26 Noviembre 2015 del Sitio Web Editorial-Streicher
Mundialización y Cibernética
eran los príncipes de la tierra y tus sortilegios han extraviado a todas las naciones".
(Apocalipsis 18:23) Por sorprendente que pueda parecer, el hecho de que René Guénon haya evocado al final de El Reino de la Cantidad (cap. XXXIX) el próximo advenimiento de una parodia "contra-iniciática" del Santo Imperio casi no ha suscitado comentario, al menos que nosotros sepamos.
Es necesario decir que la noción de "contra-iniciación" ha sido después hasta tal punto mancillada, por los propios "guénonianos", que se ha convertido en difícil de utilizar.
No cabe duda, no obstante, que en el
espíritu de Guénon ésta coincidía, en una perspectiva escatológica
perfectamente tradicional, con los "poderes de las tinieblas" que
bajo la égida del Anticristo deben instalar en nuestro mundo su
reino provisorio.
Ello no impidió que la visión de Guénon fuese claramente asimilada a un "conspiracionismo", lo que hoy tiene por efecto situar ese aspecto de su obra en el campo bastante mal frecuentado de los teóricos del complot, a menudo ridiculizados con razón por los historiadores profesionales.
Pero eso es olvidar que detrás de los
pseudo-complots sobre los cuales Guénon tenía perfecto conocimiento,
existen verdaderamente auténticos complots.
Estando minado el terreno, para nosotros es indispensable precisar que abordamos este dominio desde una óptica que sobrepasa completamente las divisiones políticas, a las cuales el mismo Guénon era completamente ajeno.
Es conocida la antigua inclinación de la
Derecha tradicionalista (pagana o religiosa) a denunciar un
pretendido contubernio judeo-masónico contra la nación, Derecha
contra-revolucionaria cuyo anti-capitalismo vuelve a encontrarse
tanto en los socialistas hostiles al liberalismo (por otras razones)
como en los anarquistas y en ciertos ecologistas.
A título de ejemplo, las obras que tratan sobre la Comisión Trilateral emanan casi todas de estos últimos. Incluso se encuentra su huella inesperada en Internet, donde el conspiracionismo está muy implantado, ¡en los sitios consagrados a la ovnilogía!
No buscaremos explicar aquí las causas
de este género de asociación cuanto menos extraña, teniendo por
objeto este preámbulo mostrar simplemente hasta qué punto la idea de
complot se encuentra actualmente parasitada, quizás adrede.
Naturalmente este artículo sólo tratará
de esto, no siendo
la mundialización - puesto que de
ella se trata - a fin de cuentas un fenómeno exclusivamente
económico sino la conclusión o fase terminal de la expansión
planetaria del síndrome de la modernidad.
Esta palabra implica, en efecto, la coordinación de acciones voluntarias que emanan de individuos con un fin en común. Ahora bien, los "agentes" del mundo moderno, tan lejos como se remonte, no tienen a menudo más que un papel extremadamente definido, específico, y sobre todo no tienen generalmente consciencia de las consecuencias últimas de sus actos.
Esto nos lleva además a precisar que uno de los errores fatales del conspiracionismo ordinario es el de focalizar la culpabilidad del mal sobre un grupo o un personaje mientras que lo que se observa es más bien una especie de disolución de la responsabilidad, por lo demás sintomática de la época.
Ello no impide que existan
indiscutiblemente en la actualidad muchas "redes de influencias" más
o menos vinculadas entre sí cuya función es seguramente la de situar
este "contra-Imperio" mundial en el seno de un marco histórico por
lo menos opaco.
Al limitarse la militancia anti-mundialista a un tratamiento bastante exterior de los hechos, no podríamos apoyarnos inconsideradamente sobre sus producciones cada vez más abundantes. A modo de ejemplo, ya no es extraño hoy oír hablar de despotismo a propósito de la sociedad global, lo que es cierto, pero encuentra su límite en la creencia en una necesaria renovación democrática en la que se cree como remedio. [1]
Del mismo modo, parece ingenuo querer impedir la mundialización que, como el escándalo, debe llegar.
El verdadero sentido de la
inevitabilidad no es, naturalmente, el que sus promotores creen
percibir. No obstante, algunos querrían sustituir la mundialización
en curso por otra humanización más humanista, lo que también parece
limitado.
Ahora bien, esta alusión a una entidad política situada por encima de las naciones, debe llevarnos a reconsiderar un episodio decisivo de la historia europea.
En el capítulo VII de ese libro, apoyándose sobre Saint-Yves d’Alveydre (Mission de l’Inde), Guénon mencionaba en efecto la ruptura definitiva entre Oriente y Occidente como consecuencia de los,
En efecto, se recordará que esos tratados provocaron la pérdida de influencia de los Habsburgo y sobre todo el hundimiento del Sacro Imperio.
El advenimiento del principio de
igualdad entre Protestantes y católicos supuso la fragmentación
religiosa de Occidente, y en cuanto al dominio político, dieron
nacimiento al sistema internacional, fundado sobre la soberanía de
los Estados-nación.
Aunque éste hace votos por la puesta en
marcha de un "pilotaje planetario actuante" susceptible de impedir
las numerosas derivas actuales - en particular mafiosas - de
la globalización, nos parece más
lúcido insistir sobre los vínculos estructurales que unen, de manera
lógica, el desarrollo máximo de la industria capitalista a escala
mundial con el famoso debilitamiento de las naciones previsto por
Marx. [2]
Contrariamente a lo que piensan, en efecto, los que critican justamente esta situación, la modernidad no es reformable. A menos de hacerla desaparecer completamente (lo que ocurrirá), no es posible ir contra lo que procede de su esencia a la vez queriendo conservar alguno de sus aspectos constitutivos.
El dominio actual de las multinacionales
que provoca la "erosión" de los Estados-nación, ha podido ver la luz
gracias a una suerte de aglutinamientos de organizaciones (ONU,
OCDE, OMC, FMI, OTAN, etc.) muy numerosas, pero también gracias a
importantes lobbies cuyo papel es el de ejercer una influencia
directa sobre las instancias políticas, por lo demás ampliamente
favorables a sus puntos de vista.
Ha reunido siempre anualmente a un centenar de "líderes globales". Según los investigadores del Corporate Europe Observatory (Amsterdam), este Grupo ha jugado especialmente un cierto papel en la formación de la Unión Europea.
Se encuentran entre sus miembros personajes conocidos tales como,
Citemos también a la no menos famosa
Comisión Trilateral fundada en 1973 igualmente por David Rockefeller
y por
Zbigniew Brzezinski,
ex-consejero del Presidente Carter, defensor del "modelo global de
modernidad" que representa a sus ojos Estados Unidos, matriz
exclusiva de una "nueva conciencia planetaria".
Entre sus miembros conocidos se encuentran,
Dirigida actualmente por Paul Revay, la Eurozona fue gestionada mucho tiempo por Georges Berthoin, antiguo colaborador de Jean Monnet [3] y hoy Presidente Europeo Honorario.
Señalemos también que desde su conferencia de Roma en 1983 (donde la Trilateral fue recibida con gran pompa por Juan Pablo II) se cuenta igualmente la participación de Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea [hasta 2004].
Este trilateralismo consensual se reencuentra naturalmente en el Foro Económico Mundial de Davos, donde los participantes, afirmaba Samuel P. Huntington (miembro de la Trilateral y autor de El Choque de las Civilizaciones),
¡No se podría ser más claro!
Sin extendernos, señalemos que el IFRI, considerado por Jacques Chirac como un "centinela vigilante del universo geopolítico", tiene como socio estadounidense al Cordell Hull Institute que, según Susan George,
Entre las grandes empresas que financia el IFRI se encuentra especialmente la Société General de Bélgica, pero también Danone, Saint Gobain, Lafarge y Renault, que pertenecen a otro lobby que ejerce una gran influencia a nivel continental:
Las 45 multinacionales que forman parte de él (BP, Bertelsmann, Bayer, Hoffmann-La Roche, Rhône-Poulenc, etc.) disponen de un "acceso privilegiado a la Comisión" y trabajan en una "des-reglamentación completa de las industrias".
El ERT interviene en Europa en el dominio de los transportes, la biotecnología, la educación, etc.
Esta última en particular es objeto
actualmente de un plan global de privatización vía Internet y el e-learning,
cuyo fin sería hacer una "economía del conocimiento" competitiva. Se
comprenden aquí los temores de ver emerger un verdadero gobierno
mundial oculto.
...están entre las más importantes junto con el TransAtlantic Bussiness Dialogue (TABD), el 80% de cuyas recomendaciones son seguidas por los gobiernos estadounidense y europeos.
Estas pocas indicaciones sólo dan una
descripción extremadamente sumaria de la situación real y de la
manera en que nuestro mundo es dirigido, seguramente de forma poco
transparente.
La imagen de una Hidra mecánica superpoderosa para definir a Occidente [4] nos recuerda evidentemente el papel fundador del Mecanicismo en la formación de una concepción puramente materialista del mundo corporal.
Como se atrevió a decir alguien
últimamente a propósito de Descartes, este modelo lleva en sí "una
idea embrionaria de la robótica", pero también, en su conjunto, de
la cibernética.
La influencia de esta tradición sobre los sabios de origen judío es un hecho admitido. Moshe Idel lo ha reconocido últimamente a propósito de Norbert Wiener (1894-1964), "padre de la cibernética" y autor de God and Golem Inc. [5]
Este vínculo es tan marcado que Gershom Scholem incluso aconsejó a Haïm Pekeris (Instituto Weismann de Rehovot) llamar al computador que acababa de construír ¡"Golem Nº 1"!
Lo más curioso es que en el discurso que
hizo para su inauguración, Scholem presentó a nuestros cibernéticos
como "cabalistas modernos" [6] de los cuales
proclamaba ¡su superioridad sobre los antiguos!.
Muy fuertemente influido por Teilhard de Chardin (1881-1955), del que se conocen sus vínculos con la teoría de la Evolución, Rosnay ha retomado del jesuita las ideas de "planetización", de advenimiento de una "súper-Humanidad",
¡Ciertamente estamos con ello muy próximos al contra-Imperio!
Este proceso darwiniano de concretización de una "envoltura pensante de la Tierra (la Noosfera)" (Chardin), anuncia en J. de Rosnay el nacimiento de "un embrión planetario gigantesco", fruto de una combinación "neo-biológica" entre lo vivo y lo artificial.
Gracias a la conexión biomecánica entre
los cerebros y el computador ("biótica") conectados en red, podrá
pues advenir un "cerebro planetario" (Rosnay, L'Homme Symbiotique,
2000), un verdadero "cerebro global".
En su destacable ensayo sobre Le
Culte de l’Internet (2000), Philippe Breton ha mostrado
cuáles son los cimientos místico-religiosos que fundamentan el
apasionamiento actual por ese nuevo medio. En sus progenitores y
seguidores se encuentra en efecto una influencia cruzada del antiguo
gnosticismo anticorporal, de la New Age, del teilhardismo e incluso
del budismo Zen.
Esta caricatura de una "nueva Jerusalén"
panóptica donde reina la transparencia y la ubicuidad, culmina hoy
en un deseo de supervigilancia generalizada que
recuerda singularmente al Espejo extraordinario gracias al cual el
Preste Juan puede ver en todas direcciones, [8] lo
cual es en efecto una prerrogativa del Rey del Mundo.
Con toda seguridad no cabe esperar nada,
todo lo contrario, de ese tradicionalismo que, a través del Opus Dei
[11] particularmente, juega más bien el juego de
esa subversión.
Pero, como decía Michel Hulin,
son "los excesos del Kali-yuga los que contribuyen a poner en marcha
las condiciones de su regeneración", [13] que una
"élite muy pequeña" llegará a cumplir en el momento requerido.
Referencias
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