por Kerry R. Bolton 2011 del Sitio Web
traducción de Editorial-Streicher del Sitio Web Editorial-Streicher
en la más baja categoría de las vocaciones: el caballero, el labrador de la tierra, el artesano, y el comerciante" Inazo Nitobe,
Bushido
Aunque nuestra época actual tiende a ser despectiva con respecto a las sociedades pasadas, que supuestamente estaban oprimidas por la superstición, la tiranía y la desigualdad, tal percepción está basada en una perspectiva parcial e incompleta.
La sociedad "moderna" es considerada como "la mejor hasta ahora", en gran parte debido a la disponibilidad - al menos teóricamente - de bienes y servicios.
Por consiguiente, se ha dado una inversión de la jerarquía tradicional, que coloca al comerciante, como la personificación de la materia, en la cúspide social.
Este artículo considera la actual negación del ethos [carácter distintivo] tradicional y el ascenso del materialismo desde una perspectiva Tradicionalista en el espíritu de historiadores y filósofos tales como Julius Évola y Oswald Spengler.
También explora el encantamiento y la esclavitud de la Humanidad
frente a la Materia a la luz del Tarot así como la ventajosa
posición de la sabiduría antigua.
La máxima Hermética es aplicable aquí cuando se analiza la Historia desde una perspectiva tradicionalista:
Ya que la Humanidad es la correspondencia de Dios en la Tierra, aquélla debe establecer un orden que corresponda o que establezca un paralelo con el orden divino y los acontecimientos del Cielo.
A la inversa, la perspectiva contra-tradicional y el zeitgeist de un ciclo [1] son retratados por la carta "El Diablo" en el Tarot.
Paul Foster Case (1884-1954) proporciona un significado de "El Diablo" que es particularmente relevante para este informe:
El punto más destacado para este informe es el punto de vista Tradicionalista del triunfo de Mammón sobre Dios.
Esto es personificado por la posición central de los negocios y la adquisición material, que se ha convertido en la norma social, en el sentido de la vida, o lo que hoy se llama "la rueda de molino de la Economía", reforzada por las cadenas extras de la deuda omnipresente.
En efecto, bajo el ethos basado en el dinero, el artista o el poeta bien podrían ser considerados como parásitos si no se ganan la vida de una manera convencional, o bien no comprometen la integridad estética por la ganancia material.
Así, en el "Kali-yuga", la "Edad del Lobo", o la llamada "Edad de la Materia", las artes se convierten en otra materia para ser comercializadas masivamente, una transitoriedad que es contraria a la concepción tradicional del Arte. [4]
Ésta es una situación que ciertos artistas, en particular
después de la Primera Guerra Mundial, han lamentado tras haber visto
las artes, a las que se les había concedido un estimado status en
las sociedades más antiguas, relegadas (como muchas otras cosas) a
los mercados comerciales.
La diferencia que se da es entre el Código de Caballería de la Era Medieval, donde uno luchaba por la Fe y era, al menos idealmente, dirigido por un ethos, y las guerras tramadas por la avaricia disfrazada como patriotismo.
El vestigio final de un
ethos caballeresco probablemente se manifestó en la Primera Guerra
Mundial cuando los pilotos enemigos sepultaban los cuerpos de sus
adversarios con plenos honores militares.
El filósofo historiador neo-tradicionalista Julius Évola habla del concepto del guerrero metafísico con algún detalle, haciendo uso de tales perspectivas tradicionales. [5]
Mientras una batalla podría ser lo más sangriento concebible, bajo tal espíritu (élan) caballeresco, ella no era luchada en una manera cobarde o deshonrosa.
De aquí, por ejemplo, uno podría citar el
ejemplo de Napoleón siendo desterrado y tratado en una manera
honorable después de su derrota a manos de la alianza europea, una
cortesía que no parece evidenciarse mucho hacia los enemigos
derrotados en la actualidad.
"El Diablo" encadena a la pareja humana a la materia. Tal como "El Diablo", la pareja humana es representada con cola y cuernos. Esto es sugestivo de la creencia esotérica en la regresión cíclica más bien que en una progresión lineal.
El concepto de ciclicidad es esotéricamente ilustrado por el motivo de La Rueda del Tarot. [6]
Según la perspectiva Tradicionalista, nuestra actual "Edad Negra" representa un ciclo descendente y una lucha entre la espiritualidad o los objetivos superiores, anunciada por Nietzsche y por esoteristas como Alice Bailey, y "El Diablo" de los bajos deseos y el materialismo.
Su pregunta
es quizás aún más relevante hoy.
De aquí que las tendencias fisiológicas básicas hacia necesidades instintivas tales como alimentos, vestuario y refugio, se hayan convertido en el objetivo último de la vida, más bien que ser una fase pasajera que finalmente cede el paso al crecimiento personal y a la auto-realización.
Esta regresión ocurre cuando una cultura alcanza su ciclo senescente y decadente.
Mientras bajo una sociedad "normal" [9] - tradicional - el individuo cumple sus necesidades fisiológicas básicas como los medios para ser libre de conseguir algo más alto, en una sociedad contra-tradicional, atada a la materia, la adquisición material se convierte en el fin en sí misma más bien que en un medio para un fin.
En la época medieval, por ejemplo, el artesano buscaba el sentido en los esfuerzos hacia la excelencia, realizando un deber social más amplio, para el propio gremio, la propia villa, la propia comunidad, el propio señor y, en última instancia, el propio Dios.
El trabajo manual medieval no era
por lo tanto una monótona rutina de tipo económico sino una
creatividad altamente personalizada y significativa, diseñada para
proteger tanto al trabajador como a la comunidad.
Para la sociedad tradicional,
Por causa de que a la sociedad moderna se le enseña a ver la
Historia a través de sus propias lentes basadas en la materia, e
incluso juzga a los remanentes de las sociedades tradicionales sobre
aquella base, [10] el concepto de "casta" es equiparado con el
moderno concepto, basado en la materia, de "clase" (como Marx se
refiere en el Manifiesto Comunista), y es ridiculizado por su "injusticia"
y "desigualdad".
Para muchas sociedades tradicionales la casta es una manifestación espiritual, y la clase una manifestación de la Economía.
Otro modo de considerar esto es considerar a la casta como ordenada por Dios (o los dioses), y a la clase como creada por los humanos. En una sociedad tradicional, la casta en la que uno nace es generalmente aceptada como estando determinada por la voluntad divina y por el karma.
El funcionamiento dentro de aquella casta es considerado como
el cumplimiento de un papel divino, o lo que los hindúes llaman el
dharma.
Por lo tanto, "nosotros" como "modernos", veremos, por ejemplo, al artesano y al campesino medieval como solamente un desgraciado miserable explotado por sus arrogantes señores, una creencia simplista que no logra entender la base del organismo social de la época medieval y otras culturalmente análogas.
Tales actitudes revelan un abismo entre las perspectivas
de la Humanidad tradicional y de la moderna que trasciende el tiempo,
la geografía o la raza.
Si aceptamos la percepción Tradicionalista de Évola de las relaciones sociales entre las castas, entonces la suposición de que el jefe ejerce una tiranía corrupta sobre sus subordinados es una descripción reconociblemente más propia del concepto modernista de la forma de gobierno.
En nuestra actual cultura, dominada por el dinero, como señala el historiador filósofo Oswald Spengler, la lealtad de la clase dirigente es, en general, hacia la adquisición de riqueza individual, familiar o corporativa.
Tal persona o entidad podrían sentirse responsables ante accionistas, miembros de un consejo o tribunales de justicia, pero no necesariamente ante cualquier persona o condición más alta que el plano material.
En la sociedad tradicional, por contraste, el dirigente, probablemente nacido para dicha posición y con familia y expectativas culturales de "hacer lo correcto", a menudo sentía que él era responsable ante Dios y ante un ethos personal de honor o de caballerosidad, más allá de la ganancia personal.
Incluso si un gobernante se convertía en un tirano brutal, como era a menudo el caso, él todavía podía estar motivado por ese omnipresente sentido del "deber" y "destino" para mantener la ley y el orden.
El tradicional sentido del deber hacia principios superiores a uno mismo todavía es manifestado en algunos líderes mundiales y algunos miembros de la familia Real británica, aunque en una forma abismalmente degradada. [12]
La popularidad de
la familia
Real podría sugerir algo innato en la psique que comprende la
corrección de un orden jerárquico en Eras pasadas hace mucho tiempo.
En las escrituras hindúes Krishna dice a Aryuna:
El nórdico poema Lay of Rig (Rígsmál) describe poéticamente los orígenes divinos de las castas. Rig es un nombre del dios Aesir Heimdal.
Él llega a los hogares de cuatro parejas y engendra hijos a las mujeres de cada uno, de las cuales surgen respectivamente las castas de,
Las relaciones económicas del orden social tradicional están basadas no principalmente en la ganancia o ni siquiera en la economía en sí, sino que están pensadas como el reflejo del carácter de uno, a su vez un reflejo individual del cosmos.
En algunas sociedades, como la hindú, la casta de nacimiento de alguien era considerada como el resultado del karma a través de la reencarnación.
De ahí que lo que uno hacía en la vida terrenal determinaba en gran parte lo que le sucedería al propio espíritu después. De manera análoga, el habitante medieval, desde el siervo al rey y al Papa, al menos en principio, estaba forzado por la recompensa o castigo del alma.
Las
relaciones económicas estaban determinadas por principios
ético-espirituales.
El gremio era por lo tanto un reflejo del deber divino.
La distinción entre los gremios y los sindicatos contemporáneos - cuyos intereses se han hecho en gran parte materiales - fue requerida por la inversión de la Jerarquía que fue completada por la Revolución Industrial, pero que estuvo varios siglos en preparación.
Esta distinción destaca la
diferencia de ethos que existe entre lo tradicional y lo moderno.
Bliss declaró que ésa fue una época en la cual la capacidad profesional dominaba por sobre el capital,
Ésta es una indicación de que el orden social de la sociedad europea tradicional era de un orden ético más alto que la "progresista" e "iluminada" época que los modernos ven como superior.
Bliss describió la naturaleza orgánica y social de la Europa medieval, tomando como su referencia la ciudad alemana de Nuremberg:
Bliss explicó que un comercio tenía su derecho de practicar en tanto le era concedido por el Emperador, quien lo recibía de Dios.
El gremio determinaba cuáles materias primas serían usadas en una manufactura, cuánto comprar, el número de aprendices que un maestro podría emplear, los salarios, los métodos de producción y la fijación de los precios.
El orden social tradicional le daba identidad, objetivo y libertad de expresión al habitante medieval mucho más que el sindicato o la cámara de comercio de la sociedad moderna.
Juliet Schor, profesora de Economía en la Universidad de Harvard, ha mostrado que la Europa medieval concedía mucho más ocio, por ejemplo, que el actual sistema de libre comercio:
El historiador-filósofo inglés Anthony Ludovici ha comentado acerca de los resultados de la Revolución cromweliana en este respecto:
La Revolución en Inglaterra del siglo XVII, bajo el liderazgo de Cromwell, fue una desacralización de la sociedad so pretexto de otra religión, la del Puritanismo, cuya actitud hacia la acumulación de capital destruyó el ethos tradicional hacia el dinero y los bienes.
William B. Yeats [1865-1939], desde un punto de vista Tradicionalista, se refirió a la "pandilla criminal" de Cromwell que engendró el "auge del dinero" por sobre lo que es noble, en el poema inequívocamente titulado La Maldición de Cromwell (The Curse of Cromwell, 1937):
El ethos Puritano que llegó a dominar a Occidente, una temprana revolución "en nombre del pueblo", pero como muchas otras, como Spengler mencionó, desde la época de los Gracos de Roma en adelante, sirvió a los intereses del dinero.
La clase adinerada se vio fortalecida tanto por la Revolución Industrial de Inglaterra como por la Revolución estadounidense.
Podemos sin embargo remontarnos tan atrás como hasta Enrique VIII y los que podrían ser considerados como los primeros signos de la destrucción de la jerarquía tradicional en Occidente, con el golpe contra la autoridad de la Iglesia, otra vez en nombre de la "libertad".
Mientras muchos "modernos" ven cualquier disminución de la autoridad de la Iglesia como un paso progresista, tal "progreso" no implica un orden de vida más satisfactorio.
El escritor Hilaire Belloc opinaba que la Iglesia, como el custodio espiritual de la sociedad tradicional en el contexto cultural occidental, impregnó a la sociedad con un ethos enormemente diferente de aquel del comercio:
Éste era el ethos que impregnaba a todas las castas, campesinos, artesanos, soldados...
Mientras en el contexto occidental Belloc se refiere al catolicismo, el mismo principio es verdadero para las culturas tradicionales en general, ya del Islam, el hinduismo o el sintoísmo.
La Reforma inauguró la época actual del capitalismo, de la cual Belloc escribió:
En 1536, por Ley del Parlamento, los monasterios y los conventos fueron cerrados y sus propiedades confiscadas para beneficio de Enrique VIII y sus favoritos.
El famoso comentarista social William Cobbett (1763-1835) afirmó que dicha ley, que golpeó la base misma de la vida local social y económica de la gente,
Es notable que William Cobbett no fuera un católico.
Él sólo estaba ofreciendo una descripción objetiva de la Inglaterra que él vio durante su vida, en contraste con el registro histórico de la Inglaterra tradicional pre-industrial.
Éste es un ejemplo de cómo
los ciclos de la morfología cultural según Spengler y Évola se
desarrollan de modos que están lejos de la concepción modernista de
una optimista evolución lineal.
La ley de todo el cuerpo político que había existido entre gobernantes y gobernados - basada en lealtades y deberes recíprocos y, en último término, en deberes ante Dios - fue reemplazada por un nexo de dinero, donde los nuevos amos del dinero no tenían ningún deber hacia sus subordinados económicos aparte de pagarles salarios al precio más bajo posible, una situación que continúa ampliamente en la misma manera hoy.
La unidad
ética superior que existía entre las castas fue eliminada por el
motivo de la ganancia grosera y la "lucha" entre clases.
Karl Marx, cuya ideología era parte del mismo zeitgeist que el capitalismo, y por lo tanto procuraba expropiar los valores capitalistas más bien que invalidarlos, consideró el ascenso del comerciante y la destrucción de la jerarquía tradicional como una fase "dialéctica" progresista de la Historia.
Él estuvo, por lo tanto, vehementemente opuesto a cualquier tentativa de restaurar el orden tradicional.
Marx aludió a una alianza que se había formado en su propia época contra la Edad de la Materia, a la cual él estaba personalmente encadenado tanto como cualquier comerciante:
En la Alemania de Marx surgió una alianza de "Reaccionarios" que se resistieron a este "materialismo dialéctico", como Marx llamó a su método de análisis histórico, y que deseaban restaurar el orden tradicional.
Max Beer, un historiador del socialismo alemán, declaró de esos "reaccionarios":
Ésa era la acción de retaguardia de la gente sacada de los remanentes de la clase campesina y artesanal, de la aristocracia y el clero.
Fenómenos similares habían ocurrido en el momento de la Revolución francesa, cuando la región de la Vendée había experimentado una rebelión de campesinos para restaurar la jerarquía tradicional y el ethos de la fe que había sido un estilo de vida durante siglos, y de los cuales ellos no tenían ningún deseo de "liberarse" en nombre de un nebuloso slogan:
Los representantes del "pueblo" exterminaron a los campesinos de la Vendée con entusiasmo. [22]
Los campesinos y la
nobleza también habían intentado una abortada rebelión de naturaleza
parecida contra Enrique VIII.
La actividad comercial ha llegado a ser considerada como el nexo sobre el cual gira todo lo demás, mientras que en las sociedades tradicionales ella era sólo un aspecto de un Todo mayor, y se esperaba que el comerciante se comportara, tal como el campesino, el artesano, el artista, el caballero y el monarca, de acuerdo con el ethos apropiado para su dharma o lugar en el orden divinamente inspirado.
Como fariseos de nuestro tiempo, la gente en
la sociedad moderna a menudo es juzgada por su riqueza material o su
manifestación externa. A menudo no hay ningún espacio para un
sentido de entusiasmo (élan), sobre todo en política y en los tratos
comerciales.
Son los banqueros y los gerentes ejecutivos quienes viven en mansiones y administran enormes propiedades, quienes mantienen una corte y a quienes los políticos acuden como criados abyectos.
Debería ser tenido presente que en las sociedades tradicionales, los predecesores de los especuladores del dinero de hoy eran considerados como "usureros" y eran universalmente despreciados.
Desde el punto de vista Tradicionalista, ellos son los herederos de la gente que Jesús expulsó del Templo porque ellos habían convertido un lugar de fe en un lugar de comercio, un escenario imbuido de tanto simbolismo como la dicotomía entre las perspectivas espirituales y materiales ante la vida (Juan, 2:14-16).
La profesión de ellos era generalmente proscrita, y el cobro de
interés por los préstamos estaba condenado en los libros sagrados
como un crimen civil o moral, así como un pecado contra Dios.
Aristóteles describió la usura como un uso anti-natural del dinero.
Catón y Séneca consideraban la usura como estando en el mismo nivel que el asesinato, y Jerónimo adoptó la misma opinión. [23]
Desde el punto de vista cristiano, así como desde la perspectiva judía, había una condena bíblica, hasta el punto de sancionarla con la pena de muerte (Ezequiel 18:5-13). Jesús había condenado dicha práctica (Lucas 6:35).
Lamentablemente, la
época medieval fue ambigua en su actitud y permitió que se cobrara
interés por los préstamos si el usurero compartía un riesgo igual en
una empresa.
Durante el siglo XV, la Iglesia respondió a esa situación estimulando la formación de "bancos para los pobres" que ofrecían préstamos sobre una base no lucrativa. Es significativo que esos bancos funcionaran en todas partes de Europa, a excepción de Inglaterra, donde ellos fueron prohibidos por el Parlamento.
Mientras Lutero consideraba la usura como impía, Calvino la consideró como apropiada, y hacia la segunda mitad del siglo XVI, tanto los teólogos católicos como los Protestantes estaban llegando a ser más tolerantes del préstamo de dinero.
Sin embargo, en 1745 la encíclica papal Vix Pervenit siguió condenando la usura como la posición oficial de la Iglesia, mientras que el protestantismo generalmente la aceptaba.
El Islam siguió la
opinión aristotélica, prohibiendo la ribâ (usura) como un pecado
(Corán, Al-Imran 3:130).
Ése era un ethos que era sostenido tanto por las religiones paganas como por la Iglesia católica, pero fue trastornado por el protestantismo. [24]
Por ejemplo, el poema nórdico Havamal afirma de la riqueza que,
El Vishnu Purana, uno de los textos hindúes más importantes, es particularmente relevante acerca de la actitud tradicionalista en cuanto a la adquisición material, y concomitante con el ciclo de decadencia de una civilización, o lo que los hindúes llaman Kali-yuga.
Ese texto profético podría haber sido escrito por Oswald Spengler o Julius Évola para describir la Era moderna de la civilización occidental.
El Vishnu Purana se refiere a la aparición de gobernantes "impíos",
Los nuevos gobernantes,
Los sudras, los marginados y los bárbaros ocuparían las tierras,
Desde una perspectiva Tradicionalista, este texto se refiere al ciclo final de una civilización - el Kali-yuga - donde la fe es sustituida por la impiedad existente entre una "casta mezclada" de gobernantes y gobernados, y donde no hay ningún respeto por la familia y la santidad.
Desde un punto de vista neo-tradicionalista, el texto antiguo "predice" bastante bien la condición de la sociedad occidental moderna, donde los dirigentes carecen de la esencia espiritual.
Del Kali-yuga y sus dirigentes, el Vishnu Purana sigue declarando que,
Estas ideas concuerdan con la visión
neo-tradicionalista de que la Historia es hecha desde arriba, contra
Marx y los historiadores materialistas que afirman que es hecha por
las "masas".
El Vishnu Purana sigue describiendo el ethos del Kali-yuga:
En estos comentarios ya mencionados el énfasis está en las castas, o en lo que hoy llamamos "clases", que están basadas en la posición económica.
Jesús dijo algo similar sobre los fariseos cuando la ostentación pública se había convertido en una señal de su santidad (Mateo 23:2-7). Los fariseos eran la degradada clase dirigente del tiempo de Jesús, superficial y desalmada, cuya "riqueza era la prueba de su pedigrí y virtud".
Así, la naturaleza análoga de las perspectivas tradicionales se hace evidente en los comentarios de Jesús y los sabios hindúes.
La exterioridad de clase como el
indicativo del propio status ("las señales externas constituirán la
única distinción de órdenes") está aliada con el comentario de la
riqueza como la prueba del abolengo, y una vez más marca la
diferencia entre "casta" en la jerarquía tradicional, y "clase" en
la moderna jerarquía económica "basada en la apariencia".
Éstas y las lamentaciones siguientes acerca del Kali-yuga se refieren repetidamente a la dominación de la materia por sobre el espíritu y el modo en el cual cada faceta importante de la sociedad es infectada:
Al igual que el Havamal y el Vishnu Purana, los Evangelios cristianos expresan un aborrecimiento tradicionalista del gobierno de la materia, advirtiendo que hay un conflicto espiritual cuando las consideraciones económicas se convierten en la raison d'être en un nivel individual, social y cultural.
En efecto, había mucho en el ministerio de Jesús que era una lucha militante contra el materialismo. Pablo aconsejó que los obispos y los diáconos de la Iglesia no debían ser "amantes de ganancias deshonestas" (I Timoteo 3:8).
Las advertencias de Pablo a la Iglesia son un rechazo del materialismo, tanto como cualquier otro texto tradicionalista.
Si bien su comentario de que "el amor al dinero es la raíz de todos los males" (I Timoteo 6:10) es completamente familiar, el pasaje anterior a ése advierte que el ansia de riqueza causa que el hombre se hunda en "ruina y perdición" (I Timoteo 6:9).
El Apocalipsis de Juan es análogo a la descripción del Kali-yuga en el Vishnu Purana y a la de la Edad del Lobo o del Hacha descrita en la nórdica Voluspa (versos 40-60).
Uno de los temas primarios de Juan es el de un mundo
que es gobernado por el deseo de lo que Pablo llamó "lucro
deshonesto", un sistema que se extiende sobre la totalidad de la
Tierra, de la cual ningún Estado se ha escapado.
Es un sistema - dejó en claro Juan - basado en valores mercantiles:
La época que Juan describió es la del final de una civilización que ha alcanzado lo que Spengler llamó su ciclo de Invierno, donde domina el dinero.
Uno no tiene que suscribir la opinión de que a Juan de Patmos le estaba siendo dada una visión directamente de Dios para reconocer que él estaba describiendo el ciclo de cierre de una civilización arraigada en la avaricia, poniéndolo en términos poéticos y reveladores más bien que como el análisis histórico empírico según Spengler.
Es "el tiempo del final" o las clases dirigentes kali-yúguicas lo que Juan estaba describiendo, las clases que empiezan a destacar en la época tardía cuando la jerarquía tradicional ha sido invertida:
Uno bien podría preguntarse si los sabios hindúes o Juan de Patmos tenían una bola de cristal muy exacta.
Sin embargo, los sabios y
santos de muchas sociedades tradicionales - en armonía, como lo
estaban, con el cosmos y conscientes de su lugar en el orden divino
- eran fácilmente capaces de comprender el modo en que una sociedad se
desenvolvería, no como una evolución ascendente sino como un ciclo
hacia abajo, después de lo cual un cataclismo de destrucción
originaría una nueva cultura que estaría otra vez de acuerdo con lo
divino.
Un recurso de los aristócratas fue casar a su progenie con los comerciantes, y a la inversa, los comerciantes recibieron honores caballerescos, como en los eventos de los miembros de la Casa de Rothschild y otros que reciben títulos nobiliarios.
Ésa es la situación que continúa teniendo efecto.
El erudito japonés Inazo Nitobe expresa coherentemente el tema central de este informe:
Nitobe escribe acerca de esto en relación al ethos de los samuráis, que es análogo al de los Caballeros medievales:
Nitobe declara que cuando Japón se abrió al comercio exterior, el feudalismo fue abolido, los feudos de los samuráis fueron tomados, y ellos fueron compensados con garantías, con el derecho a invertir en el comercio.
De ahí que el samurai fuera degradado al nivel de un comerciante a fin de sobrevivir (Ibid., p. 105).
Ésta es la analogía cultural de Japón con otras civilizaciones. Sin embargo, la sociedad tradicional de los japoneses se parecía a las otras sociedades tradicionales, como ha sido explicado por Évola.
La declaración de Nitobe de que el individuo y el universo
eran a la vez espirituales y éticos, confirma este punto.
En un sentido orgánico - que es cómo Spengler consideraba las culturas - lo viejo muere y cede el paso al crecimiento del nuevo organismo cultural. Aquellos que retienen su vigor toman el lugar de aquellos que se han fosilizado y que se están descomponiendo.
El Vishnu
Purana (op. cit., p. 311) afirma que, en términos cósmicos, el
Kali-yuga es breve y que de aquella decadencia surgirá una cultura
nueva aunque tradicional.
Juan de Patmos del mismo modo tuvo una visión de "un nuevo cielo y una nueva tierra" (Apoc. 21:1) surgiendo del eclipse del orden corrupto simbolizado por Babilonia como un sistema de alcance mundial cuya desaparición sería lamentada por "los mercaderes de la tierra" (Apoc. 18:11).
Évola declaró que
no hay nada que pueda hacerse para salvar el antiguo orden, pero que
los Tradicionalistas deberían - para usar una analogía oriental -
"cabalgar el tigre", o sobrevivir al orden actual, a la vez que
preparan el camino para las nuevas formas de civilización. [29]
Los valores eternos en los cuales este tipo de sociedad post-caos podría estar involucrada son aludidos por Alice A. Bailey en sus proclamas para un nuevo orden:
Bailey también dice:
La descripción de Bailey de un "nuevo orden mundial" está de acuerdo
con la perspectiva Tradicionalista hasta el grado que es antitético
a la perspectiva "contra-tradicionalista" que está siendo
perseguida
por muchos intereses bien situados, [31] que han empezado a destacar
bajo la protección de la "Edad de la Materia".
Referencias
|