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por Roberto Savio
04 Junio
2019
del
Sitio Web
IPS
Periodista italo-argentino, Roberto Savio fue cofundador
y director general de Inter Press Service (IPS), de la
que ahora es presidente emérito.
En los últimos años
también fundó Other News, un servicio que proporciona
"información que los mercados eliminan". |
El ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini,
durante
la rueda de prensa que brindó el 27 de mayo,
tras el
éxito de su partido, la Liga Norte,
en
las elecciones europeas.
Crédito: Liga Norte
ROMA
La terrible sensación que
tuve al despertarme y ver los resultados de las votaciones italianas
en
las elecciones europeas del 26 de Mayo
fue que, de repente, mi país se había llenado de extraños.
¿Cómo podría la
mayoría de los italianos reconfirmar a un gobierno que ha sido
el más ineficiente de la historia, riñendo por cualquier cosa
día tras día y observando con total indiferencia el creciente
problema de cómo establecer el próximo presupuesto sin chocar
con la Unión Europea ni mortificar a los ciudadanos italianos?
El irresponsable debate
que sostienen sobre las finanzas italianas ha llevado a una brecha
de 290 puntos en el margen financiero (diferencia de valor) con los
bonos alemanes.
Además, los resultados han recompensado al ministro del Interior,
Matteo Salvini, quien en casi un año ha dedicado un gran total
de 17 días a las funciones de su cargo (no de un ministerio
marginal… ¿debería eliminarse ahora?), y todos los demás ¿a una
campaña electoral?
Bueno, los italianos duplicaron sus votos:
de 17 por ciento a 34
por ciento, mientras que redujeron a la mitad los de los
desordenados socios gubernamentales del Movimiento 5 Estrellas
(cuyo líder, Luigi Di Maio, llegó al puesto de viceprimer
ministro, aunque el único trabajo que ostenta en su CV es el de
administrador del estadio de fútbol de Nápoles).
¿Qué ha hecho Salvini
concretamente, además de bloquear puertos para inmigrantes, exhibir
rosarios, biblias y crucifijos en los mítines e imitar el lenguaje
corporal de Benito Mussolini?
Entonces, por supuesto, uno puede darse cuenta de que Salvini no
está solo y que probablemente mi generación, que se basa en los
valores consagrados en la Constitución (solidaridad, justicia
social, equidad, paz y cooperación internacional), no puede entender
los tiempos en que vivimos.
El 31 de octubre de 2017, el Corriere del Trentino publicó
una entrevista en la que afirmé que necesitábamos populistas en el
gobierno de Europa lo antes posible para que pronto se haga evidente
que, si bien sus denuncias son correctas, no tienen respuesta a los
problemas.
Y cuando el entrevistador
observó que las próximas elecciones venideras eran las elecciones
italianas, respondí que como italiano estaba triste pero como
europeo estaba feliz, porque los populistas italianos fracasarían
miserablemente.
Pues bien, bajo la lógica normal, han fallado.
El caótico gobierno ha
cumplido pocos puntos de su programa e Italia es el país europeo con
un crecimiento cercano a 0 por ciento, pero la mayoría de la
población italiana ha visto las cosas de otra manera… así que esto
se abre a una pregunta crucial.
Aquellos que luchan,
-
por la
democracia (observen a Polonia y Hungría con la
eliminación progresiva de controles y equilibrios,
tribunales, medios de comunicación, sistemas de enseñanza,
etc.)
-
por la
transparencia y la responsabilidad (piensen en la negativa
del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a revelar
sus declaraciones de impuestos)
-
por la justicia
social (hoy día solo 80 multimillonarios poseen tanto como
2.300 millones de personas)
-
por la paz (la
carrera de armamentos alcanzó la cifra sin precedentes de
1,7 billones de dólares en 2018),
...y así sucesivamente,
¿entienden realmente por qué nos convertimos en una minoría en
muchos países y a nivel global?
Anticipando la muy probable reelección de
Trump y el avance de Marine
Le Pen sobre Emmanuel Macron en Francia, ¿estamos seguros
de que entendemos la nueva política y de que podemos proporcionar
una respuesta válida?
La pregunta es aún más
importante porque la marea es impresionante.
Detrás de los que están
en el poder (los Trumps, Orbans, Kaczynskis, Erdogans, Putins,
Salvinis, Bolsonaros, Dutertes, etc.) acechan los que esperan (como
Marine Le Pen, Geert Wilders, Jussi Halla-aho, etc.).
Por supuesto que todos responden a diferentes realidades.
Si llamamos
nacionalistas a la nueva ola, deberíamos agregar a Narendra
Modi, Shinzō Abe, Xi Jinping y a la gran mayoría de los ciudadanos
del mundo.
Pero, al menos en Europa, se llaman soberanistas.
Esto facilita su
comprensión, ya que básicamente comparten una serie de puntos:
-
nacionalismo,
teñido de racismo
-
xenofobia, dentro
de la cual se incluyen minorías y LBGTI
-
el uso de la
superioridad moral para representar al adversario como un
enemigo del pueblo a quien representan
-
la lucha contra
cualquier tratado y estructura internacional que, según
afirman, le ha quitado la soberanía a su país
-
haciéndose eco de
Trump: mi país primero.
Entonces, la lucha no es
entre la izquierda y la derecha:
es entre los que
están por su nación y los que están asociados con
la globalización.
El autor, Roberto Savio
Por cierto, esta es una burda manipulación...
Las naciones son la base
sobre la cual construimos las relaciones internacionales y son la
base de nuestra identidad. El nacionalismo es un extremismo
construido sobre un concepto legítimo.
Y los principios sobre
los cuales se construyeron
las Naciones Unidas, por ejemplo,
fueron el concepto de desarrollo, que es exactamente lo opuesto a la
globalización en el concepto y la estrategia para eliminar la
soberanía nacional para aprovechar al máximo el libre flujo de
capitales e inversiones y apoyar el sistema transnacional.
El desarrollo fue un
concepto basado en la idea de que, al final, todos los que
participaran en él lograrían más: mientras que la globalización en
la idea de que, al final, todos tendrían más.
Un mundo en el que el costo de la publicidad per cápita
supera al de la educación y el sistema financiero alcanza volúmenes
40 veces superiores a los de la producción de bienes y servicios, es
un mundo claramente en contra del concepto de desarrollo.
Claramente, no encajan
con
el soberanismo esos paraísos
fiscales con al menos 40 billones de dólares, cuyos impuestos, si se
pagaran a las naciones, sumarían más que el costo total de todos los
programas a largo plazo de las Naciones Unidas.
Y recordemos también que antes de la crisis económica de 2008,
creada por un sistema bancario corrupto, no había ningún partido
soberano a la vista, excepto el de Le Pen en Francia.
Sin embargo, el nuevo
sistema político apenas ha luchado contra el dramático poder de las
finanzas: el primer año de gobierno de Trump tuvo un gabinete con la
mayor participación de banqueros en la historia de Estados Unidos
(los que luego fueron reemplazados por figuras militares).
No contamos aquí con suficiente espacio para un debate conceptual.
Simplemente pongamos
nuestra atención en el hecho de que los votantes parecen haber
llegado a un punto en el que ignoran el elemento más básico de la
acción política: desconfiar de quienes le han mentido,
independientemente de cuál sea su inclinación política.
Tomaré sólo tres
ejemplos:
-
Italia
-
Gran Bretaña
-
Lituania
*
Como ya se dijo,
Italia está ahora en recesión, sin crecimiento a la
vista.
El gobierno ya ha
tratado de ignorar el límite de un máximo impuesto por la
Comisión Europea de tres por ciento en el déficit
presupuestario. De hecho, esto fue impuesto por el Consejo de
Ministros.
Vale la pena recordar que el Consejo, formado por los gobiernos,
es el organismo que toma las decisiones que deben ser ejecutadas
por la Comisión Europea.
El Parlamento Europeo
fue creado para introducir el muy necesario principio de
los controles y balances.
Pero los políticos de
todas las tendencias presentaron convenientemente medidas y
leyes impopulares que aprobaron en la reunión del Consejo como
provenientes de la Comisión.
Salvini y Di Maio se han visto obligados a
replegarse de forma ignominiosa y a recortar el déficit del
presupuesto italiano después de haber intentado obligar a la
Comisión a aceptar un presupuesto desequilibrado.
Ahora Salvini afirma
que, sumándose a los otros soberanistas europeos, forzará a la
Comisión a cambiar las reglas y a aceptar el próximo presupuesto
italiano, que no ignora la economía sino las matemáticas.
Hubo un reciente debate televisivo entre la recientemente
nombrada viceministra de Economía, Laura Castelli, una
joven graduada en administración de empresas, y Carlo Padoan,
un respetado economista, profesor universitario, miembro
del,
Cuando Castelli dijo
que no le causaría temor que el margen financiero que separa a
Italia de Alemania siguiera creciendo, porque eso no tenía
ningún impacto en la economía real ni en el aumento del interés
en la enorme deuda italiana, un sobresaltado Padoan trató de
corregirla.
Pasado un rato, el
moderador intentó cambiar el tema, observando que Padoan era una
autoridad mundial en el tema.
La respuesta de
Castelli fue emblemática de la desconfianza de los nuevos
políticos con las élites:
"¿Por qué? Porque
ha estudiado más, ¿significa eso que sabe más que yo?"
Luego, parece que los
italianos confían más en Castelli que en Padoan.
Después de las
elecciones, Salvini anunció que destinará 30 mil millones de
euros para la rebaja de impuestos, un claro regalo para el
sector empresarial del norte de Italia.
Eso significa
encontrar al menos 80 mil millones de euros de ingresos para el
próximo presupuesto, lo cual es claramente imposible sin un
aumento en los impuestos y una reducción seria en los gastos
actuales.
Como de costumbre, la
educación, la investigación y la salud se verán afectadas, a
menos que la Unión Europea acuerde que la regla de tres por
ciento se deje a un lado.
En fin, aquí hay una predicción fácil:
Salvini
descubrirá que sus compañeros de viaje, los soberanistas de
Austria, Holanda, los países nórdicos, los países de Europa
Central y del Este, para no olvidar a Alemania, no aceptarán
destinar su dinero a salvar el presupuesto italiano.
¿Les mostrará eso a
los italianos que no es útil confiar en los mitos en lugar de
las realidades?
Salvini ganó por el miedo a la inmigración. Pues bien, según las
Naciones Unidas, la población italiana ha estado en declive
desde 2015. El año pasado, perdió 160,000 personas, y las
proyecciones dicen que perderá 1,8 millones de personas para
2025.
Italia ahora tiene cinco millones de extranjeros, que incluye a
500.000 estudiantes italianos nacidos de padres extranjeros.
Se estima que hay
670.000 extranjeros ilegales, contra los cuales Salvini no tomó
ninguna acción real: su carta electoral ganadora fue la de
cerrar los puertos a los inmigrantes.
Sin embargo, bajo el gobierno anterior,
la inmigración
era de apenas 119.000 personas en 2017 y 20.120 a mediados
de septiembre de 2018.
Los inmigrantes
representan 7,5 por ciento del total de la población
italiana, que en 2018 se estimó en 59,9 millones (de los
cuales 71,8 por ciento son urbanos).
Según las
estadísticas oficiales, Italia tiene 1.673 muertes por día y
1.353 nacimientos… y 22 por ciento tiene 65 años o más,
mientras que solo 13,5 por ciento es menor de 15 años.
Los inmigrantes africanos y árabes representan 1,5 por
ciento de la población italiana y 2,5 por ciento son
europeos.
Sin embargo, según
una encuesta, los italianos piensan que los inmigrantes
representan entre 15 y 25 por ciento de la población, y creen
que la gran mayoría son musulmanes, cuando en realidad son
ortodoxos.
Claramente, sin inmigración, la economía italiana y el sistema
de pensiones no son viables.
Pero es inaceptable
decirlo… y no ayuda asegurar que en Japón, el país donde la
identidad y la cultura se defienden como intocables, el
envejecimiento de la población y la pérdida de productividad han
obligado a Abe a aceptar a 230.000 inmigrantes este año.
*
El segundo
ejemplo es Gran Bretaña, hogar de la madre de los
parlamentos, considerado un país políticamente civilizado.
Pues bien, todo el
mundo conoce la saga
del Brexit. Pero lo que es
impresionante es que, en las
recientes elecciones europeas,
Nigel Farage ganó más votos que los partidos Conservador
y Laborista juntos. Creó el Partido Brexit hace apenas seis
meses.
Farage fue fundamental para forzar el famoso referéndum Brexit
en 2016.
Ese referéndum se
basó en mucha información claramente falsa y Farage lo
admitió después de ganar. Parte de esta información hecha por
Farage fue que 76 millones de turcos se unirían a Europa e
invadirían Gran Bretaña, pero Turquía no tiene ninguna
posibilidad de unirse a la Unión Europea.
Boris Johnson afirmó que todas las semanas Gran Bretaña
daba a la Unión Europea 350 millones de euros, lo que debería ir
en su lugar a reforzar el Servicio Nacional de Salud del país:
otra cifra tan falsa que está siendo llevado ante los
tribunales.
Los británicos dieron
a Farage 31,6 por ciento de los votos (a los laboristas 14,1 por
ciento y a los conservadores 9,1 por ciento) y Boris Johnson
está en position de convertirse en el próximo primer ministro.
Por supuesto, hay
muchas explicaciones para eso, pero todas excluyen cualquier
consideración acerca de la elegibilidad de mentirosos probados.
*
El tercer ejemplo es
Lituania, que tuvo elecciones generales justo
antes de las elecciones europeas.
Lituania tenía 3,7
millones de personas cuando llegó a su fin la Unión Soviética.
Para el 2018 se había reducido a dos millones debido a la
constante emigración, especialmente por parte de los jóvenes. El
partido de la Unión de Agricultores y Verdes blandió la bandera
contra la inmigración y ganó fácilmente.
El año pasado, la "invasión" fue en realidad de 54.000 personas,
de las cuales 69 por ciento eran lituanos que regresaban.
De los inmigrantes
reales, todos básicamente de Europa Oriental y Central, los
árabes de África fueron un total de 208, de los cuales 120 ya
han abandonado el país.
Como excusa para los
lituanos, podemos decir que tienen un historial de invasiones,
represión y resistencia, y que la identidad es un sentimiento
fuerte, como en otras partes de Europa Central y Oriental.
Por cierto, el territorio de la antigua Alemania Oriental es el
corazón de la extrema Alternative fur Deutschland (AfD)
y tiene pocos inmigrantes, a diferencia de Alemania Occidental,
donde la AfD no logró mucho. Pero, desde cualquier punto de
vista lógico, es difícil creer que los sentimientos y no la
realidad puedan desempeñar un papel primordial.
Por supuesto, hay muchas preguntas difíciles.
Observemos a Ucrania,
donde 73 por ciento de los votantes eligió a un comediante no
probado,
Volodymyr Zelenksy. Eso
demuestra que los sentimientos son, de hecho, una realidad.
Pero entonces,
¿por qué en los
Estados Unidos, cuna del feminismo, 43 por ciento de las
votantes de Trump eran mujeres que eligieron a un claro defensor
de la misoginia y un mujeriego conocido?
En otras palabras, la
realidad ya no es un factor en las elecciones.
Otros factores como los
sentimientos son más importantes.
Y si bien no tenemos
espacio para presentar un análisis serio de esto, solo ofrezcamos
algunas consideraciones sobre las cuales reflexionar.
-
Los historiadores están de
acuerdo en que la codicia y el miedo son probablemente los
elementos más importantes del cambio.
Si es así, recordemos que con
el derrumbe del Muro de Berlín en 1989 y con las ideologías
declaradas muertas, los ganadores introdujeron la
globalización como la ruta para la cual no había
alternativas (TINA, Margaret Thatcher).
Esto se incluyó en el llamado
Consenso de Washington, que redujo la función del Estado en
la medida de lo posible para dar paso libre al movimiento de
capitales.
Los costos sociales se
consideraron improductivos y luego se eliminó la diferencia
entre los bancos de depósito y los bancos de inversión (Clinton,
1999), lo que dio origen al sistema de finanzas que ahora
sufrimos.
Entre otros cambios para la
codicia no regulada, no olvidemos la Tercera Vía de
Tony Blair, una aceptación de
la globalización desde la izquierda para darle un rostro
humano y hacerlo menos dañino.
El resultado ha sido una
separación de la izquierda europea de su base y la
progresiva desaparición de un debate basado en los valores
que habían puesto a los humanos en el centro, a favor de los
nuevos valores: la competencia, el éxito individual, la
riqueza como la base de las relaciones sociales y los
mercados como centro de las relaciones internacionales.
-
Eso fue acompañado por un
declive del multilateralismo, la paz y la cooperación
internacional.
Los Estados Unidos fueron el
principal motor para la creación de las Naciones Unidas, con
un compromiso para proporcionar su sede y pagar el 25% del
presupuesto.
Pero, en 1981, Ronald
Reagan tomó distancia,
declarando que su país no podía aceptar tener un voto como
los demás y que no aceptaría resoluciones vinculantes de una
mayoría compuesta por los países más pequeños.
Y luego
Trump
llegó con
la última gota que rebosó la copa, con la campaña "América
Primero", que en realidad significa "América Sola",
predicando que los Estados Unidos no tenían amigos o aliados
que limitaran su acción.
Este fue el acto final contra
el multilateralismo.
-
En 2008, la crisis económica
se extendió a todo el mundo desde el sistema bancario e
Estados Unidos, creando una ola de temor, desempleo, rebaja
de salarios, pérdida de puestos de trabajo y precariedad,
todo lo cual el sistema político no pudo afrontar en gran
medida porque su dimensión global iba más allá de la
capacidad de respuesta nacional, además de un marcado
deterioro de la competencia política.
Esto sucedía acompañado por
un aumento de la corrupción, a medida que la política se
limitaba al corto plazo y se orientaba a problemas
administrativos, sin ningún marco ideológico.
-
Trump ha creado una situación
ondulante, con la Nueva Derecha (o Derecha
Alternativa, como la llama Steve Bannon),
libre de las consideraciones morales y éticas que surgieron
de la Segunda Guerra Mundial.
La Nueva Derecha puede
conducir una política basada en la codicia y mucho
más miedo, utilizando a los inmigrantes y las
minorías como el enemigo que hay que combatir para defender
las identidades e historias nacionales.
Esta narrativa ha creado
nuevas divisiones:
-
rural contra urbana
-
la élite como enemiga
de las personas comunes
-
cualquier acuerdo
internacional como camisa de fuerza de la nación
-
la recuperación de un
pasado glorioso como base para el futuro
Trump ha legitimado el
comportamiento que antes se consideraba inaceptable y,
durante su muy probable segundo término, cambiará aún más el
mundo que hemos creado a partir de las ruinas de la Segunda
Guerra Mundial.
-
La
Internet
ha seguido un curso equivocado.
En lugar de ser el nuevo instrumento para la comunicación
horizontal y el intercambio, se ha convertido en un creador
de mundos virtuales y fragmentados donde las personas se
agrupan a lo largo de líneas partidistas y ya no
intercambian puntos de vista e ideas.
Es un escenario de insultos y odio, manejado por identidades
falsas con noticias falsas, donde los ciudadanos son
vendidos como consumidores por una serie de logaritmos
basados en la maximización de las ganancias.
Ha creado las fortunas más grandes en la historia de la
humanidad: billonarios que no se sienten responsables de los
valores e intereses sociales.
Esto ha ayudado a crear una pérdida en la calidad del debate
político y a acudir al recurso de los sentimientos y las
agallas, en lugar de la racionalidad política.
Trump tiene 60 millones de seguidores en Twitter, más que
todos los medios estadounidenses combinados. Ellos no
compran periódicos y creen lo que dice Trump.
Esto conducirá a su reelección, a menos que se produzca un
error grave, pero con la barra de tolerancia cada vez más
alta.
Vamos a detenernos
aquí...
Hay, por supuesto, muchos
más puntos de reflexión pero, cualquiera que sea esta reflexión,
recordemos que las ideas políticas van y vienen en la historia.
Ciertamente, el soberanismo no está tan estructurado como el
comunismo o el fascismo.
Era normal que los
políticos escribieran libros.
Ahora, Trump incluso se
jacta de no leerlos para evitar que sus ideas se vean influidas. La
Nueva Derecha está básicamente libre de contenido, aunque es experta
en movilizar los sentimientos de las personas.
Por tanto, esta oleada
también terminará.
La pregunta es:
¿podrá la humanidad
crear de nuevo un sistema político basado en valores? y, antes
de que eso suceda, ¿llevará la Nueva Derecha a guerras y sangre
con su nacionalismo extremo?
Mirando la movilización
sobre el cambio climático, liderada por una joven sueca (Greta
Thunberg) que es una carta ganadora en las elecciones
europeas, hay razones para alimentar la esperanza (aunque ahora el
cambio climático se ha convertido en un tema de la izquierda).
Nos enfrentamos a un riesgo dramático:
si fracasamos, una
vez que la mitología del soberanismo se derrumbe ante una
realidad dramática sin resolver, las personas que han perdido la
esperanza y la confianza en la política tenderán a buscar la
salida del caos en un Hombre Providencial, como el papa
Pío XI llamó a Benito Mussolini...
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