por Antonio Fernández Agosto 2016 del Sitio Web Tonyfdez
Goebbels se refería a las teorías raciales y eugenésicas.
Pues bien, en 1936 las olimpiadas se celebraron en la Alemania nazi… después la guerra… y ocho años después, se celebraron en Londres, y a los cuatros siguientes también en Londres. La locura racial no fue ni mucho menos exclusiva de los nazis.
De hecho, hubo una campaña propagandística de masas que buscó la criminalización del nacional-socialismo, alrededor de los excesos que compartieron con sus enemigos aliados.
La eugenesia es europea, el colectivismo
tecnocrático es europeo… y el deporte también es europeo.
Erradica las referencias viriles genuinas de la cultura, para sustituirlas por modelos comportamentales prefabricados.
Por ejemplo:
Una vez más, la técnica se aplicó en este medio propagandístico con el desarrollo de una medicina y una farmacología propia: la medicina deportiva y su correspondiente doping.
Porque el deporte de élite es el campo de pruebas de la investigación farmacológica y biotecnológica desarrollada por las mismas instituciones siniestras que aquí se han citado.
Las principales universidades en esta área son las británicas de siempre (Cambridge y Oxford) y ciertas universidades norteamericanas (en especial, californianas).
Llevan más de cien años fabricando
héroes de plástico; y con el deporte se ha llegado al límite
inferior en el cual los fantoches producidos ni tan si quiera se
asemejan a un ser humano.
Como industria nació en Los Angeles a principios de siglo XX, y en él siempre prevaleció la "producción" por encima de cualquier dirección artística o trabajo interpretativo a sueldo.
El dueño de una película es siempre el
"productor". El cine no es un medio artístico en el que se insertó
una industria. No, no, no.
De nuevo, la financiación de una herramienta propagandística (en este caso, el cine todo ello) se apoya en una sofisticada estructura de fundaciones, entidades privadas y subvenciones públicas más interesadas en su función propagandística y publicitaria.
La población mundial es guiada científicamente por unas referencias comportamentales sistematizadas:
Para formar parte de ese sistema estelar, además de ser actor, hay que tener algunos de los siguientes requisitos:
De forma descarada, algunas de estas referencias estelares se presentan como,
Estos sinvergüenzas son las referencias
comportamentales de todo el mundo globalizado, y a estas alturas la
influencia de esta herramienta de ingeniería social se encuentra en
extremo desbocada.
En volumen de negocio sólo tiene parangón con la industria del cine convencional. Si se estudia su financiación y su origen se comprende qué función propagandística tiene.
Con la pornografía (tal y como con el opio o la cocaína) ocurre que los primeros consumidores y traficantes formaban parte de la misma élite política.
Los primeros pornógrafos fueron nobles
europeos e industriales norteamericanos más o menos pervertidos. Con
las revoluciones culturales de los sesenta y los setenta, la
población tuvo acceso libre a la pornografía, a través de empresas
con el mismo origen que las cinematográficas.
¿Por qué comparten mesa tipos como Hugh Hefner o Larry Flint con tipos como Henry Kissinger o David Rockefeller?
Insisto en que hay que tomarse en serio la amenaza de la industria pornográfica: ataca y arrasa cimientos culturales con poquísimo esfuerzo, rápido y en masa. No se trata sólo de que el onanismo desvitalice al consumidor de estos contenidos hasta límites que prácticamente ningún moderno va a reconocer por un hipócrita pudor.
La pornografía de masa va más lejos:
Personalmente me niego a pensar que existen tantos onanistas dispuestos a pagar como para mantener una estructura empresarial que mueve tantos millones de dólares.
Como ocurre con el cine convencional, el
cine porno se apoya en una financiación suministrada por entidades
interesadas en su papel propagandístico.
Entre las actrices porno, abundan las hijas de reverendos protestantes, activos moralistas y férreos militares.
No es una contradicción:
Al repasar la biografía de algunos de los protagonistas de esta industria, comprobé interesantes datos comunes en muchos de ellos.
Por ejemplo, una de las parejas de productores de más éxito del siglo XXI, tiene un currículo curioso:
Por supuesto que hay músicos y artistas extraordinarios que hacen música pop. Lo que tenemos que discernir es que la estructura mediática que hace posible que esos artistas sean conocidos es netamente propagandística.
Michael Jackson puede ser o puede no ser un gran artista, pero el hecho de que sus canciones sean conocidas en Rio, Tokio, Paris o Johannesburgo, lo permite un entramado que no tiene ningún interés artístico, sino tan sólo político.
Para mejor comprensión:
¿Qué tendría en común toda esta gente con tipos como Paul McCartney, Mick Jagger o Elthon John? Pues que los unos y los otros (todos ellos) tienen título de Sir británico y son "caballeros" de órdenes de la Corona de los Windsor.
Una institución política como la Corona jamás va a conceder honores a alguien que no colabore con sus intereses.
El valor artístico es irrelevante, pues la función de estos sires en cuanto sires es propagandística. Científicos, periodistas, militares… son meras herramientas de los intereses imperialistas, y por ello, reciben condecoraciones y honores de instituciones político-militares.
Lo mismo ocurre con la industria pop:
En última instancia, las fuerzas militares, la psicología de masas aplicada a la ingeniería social y la industria pop, colaboran estrechamente entre ellas.
Desde los años sesenta, periódicas "revoluciones culturales" son implementadas para arrasar los sustratos culturales genuinos de todos los pueblos, y de paso, introducir ciertas drogas en la población.
La música pop es algo así como la banda sonora que estas revoluciones prêt-à-porter utilizan en su imposición comportamental y manipulación social.
Cada década tiene su "revolución", con su droga estrella y con su artista estrellado.
Las revoluciones pop siguen un padrón repetido:
La única diferencia esencial entre las
diferentes revoluciones pop es que en cada década se consigue un
alcance mayor, pues las herramientas de propaganda cada vez son más
numerosas y potentes.
Una vez más hay que saber discernir entre la manifestación cultural legítima de un pueblo y la utilidad de manipulación cultural que el plan globalista extrae. El pueblo afroamericano es una de las comunidades más castigadas por la ingeniería social tecnocrática.
El pueblo afroamericano fue usado para proyectar una "revolución cultural" global, aplicada en todo el mundo, con unos contenidos claros:
Con la cultura hip-hop, la música pop como herramienta en manos de la ingeniería social global llegó a un nivel de devastación sin precedentes en la historia de la globalización cultural.
En los años noventa, mientras los occidentales se espantaban con las noticias de los burkas de los tarados talibanes o de la monstruosa ablación genital de algunas comunidades africanas, la música que escuchaban en sus estaciones globales de música en los cinco continentes canturreaban cantinelas con palabras como "hooker", "bitch", "cunt", "pussy", y demás atropellos de los que no parecían espantarse tanto.
En pleno siglo XXI, tras observar y analizar las evidencias, se puede enunciar con claridad:
Así de claro: podéis seguir bailando a
ese ritmo si eso queréis… pero así es.
De hecho, ellos hablan de una "Industria del Entretenimiento" como un cajón de sastre donde entra todo tipo de propaganda. Fijaos en esta palabra: "entretenimiento".
El entretenimiento es la acción de entretener y, definido por la DRAE, entretener no es sino "distraer a alguien impidiéndole hacer algo". Es decir: no hay entretenimiento posible sin la voluntad de alguien que busca impedir algo al entretenido.
¿Qué pretende impedir la Industria del Entretenimiento?
Impedir,
… en definitiva, ¡que vivas!
Zbigniew Brzezinski dijo en 1970, en "Between Two Ages" que,
¿Acaso piensas que el señor Brzezinski está interesado en tu diversión?
Pues lo está: existe una Industria del Entretenimiento que produce cacharros que incluso fueron llamados "Sistemas de Entretenimiento" (Entertainment System). Recordemos la "adolescencia perpetua" del Dr. Trist y la intención de infantilizar a la población global.
Hace décadas, apareció en escena algo referido con la palabra "juego" (game, en inglés), es decir, algo para niños.
Este "juego" no se comercializó sólo para los niños. En su desarrollo, se puede hacer un seguimiento de los contenidos y asegurar categóricamente que todo esto es muchísimo más que un juego. Es una potentísima plataforma de propaganda global con una influencia de masas en constante crecimiento.
Eso son los llamados "videojuegos".
Ante una película, el espectador está pasivo tragando contenidos.
Ante un videojuego, el jugador cree estar interactuando en una trama (por supuesto, la actividad se reduce a los movimientos de las manos sobre el llamado joystick). El videojugador se involucra emotivamente con lo que está presenciando a través de su ilusoria participación.
Resulta previsible que sus apologistas y publicistas aseguren que el videojuego no es más que un juego, como el ajedrez o las damas.
Pero no es así:
Las playstations están en el mismo saco empresarial que la cinematográfica Columbia Pictures o el monstruo discográfico Sony BMG.
Las X-box es un artilugio más de Microsoft y, por lo tanto, bajo control de la infame Bill & Melinda Gates Foundation. Todo videojuego está bajo la sombra del llamado "Gran 6" mediático.
Veamos cuáles son los contenidos de estos inocentes juegos:
Existen extremos ya alcanzados como videojuegos consistentes en,
En el extremo del "entretenimiento" ya alcanzado existen videojuegos que ofrecen una vida alternativa a la vida real, una vida virtual, una ciber-vida (Second Life, de Linden Reseach).
Y es que estos "juegos" hace tiempo que dejaron claras sus intenciones:
El desarrollo de esta herramienta como medio propagandístico llevaría el poder de manipulación psicológica hasta límites difíciles de predecir.
Preferimos ceñirnos a la actualidad:
Los medios de propaganda global y psico-manipulación de masas habrán llegado en ese momento a la culminación de su expansión exterior.
En ese momento, la escalada de control sobre el ser humano se concentrará en su interior, en la propia tecnización de su organismo y fisiología.
Con control absoluto sobre el exterior del individuo y su contexto social (es lo que han hecho durante todo el siglo XX), la tecnocracia global a lo largo del siglo XXI se sumergirá en el control de su interior y su computarización psicológica.
Este viaje infernal ya ha comenzado...
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