por Marcelo Ramírez
02 Agosto 2024
del Sitio Web
KontraInfo
Versión en
italiano
La lucha entre el Occidente anglosajón y Rusia no se circunscribe
solamente al plano económico o militar:
la disputa esconde en realidad diferencias
culturales crecientes, a un nivel que diríamos, sin dudas, ¡civilizatorias...!
Los juegos olímpicos que se están celebrando en
París,
Francia,
habían despertado polémicas varias, tanto por
su oportunidad dada la guerra que se cierne sobre Europa a
partir del conflicto inacabado de Ucrania, así como por la
posibilidad de que algún grupo aproveche los mismos para algún
atentado que busque espectacularidad.
Por el momento, a Dios gracias, no ha habido
atentados pese a la pobre actuación de las autoridades francesas.
Desde la pésima organización que provocó que los
hinchas marroquíes hayan invadido nada menos que siete veces el
campo de juego en la disputa con la selección de fútbol argentina,
como los robos a los deportistas de la delegación de ese país.
Los hechos delictivos se repitieron en otras ocasiones, como la
delegación australiana que sufrió el vandalismo y robo de sus
vehículos y pertenencias, al igual que al ex-futbolista brasileño
Zico, hasta la violación de una turista de Australia.
Las dificultades no terminaron allí, y la Ciudad Luz sufrió un corte
de... luz..., que dejó a oscuras por más de una hora a buena parte
de la misma.
La organización no ha sido la mejor, eso ya no
hay quien lo dude, y las protestas se multiplican.
Las autoridades implementaron un código QR para transitar por
las zonas afectadas por los JJ.OO., pero como era de esperarse no
siempre funcionaron correctamente.
Ciudadanos residentes debieron abandonar sus
viviendas simplemente porque no los dejaron pasar y optaron por
salir de París por estas dos semanas.
Los taxistas vieron impedido su trabajo por las restricciones, las
calles fueron vaciadas de indeseables durante los últimos meses para
presentar una mejor cara.
Los transportes y la hotelería duplicaron sus
tarifas, pero los turistas escasearon, espantados por los precios y
la inseguridad, haciendo fracasar la temporada veraniega.
Nada parece funcionar bien, y lo peor no ha sido esto, sino la
ceremonia inaugural.
Luego de 4 años de espera, y en enorme contraste con anteriores,
donde sobresalió Beijing 2008, la actuación de París fue algo más
que decepcionante.
Hubiera sido solo decepcionante si nos referimos
al aporte como espectáculo, donde apenas se pudo apreciar la belleza
del Sena de noche.
Lo más grave fue el mensaje que intentaron entregar los parisinos,
con una actuación que consiguió aunar el repudio de todos los
asistentes, excepto una minoría.
Sin lugar a dudas, fue la más escandalosa de la historia de las
competiciones internacionales y por mucho.
Desde el principio, la ausencia de
Rusia y Bielorrusia, a quienes no
se les permitió participar en la competición por cuestiones
políticas, fue la primera señal de que algo no estaba bien.
Si para los organizadores franceses y del COI, les pareció que la
guerra en Ucrania era una razón
para excluir a estos dos países, bien vale preguntarse,
qué sanciones le corresponderían
a Israel por la interminable
matanza en Gaza...
La historia de
guerras e invasiones de los EE.UU.
sin que nunca sea sancionado, tampoco ayuda a la causa olímpica.
Es más, ni franceses, británicos, y otros varios
europeos deberían estar presentes allí.
Los organizadores decidieron, en un juego deportivo, hacer gala de
su "inclusividad" y respeto por los "valores" no tradicionales.
La razón es poco clara, o tal vez sí, pero ha
llevado a que se realice una serie de actos presuntamente
artísticos que exaltaban esos valores "no tradicionales"...
Las críticas no tardaron en llegar, primero desde
el público en las redes sociales, y luego se hizo incontenible la
avalancha de indignación.
No solo se presentaron espectáculos en donde abundaban travestis y
otras expresiones diversas, altamente sexualizadas, con niños en
medio, se optó también por extrañas representaciones.
El público en general comenzó a señalar escenas de la ceremonia
inaugural de los Juegos que se podían identificar como,
rituales satánicos y episodios
asociados a una misa negra, que nada tenía que ver con la
celebración del inicio de competiciones deportivas.
Se multiplicaron entonces, durante prácticamente
toda la larguísima ceremonia,
escenas desconcertantes con hombres barbudos
con faldas, que en el "mundo occidental progresista" se puede
identificar como mujeres, travestis semidesnudos, gays
exhibiendo partes íntimas, hasta figuras sin cabeza.
Una especie de aquelarre de estos tiempos,
nacidos de la mente del autor y director artístico principal de la
ceremonia, el actor y director francés, orgullosamente homosexual
Thomas Jolly, quien no dudó en parodiar incluso el histórico
cuadro de Leonardo da Vinci "La
Última Cena", que representa la escena de la última cena
de Jesús con sus discípulos.
Bueno es recordarle a quienes aplauden esta muestra de diversidad,
que para ser "diversos" no es necesario ser ofensivos como lo han
sido.
No solamente los católicos se han quejado, el
mundo islámico también reconoce a Jesús como su segundo máximo
profeta.
Hasta algunos judíos han hecho pública su
molestia por lo que consideran una ofensa al cristianismo en todas
sus variantes, como al propio judaísmo y al conjunto de las
religiones.
En Occidente estamos acostumbrados a que movimientos de
minorías y del feminismo ataquen símbolos cristianos, en una
rebeldía difícil de explicar.
Si las corporaciones más poderosas del mundo apoyan este tipo de
manifestaciones, así como las principales organizaciones
internacionales y los más poderosos estados europeos.
¿Contra qué se están rebelando podemos
preguntarnos...?
Si no se es muy tonto, es obvio que contra
el poder del mundo no es,
puesto que cuentan con el apoyo explícito, con espacios, medios y
dinero, de estos sectores.
Si se rebelan contra algo es contra los valores
cristianos, y esto nos lleva al principio de la nota.
Estas minorías, que hoy reglan los patrones culturales de Occidente,
se rebelan contra el Dios cristiano, y de paso, musulmán y
judío, abráhamico, y seguramente contra otras
expresiones religiosas, finalmente.
La aparición de símbolos de claro corte satánico, como
la mujer decapitada, son elocuentes.
Dionisio, encarnado por el señor entrado en
kilos, pintado de azul, simboliza el exceso, la locura, y el caos.
El culto a Dionisio, que involucraba rituales
extáticos, consumo de alcohol y comportamientos desenfrenados,
puede asociarse a conductas satánicas, dado el contexto de la
obra.
La parodia de la Última Cena mencionada, con la
DJ Bárbara Butch, que se presenta como orgullosa de su
obesidad y de su lesbianismo, no parece la figura adecuada para un
juego deportivo.
Los personajes "diversos", completan un
cuadro dantesco repudiado por la enorme mayoría, excepto
personajes como Flavio Buccino, experto en temas educativos,
que ha mandado a volver a las cavernas, a los críticos.
Si alguna duda quedaba por los tintes satánicos, el caballo blanco,
hace acordar al Cuarto Jinete del Apocalipsis.
"Miré, y he aquí un caballo pálido; y el que
lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía, y les
fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar
con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la
tierra."
(Apocalipsis 6:8).
¿Cuál es la explicación de los creativos para
colocar la centralidad en esta figura? Porque la asociación es
inevitable...
Las autoridades explican que la ceremonia busca rendir homenaje a la
rica historia y el patrimonio de Francia, utilizando símbolos
icónicos para crear un espectáculo.
El uso de un caballo blanco, dicen, no está
relacionado con el cuarto jinete del Apocalipsis.
En lugar de eso, la elección de un caballo blanco simboliza la
pureza, la victoria y la paz, elementos profundamente arraigados
en la cultura y la historia francesa.
Cuando uno ve el caballo blanco, la forma en que
es iluminado, el jinete, resulta una explicación poco verosímil.
La palidez del caballo hace un evidente guiño,
que luego han decidido negar ante el escándalo que sabía que se
producirían.
Occidente ha movido sus piezas, y Rusia, mientras tanto, se refugia
en enaltecer los valores tradicionales y el cristianismo.
Occidente ha permitido que una
minoría
agresiva, en todos los sentidos, deje su sello en
un evento global, que será visto por distintas personas de
diferentes culturas, diferentes religiones y que no valoran los
derechos como ellos mismos, sino que tienen una apego a los valores
tradicionales.
Los rusos, luego de ver el espectáculo parisino, se regocijan de no
participar en esta decadencia.
Las diferencias comienzan a ser apreciables.
La lucha no es solo por recursos ni es solo
en el terreno militar, se da en otros planos.
Rusia, así como Irán o India, cree en otros
valores espirituales.
La propia China comunista, si bien es atea
oficialmente, revalora sus tradiciones cada día y rescata su propia
religiosidad... una historia que se repite en África, en Medio
Oriente, en el Sudeste Asiático.
Occidente se queda solo, la historia no avanza en la
instalación de nuevos derechos como pretendía, no ve como superación
el transhumanismo, Rusia se ve a sí misma como la Tercera Roma y
como el Katejon.
La lucha también es en el plano espiritual, aunque en Occidente no
se comprenda...
|