia establecieron 4 principios fundamentales:
	
		
			- 
			
			La soberanía absoluta del Estado-Nación y el derecho fundamental a la 
	autodeterminación política. 
- 
			
			La igualdad entre los Estados-Naciones en el plano jurídico. En virtud 
	de ese principio, el más pequeño de los Estados se considera igual al más 
	grande, independientemente de su fuerza o su debilidad, de su riqueza o su 
	pobreza. 
- 
			
			El respeto de los tratados y la aparición de un derecho internacional 
	de obligatorio cumplimiento [O sea vinculante. NdT.]. 
- 
			
			La no injerencia en los asuntos internos de los demás Estados. 
	
	Cierto es que esos principios generales no garantizan una soberanía absoluta, 
	que en realidad nunca ha existido. 
	
	 
	
	En todo caso, se trataba de principios 
	que deslegitimaban todo acto susceptible de abolir dicha soberanía.
	
	Todos los filósofos vinculados a la política respaldaron esos proyectos. 
	Rousseau exhortó vehementemente a la formación de un Estado único de 
	carácter contractual que debía reunir a todos los países de Europa. 
	
	 
	
	En 1875, 
	Kant publicó Para la paz perpetua. La paz es para Kant una construcción 
	jurídica que exige el establecimiento de una ley general aplicable a todos 
	los Estados. El utilitarista inglés Bentham condenó la diplomacia secreta 
	por tratarse de un procedimiento que se separa del derecho. 
	
	 
	
	También llamó a 
	la creación de una opinión pública internacional capaz de obligar a los 
	gobiernos a someterse a las resoluciones internacionales y al arbitraje.
	 
	
	
	
	Firma de uno de los Tratados de Westfalia
	
	
	 
	
	 
	
	 
	
	La creación de las instituciones reguladoras internacionales
	 
	
	
	
	Clemente-Wenceslao de Metternich (1773-1859)
	 
	
	La idea de un orden internacional fue progresando constantemente, basada 
	siempre en las reglas de la soberanía consagradas en los Tratados de 
	Westfalia. 
	
	 
	
	Dio lugar al surgimiento de la Santa Alianza, propuesta en 1815 
	por el Zar Alejandro I, y al proyecto de Concertación europea que propuso, 
	ya en el siglo XIX, el canciller austriaco Metternich como medio de prevenir 
	«la revolución» que en el lenguaje racional político no significa otra cosa 
	que el caos.
	
	Fue a partir de aquel momento que los Estados comenzaron a celebrar cumbres 
	para dirimir problemas sin recurrir a la guerra, privilegiando el arbitraje 
	y la diplomacia.
	
	Fue con ese objetivo que se fundó la Sociedad de Naciones (SDN), al término 
	de la Primera Guerra Mundial. 
	
	 
	
	Pero la SDN no fue más que la expresión de la 
	correlación de fuerzas de aquel momento, al servicio de las potencias que 
	habían salido victoriosas de aquella guerra. Sus valores morales eran por lo 
	tanto muy relativos. 
	
	 
	
	Fue así como, a pesar de que su supuesto objetivo era 
	resolver los diferendos entre naciones a través del arbitraje y sin recurrir 
	a la guerra, la SDN se declaró competente para supervisar política, 
	económica y administrativamente a los pueblos subdesarrollados o colonizados 
	hasta que estos últimos lograran su autodeterminación, lo cual condujo 
	naturalmente a la legitimación de los mandatos. 
	
	 
	
	Al adoptar esa posición, la 
	Sociedad de Naciones encarnó la realidad colonialista.
	
	
	El carácter artificial de aquella organización quedó demostrado cuando fue 
	incapaz de enfrentar graves acontecimientos internacionales, como,
	
		
			- 
			
			la 
	conquista de Manchuria por parte de Japón 
- 
			
			la conquista de Abisinia (la 
	actual Etiopía) por parte de Italia  
- 
			
			la anexión de la isla griega de Corfú, 
			también por parte de Italia
 
 
	
	
	La Sociedad de Naciones 
	
	durante una reunión en Ginebra
	 
	
	Aunque el presidente estadounidense Woodrow Wilson había promovido la idea 
	de León Bourgeois que dio lugar al nacimiento de la SDN, Washington nunca 
	fue miembro de esa organización. 
	
	 
	
	Ante las acusaciones de las demás naciones, 
	Japón y Alemania se retiraron de ella, lo cual privó a la SDN de todo valor 
	real.
	
	La ONU, sucesora de la SDN, fue por su parte el reflejo de la 
	
	Carta del 
	Atlántico, firmada por Estados Unidos y Gran Bretaña el 4 de agosto de 1941, 
	y de la declaración de Moscú, adoptada por los Aliados el 30 de octubre de 
	1943, anunciando la creación de,
	
		
		«una organización general basada en el 
	principio de la igualdad de todos los Estados pacíficos en materia de 
	soberanía». 
	
	
	El proyecto se desarrolló durante la Conferencia de Dumbarton 
	Oaks, celebrada en Washington desde el 21 de agosto hasta el 7 de octubre de 
	1944.
	
	Los principios de la Carta del Atlántico fueron a su vez aprobados en la 
	
	Conferencia de Yalta (del 4 al 12 de febrero de 1945), antes de su 
	consagración final en la Conferencia de San Francisco (los días 25 y 26 de 
	junio de 1945).
	
	La ideología mundialista se vio entonces encarnada en la ONU, organización 
	que, desde su creación, ha pretendido establecer un sistema de seguridad 
	colectiva para todos, incluyendo a los Estados que no pertenecen a ella. 
	
	 
	
	En 
	realidad, la ONU no es una sociedad contractual entre iguales - como tampoco 
	lo fue la SDN - sino el reflejo de la correlación de fuerzas del momento, a 
	favor de los vencedores del momento.
	
	Aún así, el mundo entero se sometió a aquella voluntad.
	 
	
	
	
	El Consejo de Seguridad de la ONU
	 
	
	Esta organización, supuestamente mundial, no era en la práctica otra cosa 
	que la expresión de la voluntad de dominación de las potencias victoriosas, 
	en detrimento de la voluntad - ignorada - de los pueblos.
	
	Esta realidad geopolítica se confirmó en el momento de la creación del 
	Consejo de Seguridad de la ONU al que pertenecen, con la categoría de 
	miembros permanentes, las cinco grandes potencias (las potencias vencedoras) 
	y otros miembros no permanentes electos en función de criterios geográficos, 
	que implican una subrepresentación de África y Asia.
	
	La ineficacia de ese sistema se hizo patente durante la guerra fría. 
	
	 
	
	El 
	conflicto entre las dos grandes potencias afectó a las pequeñas, que 
	tuvieron que soportar todas las consecuencias de dicho conflicto, tanto en 
	el plano local como a escala regional.
	
	Esta estructuración de los papeles de las partes se reflejaba abiertamente 
	en el funcionamiento de la ONU, tanto en lo tocante a los pedidos de 
	adhesión como en el tratamiento de los conflictos, como pudo comprobarse en 
	los casos de,
	
		
			- 
			
			Palestina y de Corea 
- 
			
			en la nacionalización del petróleo iraní 
- 
			
			en la crisis del canal de Suez 
- 
			
			en las ocupaciones israelíes, en Líbano, 
	etc. 
	
	Al crearse la ONU se proclamó,
	
		
		«la fe en los derechos fundamentales del 
	hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de 
	derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas a crear 
	condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las 
	obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho 
	internacional». 
	
	
	Pero el sistema del veto ha privado a las demás naciones del 
	derecho a ser actores en condiciones de igualdad.
	
	En definitiva, las instituciones internacionales han sido siempre un reflejo 
	del equilibrio entre las potencias, lo cual está muy lejos de toda idea de 
	justicia en el sentido filosófico o moral.
	
	El Consejo de Seguridad de la ONU es en realidad un directorio mundial (continuador 
	del que había instalado Matternich), que reserva exclusivamente a los 
	Aliados, vencedores en la Segunda Guerra Mundial, la posibilidad de imponer 
	resoluciones, en vez de poner ese derecho en manos de quienes trabajan a 
	favor de la paz.
	
	Después de la desaparición de la Unión Soviética era crucial haber cambiado 
	el sistema internacional.
	 
	
	 
	
	 
	
	 
	
	Estados Unidos rediseña las relaciones internacionales
	 
	
	
	
	Leo Strauss (1899-1973)
	 
	
	Fue en ese momento que los discípulos de Leo Strauss triunfaron en Estados 
	Unidos, con ayuda de los periodistas neoconservadores. 
	
	 
	
	Según ellos, la 
	sociedad se divide en tres castas:
	
		
			- 
			
			los sabios 
- 
			
			los señores  
- 
			
			el pueblo 
	
	Los 
	sabios son los únicos que conocen la verdad, de la cual sólo revelan una 
	parte a los políticos (los señores), mientras que el pueblo tiene que 
	someterse a sus decisiones. 
	 
	
	Los discípulos de Leo Strauss han seguido 
	promoviendo sus ideas y llamando constantemente a la abrogación de los 
	Tratados de Westfalia, lo cual implica el abandono del respeto de la 
	soberanía de los Estados y la anulación del principio de no injerencia en 
	sus asuntos internos. 
	
	 
	
	Para lograr imponer la hegemonía occidental han 
	inventado un «derecho de injerencia humanitaria» y una «responsabilidad de 
	proteger» que supuestamente tendrían los sabios, cuya ejecución estaría en 
	manos de los señores y que habría que imponer a los pueblos. 
	
	 
	
	En lo que 
	constituye una revisión del vocabulario de la Segunda Guerra Mundial, han 
	llamado también a reemplazar la «resistencia» por la negociación.
	
	En 1999, los llamados de los neoconservadores encontraron eco en varios 
	países occidentales, principalmente en el Reino Unido y Francia. 
	
	 
	
	Tony Blair 
	presentó el ataque de la OTAN contra Kosovo como la primera guerra 
	humanitaria de la historia. En un discurso pronunciado en Chicago, Blair 
	afirmó que el Reino Unido no estaba tratando de defender sus intereses sino 
	que estaba promoviendo valores universales. 
	
	 
	
	Tanto 
	Henry Kissinger como 
	Jaiver Solana (por entonces secretario general de la OTAN y no de la Unión 
	Europea) saludaron calurosamente aquella declaración de Blair. 
	
	 
	
	Poco después, 
	la ONU nombraba a Bernard Kouchner como administrador de Kosovo.
	 
	
	
	Tony Blair formula su doctrina (Chicago, 22 de abril de 2009)
	 
	
	No hay diferencia notable entre la teoría de los straussianos y la de 
	los 
	nazis. 
	
	 
	
	En
			
			Mein Kampf, Hitler ya arremetía contra el principio de soberanía 
	de los Estados, consagrado en los Tratados de Westfalia.
	
	Esta visión del mundo se ha impuesto ya en el plano económico con,
	
		
	
	
	Desde su 
	creación misma, esas instituciones se empeñaron en inmiscuirse en las 
	políticas económicas, presupuestarias y financieras de los Estados, sobre 
	todo de los más pobres y vulnerables. 
	
	 
	
	Algunos Estados árabes han sufrido las 
	consecuencias de sus consejos en materia de liberalización económica, de 
	privatización del sector público, de venta de los recursos naturales a 
	precios irrisorios.
	
	Washington estuvo indeciso sobre la conducta a seguir después de la 
	desaparición de la URSS. Estados Unidos reafirmó poco a poco su categoría 
	como única superpotencia, incluso como «hiperpotencia» según la expresión 
	del francés Hubert Vedrine. 
	
	 
	
	Desde entonces, Estados Unidos ha considerado 
	obsoleto el sistema de la ONU heredado de la Segunda Guerra mundial. 
	
	 
	
	Pero no 
	se ha limitado a desinteresarse de la ONU sino que incluso ignora sus 
	obligaciones financieras para con esa organización, 
	
		
			- 
			
			no ratificó el Protocolo 
	de Kioto 
- 
			
			se negó a aceptar el Tribunal Penal Internacional 
			 
- 
			
			ha humillado a la UNESCO en varias 
			ocasiones 
	
	Los conceptos surgidos de la Segunda Guerra Mundial fueron barridos por los 
	atentados del 11 de septiembre de 2001. 
	
	 
	
	La Estrategia Nacional de Seguridad 
	de los Estados Unidos de América, publicada por el presidente 
	George W. Bush 
	el 20 de septiembre de 2002, proclama un nuevo derecho: 
	
		
		«la acción militar 
	preventiva contra los Estados renegados».
	
	
	La estrategia estadounidense incluye un radical giro conceptual.
	
		
			- 
			
			La noción de resistencia, surgida de la resistencia francesa contra la 
	ocupación nazi, se ve deslegitimada para favorecer una exigencia de solución 
	de los conflictos a través de la negociación, sin que se tengan en cuenta 
	los derechos inalienables de las partes.    
			Al mismo tiempo, la noción de 
	terrorismo - que nunca ha llegado a definirse en derecho internacional - ha 
	sido utilizada para deslegitimar a todo grupo armado en conflicto con un 
	Estado, sin tener en cuenta las causas de ese conflicto.
 
 
- 
			
			Abrogando las leyes de la guerra, Washington volvió a poner de moda los «asesinatos 
	selectivos», práctica que había abandonado después de la guerra de Vietnam 
	pero que Israel ya estaba aplicando desde hace más de una década.    
			Según los 
	juristas de Washington, los «asesinatos selectivos» no son propiamente «asesinatos» 
	sino «homicidios en defensa propia», a pesar de que no existe en esos casos 
	ni necesidad de protegerse, ni concomitancia entre la amenaza y la reacción, 
	ni una justa proporción entre la respuesta y la supuesta amenaza.
 
 
- 
			
			La injerencia humanitaria y la responsabilidad de proteger se ponen por 
	encima de la soberanía de los Estados.
 
 
- 
			
			Y, finalmente, aparece la noción de Estados renegados. 
	
	
	
	
	
	Bernard Lewis (1916 - )
	 
	
	 
	
	Los 4 criterios utilizados para definir a los llamados 
	Estados renegados 
	caen ampliamente en el terreno de la suposición, esencialmente en cuanto a 
	las intenciones de esos Estados:
	
		
			- 
			
			Sus dirigentes oprimen a la población y saquean sus bienes. 
- 
			
			No respetan las leyes internacionales y constituyen una amenaza permanente 
	para sus vecinos. 
- 
			
			Apoyan el terrorismo. 
- 
			
			Odian a Estados Unidos y los principios democráticos de ese país. 
	
	Diez años después de la desaparición de la URSS, Estados Unidos emprende su 
	rediseño de las relaciones internacionales. 
	
	 
	
	En lo tocante al Medio Oriente, 
	el filosofo neoconservador Bernard Lewis y su discípulo Fuad Ajami enuncian 
	los principales objetivos: 
	
		
			- 
			
			Acabar con el nacionalismo árabe golpeando a los 
	regímenes tiránicos que cimentaron el mosaico tribal, confesional y 
	religioso.    
- 
			
			La destrucción y el desmembramiento de los Estados de esta región 
	conducirán al «Caos constructor», una situación incontrolable en la que 
	desaparece toda forma de cohesión social y el hombre vuelve a su estado 
	primitivo.    
- 
			
			Esas sociedades volverán así a una etapa prenacional, por no 
	decir prehistórica, que dará lugar al surgimiento de micro Estados 
	étnicamente homogéneos y fatalmente dependiente de Estados Unidos.
			 
	
	Uno de 
	los líderes straussianos, Richard Perle, afirmaba que después de las guerras 
	en Irak y Líbano vendrían otras, en Siria y en Arabia Saudita, que acabarían 
	en una apoteosis en Egipto.
	 
	
	 
	
	 
	
	 
	
	Tres etapas
	
	
	En todo caso, la construcción de este 
	Nuevo Orden Mundial ha pasado por 
	varias etapas.
	
		
			- 
			
			De 1991 a 2002 se produce una etapa de indecisión. Washington no se 
	decide a reafirmarse como única superpotencia y a decidir unilateralmente el 
	destino del mundo. Aunque duró más de un decenio, esta etapa no es más que 
	un breve momento a escala histórica.
 
 
- 
			
			Desde 2003 hasta 2006, Washington trata de aplicar a toda costa la teoría 
	del «Caos constructor» para extender así su propia hegemonía.  
			  
			Desató así dos 
	guerras: una en Irak, donde usó sus propias tropas, y otra en Líbano, a 
	través de un contratista.    
			La derrota israelí de 2006 interrumpió 
	temporalmente el proyecto estadounidense. Rusia y China recurrieron entonces 
	por 2 veces a su derecho de veto (sobre Myanmar y Zimbabue) como para 
	confirmar tímidamente que estaban de regreso en la escena internacional.
 
 
- 
			
			En el periodo que va de 2006 al momento actual, el sistema unipolar cedió 
	espacio a un mundo no polar.  
			  
			Se dispersó el poderío. China, la Unión Europea, 
	la India, Rusia y Estados Unidos representan a más de la mitad de los 
	habitantes del planeta, poseen el 75% del PIB mundial y efectúan el 80% de 
	los gastos militares.    
			Este estado de cosas justifica, en cierta medida, un 
	funcionamiento multipolar debido a la competencia que se desarrolla entre 
	estos polos. 
	 
	 
	 
	
	La nebulosa de un mundo no polar
	
	
	
	
	
	 
	
	Lo más importante es que esas potencias se ven ante desafíos que vienen 
	tanto de arriba (las organizaciones regionales y mundiales) como de abajo 
	(de las milicias, las ONGs y las transnacionales). 
	
	 
	
	El poderío está presente, 
	al mismo tiempo, en todas partes y en ningún sitio, en varias manos y en 
	varios lugares.
	
	Además de las seis grandes potencias mundiales existe una gran cantidad de 
	potencias regionales. 
	
		
			- 
			
			En Latinoamérica se puede mencionar los casos de 
	Brasil, más o menos de Argentina, de Chile, México y Venezuela 
- 
			
			En África, 
	se pueden mencionar Nigeria, Sudáfrica y Egipto 
- 
			
			En el Medio Oriente tenemos 
	a Irán, Israel y Arabia Saudita 
- 
			
			También están los casos de Pakistán, en 
			el sudeste de Asia 
- 
			
			Los de Australia, Indonesia y Corea del 
			Sur, en el Asia oriental y en el oeste del Pacífico 
	
	Numerosas organizaciones intergubernamentales aparecen también en ese 
	listado de fuerzas:
	
		
	
	
	Y no 
	podemos olvidar la existencia de clubes como la OPEP (la Organización de 
	Países Exportadores de Petróleo).
	
	Hay agregar también a ese listado ciertos Estados que a su vez son parte de 
	Estados-Naciones, como el Estado de California, en Estados Unidos, y el de 
	Uttar Pradesh [el Estado más poblado de la India] e incluso ciudades como 
	Nueva York y Shangai.
	
	También están las empresas transnacionales, sobre todo,
	
		
			- 
			
			las vinculadas a 
	sectores como la energía y las finanzas 
- 
			
			
			
			medios de difusión de alcance 
	global como Al-Jazeera, la BBC y CNN 
- 
			
			milicias como el Hezbollah, el 
	Ejército del Mehdi o los talibanes 
	
	A todo lo anterior tenemos que agregar 
	aún,
	
		
	
	
	La lista 
	es interminable.
	 
	
	
	
	World Economic Forum (Davos)
	 
	
	Pero la principal concentración de poderío se mantiene en Estados Unidos. 
	
	
	 
	
	Los gastos militares de ese país están estimados en más de 500 000 millones 
	de dólares. Esa cifra puede elevarse en realidad a 700 000 millones si 
	tenemos en cuenta el costo de las operaciones que actualmente se desarrollan 
	en Irak y Afganistán. 
	
	 
	
	Con un PIB anual estimado en 14 trillones de dólares, 
	Estados Unidos está considerado como la primera economía del mundo.
	
	Sin embargo, la realidad del poderío estadounidense no puede ocultar la 
	decadencia de Estados Unidos, tanto en valor absoluto como en relación con 
	los demás Estados. Como ha señalado el presidente del 
	Council on Foreign 
	Relations, Richard Haass, el progreso de países como China, Rusia, Arabia 
	Saudita y los Emiratos Árabes Unidos es del orden de un trillón al año. 
	
	 
	
	Eso 
	se debe, claro está, al mercado de la energía. 
	
	 
	
	Dada la explosión de la 
	demanda de energía de parte de China y de la India, esa cifra está llamada a 
	seguir creciendo. La debilidad del dólar ante la libra esterlina y el euro 
	no sólo provocará la depreciación de la moneda estadounidense ante las 
	divisas asiáticas sino también una posible transformación del mercado del 
	petróleo, que adoptará el pago a través de diferentes divisas, o quizás en 
	euros.
	
	Y cuando el dólar estadounidense 
	
	deje de ser la moneda de la compra-venta 
	petrolera, la economía de Estados Unidos se volverá vulnerable a la 
	inflación y las crisis monetarias.
	
	Dos mecanismos fundamentales han sostenido el mundo no polar:
	
		
			- 
			
			Numerosos flujos financieros se han abierto paso fuera de las vías legales 
	y a espaldas de los gobiernos, lo cual tiende a demostrar que la 
	globalización debilita la influencia de las principales potencias. 
- 
			
			Los Estados petroleros han utilizado ampliamente esos flujos para 
	financiar en secreto actores no estatales. 
	
	Por consiguiente, en un sistema no polar, el hecho de ser el Estado más 
	poderoso del mundo no garantiza el monopolio de la fuerza. 
	
	 
	
	Todo tipo de 
	grupos, e incluso de individuos, pueden acumular influencia.
	
	Según el profesor Hedley Bull, las relaciones internacionales han sido 
	siempre una mezcla de orden y caos. Si seguimos la lógica de su teoría, el 
	sistema no polar tiende a volverse cada vez más complejo. Y eso es lo que ha 
	sucedido.
	
	En 2011, la exacerbación de las tensiones alrededor de Libia demostró que el 
	sistema no polar había dejado de ser viable. Aparecieron entonces dos 
	orientaciones que competían entre sí.
	 
	
		
			- 
			
			La primera es estadounidense. 
			   
			Su objetivo es la construcción de un Nuevo 
	Orden Mundial que corresponda a la estrategia de Washington.    
			Ello supone 
	abolir la soberanía de los países, reconocida desde la época de los Tratados 
	de Westfalia, y reemplazarla por la injerencia humanitaria, a la vez como 
	legitimación retórica y como caballo de Troya del American Way of Life.
 
 
			
			 
 Brasil + Rusia + India + China = BRIC
 
			
 
 
- 
			
			La segunda, respaldada por la Organización de Cooperación de Shanghai y los 
	países del BRICS, es chino-rusa.   
			Reclama la preservación de los principios 
	de los Tratados de Westfalia, sin proponer por ello un retroceso. Su 
	objetivo es instaurar una nueva regla del juego, algo basado alrededor de 
	dos núcleos alrededor de los cuales existen cierto número de polos.
 
 Resulta evidente que el control de los recursos, sobre todo de las energías 
	renovables, constituye el paso ideal hacia la creación de un nuevo sistema, 
	cuya aparición se mantiene bloqueada desde 1991.
 
 También está claro que el control del gas y de las vías de transporte 
	constituye el centro del conflicto que hoy se desarrolla en Siria.
 
	
	Es 
	indudable que la polarización de las potencias sobre ese tema sobrepasa en 
	importancia las supuestas causas internas así como la cuestión del acceso a 
	las aguas cálidas o la importancia logística de la base naval de Tartus.
	 
	
	 
	
	 
	
	 
	
	El imperativo energético
	
	
	La batalla de la energía era el gran negocio de 
	
	Dick Cheney. 
	
	 
	
	
	La dirigió 
	desde el año 2000 hasta 2008, en claro enfrentamiento con China y Rusia. Es 
	la misma política que se ha seguido aplicando bajo la dirección del propio
	Barack Obama.
	
	Para Cheney, la demanda de energía aumenta más rápido que la oferta, 
	conduciendo a fin de cuentas a una situación de escasez. La preservación de 
	la dominación estadounidense exige, por lo tanto, en primer lugar el control 
	de las reservas aún existentes de petróleo y gas. 
	
	 
	
	
	Además, y de manera más 
	general, si bien las actuales relaciones internacionales están estructuradas 
	en función de la geopolítica del petróleo, lo que realimente determina el 
	ascenso o la caída de un Estado es el aprovisionamiento. 
	
	 
	
	Estos razonamientos 
	sirven de base al plan de 4 puntos de Cheney:
	
		
			- 
			
			Estimular, a cualquier precio, toda producción local a través de vasallos 
	como medio de reducir la dependencia estadounidense de cualquier proveedor 
	que no sea su amigo, para ampliar así la libertad de acción de Washington.
 
 
- 
			
			Controlar las exportaciones de petróleo desde los Estados árabes del Golfo, 
	no para acapararlas sino para usarlas como medio de presión sobre los 
	clientes y sobre los demás proveedores.
 
 
- 
			
			Controlar las vías marítimas en Asia, o sea el aprovisionamiento de China 
	y Japón no sólo en petróleo sino también en materias primas.
 
 
- 
			
			Estimular la diversificación de las fuentes de energía utilizadas en 
	Europa para reducir la dependencia de los europeos en relación con el gas 
	ruso y limitar la influencia política que esa dependencia puede proporciona 
	a Moscú. 
	
	
	
	
	Dick Cheney (1941 - )
	 
	
	Así que los estadounidenses se han fijado como principal objetivo su propia 
	independencia energética. 
	
	 
	
	Ese era el sentido de la política que Dick Cheney 
	elaboró, en mayo de 2001, al cabo de profundas consultas con los gigantes de 
	la energía. Esa política exige una diversificación de las fuentes: 
	
		
			- 
			
			petróleo 
	local, gas domestico y carbón 
- 
			
			producción de electricidad con energía 
	hidráulica y con energía nuclear 
	
	Exige además un fortalecimiento de los 
	intercambios con sus amigos del hemisferio occidental, sobre todo con Brasil, 
	Canadá y México.
	
	El objetivo secundario es el control del flujo de petróleo en el golfo árabe. 
	Fue esa la principal causa de la operación Desert Storm (en 1991) y de la 
	posterior invasión de Irak (en 2003).
	
	El plan Cheney se concentró en el control de las vías marítimas: 
	
		
	
	
	En este momento, esas vías marítimas siguen siendo 
	esenciales para la supervivencia económica de China, Japón, Corea del Norte 
	e incluso para Taiwán. 
	
	 
	
	Ambos corredores permiten el envío de recursos 
	energéticos y materias primas hacia los centros industriales asiáticos y la 
	posterior exportación de los productos manufacturados hacia los mercados 
	mundiales. 
	
	 
	
	Al tenerlos bajo su control, Washington garantiza simultáneamente 
	la lealtad de sus principales aliados asiáticos y restringe el creciente 
	poderío de China.
	
	La aplicación de esos objetivos geopolíticos tradicionales llevó a Estados 
	Unidos a reforzar su presencia naval en la zona Asia-Pacífico y a crear una 
	trama de alianzas militares entre Japón, la India y Australia. También con 
	vistas a obstaculizar el progreso de China.
	
	Washington siempre ha considerado a Rusia como un competidor geopolítico. Ha 
	aprovechado cada oportunidad que se ha presentado para reducir el poderío e 
	influencia de Rusia y ve con especial temor la creciente dependencia de 
	Europa occidental del gas natural ruso, dependencia que puede limitar la 
	capacidad de oposición de los países de esa región ante los movimientos 
	rusos en el este de Europa y en el Cáucaso.
	
	Como alternativa, Washington ha empujado a los europeos a aprovisionarse en 
	la cuenca del Mar Caspio, construyendo para ello nuevos gasoductos a través 
	de Georgia y Turquía. Se trataba de evitar el paso por Rusia, con ayuda de 
	Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán, rehuyendo el uso de los gasoductos de 
	Gazprom. Así aparece la idea del 
	
	gasoducto Nabucco.
	
	Para reforzar la independencia energética de su país, Barack Obama se 
	convirtió de pronto en nacionalista 
	
	autárquico [Defensor de la 
	autosuficiencia. NdT.]. 
	
	 
	
	Estimuló la explotación del petróleo y del gas en el 
	hemisferio occidental, sin importar los peligros que encierran las 
	perforaciones en zonas ecológicamente frágiles, como las aguas frente a las 
	costas de Alaska o en el Golfo de México, ni las posibles consecuencias de 
	las técnicas utilizadas para la producción de energía, como el craqueo del 
	agua.*
	
	 
	
	 
	
	* También llamado “separación del agua”, este proceso divide el agua en 
	sus componentes, oxígeno e hidrógeno, y se considera como una posibilidad 
	para la obtención de hidrógeno barato. NdT.
	 
	
	
	
	 
	
	En su discurso sobre el Estado de la Nación correspondiente a 2012, el 
	presidente Obama 
	
	declaró con orgullo: 
	
		
		«En los 3 últimos años hemos abierto 
	millones de acres de tierra a la prospección en busca de petróleo y gas. 
	Esta tarde he pedido a la administración que abra más del 75% de los 
	recursos petroleros y gasíferos off shore. 
		
		 
		
		Ahora, en este momento, la 
	producción estadounidense de petróleo es la más alta de los últimos 8 años. 
	Así es. Desde hace 8 años. Y eso no es todo. El año pasado nuestra 
	dependencia del petróleo extranjero disminuyó y llegó a su nivel más bajo en 
	16 años.» [1]
	
	
	Obama mencionó, con particular entusiasmo, la extracción de gas natural por 
	craqueo de esquistos bituminosos: 
	
		
		«Tenemos reservas de gas natural que 
	protegen a América por un centenar de años.» [2]
	
	
	En marzo de 2011, Washington incrementó sus importaciones de Brasil para no 
	seguir recurriendo al petróleo del Medio Oriente.
	
	En realidad, Washington nunca ha dejado de garantizar el control 
	estadounidense sobre las vías marítimas vitales que se extienden desde el 
	estrecho de Ormuz hasta el Mar de la China Meridional, ni de establecer una 
	red de bases y de alianzas que cercan a China - la potencia mundial emergente 
	- formando un arco que va,
	
		
			- 
			
			desde Japón hasta Corea del Sur, Australia, Vietnam 
	y Filipinas, por el sudeste 
- 
			
			la India, por el sudoeste 
	
	A todo esto se 
	agrega, como colofón, un acuerdo con Australia para la construcción de una 
	instalación militar en Darwin, en la costa norte del país, cerca del Mar de 
	la China Meridional.
	
	Washington trata además de incluir a la India en una coalición de países de 
	la región hostiles a China para sacar a Nueva Delhi del BRICS, en el marco 
	de una estrategia tendiente a cercar a China que despierta gran inquietud en 
	Pekín.
	 
	
	
	
	 
	
	Varios estudios han sacado a la luz una repartición inesperada de las 
	reservas mundiales de gas. 
	
		
			- 
			
			Rusia aparece a la cabeza con los 643 trillones 
	de pies cúbicos de la Siberia occidental.    
- 
			
			En segundo lugar aparece Arabia 
	Saudita, incluyendo el yacimiento de Ghawar, con 426 trillones de pies 
	cúbicos.   
- 
			
			Viene en tercer lugar el Mediterráneo, con 345 trillones de pies 
	cúbicos de gas, a los que hay que agregar 5 900 millones de barriles de gas 
	líquido y 1 700 millones de barriles de petróleo. 
	
	En el caso del Mediterráneo, la parte más importante de esa riqueza 
	se halla 
	en Siria. 
	
	 
	
	El 
	
	yacimiento descubierto en Qara puede alcanzar una producción 
	diaria de 400 000 metros cúbicos, lo que convertiría a Siria en el cuarto 
	productor de la región, después de Irán, Irak y Qatar.
	
	El transporte del gas desde el cinturón de Zagros, en Irán, hacia Europa 
	debe pasar por Irak y Siria, lo cual ha venido a trastornar los proyectos 
	estadounidenses y a consolidar los proyectos rusos (South Stream y North 
	Stream). 
	
	 
	
	Sin acceso al gas sirio, Washington no tiene otra salida que tratar 
	de garantizar el gas libanés.
	
	Y sigue la guerra…
	
	 
	
	 
	
	 
	
	Notas
	
		
		[1] “Over the last three 
		years, we’ve opened millions of new acres for oil and gas exploration, 
		and tonight, I’m directing my administration to open more than 75 
		percent of our potential offshore oil and gas resources. (Applause.) 
		Right now - right now - American oil production is the highest that it’s 
		been in eight years. That’s right - eight years. Not only that - last 
		year, we relied less on foreign oil than in any of the past 16 years”.
		
		
		
		Origen
		
		
		[2] “We have a supply of natural gas that can last America nearly 100 
		years.”
		
		
		
		Origen