por Thierry Meyssan
del Sitio
Web
RedVoltaire
el consejero de seguridad nacional de Arabia Saudita, Musaad ben Mohammed Al Aiban; el director del Buró Central de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi; y el almirante Alí Shamkani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, durante la apertura de la ceremonia oficial realizada en Pekín.
los países que lideran respectivamente el mundo musulmán sunnita y el mundo musulmán chiita, abre por fin la puerta a una era de paz en el Medio Oriente.
Esta reconciliación se hizo posible, en primer lugar, gracias a Rusia, aliada de estos dos "hermanos enemigos".
Se negoció después en Irak y en Omán y ahora acaba de concretarse gracias a la mediación de China, que aun siendo aliada milenaria de Irán ha sabido dar prueba de la mayor imparcialidad. La reconciliación entre Riad y Teherán cierra 11 años de guerras y de constante influencia occidental en la región....
Tres firmas
al pie de un documento vienen a modificar radicalmente todo el
panorama regional.
Puede decirse que esas potencias trajeron a la región tanto libertad como opresión. Reino Unido se esmeró en dividir a los actores regionales, manipulándolos unos contra otros para explotar las riquezas de la región con un mínimo de implicación militar.
Francia, mientras tanto, se dividió en colonizadores de la peor especie y "descolonizadores" visionarios.
Pero, exceptuando el
breve momento en que apoyó a los nacionalistas, al final de la
Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos siempre tuvo una visión
imperial del Medio Oriente.
Antes de llegar a los acuerdos, hubo largas negociaciones, primeramente en Irak y luego en Omán.
Una tercera parte de los iraquíes son musulmanes sunnitas y dos terceras partes son chiitas. Durante la guerra contra Irán, los chiitas iraquíes no dudaron en luchar contra los chiitas iraníes.
En nuestros días, el líder chiita iraquí Muqtada al-Sader tuvo que viajar a Riad para demostrar a sus compatriotas que no estaba "a las órdenes" de Teherán.
Cuando viajó a Riad, en diciembre de 2022, el presidente chino Xi Jinping no trató de adular a sus interlocutores para obtener precios preferenciales para sus compras de petróleo.
Xi hizo más bien lo contrario:
Xi tampoco trató de defender en Riad lo que sus aliados de Teherán presentan como los "intereses iraníes".
Irán reclama varios islotes del Golfo Arábigo-Pérsico y del Estrecho de Ormuz, Tumb Mayor y Tumb Menor y la isla de Abu Musa, pero el presidente Xi dejó constancia escrita de su apoyo a Emiratos Árabes Unidos en el Comunicado Conjunto que firmó con el Consejo de Cooperación del Golfo. [1]
Fue la autoridad que le confirió ese comportamiento imparcial, lo que le permitió asegurar que China es capaz de garantizar que Irán no trate de dotarse de armas nucleares, aun sabiendo que los chinos son aliados de Irán desde hace milenios:
Además,
China participó en las negociaciones sobre el programa nuclear iraní
y Pekín sabe perfectamente que, a pesar de las acusaciones de
Occidente contra Irán, Teherán no pretende dotarse del arma
nuclear.
China se posiciona así como un
interlocutor confiable... o al menos más digno de confianza que las
potencias occidentales.
Sobre esto último, el presidente Xi recordó la
semana pasada ante el parlamento chino que 150 millones de turistas
que han podido circular libremente en el país son testigos de que
el islam se practica en China como tantas otras religiones y que el
país no dispone de una infraestructura carcelaria capaz de encerrar
un millón y medio de persones.
En ese documento, cuyo texto íntegro nunca se ha publicado, el rey Saud se comprometía a garantizar a Washington el petróleo necesario para sus ejércitos a cambio de protección para su dinastía - no está demás precisar que Estados Unidos no buscaba garantizar el suministro de petróleo a su economía sino a sus ejércitos.
Bajo la administración Carter (1977-1981), Washington catalogó el acceso al petróleo del Medio Oriente como una cuestión de "seguridad nacional" estadounidense, ignorando así la soberanía de los países productores. [2]
Por supuesto, eso implicaba que árabes y persas tenían que aceptar una presencia militar foránea.
Y en 1983 Estados Unidos creó el CentCom, el mando regional de sus fuerzas militares en el Medio Oriente.
Como
Estados Unidos pagaba más que los británicos y los franceses,
Washington no encontró oposición de parte de los árabes ni de los
persas.
participó personalmente en la invasión estadounidense contra Irak, en la invasión de Afganistán y en la guerra contra Siria. Desde la tranquilidad de su buró en la Florida, a más de 10 000 kilómetros del "teatro de operaciones", el general Kurilla dirige las decenas de miles de soldados estadounidenses que matan en el Medio Oriente para mantener la presencia imperial de Estados Unidos, de Egipto a Kirguistán.
Ante la "obstinación" antimperialista del ayatola Khomeini, la "tozudez" que expulsó del poder al shah Reza Pahlevi, Washington empujó uno de sus agentes regionales, el presidente iraquí Saddam Hussein, a emprender una guerra contra Irán.
Durante 8 años, desde 1980 hasta
1988, Estados Unidos y sus aliados de Occidente armaron a los dos
bandos para que se desangraran en una guerra que costó un millón de
vidas.
Pero después de la disolución de la URSS, el Pentágono organizó la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995).
Los estrategas del Pentágono ponían allí a prueba la posibilidad de desmembrar un país - Yugoslavia - manipulando para ello a los musulmanes bosnios, además de movilizar a sus aliados contra las poblaciones de cultura eslava - los serbios, los montenegrinos y los macedonios.
Los estrategas estadounidenses pusieron la organización de las fuerzas musulmanas en manos de otro de sus agentes, un saudita llamado Osama ben Laden, quien se convirtió en consejero militar del presidente bosnio Alija Izetbegovic.
En
aquella época, Osama ben Laden coordinó en el campo de batalla las
acciones de las fuerzas sauditas y de los Guardianes de la
Revolución iraníes. [3]
Así que es
importante ver la diferencia entre la política y el papel de los
clérigos. Al decir esto no me refiero a las religiones, sino a los
clérigos.
Algunos revolucionarios se inspiran en el ejemplo del ayatola Khomeini.
Así estalla una revolución en Bahrein, cuya población, mayoritariamente chiita, trata de derrocar la dinastía sunnita.
Temiendo por su propia seguridad, la dinastía saudita - también sunnita - envía sus tanques a Bahrein y aplasta la rebelión. Irán apoya a los manifestantes chiitas de Bahrein que enfrentan los tanques sauditas.
Es en ese preciso momento cuando el Medio Oriente se divide entre sunnitas y chiitas.
Pero el plan occidental encuentra dos escollos:
A partir de 2015, cuando Siria comenzaba a desfallecer e Irán ya no
disponía de medios suficientes para ayudarla,
Rusia interviene
militarmente respaldando la República Árabe Siria contra los yihadistas.
Moscú instala una base militar en Siria respondiendo al pedido de ayuda de la República Árabe Siria, para proteger el Estado sirio. Los soldados rusos lucharon junto a los sirios y derrotaron a los yihadistas de Daesh y de al-Qaeda, armados por el Pentágono, que recibían órdenes desde el LandCom de la OTAN, con sede en Izmir (Turquía).
Hace 7 años que el Medio Oriente sufre de parálisis.
Las dos grandes vertientes del islam se enfrentan entre sí, exactamente como querían las potencias occidentales, en un conflicto que Israel alimenta.
Hecho revelador,
China negoció el acuerdo irano-saudita sobre la base de la no injerencia en los asuntos internos.
Los iraníes podían temer que los chiitas de Arabia Saudita se viesen afectados por el acuerdo. Pero Teherán ha entendido que los tiempos han cambiado...
Riad tendrá
que respetar su minoría chiita porque la paz favorece sus propios
intereses.
Frente a la división y las guerras promovidas por Occidente, Rusia y China proponen promover el intercambio, el comercio y la cooperación...
Referencias
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