METAPOLÍTICA núm. 82, julio-septiembre de 2013 del Sitio Web WayBackMachine
EL PODER DE LAS ISLAS EN RED
CLAVES PARA PENSAR
LAS NUEVAS FORMAS DE CONTROL
Gracias a los nuevos medios ahora se asiste a la llegada de una sociedad del conocimiento, que cuenta ya con varias "primaveras árabes", posibles a través de las redes sociales, incluso se confirma la llegada de un nuevo y mejor ser humano pues ya ha nacido la generación de los "nativos digitales", "la Generación net" y la "Generación Einstein".
En efecto, más que una sociedad del conocimiento, nos encontramos en una sociedad basada en el mercado del conocimiento.
Las "primaveras árabes" liberaron el norte de Africa para imponer nuevos gobiernos democráticos que terminaron por favorecer a las potencias económicas de siempre; en Libia, antes del declive de Gadafi, el agua era un recurso nacional y costaba 20 centavos de dólar el metro cúbico; después de la "revolución", la compañía francesa, Veolia Water, se adueñó de uno de los yacimientos de agua dulce más importantes del mundo y ahora vende a 3 dólares el metro cúbico a los libios democratizados.
A todo esto, los "nativos digitales" tienen poco que opinar pues están más ocupados en comprar y lucir el nuevo modelo del Ipad que en ponerse a pensar sería y dialécticamente su entorno político-social.
Queda la era del despotismo tecnificado:
Estos oligopolios han inaugurado una nueva lógica de ganancias basada en explotar todo lo que antes no era éticamente explotable de la información, como la privacidad del usuario, la triangulación comercial de datos personales, la fabricación controlada de de "disidentes" al sistema, etcétera.
En Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento (1997), Karl Manheim marcó la diferencia entre los conceptos de ideología y utopía; la ideología, que busca preservar el orden social imperante, es propuesta por las clases dominantes y hegemónicas.
En cambio la utopía, entendida como la transformación estructural de dicho orden social imperante, es puesta en acción por las clases excluidas y contraculturales. Es decir, existe un proceso histórico donde dominantes (ideología) y dominados (utopía) luchan entre sí en una espiral dialéctica.
A los sistemas operativos propietarios y de alto costo, como Windows y MacOS, se opuso el movimiento de software libre y la creación de GNU/Linux.
Al inicio de la censura de información en varios sitios Web, se opusieron los distintos servidores y redes alternativas de información como la Electronic Frontier Foundation, Xcess4all o Peace.Net.
En vez de seguir involucrándose en la dialéctica entre ideología contra utopía, optaron por crear sus utopías; con esto, lograron ser depositarios históricos no sólo de la ideología sino también de la utopía.
Así pues, oligopolios como Facebook, que se apropia legalmente de los derechos de propiedad de toda la información que publican sus usuarios, puede ser, al mismo tiempo el epicentro para exigir democracia y libertad en las "primaveras árabes".
Este giro histórico, que reconfigura notablemente la literatura sobre el concepto de utopía, marca también el inicio de un market mentality destinado a inocular un pensamiento único en la manera de pensar la Internet, que deviene en una utopía degenerada.
Desde sus orígenes Internet cuenta con una característica que complica notablemente su control en las esferas empresarial o gubernamental:
Una diseminación que al partir de distintos sitios Web, plataformas, entornos de comunicación lugares y usuarios, es difícil de ubicar y administrar.
Ante esta situación, el despotismo tecnificado ha optado por impulsar la siguiente utopía degradada: imponer el pensamiento unidimensional que las empresas controlan.
Las islas que se han convertido en todo Internet son,
En el paraíso de las islas en red casi nadie ve o quiere ver que estas empresas, como señala Briggs (2010: 34),
Nadie tampoco se quiere percatar que todas promueven una evangelización de la comunicación continua (el perpetuo presente, la novedad y la inmediatez de la información) en detrimento de otros procesos cognitivos más complejos, basados en la correlación la evaluación y la historicidad a largo plazo de la información.
Por su parte, los entornos de comunicación que también forman parte de Internet, como los foros de discusión los newsgroups, los mundos virtuales, los MUDs o las redes "peer2peer", han sido prácticamente anulados del mapa.
Para usar una metáfora, se puede decir que en la utopía degradada de las islas en red todo el mundo disfruta sus playas privadas y nadie ve que la tarjeta de crédito ya se venció hace mucho.
Lo importante es la promesa del aquí y ahora, ser "socialité" de esta nueva Internet abaratada.
Desde la llegada de esta nueva estrategia del despotismo tecnificado, a nadie le interesa saber que las publicitadas islas en red todas monopolios privados de Estados Unidos, sólo logran acceder al 20 por ciento de toda la información que hay en Internet, que el otro 80 por ciento está "perdido" en la llamada Web Profunda (Deep Web) y los dominios ".onion" (dominios que "San Google" ni siquiera indexa).
Que en la Deep Web uno puede tener un mail completamente anónimo y privado, incluso sin seguimiento de dirección IP (TORMail); que se puede acceder a numerosas fuentes primarias, en estado puro, de información periodística como las que se encuentran en los binarios de Usenet o las bases de datos completas del sitio Cryptome (el Wikileaks original que decidió nunca ser mediático ni plegarse a las líneas editoriales de diarios como Le Monde Diplomatique, El País, Washington Post, como sí hizo Julián Assange con Wikileaks).
Antes de la llegada del despotismo tecnificado, un usuario medianamente avanzado de Internet tenia que desarrollar varias habilidades informáticas para producir y difundir contenidos: desde compilar programas en GNU/Linux hasta saber lenguaje html para hacer sus páginas Web.
Este perfil de usuarios estaba integrado tanto por los profesionales del medio como por todos aquellos amateurs que por libre decisión querían aprender más del universo digital.
Ante este escenario adverso, el despotismo tecnificado ha impulsado el crecimiento de un sector social de usuarios que durante mucho tiempo estuvo en el más completo olvido: el usuario "wanna be".
El usuario "wanna be" no sabe nada de la historia y los distintos entornos de comunicación que articulan aintemet, tampoco es experto ni amateur en el rubro de la apropiación social de la tecnología.
Sin embargo, busca cambiar su condición de analfabeta digital a "nativo digital", "Generación net" o "Generación Einstein" inscribiéndose a las fórmulas "light" que le ofrece la utopía degradada; ahora sólo es cuestión de comprar una tablet y abrir una cuenta en Facebook para convertirse oficialmente en ciudadano de la sociedad del conocimiento.
Sin duda, un claro ejemplo de teoría de usos y gratificaciones que está produciendo todo un ejército de usuarios que no sólo no va a cuestionar nada de las utopías degradadas del despotismo tecnificado, sino que las van a alimentar y defender pues a través de ellas lo que ya está en juego es su identidad y autoestima digital misma:
Y si en un primer momento el despotismo tecnificado ha seducido a los usuarios "wanna be" a través de las formulas de los signos de identidad y el narcisismo, en un segundo momento está sumando otra capa de control definitivo al orillarlos a consumir exclusivamente comunicación jibarizada:
La agenda oculta de esta comunicación jibarizada, caracterizada por su desprecio notable a los procesos cognitivos de orden superior (analizar, sintetizar y evaluar la información), busca que las luchas dialécticas que están decidiendo de manera estructural la libertad de Internet le sean prácticamente invisibles al usuario "wanna be".
Por tanto, no tiene idea de la tecnología Digital Rights Management (DRM) impulsada por Apple, Sony y Microsoft para controlar y limitar la reproducción de las canciones, videos y películas que están hospedadas en Internet.
No sabe tampoco que el futuro de la web estará soportado por el HTLM5 y que Google, Netflix, Microsoft y Apple están presionando al consorcio que desarrolla dicho lenguaje a que incluya unilateralmente candados de protección anticopia para sus productos digitales.
Menos sabe que la Unión Internacional de Telecomunicación contempla regular y segmentar el ancho de banda de Internet para ofrecer a futuro paquetes de contenido Web como pasa en la TV de paga...
Nada de eso importa, lo importante es que el "like" 301 acaba de llegar...
Una verdadera utopía de la revolución digital que no tiene nada que ver con las utopías degradadas del despotismo tecnificado, es la adopción generalizada del principio de neutralidad tecnológica (tech neutrality).
Es decir, que el usuario pueda examinar, evaluar, modificar, asociar y actualizar a su conveniencia las partes blandas (software) y duras {hardware) de sus equipos informáticos.
En este sentido, la neutralidad tecnológica es requisito indispensable para el desarrollo real y no ficcional de la sociedad del conocimiento.
Por el lado de la parte blanda (el software) la mayoría de estos equipos cuentan con un sistema operativo altamente restrictivo al software foráneo, que además obliga al usuario a correr solamente programas y/o archivos que hayan sido directamente descargados y/o comprados de sus tiendas on-line, como Itunes, Google play, Amazon, Apps Store.
Escandalosamente, hasta en los cables de los productos (que anteriormente se caracterizaban por ser un estándar tecnológico) existe una severa política de "cajanegrizar" todo lo que le pueda dar una mínima libertad al usuario; el cable HDM3 para conectar equipos como Ipads, Tablets y Macs a una pantalla plana, es publicitado como el futuro para la transmisión de imagen en alta resolución, pero lo que nunca se informa es que el HDMI está diseñado para impedir a los usuarios hacer copias de cualquier contenido audiovisual que pase por él.
Así pues, Apple es presentada como una empresa revolucionaria y de alta innovación a pesar que en sus orígenes robó a Xerox y a IBM elementos para "innovar" su sistema operativo; a pesar que a lo largo de su historia ha sido una de las compañías más contrarias al "tech neutrality" y a pesar de que hoy todos sus equipos integran el chip DRA/I para controlar, desde los intereses del mercado, los contenidos audiovisuales que puede o no puede ver el usuario.
Cuando murió en octubre del 2011, Steve Jobs fue elevado de inmediato a una categoría cercana a la de "Jesucristo de la tecnología" por parte de los medios de comunicación.
Sin embargo, poco importó saber que ese mismo mes y año también murió Dermis Ritchie, el creador del lenguaje de programación C y del sistema operativo UNIX, aportes que no sólo se ciñen al principio de neutralidad tecnológica, sino que han sentado las bases estructurales para el desarrollo de prácticamente todos los sistemas operativos de la actualidad, incluidas las familias de MacOS que Apple publicita y vende como si fueran innovaciones originales.
Por su parte, Dennis Ritchie es considerado una figura perfectamente olvidable gracias a sus principios de neutralidad tecnológica y de compartir gratuitamente con los demás sus conocimientos.
MÁS POPULARIDAD Y CONECTIVIDAD A CAMBIO DE MENOS PRIVACIDAD Y LIBERTAD
En Vigilar y castigar (1986) Michel Foucault redefinió el concepto de panóptico y lo presentó como la capacidad de poder vigilar y controlar a un gran número de personas desde un único sitio y con un número mínimo de vigilantes.
Dicha vigilancia puede ser impuesta de manera forzosa (el caso de las prisiones) o de manera subrepticia (sin informar claramente de su existencia).
En este contexto, que también pudiera definirse como "Caballo de Troya 2.0", la lógica se basa es intercambiar privacidad y libertad por cuotas simbólicas de popularidad y conectividad en las islas en red.
Agreguemos,
...se tiene un sistema de televigilancia que no sólo se concentra en media docena de oligopolios estadounidenses, sino que en su ubicuidad y market mentality supera por mucho al "Big Brother" descrito por Orwell en 1984.
La utopía degradada que la computación en la nube vende a los televigilados es la siguiente:
En tanto que la agenda oculta es:
Los intentos por controlar la revolución digital siempre han existido:
Empero, con la llegada del despotismo tecnificado parece ser que la lucha dialéctica se ha extinguido definitivamente; la dialéctica ha muerto al punto que hoy no se percibe en el horizonte a ningún actor o escenario social con el peso suficiente para encamar una oposición estructural al nuevo poder.
Los sectores históricamente llamados a oponer una mayor critica y proceso evaluativo al tipo de revolución digital que se está imponiendo (como las universidades públicas, los intelectuales, las asociaciones civiles, las ONG, los periódicos de izquierda, los colectivos anarquistas, etcétera), han preferido cerrar los ojos y disfrutar sin remordimientos de las fantasías germinadas por las islas en red.
La hipótesis indica que a diferencia de otros tiempos, caracterizados por la imposición pública de regulaciones jurídicas (el modelo lineal de acción-reacción), ahora se apeló al uso de una estrategia donde las utopías degradadas, las islas en red, la condición "wanna be", las cajas negras y el panóptico 2.0 convergieron en la construcción de un enorme e intangible market mentality (el modelo sistémico donde el todo supera la suma de las partes).
Ciertamente, la seducción mental, de impacto ubicuo, se sirvió de factores ideológicos, identitarios, narcisistas, publicitarios, generacionales, mercadológicos, tecnológicos, etcétera, para pulverizar poco a poco la capacidad crítica del "ciudadano" de la "sociedad del conocimiento".
En este sentido, a continuación se propone un manifiesto contra el despotismo tecnificado realizado bajo la lógica del TOP 10 (los 10 mejores trending topics, los 10 mejores smarthphones, las 10 cuentas dQ Facebook con más seguidores...) que tanto gusta a la comunicación jibarizada.
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