por Redacción
El relato se completa con
la naturaleza islámica de la organización palestina, asimilada a
Al Qaeda, el Califato Islámico o Boko Haram.
La intoxicación pone el acento en la serie de masacres atribuidas a "musulmanes radicales", ignorando que a las mismas le siguen masacres mucho mayores contra otros musulmanes.
El 11-S desencadenó guerras, invasiones, ocupaciones y saqueos de los países islámicos, en los que murieron millones de musulmanes.
Antes del 11 de septiembre los sionistas buscaban la manera de que Estados Unidos llevara a cabo una intervención militar de esas proporciones en Oriente Medio para cambiar la situación estratégica de la región.
Había que destruir "siete países en cinco años", todos ellos enemigos de Israel, como anunciaron en el plan Clean Break de 1996, y luego en el llamamiento de 2000 para un "nuevo Pearl Harbor", es decir,
Poco antes de estallar la Guerra de Gaza, Netanyahu acudió a la Asamblea General de la ONU y sostuvo un mapa en la mano para exponer su plan para un nuevo Oriente Medio:
Era algo parecido a la
Nueva Ruta de la Seda, un plan
en el que Israel se ofrecía como la solución a la crisis del gas en
el Viejo Continente.
Finalmente, lo que ha ocurrido es lo contrario.
Arabia Saudí ha llegado a un acuerdo con Irán gracias a los buenos oficios de China y algunos países árabes, como Jordania, han roto sus relaciones diplomáticas con los sionistas.
Pero la información no es
suficiente; hay que saber analizarla y valorarla en su contexto.
En medio de una ola de
denuncias de corrupción, las protestas contra la reforma judicial de
Netanyahu habían dividido a la población israelí, algo que
nunca se había visto hasta entonces.
También prestaban una
atención especial a Cisjordania, donde desplegó dos de los tres
batallones que custodian la frontera de Gaza para apoyar a los
colonos judíos en sus ataques contra los palestinos.
Desde luego nunca pensó que pudieran capturar a 240 prisioneros que, para Israel, son peores que los muertos.
Éstos son un golpe
instantáneo, los otros son una pesadilla a largo plazo y una muestra
de debilidad. Siempre conducen a una negociación con el adversario.
El mito de la invulnerabilidad de Israel comprende el reforzamiento de sus fronteras, donde los sionistas han instalado toda clase de artilugios técnicos y electrónicos de última generación para detectar la llegada de intrusos.
Lo que la información no ha explicado suficientemente es que las instalaciones fueron destruidas con drones, tanto por Hezbollah como por Hamas.
El jeque Ahmad Yassin es sólo un fundador nominal, un testaferro.
Los sionistas lo metieron
en la cárcel y luego lo sacaron y lo promocionaron, incluso con
dinero, porque creían que su verdadero enemigo era Arafat y la OLP,
es decir, los palestinos laicos.
La existencia de Israel es consecuencia de la división de los países árabes y de los propios palestinos.
Israel siempre ha
enfrentado a la OLP con Hamas, y a la inversa.
Por lo tanto, poco más
hay que añadir al respecto, excepto que en 2011 Hamas tomó partido
contra el gobierno de Bashar Al Assad y participó en el
desencadenamiento de la guerra contra Siria, especialmente en
los campos de refugiados palestinos próximos a Damasco.
En 2004 Israel asesinó a
Yassin, lo mismo que a otros dirigentes de Hamas,
implacablemente perseguidos por los pistoleros del Mosad, por lo que
algo debió ocurrir en el camino.
Nunca ingresó en la OLP y nunca reconoció ni al Estado de Israel, ni a los Acuerdos de Oslo.
Lo que demuestra la
verdadera naturaleza de una organización no son sus símbolos, ni sus
escritos, ni sus proclamas, ni sus plegarias, sino la práctica que,
en el caso de Hamas, se alinea de manera indudable con la
resistencia palestina...
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