recibido vía Email 17 Diciembre 2020
La ''pandemia'' a causa del COVID-19 ha suscitado un sinnúmero de análisis, casi todos basados en las lecciones históricas de crisis globales como la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, no pocas lecturas de la situación actual han estado caracterizadas por la comparación con períodos de la historia en los cuales la humanidad se enfrentó a desafíos de similar complejidad.
Nosotros hemos publicado ya varios artículos sobre el tema, dos durante el mes de abril de este fatídico año 2.020,
En la actualidad, la carrera por obtener una vacuna eficaz ha puesto a diversos países ,
...en el primer foco de atención.
Los resultados de las pruebas son comparables a los escenarios de competencia espacial que enfrentaron a Washington y Moscú en el fragor de la Guerra Fría y así como el primer hombre en el espacio, la primera vacuna en aplicarse de manera masiva es la Sputnik V rusa, con una efectividad del 92% según publicación de la BBC el pasado 12 de noviembre de 2.020.
En sintonía con este análisis, el presente artículo busca poner de manifiesto los escenarios geopolíticos que se avizoran luego de superada (parcialmente) la crisis del coronavirus.
Para ello, se propondrá,
Lo primero que debe advertirse es que los impactos geopolíticos de la 'pandemia' serán agudos y complejos, pero ello no quiere decir que todas las consecuencias se deriven por la situación del coronavirus, sino más bien estarán agudizadas por él...
A partir de allí, de acuerdo con el profesor, Breno Bringel, se observan tres escenarios posibles:
En los tres escenarios, no obstante, hay profundas consecuencias por lo que puede confirmarse lo que se ha repetido como un mantra:
Otra de las tendencias estructurales en la geopolítica mundial que ha mostrado la situación del COVID-19 es la ausencia de un liderazgo mundial fuerte, sumado a la rivalidad entre las grandes potencias y las acusaciones mutuas por el origen y expansión del virus.
Más allá del cierre de las fronteras y el intercambio de críticas, hay una situación más compleja y es la falta de coordinación política global ante el avance del virus.
Parece como si cada Estado tomara decisiones independientes sin considerar los impactos regionales o globales.
Si algo permitió una situación de relativa estabilidad luego de la Segunda Guerra Mundial fue el ascenso de un liderazgo influyente y certero por parte de la Unión Soviética y de los Estados Unidos.
A pesar de los enfrentamientos latentes, la creación de instituciones internacionales como la ONU, contribuyeron a evitar una tercera confrontación mundial.
Esta circunstancia es justamente la que no se evidencia en la actualidad pues basado en su posición aislacionista, el gobierno de los Estados Unidos ha encontrado chivos expiatorios, evadiendo su responsabilidad como líder mundial.
Lo anterior lleva a considerar, entonces, dos alternativas:
El primer caso será sumamente complejo por lo anteriormente descrito:
El segundo escenario es todavía más complicado, pues basados en la experiencia histórica podemos afirmar que,
Esta fue justamente la actitud que tuvieron la Casa Blanca y el Kremlin luego de vencer al fascismo.
Sin embargo, en las actuales dinámicas, Estados Unidos no está en condiciones de ejercer esa función e incluso ha renunciado a ella con las desafortunadas declaraciones del magnate-presidente.
Por otra parte, está la República Popular China como el principal aspirante al trono de primer poder del mundo que ha demostrado su efectividad en la contención del virus.
Empero, el gobierno de Xi Jinping se enfrenta a condiciones poco favorables, pues si bien podría convertirse en un súper poder económico, la ausencia de prestigio político puede restar en su ambición de liderazgo mundial.
En otros términos, existe un consenso en los países occidentales de rechazar de manera abierta la posición autoritaria del gobierno chino, por lo que no estarán dispuestos a sacrificar las libertades individuales a cambio de progreso tecnológico.
Por su parte, el liderazgo de la Federación Rusa parece depender en extremo de su hombre fuerte, Vladimir Putin, con lo cual, un escenario sin su autoridad restaría en el perfil de Rusia y podría ser insostenible un liderazgo de la Unión Soviética.
Pareciese que Moscú está más interesado en consolidar su influencia regional más que convertirse en el primer referente mundial, aunque como anunciábamos al inicio, todo podría cambiar con la producción y distribución de la vacuna...
Otro jugador importante dentro del tablero geopolítico es un bloque económico que ha mostrado grandes fisuras en la toma de decisiones:
El grupo de los 27, caracterizado por ejercer el poder blando (salvo algunas excepciones como Kosovo), se convirtió en un paradigma de integración y cooperación.
Sin embargo, la reacción de la UE frente a la gestión del coronavirus ha demostrado una fragmentación nunca antes vista, sin una estrategia unificada de contención, sin solidaridad ni líderes en medio de la adversidad.
Por esa razón, para algunos analistas esta situación podría hacer incrementar la popularidad de movimientos antieuropeos (muchos de ellos de ultraderecha) que pueden llegar con fuerza en el escenario post-'pandemia'.
Además, debe considerarse el Brexit como una circunstancia que puede agudizar la ya precaria unidad europea.
En todo caso, a pesar de salir de esta situación, y debido a sus debates internos, la UE no tiene el potencial del líder mundial, por lo que el puesto continuaría vacante.
Es poco lo que otros países pueden hacer para convertirse en líderes mundiales, probablemente la diplomacia árabe o el bloque económico del sudeste asiático tengan un papel importante en la reactivación de la economía en un escenario post-'pandemia', pero no reunirán las condiciones para entronarse como hegemónicos en el tablero geopolítico.
También debe tenerse en cuenta que el coronavirus es una crisis sobre otras crisis.
De hecho, antes de la extensión masiva de la enfermedad, asistíamos a una guerra de precios en hidrocarburos que involucraban a Rusia, Arabia Saudita y los Estados Unidos.
De la misma forma, los conflictos de baja intensidad en Siria, Yemen, Afganistán o Libia hacían parte del panorama mundial, así como el enfrentamiento económico entre Washington y Pekín que involucra la tecnología 5G.
En consecuencia, es ilusorio pensar que estas situaciones desaparecerán una vez controlada la 'pandemia', ese es el motivo por el cual, se considera al COVID-19 como un acelerador de todas las problemáticas mundiales...
Con todo lo dicho anteriormente es posible afirmar que nos enfrentamos a un futuro incierto.
Por una parte, el coronavirus ha permitido que los recursos públicos tomen mayor relevancia que los privados e incluso muchos debates se han centrado en la renta básica universal como alternativa para solucionar la precaria situación de millones de personas, hecho que requiere de un Estado sólido e interventor, tan criticado por las teorías neoliberales.
Por otra parte, es claro que los estados nacionales resurgen con fortaleza inusitada, pues ellos han sido los protagonistas de la gestión de la crisis, poniendo en entredicho lo que veíamos con el caso de la débil integración europea en medio de la 'pandemia'.
Las posturas mencionadas se pueden concretar en los razonamientos de dos de los pensadores más importantes de la actualidad: Para el primero, la 'pandemia' ocasionará una crisis estructural en el sistema económico capitalista que llevará a la creación de una sociedad alternativa de cooperación y solidaridad, es decir, la crisis como oportunidad.
Por su parte, Han advierte que una vez superada (parcialmente) la 'pandemia', se producirá un mayor aislamiento e individualización de la sociedad, caldo de cultivo eficaz para que el capitalismo regrese con mayor fuerza.
Independientemente de la lectura que cada analista tenga (lo cual se convierte en un asunto de terreno subjetivo), lo cierto es que,
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