por Redacción recuperado a través el Sitio Web WayBackMachine
Ambos proyectos suponen gigantescas
inversiones, que se pretenden financiar con dinero público.
Tales cantidades chocan con la política coyuntural del Banco Central Europeo (BCE) porque son inflacionarias.
Según sus estatutos, la tarea del Banco Central no puede ser más simple:
La transición ecológica es inflacionaria.
En fin, la descarbonización es sólo para los que puedan pagar unos precios mucho más elevados.
Si el Banco Central no mantiene bajas las tasas de interés, los tipos de interés aumentarán y con ellos el coste de las inversiones necesarias para la descarbonización, tanto si son públicas, como privadas.
Naturalmente, es posible otra solución:
Es una alternativa que tampoco puede permitirse la clase trabajadora, ni amplios sectores sociales, cuyos ingresos ya están ampliamente esquilmados.
El aumento de los impuestos acabaría por enfrentar a la inmensa mayoría de los Europeos con las políticas verdes, algo que hasta ahora se mantiene acotado, con excepciones como los chalecos amarillos o las recientes movilizaciones agrarias.
En Bruselas buscan alternativas.
En una Europa en crisis, el descrédito podría trasladarse de la Agenda 2030 al propio Banco Central y, de rebote, al Euro...
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