por Rafael Poch obra del pintor ruso Ajip Kuinzhi ( 1841-1910),
nacido
en Mariúpol. podría mediar con credibilidad en el conflicto de Ucrania, condenado a eternizarse por los intereses de las potencias y el estancamiento en el campo de batalla...
Inmediatamente después, el Secretario de Estado Antony Blinken dijo que Washington "ni anima ni contribuye a que los ucranianos ataquen territorio ruso", pero fuentes militares americanas y rusas 'Military sources - Ukraine missiles used US guidance' - Asia Times apuntan que esos ataques, con viejos artefactos soviéticos TU-141 de los años setenta reconvertidos en misiles de crucero, han sido posibles gracias a modernos sistemas de comunicación y navegación satelitales de Estados Unidos.
El 16 de diciembre, la
agencia TASS "Moscow
has data confirming US', Poland's involvement in terror attacks in
Russia", mencionaba a una
empresa de Arizona como fabricante de los sistemas utilizados en
diversos ataques a territorio ruso e incluso citaba el nombre del
aeropuerto polaco (Rzeszow) en el que se habrían hecho las pruebas y
montajes de los aparatos.
Atacar las bases rusas es perfectamente legítimo para Ucrania, tanto más cuando los bombarderos estratégicos rusos TU-95 han lanzado misiles contra objetivos ucranianos tras despegar de esas bases, pero desde el punto de vista de la dialéctica de las superpotencias nucleares, el asunto es una jugada de alto riesgo.
Imaginar que China o Rusia hicieran posible con su tecnología militar ataques de México a una base nuclear de Estados Unidos en California o Minnesota, produce escalofríos.
Y eso es lo que está
ocurriendo...
Putin convocó al
Consejo de Seguridad nacional tras los ataques del 5 de diciembre,
pero, afortunadamente, los rusos saben a lo que se exponen si
atacaran satélites de Estados Unidos y parecen coincidir más con el
analista chino que con su elocuente diplomático.
A estas alturas resulta imposible hacer pasar por abstracta especulación este planteamiento, abiertamente suscrito sin el menor tapujo por sus protagonistas.
El último de ellos en explicarlo ha sido el jefe del Stratcom, Charles Richard, uno de los máximos jefes militares de Estados Unidos:
Ucrania es un campo de pruebas en el que se están midiendo las capacidades rusas y,
Este es el aspecto esencial que impide a la izquierda abrazar la causa ucraniana al lado de quienes acaban de incendiar el Oriente Medio desde Libia a Afganistán, pasando por Siria, Yemen e Irak con el resultado de más de tres millones de muertos y cuarenta millones de desplazados y refugiados, y que ahora calientan motores para la tercera guerra mundial.
Y este es, precisamente,
el panorama que determina la posición mayoritaria del Sur global en
este conflicto, mientras en Europa una seudo-izquierda de derechas
(la divisoria entre izquierda y derecha es el apoyo al
neoliberalismo y al belicismo) baila al son de los tambores de
guerra y del militarismo envuelta en la bandera ucraniana.
...por citar solo a dos políticos europeos fallidos protagonistas de una sanciones tan ruinosas para la UE como beneficiosas para Estados Unidos económica y geopolíticamente.
Aún menos consenso obtiene en el mundo la línea occidental de armar sin límite a Ucrania y la mala fe negociadora demostrada en los acuerdos de Minsk de 2015, cuyo objetivo era,
...y en el manifiesto desinterés por una solución de paz negociada demostrado en los últimos meses.
¿Qué pasa mientras tanto en Moscú?
Aquellos rostros irritados de estrellas fachas de la televisión, aquellos semblantes cabizbajos de patrióticos expertos y analistas, de los meses de septiembre y octubre con motivo de la exitosa contraofensiva ucraniana, han dado lugar a otra cosa.
En Europa crecen las tensiones y las dificultades, privada de energía eléctrica, Ucrania se vacía y envía allá a sus centenares de miles de refugiados que se harán cada vez mas engorrosos.
La sociedad rusa se conforma con las versiones oficiales, como hacía la sociedad americana '"Мне с этим легче жить" - Nочему факты не спасут от пропаганды' con la guerra de Irak, tragándose los argumentos justificatorios con la misma tranquilidad.
Los "Patriot" que los americanos van a entregar a Ucrania, son los modelos antiguos, no demasiado eficaces y carísimos se dice:
En Estados Unidos el establishment está dividido con el Departamento de Estado dispuesto a continuar la guerra hasta el último ucraniano y el Pentágono mucho más cauto, como si se tomara en serio lo de la "ofensiva de invierno" rusa.
Hasta el jefe del Estado Mayor del ejército, General Mark Milley, advertía en noviembre que no hay victoria a la vista en esta guerra...
Por lo demás, el parte diario de ataques ucranianos indiscriminados contra ciudades del Donbas (escuelas, hospitales), condecoración de heroicos defensores de la patria, y un Putin relajado y en plena forma copando largos segmentos del telediario.
¿Occidente se cansará...?
Incluso si los militares, apoyados por Washington, acaban desplazando a Zelensky en Kíev con miras a una negociación, será muy difícil que Ucrania acepte los que los rusos definen como "las realidades sobre el terreno":
Así que todo apunta hacia
una larga guerra...
El Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, tomará posesión de su cargo el 1 de enero.
Su reconocimiento del estado palestino en las fronteras de 1967, secundado por media docena de países latinoamericanos, su exitosa mediación con Irán, que hizo posible el acuerdo nuclear del que Estados Unidos se desdijo.
Sobre todo, su liderazgo en la integración continental suramericana y consolidación de los países emergentes con objetivos comunes de integración política, reforma de las "instituciones internacionales" de Occidente y desdolarización, enfureció al imperio y explica, según su propia versión, el golpe seguido de encarcelamiento que Lula sufrió en Brasil en 2018.
Ahora sus circunstancias son muy diferentes a las que le llevaron al poder en 2003:
Como ha apuntado Steve Ellner 'Was Washington am meisten an Präsident Lula da Silva fürchtet - Blockfreiheit und Loslösung vom US-Dollar', el mejor terreno para afianzar su mandato Lula lo tiene en la política exterior:
El conflicto de Ucrania, la demostrada incapacidad de las potencias por resolverlo y su común apuesta por una larga y desastrosa guerra que no parece poder tener vencedores, ofrece a Lula un reto para demostrar su credibilidad a la hora de alcanzar un acuerdo con el respaldo de la verdadera "comunidad internacional" que desde la ONU ha marcado la línea:
Ese debilitamiento
tendría consecuencias desastrosas no solo para la potencia nuclear
rusa, con los peligros que ello conlleva, sino para todo el sur
global en su pulso con el hegemonismo belicista occidental.
Con una mediación hábil
en Ucrania, Lula podría ser el abanderado de los intereses de
la mayoría de la población mundial.
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