Damasco (Siria) del Sitio Web RedVoltaire
Servicio de prensa del
Kremlin
La situación en el norte de África y el Medio Oriente ha evolucionado rápidamente después de la destitución del emir de Qatar por Estados Unidos y de su abdicación a favor de su hijo Tamim.
Para sorpresa de Washington, los militares
egipcios eligieron precisamente esa coyuntura para derrocar al presidente
Mohamed Morsi, un miembro de
la Hermandad Musulmana apadrinado por
Qatar. Como resultado, la pérdida del apoyo qatarí se ha convertido en
derrota para la Hermandad Musulmana, cuyos miembros en Túnez, Libia y Gaza
también se sienten amenazados.
Pero la debilidad actual de Estados Unidos es
tan acentuada que Washington se apresura lentamente. Aunque una paz justa y
duradera exigiría un desarrollo económico conjunto de las fuerzas implicadas,
el plan de Estados Unidos se basa en una visión anacrónica que favorece una
división regional en zonas de influencia, inspirada en los acuerdos
franco-británicos Sykes-Picot de 1916.
En efecto, todo acuerdo con los palestinos encuentra de inmediato la oposición de los grupos disidentes. Estos últimos sabotean entonces los acuerdos mientras que la Siria baasista rechaza el principio de una paz por separado.
La única solución válida tiene que ser, por lo
tanto, de carácter global y Siria debe figurar en ella como responsable
capaz de garantizar por la fuerza la aplicación del acuerdo.
El conductor de las negociaciones es el
diplomático sionista Martin Indyk, quien fue consejero de Madeleine
Albright y de Bill Clinton para las cuestiones del Medio Oriente.
Por cierto, cuando se habla de Arabia Saudita no
hay que pensar en el rey Abdallah, demasiado absorto en la dura ocupación
que representa el ensayo de afrodisíacos, sino en el príncipe Bandar ben
Sultán y en su hermanastro y eterno ministro de Relaciones Exteriores
(38 años en ese puesto), el príncipe Saud.
En un show televisivo transmitido el 31 de julio, el jefe espiritual del Ejército «Sirio Libre» declaró que fue obligado (¿por quién?) a tomar las armas contra Bachar al-Assad a pesar de que la vía militar no conduce a ninguna parte.
También deploró que la «noble revolución» se
haya convertido en «una carnicería» y concluyó diciendo que él ya no se
reconoce en ella.
Poco después se dio a conocer un lacónico comunicado que indicaba que las conversaciones habían abordado,
El servicio de prensa del Kremlin divulgó una
foto del encuentro con el presidente ruso y una vieja foto del jefe del
espionaje saudita, que se ha vuelto decididamente inaccesible desde el
atentado del que fue blanco en julio de 2012, como respuesta al asesinato -
en Damasco - de varios jefes militares sirios.
Arabia Saudita estaría entonces dispuesta a aceptar que Bachar al-Assad se mantenga en el poder a cambio de una victoria puramente simbólica en Líbano, con el regreso al poder de su protegido y representante Saad Hariri.
Este último conformaría en Beirut un gobierno de
unión nacional, en el que estaría representada la «rama política» del
Hezbollah, lo cual explicaría la reciente decisión de la Unión Europea de
dar por sentado que existen dos ramas dentro del Partido de Dios. |